sábado, 12 de febrero de 2011

Forum Social Mundial en Dakar

En Dakar habràn perdido el Rally pero ganaron un Forum Social Mundial. Ayer finalizò en la capital de Senegal la ediciòn 2011 del Foro, realizado por segunda vez en un paìs africano (antes fue en Nairobi en 2007)-. El antropòlogo Nicolàs Fernàndez Bravo reflexiona sobre esta/s nueva/s manera/s de pensar la globalizaciòn,las vinculaciones interculturales y el rol de las ONG y los distintos movimientos sociales en el sistema-mundo.


¿Parlez vous forumsocialmondialais?
Por Nicolàs Fernàndez Bravo

DAKAR, 9 de Febrero. Los rituales colectivos del progresismo internacional han desarrollado formas muy complejas, multiculturales y descentralizadas de participación poniendo el cuerpo. Hasta hace no muchos años, pensar una reunión verdaderamente global en un rincón marginal de la tierra habría sido una aventura diseñada por unos pocos, a la que asistirían unos pocos menos y cuyo impacto sería del todo poco significativo. Medir con algún grado de precisión el impacto de los últimos diez Foros Sociales Mundiales (y sus actividades conexas) es difícil de establecer. Para algunos, las actividades de los Foros – y especialmente los “foristas” – constituyen una graciosa colección de ferias de lunáticos trasnochados que generan una irrelevante carcajada en el seno del capitalismo mundial, emblemáticamente representado por las reuniones de Davos. Para otros, se trata de un espacio heteróclito donde pueden presentarse alternativas únicas de vinculación intercultural y pensamiento altermundialista: otro mundo ES posible. Intelectuales de la talla de Samir Amin o Boaventura de Souza Santos adscriben a este último grupo de personas, y estadistas como Evo Morales o Lula da Silva no hacen más que ratificar que la hipótesis de cambio sobre la que se asienta el slogan del FSM puede ser tomada en serio. De hecho, tanto el actual presidente boliviano como el ex mandatario brasileño construyeron su poderosa maquinaria de transformación social a partir de su involucramiento en movimientos sociales de base.
La décima edición del Foro que se inició el pasado 6 de febrero en Dakar, capital de Senegal, es una tribuna de ideas que actualiza los debates en curso sobre los cambios necesarios para que el planeta tierra no se dirija sin escalas a una debacle sin retorno. Debacle que tal vez no sea tan apocalíptica (ni mucho menos universal) como proclaman los cultores del “2012”, pero no por ello menos realista para los condenados de la tierra, entre quienes los africanos, los desplazados y los pueblos indígenas parecen ocupar desde hace ya demasiado tiempo un lugar privilegiado. Para quienes participan habitualmente de la cultura de los foros, la elasticidad de su agenda no es una novedad: aquí pueden coexistir alegremente planteos de modelos alternativos al extractivismo en el marco de nuevas formas de desarrollo económicoy social, junto a programas para la promoción del deporte entre los simpáticos negritos o sueltas de globos en favor de la paz. Pero sí constituye una novedad el modo en que África y los africanos dispersos por el mundo se han posicionado en el eje de ciertos debates, en una suerte de inversión coyuntural de la invisibilidad histórica a la que han estado sometidas las sociedades de esta parte del mundo. Dado que ahora “los africanos” están de moda, la misma proliferación de discursos hace que la competencia genere algunas ideas con capacidad de transformarse en prácticas transformadoras, como el actual momento por el que atraviesan Egipto, Túnez y otros países del Magreb.


