
Sin embargo, si no fue posible eliminar a la Hidra –lo que ya era algo improbable- o revelar claramente su impúdica existencia, quizás se logró ponerle algunos cascabeles en la cola.
Partiendo de una visión optimista –la de ver el vaso medio lleno- hay que notar que tres de las cuatro resoluciones finales de la Cámara mostraron cierta empatía hacia la situación de los inmigrantes senegaleses en nuestra ciudad.
El logro más importante, seguramente, fue la solicitud al Fiscal General de que se considere el certificado de residencia precaria de peticionante de refugio emitido por la Dirección Nacional de Migraciones (“la precaria”) como un documento que acredita la identidad de su titular. Cuando el pedido sea instrumentado, mejorará, al menos, la situación de los migrantes frente a los requerimientos policiales.
Otro logro, de valor quizás más simbólico pero también relevante, es la petición de que se incorporen los traductores de Wolof al registro de peritos auxiliares de la justicia local.
Por último, hay que notar también la solicitación efectuada al Gobierno de la Ciudad para que “por intermedio de subsecretaria de Derechos Humanos instrumente un programa de educación y de contención para solicitantes de refugio, para la enseñanza del idioma castellano, historia, costumbres, educación civica, derechos humanos y otras materias utiles (….) para facilitar su inserción a nuestra población.” Aunque el pedido refleja una visión algo “asimilacionista” de los problemas de los migrantes, no deja de reconocerlos, e incentiva al gobierno de la Ciudad a que también lo haga. Si hubiera un gobierno progresista, quizás no sería una iniciativa menor –dadas las condiciones actuales, quizás sea apenas una muestra de buenos deseos.
La mitad (preocupantemente) vacía del vaso, claro, fue el rechazo del pedido de habeas corpus, y sobre todo, el énfasis en considerar que no se había probado la existencia de una actitud “sistemática” y “selectivamente” racista de la policía para con los vendedores ambulantes africanos (¿si es "sólo" racista, está bien?). A lo que se le suma, entre otras, la afirmación de que pararlos por la calle no constituía una violación (grave) a la libertad ambulatoria.
Era quizás lo esperable, para una corte de una ciudad y de un país donde la palabra “racismo” sueña descolocada, extraña y exagerada.
La Hidra salió contenta de la sala, confiada y peligrosa, pero al menos los cascabeles delataban su paso, y cada vez más gente la veía y señalaba ….
La Hidra salió contenta de la sala, confiada y peligrosa, pero al menos los cascabeles delataban su paso, y cada vez más gente la veía y señalaba ….
