jueves, 24 de enero de 2013

Brutal ataque racista en Montevideo (4): La banalidad del mal

En la red, el video de la cámara del boliche a cuyas puertas fue atacada la militante afrouruguaya Tania Ramírez.
Con la edición correspondiente, se puede ver con cierto detalle cómo se fueron sucediendo los hechos, aunque no se puede escuchar la discusión que los motiva.


Llama la atención, y estremece, cómo (casi) de la nada puede surgir un altercado de este tipo. De interacciones absolutamente cotidianas: todo el mundo sale en orden, no parece haber un ambiente de "descontrol" como a la salida de algunos boliches -apenas otra madrugada en la ciudad.
Aunque digo "casi de la nada" porque obviamente hay un entrelazado previo de relaciones, de imágenes y presupuestos sociales que permiten que determinadas personas puedan realizar determinadas valoraciones de otras, de sus derechos y de sus fenotipos y opciones estéticas. Y que se sientan, mas allá de su superioridad numérica en condiciones de defenderlas a los golpes.

Estremece la duración y los distintos episodios que forman el ataque -el encarnizamiento de una de las chicas, el rol que juega la madre que parece querer separar  pero termina atacando arteramente- pero, sobre todo, la escasa intervención de personas ajenas al hecho. Nadie hace nada. No había un tiroteo ni armas, no era una peligrosa pelea entre barras -¿qué costaba intervenir y separar a las  mujeres?.

Desconozco casi todo sobre la obra de Hannah Arendt, pero es prácticamente imposible ver este video sin que la frase "la banalidad del mal" venga a la mente. Contra la creencia que pone el acento en  la agencia destructiva de individuos extraordinaria o patológicamente malvados, la filósofa alemana enfatiza el rol de las circunstancias sociales que llevan a la generalización de determinadas actitudes como parte de lo normal, de lo correcto o adecuado (social o individualmente) para hacer en ese momento. La indiferencia moral y apatía generalizadas pueden ser tan importantes o más que la presencia de individuos con un gran plan y estrategias malignas.

Para el caso que nos ocupa,  además del consabido "no te metás" (que supongo también existirá en la orilla oriental del Plata), una estructura de racismo cotidiano -el entrelazado de relaciones y valores sociales que día a día determinan la valoración que algunas personas pueden realizar sobre otras en base a su fenotipo y opciones culturales y estéticas- que permite que de interacciones casuales, menores (una disputa por un taxi) surja un brutal ataque racista, ante la mirada indiferente de decenas de personas.

La banalidad de este mal -pero su presencia ubicue- y la existencia y modalidades de este racismo cotidiano es lo que hay que comprender y denunciar para evitar episodios similares en el futuro. 


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