sábado, 2 de febrero de 2013

2 de febrero: Iemanjá en todos lados...


En Costa Salguero, CABA.

En la ribera de Quilmes

En Montevideo

En Mar del Plata (mañana domingo 3)

viernes, 1 de febrero de 2013

Celebración del Bicentenario de la Asamblea del Año 13: Inclusiones y exclusiones...

Foto: Alejandro Frigerio

Sentimientos muy encontrados respecto de la celebración por el Bicentenario de la Asamblea del Año 13 realizada ayer en Plaza de Mayo. Por un lado, me parece bien el nation-building que se hace a través de la conmemoración de hitos notables del pasado - una construcción ideológica, diría que necesaria... La imagen dominante de que "los argentinos descendimos de los barcos" parece a veces empezar  todo (lo que importa) a principios del siglo XX (como mucho, fines del XIX) y trae aparejada la imagen superpuesta o consecuente de la Argentina "blanca, europea y moderna". Nunca está demás, por lo tanto, darle un poco más de profundidad y densidad histórica a nuestro relato patrio y señalar la presencia, en el pasado y ahora en el presente, de colectivos indígenas y afrodescendientes que aportaron a nuestra historia y aún lo hacen a nuestra  sociedad y cultura. En esta línea, me pareció interesante el énfasis en las disposiciones de la Asamblea respecto de la esclavitud y cómo esto llevó a incluir a los afroargentinos y afrodescendientes en las actividades de la celebración. Principalmente a través de un stand alusivo (de unos 7 u 8 que había), de la participación de la Asociación Misibamba a través de su grupo de candombe porteño Bum Ke Bum y de la presencia de dos comparsas de candombe uruguayo (Escuela de Candombe Bonga e Irala). Me gustó y disfruté mucho del candombe uruguayo suelto por la Plaza de Mayo, y de ver al porteño con el Cabildo de fondo. 

Escuela de Candombe Bonga. Foto: Alejandro Frigerio

Escuela de Candombe Bonga. Foto: Alejandro Frigerio

Javier Bonga. Foto: Alejandro Frigerio

Sin embargo, no me gustó, y ya lo señalé en este blog, la visión demasiado simplista que se dio del tema, afirmando que la Asamblea "puso fin al tráfico de esclavos y estableció la libertad de vientres, garantizando la libertad e igualdad a todos los hijos de esclavas", llevando incluso a la exageración de funcionarios afirmando que "instituyó la abolición de la esclavitud en nuestro país"  (interventor del INADI dixit). 


Folleto oficial

De esta manera, la imagen dominante de la esclavitud en Argentina como más benéfica y de nuestro país como una especie de adelantado respecto de los derechos de los esclavizados es perpetuada y reafirmada ahora desde un gobierno que pretende tener y proponer una visión "progresista" de nuestra historia. Con matizar las afirmaciones y relativizar su alcance -con una frase o una oración- hubiera sido suficiente.

Lo Bueno: Bum Ke Bum frente al Cabildo. Foto: Alejandro Frigerio

La presencia de candombe porteño en el acto sin duda que se transforma en un hecho significativo, que hubiera adquirido la relevancia que se merece si,  en vez de tocar primeros a las 5 de la tarde para un auditorio de sillas vacías -aunque con público más "popular" detrás de ellas- lo hubieran hecho a las 20 o 21 hs, delante de esa platea llena de funcionarios y partisanos, con la plaza colmada y para las cámaras de televisión.

 Lo malo: Bum Ke Bum demasiado lejos de todo(s). Foto: Alejandro Frigerio

Ese es el efecto visibilizante que los afroargentinos se merecen y que un gobierno preocupado por el tema de manera mínimamente genuina podría/debería haber provisto. También, con una presencia de afroargentinos/as entre los convidados a sentarse en esa platea exclusiva - y no atrás de las vallas, vigilados por personal de seguridad cada dos metros, como si fueran o fuéramos potenciales invasores de espacios exclusivos.
Pero bueno, quizás, como dice el proverbio chino, un viaje de mil millas comienza con el primer paso... A estar atentos, y reclamar por los lugares merecidos....

miércoles, 30 de enero de 2013

Racismo cotidiano: ¿Qué hay en un título? - (inicialmente, "Cimarrones y Quilombolas según Pigna")

Originalmente, tenía pensado tan sólo incluir la nota de Pigna que salió hace un par de semanas en la revista Viva del diario Clarín (6/1/13), haciendo, en todo caso, una breve referencia a lo desafortunado del título: El instinto de libertad


¿Por qué una nota que habla del cimarronaje y los quilombos en Brasil -gestas de libertad si las hay- debe estar encuadrada (framed) interpretativamente con un énfasis en un supuesto instinto de libertad? ¿Es necesario utilizar esa palabra que ubica a los cimarrones y quilombolas mas cerca de los animales que de los hombres? ¿Acaso no era más apropiado y obvio hablar de "deseos" o "ansias"?
De esta manera, el encuadre brindado por el título -aún cuando no sea retomado en la nota- ayuda  a perpetuar las nociones de inferioridad y animalidad  (menos-que-humanidad) que pesan sobre los afrodescendientes y, quizás en medida mayor aún, sus antepasados esclavizados. Un status de inferioridad posibilitado por los regímenes esclavistas pero cuya influencia perniciosa llega hasta nuestros días, transformada y perpetuada por este tipo de pre-nociones y prejuicios que se filtran en los lugares menos pensados, con  una cotidianidad que a esta altura ya no asombra pero sí asusta.
Uno puede estar de acuerdo o no con las "visiones-Pigna" de la historia, cuestionar qué tan actualizado parece estar con la bibliografía contemporánea de los temas que trata -especialmente cuando espinosos y aún poco conocidos por fuera de un grupo de especialistas- pero no cabe duda del valor visibilizador que sus escritos adquieren para ciertas temáticas, sobre todo cuando aparecen en un medio de comunicación masivo de este porte.
Dada la dinámica y la peculiar forma que adquieren la construcción de noticias -en diarios y revistas- es probable que el título final no haya sido suyo, sino de algún redactor en jefe o encargado de sección de la revista. 
Poco importa, ya que el efecto pernicioso de construcción y repetición de una imagen animalizada de los "negros" cimarrones y quilombolas -y por ende de los "negros" actuales- se perpetúa a través de una nota que pretende ser educativa y de divulgación de la historia de nuestro continente.  Un buen intento, severamente desvirtuado por un título que atrasa casi doscientos años.


Como siempre digo, para este tipo de evaluaciones es importante tomar en cuenta el contexto -histórico, semántico, hasta mediático. Las representaciones de grupos étnico-raciales -y su subalternización- se forman a través de la repetición, en innumerables ocasiones y ámbitos de todo tipo, de determinadas imágenes, adjetivos y metáforas que se repiten o se complementan para lograr una concepción naturalizada de su inferioridad.
Es necesario entender, analizar críticamente, evidenciar y denunciar este tipo de mecanismos ya que hacen posible la reproducción del racismo cotidiano que tan sutilmente pero eficientemente afecta la vida de miles de personas a un lado y otro del Río de la Plata. 
En un momento particularmente sensibilizado ante la subsistencia de discriminaciones -en Uruguay por el ataque racista a Tania Ramírez y la campaña "Borremos el racismo dellenguaje", en Argentina por la celebración del Bicentenario de la Asamblea del Año 13 que supuestamente "puso fin al tráfico de esclavos y estableció la libertad de vientres, garantizando la libertad e igualdad a todos los hijos de esclavas que nacieran en adelante en el territorio de las Provincias Unidas " es particularmente importante -reitero- comprender y denunciar los mecanismos a través de los cuales estas "igualdades" permanecen promesas incumplidas. 

Fuente de la nota de Pigna: Revista Viva del diario Clarín, 6/1/13.

martes, 29 de enero de 2013

La Asamblea del Año 13 y la esclavitud

Es ya de público conocimiento que por Decreto 2435/2012, sancionado el 13 de diciembre pasado,  el año 2013 fue declarado como “Año del Bicentenario de la Asamblea General Constituyente de 1813”.  Por ello, la ley Ley 26.840 estableció "por única vez feriado nacional" el día 31 de enero de 2013 en su conmemoración.


Entre los considerandos del decreto, se justifica esta celebración ya que:
"la Asamblea General Constituyente de 1813 marcó un hito trascendental en nuestra historia, no sólo por el rol soberano asumido por quienes la presidieron sino por su representatividad, albergando en su seno a todos los pueblos integrantes de las Provincias Unidas del Río de la Plata."
y que
"dicha Asamblea introdujo profundos cambios políticos y sociales que resultaron trascendentales para nuestra soberanía popular, y que han sido puestos de manifiesto a través de una incipiente tarea legislativa, ratificando su vocación de independencia, libertad e igualdad, plasmada en el dictado de numerosas disposiciones fundamentales."
 Entre las varias iniciativas mencionadas (apreciables en la imagen de arriba que reproduce el decreto) se señala que:
"puso fin al tráfico de esclavos y estableció la libertad de vientres, garantizando la libertad e igualdad a todos los hijos de esclavas que nacieran en adelante en el territorio de las Provincias Unidas."


Este énfasis despertó el entusiasmo de numerosos afrodescendientes de y en nuestro país, que asistirán al acto conmemorativo a realizarse el jueves en la plaza. Aparentemente estaría prevista hasta la presentación de candombe (en su modalidad local y uruguaya) en lo que podría ser un interesante golpe de visibilización de la cultura afro de ambas márgenes del Plata.
Si las celebraciones de hitos progresistas notables en nuestra historia son justificadas y bienvenidas, para no quedarnos en  una nueva versión Billiken de la misma  -especialmente en temas poco tratados y conocidos como la esclavitud en Argentina- es necesario indagar en qué fue realmente lo que pasó en esos años y en qué medida estas disposiciones y enunciaciones de buenas intenciones fueron llevadas o no a la práctica.
O sea, qué consecuencias tuvieron para la vida real de las personas (esclavizadas) de la época. 
De lo contrario, en vez de la pretendida lectura revisionista, corremos el peligro de reproducir las visiones tradicionales acerca de que la esclavitud en Argentina fue "mas benigna" que en otros países, o que fue abolida o "suavizada" mucho mas tempranamente de lo que en realidad fue.
Ciertamente la esclavitud en Argentina no es un tema en el que me especializo -sobre el que faltan, además mucho más estudios de los que hay- pero reproduzco abajo lo que ya hemos afirmado -en un trabajo conjunto con Eva Lamborghini- en base a análisis previos de historiadores locales.

Imagen tomada de www.elhistoriador.com.ar (ver al final)

Cito del trabajo (fuente y bibliografía abajo):
"La Asamblea General Constituyente de 1813 aprobó la ley de libertad de vientres, por la cual “los niños que nacen en todo el territorio de las Provincias Unidas del Río de la Plata [deben ser] considerados y tenidos por libres” (Goldberg, 1995: 545). Poco más tarde estableció que “Se declaren libres todos los esclavos que se introduzcan en el territorio de la Nación”.  Estas medidas no tuvieron, sin embargo, efectos inmediatos. Ante quejas de la corona portuguesa, posteriores disposiciones limitaron sus alcances para impedir la fuga de esclavos desde Brasil y para que quienes llegaran con esclavos propios (para uso personal y no para la venta) no los perdieran. 
El “Reglamento del Liberto” que reguló la ley de libertad de vientres estableció que “todos los niños de castas que nacieran libres deberían permanecer en casa de sus patrones hasta la edad de veinte años” (Goldberg, 1995: 546). La edad de emancipación de los libertos se fijó en los 16 años –o antes, si se casaban–. Sin embargo, estos límites no siempre se respetaron, y en la práctica el liberto funcionaba como un esclavo más y podía ser objeto de diferentes operaciones mercantiles, pudiendo incluso ser separado de la madre después de los dos años si esta era vendida (Rosal, 1994: 167). 