Foto: site del Foro
Estos cambios traen aparejado varios desafíos en el marco del FSM. El primero – y acaso el principal – es cómo evitar que las prácticas neocoloniales del mercado del conocimiento y la organización social, paradójicamente representados por intelectuales progresistas y organizaciones no gubernamentales bienpensantes con cuentas bancarias radicadas en el primer mundo, terminen por asfixiar los principios de iniciativas generadas por los propios africanos. Si bien es cierto que las “marcas” (publicitarias, que ya empiezan a ser también históricas) de la ayuda internacional se encuentran bien representadas en la vidriera de la Universidad Cheik Anta Diop, no es menos cierto que el problema está claramente diagnosticado y los africanos mismos parecen estar cada vez más alertas a las trampas de construir “políticas” cuyos presupuestos de votan en Bruselas pero se aplican en Bamako. El desafío aquí esconde una pugna histórica en los foros, representada por el ala “movimentista-sindicalista” versus el ala de la “sociedad civil ONGista”. Aún a riesgo de construir tipos ideales demasiado simples, es evidente que una y otra ala marcan las tensiones entre los asistentes. Y que los africanos se debaten ante el dilema de hablar forosocialmondialaise o desarrollar formas creativas de altermundialismo. En este sentido, el discurso que diera Evo Morales en la apertura del Foro ante más de 70 mil activistas de (literalmente) todo el mundo, señaló la importancia de los movimientos sociales en la construcción alternativa de poder y pueden servir sino de “receta”, al menos para ampliar el rango de preguntas respecto del sentido de la participación en la vida pública.
El segundo desafío podría decirse que es de orden teórico, y fue irónicamente señalado en su intervención por el presidente de Senegal, Abdoulaye Wade: ¿para qué sirven realmente los Foros? Liberal convencido y escéptico respecto de la lógica de la protesta, su presencia junto a Lula en el panel principal bien podría leerse como un simple gesto diplomático entre adversarios. No obstante, también es posible leer de una forma mucho más inteligente su discurso sobre los procesos de cambio social, los cuales – evidentemente – requieren de “algo más” que cuestionamientos al orden establecido. El señalamiento de Wade marca la existencia del problema (existe una crisis, es necesario un cambio), pero lo hace señalando uno de los caminos posibles (colaboremos entre todos para que haya más libertad, esto es, no tanto Estado). Lo que no todos parecen comprender, pero fundamentalmente los cooperantes “del norte” y sus industrias de ONGs para proyectos en países tropicales, es que la construcción de institucionalidad desmontable en la periferia poco contribuye para llegar al fondo de los problemas del denominado “tercer mundo”. El ex presidente Lula fue preciso en la importancia del rol regulatorio del Estado, principio que parece provocar horror no solo en liberales como Wade, sino probablemente en varios miles de foristas que alegremente se desplazan entre proyectos ofertados coloridamente, cuya racionalidad se asienta en el prerrequisito de un Estado mínimo. Si la lógica de los Foros sirve para darle continuidad a la próxima actividad que convoque a la jerga del desarrollo, con sus “community building”, sus “sviluppo dei paesi emergenti” y sus “developpment durable”, entonces las ironías de Wade tendrán fundamento. Si por el contrario, los movimentistas logran señalar críticamente la necesidad de un mejor Estado, acaso el Foro pueda contribuir en la elaboración de herramientas teóricas para mejorar las prácticas democráticas en la periferia global, tan degradada por su electoralismo liberal y su retórica de derechos abstractos.
El tercer desafío aún parece incierto, y es cómo interpretar las ideas presentes en el discurso del ex presidente Lula y las futuras formas de cooperación internacional en un mundo multipolar. En su celebrada participación en el Palace du Souvenir, se pudo apreciar una importante diferencia con Evo Morales: habló ante un auditorio dócil, junto a un adversario ciertamente amigable, y revistió su retórica global con pensamiento estratégico brasileño. Tal como afirmó Edgardo Lander en una conferencia posterior, el discurso de Lula tuvo la formidable habilidad de incluir disculpas por la trata esclavista y la reivindicación de un Estado para los palestinos, junto a una elegante propuesta de neocolonización de la tierra africana para abastecer de alimentos al mundo – con tecnología imperial brasileña, por supuesto. El lugar que en este esquema parece destinarse al movimentismo no es claro. Pero sí está en claro que si el slogan del Foro fuera “otro capitalismo es posible”, como cada vez más parece decir Lula, la alianza con las ONGs se presenta mucho más racional. Es evidente que la institucionalidad del oenegeísmo pude contribuir para que las futuras ediciones sean más prolijas, con información clara y una organización más eficiente. Pero este camino presenta como horizonte posible la erosión de esa participación de los movimientos de base que le diera a los primeros foros una dinámica realmente democrática. No obstante, el resultado de esta contienda será enteramente responsabilidad de los movimientos y su capacidad de articular sus reivindicaciones, sus métodos y sus objetivos en la agenda de los próximos Foros.
 
Site del Foro Social Mundial 2011: