martes, 14 de julio de 2009

El siglo del Jazz

Hace pocos dias finalizó, en el Musée du Quai Branly en París, una gran exposición llamada “El siglo del Jazz”. La muestra venía de exhibirse en Italia, en el Museo di arte moderna e contemporanea di Trento e Rovereto y ahora pasará al Centre de Cultura Contemporánía de Barcelona en España. El Musée Branly vendría a ser algo así como el nuevo museo de antropología de París y sus muestras temporarias siempre son excelentes. Pese a las críticas que se le hicieron en su momento –principalmente, o entre otras cosas, que estetizaba demasiado los artefactos que exponía y no proveía suficiente información contextual - su colección estable es muy vasta y de gran calidad, Recomiendo no pasar por la ciudad sin verlo. Está, como se puede apreciar por la primera foto, muy cerca de la torre Eiffel, cerca de la estación de metro Pont de L’Alma y enfrente del Sena. La diversidad de temáticas que abarca en sus muestras se puede ver por las tres últimas: Planeta mestizo organizada por Serge Gruzinsky, El Siglo del Jazz y una sobre… Tarzán!
Pese a que sé poco de jazz -y tampoco me gusta demasiado, debo reconocerlo- me interesó ver cómo armaban una exhibición importante en torno a un género musical. El resultado no me decepcionó, por el contrario, salí con más conocimientos y ganas de seguir acrecentándolos. La muestra estaba dividida en diez secciones que representaban distintas épocas de la evolución del género y contenía portadas de partituras, música, extractos de películas, tapas de discos, cuadros que mostraban escenas de época o estaban inspirados en la música (Jackson Pollock o Matisse, por ejemplo) , libros –y sus ilustraciones- que incluían la música como temática, afiches, muñequitos… En fin, todo artefacto que, más que pertenecer al género, mostrara el impacto cultural que había tenido. Esto último es lo que me pareció más importante y me hizo preguntarme cuándo podríamos ver algo así sobre el tango o sobre el candombe, por ejemplo. Una exposición que no sólo se limitara a mostrarlos como géneros musicales relevantes –detallando las distintas formas que adoptaron, lo que no sería poco- sino y sobre todo, las numerosas huellas culturales que fueron dejando. Su impacto social como hecho cultural.

Para coronar el esfuerzo –o para potenciarlo- la muestra se acompañaba de un catálogo de casi 500 páginas, que reproduce todo el material fotográfico expuesto e incluye ensayos de distintos autores sobre las diversas épocas en que está dividida la exhibición.

Además de la tienda del museo, que siempre tiene libros, videos, cds, revistas y artículos diversos –que abarcan una gama de culturas notable- había también una tienda especial que acompañaba a la exposición con numerosos libros sobre jazz, colecciones de cd, etc. Un paraíso para el aficionado al género –y que pudiera pagar los euros, también.
En fin, de esas cosas que despiertan algo –bastante, mucha?- de envidia tercermundista.