Imagen tomada de www.elhistoriador.com.ar (ver al final)

El tráfico de esclavos volvió a prohibirse en la Constitución de 1819, en el tratado con Gran Bretaña de 1825, en la Constitución de 1836, “en fin, demasiadas veces, lo que podría sugerir que el decreto de 1812 no se cumplía estrictamente”, como señala Rosal (1994: 167). Recién en 1840 se firmó un tratado con Gran Bretaña que logró la absoluta abolición del tráfico de esclavos (Goldberg, 1995: 538). La abolición de la esclavitud como institución, sin embargo, no llegó sino en 1853, al promulgarse la Constitución Nacional, y en Buenos Aires recién se concretó en 1862, cuando esta provincia se integró al resto del país.
De todas maneras, Andrews duda de que la abolición realmente se haya efectivizado. La Constitución de 1853 que liberaba a los esclavos también disponía la formación de comisiones para compensar económicamente a los dueños. Como estas comisiones no parecen haberse formado nunca, el autor suscribe a la posición de Leslie Rout Jr. (1976), quien afirma que “la esclavitud en Argentina nunca se abolió, simplemente falleció de edad avanzada” (Rout apud Andrews, 1980: 58)."

Bibliografia citada:
Andrews, George Reid. 1980. The Afro-Argentines of Buenos Aires 1800-1900.
Madison: University of Wisconsin Press.
Goldberg, Marta. 1995. “Los negros de Buenos Aires”. En: Luz M. Montiel
(Ed.). Presencia africana en Sudamérica. México DF: Consejo Nacional para la
Cultura y las Artes, CONACULTA.
Rosal, Miguel Ángel. 1994. “Negros y pardos en Buenos Aires, 1811-1860”.
Anuario de Estudios Americanos. Vol. 51, Nº 1: 165-184.
Rout Jr., Leslie B. 1976. The African Experience in Spanish America. Cambridge:
Cambridge University Press.

Fuente del artículo Frigerio-Lamborghini:

Fuente de las imágenes de las disposiciones de la Asamblea del Año 13:

domingo, 27 de enero de 2013

Django y Lincoln: La esclavitud revisitada por Tarantino y Spielberg


Llegan a Buenos Aires -ya las tiene el kiosquero amigo, antes que el cine- dos películas realizadas por famosos directores norteamericanos que tratan, de manera muy diferente, el tema de la esclavitud en Estados Unidos: Lincoln, de Steven Spielberg, y Django Unchained, de Quentin Tarantino.
Ambas vienen precedidas de polémicas, en su país de origen, acerca de las visiones que transmiten sobre "nuestra peculiar institución" -como se la denominaba en el sur norteamericano, en momentos en que la palabra "esclavitud" era considerada impropia. Critic@s o cineastas afronorteamerican@s, especialmente, han cuestionado los motivos y consecuencias que estas visiones de "hombres blancos privilegiados" (privileged white men) puedan tener en la sociedad actual.
La más polémica, como podría esperarse, ha sido la de Tarantino, que narra la alianza entre un cazarecompensas alemán y un esclavo que compra para que lo ayude a identificar a determinados fugitivos, relación que acaba transformándose en una parceria (amistad?) e intento conjunto de recuperar a la mujer de Django, esclavizada en una de las grandes plantaciones de Mississippi.
La mecha probablemente se encendió con la declaraciones de Spike Lee, quien en un tweet afirmó que "la esclavitud americano no fue un western spaghetti de Sergio Leone. Fue un Holocausto. Mis ancestros son esclavos. Robados de Africa."  Y en una difundida entrevista a la revista Vibe, señaló que  "no iba a ver la película", porque le parecía "una falta de respeto a sus ancestros". Aunque aclaró que esa era su opinión personal, y que no estaba hablando en representación de nadie.


