viernes, 15 de junio de 2012

Miriam Gomes -entrevista en Tiempo Argentino

Miriam Gomes es una de las pioneras en la reivindicación de derechos ciudadanos para l@s afroargentin@s y afrodescendientes. Activa y visible en los medios desde la segunda mitad de la década de 1980, sabe qué reclama, y por qué....


Diario Tiempo Argentino, 11 de junio de 2012.
Miriam Victoria Gomes
“Esperamos que el Estado pida perdón”
Por Gustavo Montiel
La dirigente del Frente Afro, organización que nuclea a afrodescendientes argentinos e inmigrantes, repasa las deudas con las víctimas de la esclavitud negra en la Argentina y advierte sobre el “racismo estructural” de la sociedad. “Todavía hace falta la reparación”, subraya. También reconoce el discurso de Cristina Fernández del 25 de Mayo. “Es la primera vez que un presidente reivindica la presencia negra en el país sin tapujos”, puntualiza.



El ocultamiento histórico de la existencia de sectores sociales presentes en la vida de Argentina empezó a ponerse en discusión en los últimos años. En el caso de los afrodescendientes, la invisibilización –concepto clave–, la discriminación y la exclusión social continúan siendo problemáticas cruciales que tienen que enfrentar, más allá de los avances políticos y simbólicos que viene propiciando el kirchnerismo. Tiempo Argentino entrevistó a Miriam Victoria Gomes, representante del Frente Afro –organización de alcance nacional que nuclea a siete agrupaciones de afrodescendientes argentinos e inmigrantes– en la Mesa Nacional por la Igualdad y Contra la Discriminación, un espacio de articulación política cuya principal referente es la legisladora de la Ciudad de Buenos Aires María Rachid (FPV). Gomes dejó en claro la expectativa de gran parte de los afrodescendientes argentinos: la necesidad de que el Estado Nacional concrete un pedido de perdón por el genocidio histórico cometido y lleve adelante una reparación a los descendientes de las víctimas de la esclavitud negra en Argentina. La representante además es docente, profesora de Literatura y preside la Asociación Mutual Unión Caboverdeana de Dock Sud. 
–La presidenta en su discurso del 25 de Mayo pasado abordó varios puntos relacionados con la presencia negra en la historia de Argentina. ¿Cómo lo evalúa? 
–Fue muy interesante, porque por primera vez en la historia argentina, una presidenta reivindica la presencia negra en el país sin tapujos. Me pareció importantísimo que ella lo hiciera, porque no es lo mismo que lo diga la presidenta que cualquier otra persona. Pero sí advertí, como en muchos otros casos, que se habla en pasado. Entonces a veces se dice: “Nuestros negros, los primeros desaparecidos.” Y eso es lo que habría que corregir. No desaparecimos. Hay que reconocer, sí, el sistema esclavista, el genocidio, la persecución, el maltrato, el racismo que todavía existe. Pero también hay que decir que todavía estamos, y seguimos aportando a la cultura del país. Por otro lado, su visita a Angola me pareció muy positiva. Sin ninguna duda, hay una apertura hacia el continente africano. Hay otra mentalidad de este gobierno hacia la cuestión negra por un lado, y hacia el continente africano por el otro.




–¿Cómo es la situación actual de los afrodescendientes en la Argentina?
–Lamentablemente muchas de nuestras mujeres negras –hablo en general de las mujeres afroargentinas descendientes de aquellos africanos esclavizados que llegaron a partir del siglo XVI– siguen desempeñando las mismas tareas que en la época de la colonia: limpiar la casa de otros, cuidar hijos de otros, cuidar enfermos, lavar ropa, cosas que tienen que ver con ocupaciones subalternas. No quiere decir que no haya profesionales en la comunidad, porque sí las hay. Pero en líneas generales nuestras mujeres ocupan estos tipos de trabajo y además son cabezas de familia. Son madres con hijos sin padres, porque el hombre negro nunca pudo ejercer la paternidad. No pudo ser varón proveedor, durante la época de la esclavitud los hijos no eran suyos. La madre los podía tener mientras los amamantaba. Hoy no hay padres en los hogares negros. Estoy hablando en términos generales, los caboverdeanos tenemos otra estructura familiar, pero no quiero sustraerme a la realidad general. Estas son las consecuencias de la esclavitud en la estructura social y familiar. 
–Y el hombre, ¿en qué condición se encuentra?
–El hombre ocupa puestos precarios, chofer, portero. Había un decreto del ex presidente Alvear, de principios del siglo XX, que establecía que todos los porteros del Congreso tenían que ser negros argentinos. Muchos afroargentinos trabajaron para el Estado, en puestos menores, en oficinas estatales o de la policía, por ejemplo. También hay que tener en cuenta qué decimos cuando hablamos de negros argentinos. Porque hay un estereotipo respecto de ese tema. Un negro es de muchas maneras, la escala tonal es muy variada en la Argentina. No siempre se los identifica como afrodescendientes, pero la persona lo es. Se arrastra una serie de desventajas sociales y materiales que vienen desde el siglo XIX y antes, y que son muy difíciles de superar si no se nos reconoce como un colectivo particular con problemáticas particulares. 
–¿Qué políticas considera necesarias para comenzar a revertir esto?
–No hay políticas públicas específicas para esta comunidad como sí las hay para otros sectores. No hubo una compensación, como hubo y hay por ejemplo, para la comunidad judía, quienes después de haber sufrido el Holocausto, y demostrando que tuvieron familiares muertos en esa tragedia, reciben una compensación. A nosotros ni siquiera se nos reconoce el haber sido víctimas del tráfico esclavista. Entonces, en ese sentido todavía hace falta la reparación. La reparación moral y el pedido de perdón. Estamos esperando el pedido de perdón del Estado en primer lugar por acción o por omisión, y las reparaciones económicas. Y luego de las estructuras sociales y de un racismo estructural que forma parte de nuestra sociedad. 
–¿Cómo caracteriza a ese racismo estructural?
–Es un racismo no siempre consciente, que beneficia a las personas de piel más clara sobre las de piel más oscura. Lo podés ver en la escala social: a medida que asciende se va aclarando, y en la base somos todos oscuros, indígenas, negros, mestizos o como los llames.  Soy docente, y muchos de mis colegas tienen comentarios despectivos respecto de los alumnos. “Y bueno, qué querés con estos cabecitas negras”, ese tipo de expresiones, cuando nuestra función es enseñar. Tal vez estamos fallando, entonces. Es muy cómodo decir “al morochito no le da”. Y uno no está cumpliendo con su función, su obligación.   Otras personas me han dicho: “negra, volvete a tu país.” Contesté: “Salvo que Dock Sud sea una república independiente, no tengo otro lugar donde ir.” Porque este es mi país, y tengo derecho a quejarme y a luchar por este sector de la sociedad que somos los afrodescendientes. 

Agradezco a Maricel Martino