sábado, 22 de enero de 2011

Los Duelistas (versión afro-porteña)

Nada, una pequeña anécdota....


Secreta Buenos Aires - Clarín del 17 de enero de 2011
Aquel hueco de las cabecitas
Por Eduardo Parise

(...) La plaza Vicente López supo ser uno de los sitios más marginales de la vieja ciudad (…) Hacia 1770, ese lugar era el terreno de donde la gente del vecino “horno de Britos” sacaba la tierra para fabricar ladrillos. Por eso, la zona solía ser un lodazal, algo que se agravaba cuando alguna lluvia castigaba el paisaje lleno de quintas. Había poco de bucólico: a unas cuadras (en lo que hoy es Las Heras y Pueyrredón) estaban los corrales y mataderos del Norte, donde se faenaban ovejas y carneros que las tropas traían hacia Buenos Aires.
Cuando las carretas con el ganado faenado, después tomaban “el camino de Chavango” (actual Las Heras) hacia el centro, solían usar lo que hoy es la plaza para descargar las cabezas de los animales. Así, aquel espacio comenzó a ser conocido como “el hueco de las cabecitas”, una hondonada poco agradable de transitar.
El entorno tampoco eran un lujo: reñideros de gallos, casas de juego y pulperías (la más famosa era “la del Pobre Diablo”) eran comunes en esa zona de cuchilleros, que tenían filo para faenar y, caña o vino mediante, no sólo ganado.

Inclusive, la historia recuerda que en “el hueco de las cabecitas” supo haber algunos duelos famosos, a pesar de que desde 1814 esos lances estaban prohibidos. Dicen que uno de los más mentados fue el que alguna vez enfrentó al Negro Segismundo Alvear (un criado y ladero del general Carlos María de Alvear) con Eulalio Masculino (criado de otra familia de raigambre en la sociedad porteña). El combate fue a sable y cada moreno tuvo sus padrinos y hasta hubo un director para verificar que se respetaran las reglas. El combate era a muerte pero terminó cuando Segismundo hirió gravemente a Eulalio, quien sobrevivió pero quedó tuerto. Cuentan que esa vez, a Masculino lo salvó la oscuridad.
También se recuerda que, en ese lugar y en otro duelo, el mismo Segismundo Alvear terminó matando a un cochero de la familia Gamboa. Esa vez el enfrentamiento fue con estacas con punta de hierro. ¿El origen de la pelea? La disputa de los amores de una morena que luego Segismundo no pudo disfrutar porque tuvo que esconderse para no terminar juzgado y fusilado.
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