En una nota ya más extensa y reflexiva,  la cineasta y crítica de cine afronorteamericana Tanya Steele cuenta que fue a ver ambas películas el mismo día, curiosa por aprender "cómo sería la esclavitud en la imaginación de los hombres blancos". Señala que, como cineasta negra, se preocupó siempre por "cuestiones de 'responsabilidad', 'quién la va a ver', 'qué impacto tendrá sobre el discurso en América', 'qué imágenes estará proyectando a nuestra juventud o el mundo', pero que, por el contrario,  los cineastas blancos no parecen tener estas preocupaciones -ya que aparentemente la carga racial parecía serles ajena. Existiría, por lo tanto, "un arte privilegiado, una cinematografía privilegiada: las películas actuales de Hollywod no parecen responsables por nada ni ante nadie".
La película Lincoln, afirma, le despertó emociones mixtas. Por un lado, la llevó a preguntarse "¿por qué pone el foco en este aspecto de la esclavitud? (aún considerando que antes hizo la película Amistad). ¿Por qué necesitan concentrarse en Lincoln o en ese momento de la historia? ¿Por qué no muestra por lo que estos hombres blancos están luchando: la experiencia del esclavo? (...) Los esclavos aparecen bien vestidos y no muestran las cicatrices de la esclavitud. Esto me pareció problemático".
Su opinión final de la pelicula, sin embargo, es positiva, ya que:
"No todos los personajes no son la misma cosa, no piensan de una sola manera. Muestra lobbies ocultos, vanidad y arrogancia. Hasta Lincoln, quien parece haber pronunciado sólo palabras que brillaban poéticamente, no aparece enteramente inmaculado. La película no es sobre el noble hombre blanco.  Es sobre hombres blancos que son llevados, pateando y gritando, hacia el futuro".



Sus apreciaciones sobre Django son algo más críticas:
"Hay momentos en la película que pueden parecer nuevos para quienes saben poco sobre la esclavitud -cosas que no se han visto previamente en la pantalla cinematográfica. Momentos cautivantes de la película, presentados de manera interesante y creativa. Comprendo la necesidad de divertir, fantasear, crear una nueva mitología a su alrededor, para distraernos de la locura que reside en el pasado de nuestra nación. Pero, si fuera fácil escapar de la esclavitud, como lo hizo Django, estaríamos en otro lugar en este momento de la historia. Si hubiera sido tan fácil salir, lo hubiéramos hecho. (...) Hay un momento en la película (que no revelaré) donde me pareció que Tarantino creía que si no fuéramos tan sumisos no estaríamos donde estamos. Django y su mujer fueron la excepción. El resto de los esclavos parece aceptar su destino, algunos con felicidad. (...) Los esclavos de Tarantino son lo contrario de los de Spielberg -no son nobles, son caricaturas.. (...) Django era el 'super-negro', el que era único, inteligente, rebelde, diferente del resto. Ninguno de los esclavos intenta ayudarlo. Era el negro especial. (...) Esto funciona bien para una cultura que no quiere reconocer las maldades del sistema de la esclavitud. Queremos creer que no fue tan mala. Que era soportable, escapable, brindaba oportunidades para los héroes. Las personas negras fueron esclavas porque no luchamos lo suficiente. Django es un personaje creado por un hombre blanco privilegiado. (..) Tarantino es el cineasta perfecto para estos times. Queremos nuestra información de manera rápida, graciosa, presentada de una manera interesante y no demasiado complicada (...) Está nuestra cultura peor por 'Django Unchained'? No creo que estemos mejor por ella. Profundizará las discusiones sobre la esclavitud? Probablemente no (...) Pero tenía todo el derecho de hacerla. Es entretenimiento. Tiene una buena banda de sonido. Tiene gente bella. Es un escapismo. Es una obra de Arte. Hemos pasado muchos años escapando (into the) hacia el héroe blanco masculino, por qué no uno negro? 'Lincoln' es pensante. 'Django Unchained' es activo. Y nosotros estamos aún afuera, viendo como otros escriben nuestra historia"


Opiniones de otros críticos norteamericanos surgen de la extensa nota que el suplemento Radar de Página 12 le dedicó en una reciente nota de tapa.

Reproduzco una parte del artículo del periodista Mario Kairuz:
"El periodista del Los Angeles Times Erin Aubry Kaplan escribió que la esclavitud “es una institución cuyos horrores no hace falta exagerar, pero Django sin cadenas hace exactamente eso, ya sea para iluminar o para entretener. Un director blanco soltando a la ligera esa palabra con N (nigger: el uso más despectivo de “negro”) en un homenaje al blaxploitation de los ’70 como Jackie Brown es una cosa, pero el mismo director convirtiendo las salvajadas de la esclavitud en pulp fiction es otra”.
Para sus detractores no parece ser suficiente argumento a favor del estilo “irresponsable”, despojado de culpa, con que Tarantino se entrega a sus temas. Quentin insiste: “Todos ‘conocemos’ intelectualmente la brutalidad e inhumanidad de la esclavitud, pero tras investigar el tema deja de ser intelectual, ya no es un mero registro histórico. Uno lo siente en los huesos; te enoja, te hace querer hacer algo. Normalmente, cuando se filma el relato de la esclavitud, salen películas históricas con H mayúscula, polvorientos manuales escolares. Yo quiero romper para siempre esa vidriera con una piedra y llevarte adentro de la historia. Quiero hacer películas que lidien con el horrible pasado de los Estados Unidos, pero hacerlas como spaghetti westerns, no como películas de Grandes Temas. Quiero hacerlas como películas de género que tratan con todo aquello con lo que Norteamérica nunca ha lidiado porque está avergonzada de ello, y que otros países no tratan porque sienten que no tienen el derecho de hacerlo”.
Hay también un componente, dice, de “catarsis cultural” en el modo de representación del cine de acción. “Creo incluso que puede ser bueno para el alma. No quiero sonar como un bruto, pero todos esos telefilms sobre el Holocausto y la esclavitud son un bodrio. Contar una película de acción en el contexto histórico de la esclavitud es otra cosa: en mi película, los que normalmente aparecen como víctimas se convierten en ganadores y vengadores. No existe hoy una gran demanda de películas que asimilen esta parte oscura de la historia por la que aún estamos pagando. Y creo que EE.UU. es uno de los pocos países que no han sido forzados por el resto del mundo a mirar sus pecados pasados completamente a la cara. Esa es la única manera de superarlos. No es como los turcos, que no reconocen la masacre armenia, mientras los armenios siguen reclamando que se lo reconozca: acá nadie quiere reconocerlos. Si hiciera mi película mil veces más violenta, seguiría sin ser tan violenta como la realidad, por lo tanto, si me piden que la atenúe, me piden que mienta, que no cuente la verdad. No hay explotación, simplemente lo podés aguantar o no lo podés aguantar. (..)


En rigor de verdad, los críticos norteamericanos de los medios más influyentes acompañaron bastante de cerca las intenciones declaradas de Tarantino. Betsy Sharky escribe en Los Angeles Times que “su particular brillo proviene de tomar una página horrible de la historia, pasarla por su propia molienda, hacer una comedia audaz, irónica y graciosa y aun así, no permitirnos ni por un momento olvidar la brutal realidad”. En The New York Times, A. O. Scott compara a Django con el Lincoln de Spielberg: “(Ambas películas) son esencialmente soluciones diferentes para un mismo problema. Uno puede imaginarse a sus respectivos héroes decidiendo con el amable humor del estereotipo racial que solía ser usado en la comedia stand-up: ‘Los hombres blancos abolimos la esclavitud así’ (aprobando una enmienda constitucional), ‘Pero los tipos negros, la destruyen así’ (vuelan en pedazos la plantación). Django es desvergonzada y autoconscientemente artificiosa, con movimientos de cámara y guiños musicales que evocan tanto los westerns alimentados a maíz de los ’50 como a su progenie alimentada a pasta de la siguiente década. Digresiva, humorística, vertiginosamente brutal y ferozmente profana. Una película problemática e importante sobre el racismo y la esclavitud”.


En The Village Voice, Scott Foundas muestra su aprecio por el “ajuste de cuentas” que emprende Tarantino sobre una hipócrita tradición narrativa de su país. “Es una coincidencia que Django sin cadenas se estrene en la misma temporada que el segundo film de Spielberg sobre la esclavitud (Lincoln, el anterior fue Amistad, hace 16 años) que no muestra las duras realidades de la vida de una plantación. Spielberg trabaja sobre una tradición honrada en el tiempo: desde El nacimiento de una nación, con sus risibles escenas de esclavos liberados violando y saqueando a las blancas sureñas, las películas han tratado durante un siglo a esta institución ‘peculiar’ mayormente con distancia; desde los felices esclavos de Lo que el viento se llevó y Canción del sur a las alegorías simiescas de King Kong y El planeta de los simios. En televisión, Raíces y La autobiografía de Miss Jane Pittman intentaron una aproximación más honesta, aunque dentro de los límites que impone la censura del buen gusto del horario central. Solo un gran film de estudio de la era moderna, el notable Mandingo de Richard Fleischer, se atrevió a encontrarse con la esclavitud en sus propios términos: una bacanal de sadismo, incesto, cruces interraciales, coronada por un final inolvidable en el que el amo blanco hierve vivo en una caldera al epónimo luchador. Escandalosamente extravagante, ferozmente inteligente, Django sin cadenas es un acto de provocación y reparación a la vez, no solo por la esclavitud sino por décadas de negros y laderos de habla canchera en Hollywood, y su blanqueo de la historia, desde ¿Sabes quién viene a cenar? a Historias cruzadas.”
En su artículo para Esquire titulado “Por qué Django sin cadenas es mejor que Lincoln”, Stephen Marche argumenta sobre la necesaria violencia de la película de Tarantino: “Si uno ve Lincoln cree que la esclavitud era un asunto de debate y política, que era una cuestión legal y que la gente blanca solo debía corregir su error de considerar a otras personas como su propiedad. Django necesita ser física: para una película sobre la época más sangrienta de la historia, a Lincoln le falta sangre. Tarantino necesita una reacción física a un crimen físico”. "

Nota de Radar completa en:

jueves, 24 de enero de 2013

Brutal ataque racista en Montevideo (4): La banalidad del mal

En la red, el video de la cámara del boliche a cuyas puertas fue atacada la militante afrouruguaya Tania Ramírez.
Con la edición correspondiente, se puede ver con cierto detalle cómo se fueron sucediendo los hechos, aunque no se puede escuchar la discusión que los motiva.


Llama la atención, y estremece, cómo (casi) de la nada puede surgir un altercado de este tipo. De interacciones absolutamente cotidianas: todo el mundo sale en orden, no parece haber un ambiente de "descontrol" como a la salida de algunos boliches -apenas otra madrugada en la ciudad.
Aunque digo "casi de la nada" porque obviamente hay un entrelazado previo de relaciones, de imágenes y presupuestos sociales que permiten que determinadas personas puedan realizar determinadas valoraciones de otras, de sus derechos y de sus fenotipos y opciones estéticas. Y que se sientan, mas allá de su superioridad numérica en condiciones de defenderlas a los golpes.

Estremece la duración y los distintos episodios que forman el ataque -el encarnizamiento de una de las chicas, el rol que juega la madre que parece querer separar  pero termina atacando arteramente- pero, sobre todo, la escasa intervención de personas ajenas al hecho. Nadie hace nada. No había un tiroteo ni armas, no era una peligrosa pelea entre barras -¿qué costaba intervenir y separar a las  mujeres?.

Desconozco casi todo sobre la obra de Hannah Arendt, pero es prácticamente imposible ver este video sin que la frase "la banalidad del mal" venga a la mente. Contra la creencia que pone el acento en  la agencia destructiva de individuos extraordinaria o patológicamente malvados, la filósofa alemana enfatiza el rol de las circunstancias sociales que llevan a la generalización de determinadas actitudes como parte de lo normal, de lo correcto o adecuado (social o individualmente) para hacer en ese momento. La indiferencia moral y apatía generalizadas pueden ser tan importantes o más que la presencia de individuos con un gran plan y estrategias malignas.

Para el caso que nos ocupa,  además del consabido "no te metás" (que supongo también existirá en la orilla oriental del Plata), una estructura de racismo cotidiano -el entrelazado de relaciones y valores sociales que día a día determinan la valoración que algunas personas pueden realizar sobre otras en base a su fenotipo y opciones culturales y estéticas- que permite que de interacciones casuales, menores (una disputa por un taxi) surja un brutal ataque racista, ante la mirada indiferente de decenas de personas.

La banalidad de este mal -pero su presencia ubicue- y la existencia y modalidades de este racismo cotidiano es lo que hay que comprender y denunciar para evitar episodios similares en el futuro. 


Ver también: