sábado, 30 de junio de 2012

Afrodescendientes en el censo 2010

Por fin se conocieron los datos del censo 2010 referidos a afrodescendientes.
Como afirma la nota, "en más de 60.000 hogares hay una persona que se asume afrodescendiente". ¿Es mucho? ¿Es poco? Dada la pregunta que se realizó (confusamente formulada, ver abajo), la escuálida campaña de sensibilización (que no usó medios masivos de comunicación) para explicar qué era "afrodescendiente" y el hecho de que en ciudades mayores de 50000 habitantes sólo se aplicara el cuestionario ampliado que la incluía a una muestra de individuos, no es poco. Si, como esperamos y debe ser, la pregunta se mantiene, los números irán creciendo rápidamente, como ha sucedido en casi todos los países latinoamericanos ...


Página 12, 30 de junio de 2012.
LOS NUEVOS DATOS, SOBRE LAS POBLACIONES INDIGENA Y AFRODESCENDIENTE Y LAS FAMILIAS HOMOPARENTALES
Lo que el Censo ayuda a visibilizar
Según las cifras difundidas ayer, en el país hay un millón de personas que se reconocen como indígenas. En más de 60 mil hogares hay al menos una persona que se asume afrodescendiente. Y hay unas 25 mil familias formadas por parejas del mismo sexo.
Por Pedro Lipcovich

Cerca de un millón de personas se reconocen como indígenas en la Argentina. En más de 60.000 hogares hay personas que se reconocen como afrodescendientes. Y casi 25.000 hogares están formados por parejas del mismo sexo. Así lo dio a conocer el Indec, a partir del Censo Nacional de Población 2010. Por primera vez, un censo preguntó sobre estas cuestiones. Se admite que todavía existe subregistro, ya que, por prejuicios personales y sociales, muchas personas no se autorreconocen en estas categorías, cuya visualización, de todos modos, va en aumento: en 2004, una encuesta sobre pueblos indígenas señaló sólo 650.000 personas que se reconocían como tales. La mayor parte de los que se autorreconocen como indígenas pertenecen a los pueblos mapuche y colla y residen en las provincias de Chubut, Neuquén y Jujuy. En cuanto a las parejas del mismo sexo, la mayor proporción vive en la Ciudad de Buenos Aires. Y la mayor parte de los afrodescendientes viven en la provincia de Buenos Aires, especialmente en el conurbano.
Según el informe del Indec, “la cantidad de personas descendientes de pueblos originarios que se declararon en el Censo 2010 es de 955.032 personas y conforman 368.893 hogares. Es decir, el 2,38 por ciento del total de la población argentina y el 3,03 por ciento del total de hogares”.
En el 63,34 de estos casos, la persona es propietaria de la vivienda en que vive; este porcentaje es cercano a la media nacional, del 67,7 por ciento. Pero, advierte el informe, “las categorías conceptuales utilizadas por el censo no reflejan la cosmovisión indígena en su relación con la tierra”, que prioriza la propiedad comunitaria.
El 96,3 por ciento de la población indígena está alfabetizada, algo por debajo de la media nacional, que llega al 98,1 por ciento. De los mayores de 65 años, el 90 por ciento percibe jubilación o pensión, lo cual se aproxima al 93 por ciento de la media nacional.
Rubén Nigita, director nacional de Estadísticas Sociales y de Población del Indec, explicó que el ítem sobre población indígena “inquiere sobre si la persona se reconoce como perteneciente o descendiente de un pueblo indígena. En 2004, en la Encuesta Complementaria de Pueblos Indígenas, la cantidad de argentinos que se reconocían como indígenas era de unos 650.000, lo cual muestra cómo ha venido aumentando la proporción de quienes se autorreconocen en los últimos años”, comentó Nigita.
La mayor parte de la población indígena se concentra en las provincias de Chubut, Neuquén y Jujuy; pertenecen a los pueblos mapuche y colla. En Chubut, el 8,5 por ciento de la población total se reconoce como indígena; en Neuquén, el 7,9 por ciento; en Jujuy, el 7,8 por ciento; en Río Negro, el 7,1 por ciento; en Salta, el 6,5 por ciento; en Formosa, el 6,1 por ciento y en La Pampa, el 4,5 por ciento.


Afrodescendientes
En la Argentina existen 62.642 hogares con al menos una persona que se reconoce como afrodescendiente. En estos hogares hay 149.493 personas. Un 51 por ciento de los afrodescendientes son varones y un 49 por ciento son mujeres. En cambio, en el total de la población, hay un 48,7 por ciento de hombres y un 51,3 por ciento de mujeres: que entre los descendientes haya más varones “se debe, en parte, a que la afrodescendiente es una población menos envejecida que la del total del país, y el envejecimiento es predominantemente femenino –explica el informe–: mientras que la proporción de personas de 65 y más en la Argentina es de 10,2 por ciento, para la población afrodescendiente no supera 7,4 por ciento”.
El 92 por ciento de esta población nació en la Argentina y un 8 por ciento en el extranjero. De éstos, el 84,9 por ciento proviene de América, principalmente de Uruguay (20,8 por ciento), de Paraguay (16,1 por ciento), de Brasil (14,2 por ciento) y de Perú (12,5 por ciento).
El 34,4 por ciento de los afrodescendientes se halla en la provincia de Buenos Aires: la mayor parte, el 22,4 por ciento, en el Gran Buenos Aires, y el 12 por ciento en el interior de la provincia. En la Ciudad Autónoma vive el 11,3 por ciento; en Entre Ríos, el 6,8; en Santa Fe, el 6 por ciento; en Córdoba, el 5,5 por ciento; en Mendoza, el 2,5 por ciento; en Chubut, el 2,3 por ciento, y en Salta el 2 por ciento.
Federico Pita –titular de la entidad Diáspora Africana, que nuclea a afrodescendientes– contó que “previo al censo, participamos en una campaña de sensibilización en distintas provincias. No hace más de 20 años que se utiliza el término ‘afrodescendiente’, y en nuestra recorrida procuramos instalarlo. Se optó por utilizar este término políticamente correcto, que empleamos los activistas y que tiene un alcance político muy fuerte: designa a personas de ascendencia africana, lo cual en la inmensa mayoría de los casos se originó en la esclavitud”.



Del mismo sexo
“En la Argentina hay 24.228 hogares con parejas del mismo sexo”, precisa el informe; “el 58,3 por ciento son de mujeres y el 41,7 por ciento de varones”. Esteban Paulón –titular de la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans– señaló que “en cambio, si se consideran los matrimonios –a partir de la ley de matrimonio igualitario, de 2010–, que son unos 5000, hay un 60 por ciento de varones y un 40 por ciento de mujeres; parecería que las parejas de varones son más propensas al matrimonio, mientras que las mujeres optan por la convivencia”.
(....) (continúa -ver diario)

miércoles, 27 de junio de 2012

Vendedores africanos reivindican sus derechos

La presencia de vendedores ambulantes africanos en las calles de las ciudades argentinas produce diversas reacciones. A la hostilidad habitual de la policía (ver entradas en agosto de 2009 de este blog sobre pedidos de habeas corpus) ahora se suma -en la ciudad de La Plata- la de otros comerciantes y funcionarios municipales. 
A continuación, dos notas del diario El Día sobre el tema, y luego una reflexión de Orlando Gabriel Morales al respecto.


Diario El Día, La Plata, 25 de junio de 2012
Reclamo de vendedores ambulantes de origen africano
Tras los serios incidentes del pasado sábado con inspectores municipales, esta mañana realizaron una protesta frente al Pasaje Dardo Rocha reivindicando su “derecho a trabajar”, y reclamaron la intervención de organismos de derechos humanos.
Vendedores ambulantes de origen africano protagonizaron hoy una protesta en las calles platenses, durante la que afirmaron sentirse “perseguidos” por el municipio y reclamaron la intervención de organismos de derechos humanos, tras los serios incidentes del pasado sábado durante los que se enfrentaron con inspectores municipales que procuraban decomisar la mercadería que ofrecían a transeúntes en el microcentro.
Como contrapartida, representantes de centros comerciales y entidades gremiales expresaron un contundente apoyo a las acciones de la Comuna contra “la venta ilegal en la vía pública”.
En su mayoría senegaleses, los comerciantes informales se concentraron en número cercano al medio centenar frente al Pasaje Dardo Rocha, en 50 entre 6 y 7. A las 10,30 accedieron a las oficinas del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI) que funcionan en el segundo piso del centro cultural, y luego se dirigieron a las dependencias que la secretaría de Derechos Humanos bonaerense tiene en 47 entre 11 y 12. Allí, según trascendió, reivindicaron su “derecho a trabajar” y manifestaron que el municipio los fiscaliza con mayor énfasis que a otros que desarrollan actividades similares, en ocasiones recurriendo a “métodos violentos”.
Tres días atrás, en horas de la tarde, la cuadra de 49 entre 7 y 8 se convirtió en escenario de una batalla campal que se prolongó más de media hora, a partir de que un grupo de inspectores municipales llegara al lugar con la intención de levantar los puestos y mantas ubicados en las veredas.
Los disturbios se generalizaron por la resistencia de los africanos, quienes hicieron frente a los agentes de Control Urbano, y terminaron con siete hombres demorados y sendas denuncias en la UFI Nº 4: una radicada por los vendedores ambulantes y otra por el municipio. Mientras los primeros adujeron haber sido agredidos por una patota que a palazos y entre insultos discriminatorios habría intentado arrebatarles los productos, la Comuna habló de “agresiones” y apuntó contra el personal de la comisaría primera por su “connivencia con los vendedores”.

Fuente (con comentarios de lectores):



Diario El Día, La Plata, 23 de junio de 2012

Disturbios en el centro por desalojo de vendedores ambulantes 
Fue en 49 entre 7 y 8, al mediodía, entre agentes de la Comuna y puesteros que venden mercadería falsificada, en su mayoría africanos. Hubo siete detenidos.

Una vez más, el centro de la Ciudad se vio sacudido en la tarde de hoy por serios incidentes que se produjeron cuando inspectores municipales se dispusieron a levantar los puestos de vendedores ambulantes ubicados en inmediaciones de la cuadra de 49 entre 7 y 8.
Los disturbios se extendieron durante más de media hora, después de que los vendedores -la mayoría de ellos de nacionalidad senegalesa-, se resistieron a que les saquen sus mercaderías, las cuales constan de relojes o alhajas que pretenden ser de marca, pero en realidad son falsificaciones.
Tras los violentos desmanes, que terminaron con siete hombres demorados, se radicaron dos denuncias en la UFI Nº 4, a cargo de Fernando Cartasegna.
Una de las presentaciones fue efectuada por los vendedores ambulantes. Denunciaron haber sido agredidos por un grupo de al menos 30 individuos, armados con palos, que habrían intentado arrebatarles sus mercaderías, además de proferirles amenazas discriminatorias.
La otra denuncia fue radicada por los inspectores municipales, quienes aseguraron haber sido agredidos durante el operativo contra la venta ambulante.


Agradezco a Marta Maffia por haberme enviado los links.

Vendedores africanos reivindican derechos (2)



¿Control o discriminación? La “trama misteriosa” que vincula instituciones públicas y medios de comunicación
Por Orlando Gabriel Morales (*)
Entre la discriminación institucionalizada como criterio para el control del cumplimiento de las normas que regulan el trabajo en la vía pública y los discursos de los medios de comunicación formadores de opinión parece mediar una trama oculta, invisible pero omnipresente, ideológica e histórica en nuestro entorno social. Podrían citarse muchos casos, pero hay uno reciente que merece la atención.
El pasado sábado (23), al mediodía, agentes dela Subsecretaría de Control Urbano dela Municipalidad de La Plata realizaron un operativo en el centro de la ciudad y con procedimientos ilegítimos abordaron a trabajadores dedicados al comercio ambulante ensañándose en forma particular con migrantes de procedencia africana que comercializan distintos productos en la vía pública.
Este tipo de episodios no es novedoso, por el contrario, se repite con sorprendente impunidad. Más todavía, a la par de un accionar institucional que deja muchas dudas sobre el profesionalismo y la responsabilidad de los funcionarios municipales, algunos medios locales de tirada masiva en papel pretenden legitimar esos comportamientos y políticas con falsas informaciones, imprecisiones en los datos y una orientación hacia la criminalización de los ciudadanos extranjeros.
Respecto al último episodio, Letra P informó oportunamente sobre la presencia de un grupo de choque no identificado -aunque los vendedores señalan que se trata de una facción de la barra brava de Gimnasia y Esgrima de La Plata que opera en connivencia con agentes del organismo público en cuestión- que actuó contra los vendedores ambulantes de origen africano. También mencionó el intento de decomisar mercadería sin labrar las actas correspondientes. Sin embargo, nada de esto se dice en otros medios de comunicación que, por el contrario, ponen bajo sospecha a los trabajadores bajo el título “Vendedores senegaleses, una trama misteriosa”.
Pero no hay que dejarse distraer del verdadero problema. Hay que preguntarse por los intereses y las responsabilidades intervinientes. Por una parte, ¿Quién puede tener interés en atacar a estas personas en esa circunstancia específica? No hay muchas alternativas: los funcionarios de Control Urbano, que han enfrentado a los mismos trabajadores en otras oportunidades, o los comerciantes organizados, que han expresado públicamente su apoyo a los funcionarios de Control Urbano por su accionar.
Por otra parte, ¿Quién tiene responsabilidad sobre la seguridad de las personas y los bienes durante un procedimiento del organismo municipal? Control Urbano, es decir, el gobierno municipal. ¿Quién debía controlar la seguridad pública en una situación conflictiva en la vía pública, que se extendió por más de una hora?La Policía de la provincia de Buenos Aires, que actuó de forma desorganizada dejando, por momentos, la zona y las personas “a la buena de Dios”.
Estos operativos dela Subsecretaría de Control Urbano no son contra los trabajadores de origen africano sino que, según el portal oficial del municipio en Internet, “se realizan diariamente en distintos puntos de la ciudad y forman parte de la política que la Municipalidad lleva adelante, para garantizar los derechos de todos los vecinos y comercios de la ciudad”.
¿Qué derechos pretende garantizar el municipio?. Evidentemente no se trata del derecho al trabajo. Tampoco del derecho a un trato justo de los ciudadanos por parte de funcionarios públicos en una instancia de control del cumplimiento de normas de uso, ocupación y ejecución de trabajos en la vía pública.
La sucesión de hechos y formas procedimentales expone las evidencias. Ya en el año 2010, cuando consulté a Abba Goudiaby, referente dela Asociación de Residentes Senegaleses en Argentina, sobre la situación de los trabajadores de esa nacionalidad en nuestra ciudad él señaló que estaban “teniendo muchos problemas porque hay gente dela Municipalidad que los encuentra caminando en la calle con el maletín [donde portan los productos que comercializan] y se lo quitan sin darle un papel o un acta, nada”.
De hecho, una situación semejante a la del pasado fin de semana -en cuanto al grado de violencia- ocurrió hace exactamente un año atrás, el domingo 26 de junio de 2011, en la feria instalada en Plaza Italia. Pero ¿Cómo son posibles estas acciones llamativamente sistemáticas y con frecuencia ilegítimas contra los trabajadores en cuestión? Lo son por un marco de impunidad, falta de voluntad política para fiscalizar el accionar de los funcionarios municipales y un clima de opinión que legitima la discriminación institucionalizada en los organismos públicos. A esto último, que responde a una configuración histórica en Argentina y prevalece a pesar de los cambios societales y políticos, aportan algunos medios de comunicación.
El titular antes mencionado, que alude a una “trama misteriosa”, mismo que su argumento, responden a una línea editorial sostenida en el tiempo. Pero el artículo periodístico más reciente ha producido consternación precisamente en el ámbito académico universitario del que pretende obtener legitimidad, pues por estas horas desde las instituciones que se citan en el periódico en cuestión como fuente de información no se obtiene otra cosa más que desmentidas. Por supuesto, la impugnación no tendrá la misma difusión que los datos falsos e imprecisos que se aluden para construir un argumento que tiene los componentes necesarios para legitimar la discriminación social.
Se puede decir mucho sobre tal construcción discursiva. Apela a generar incertidumbre, sospecha. Apunta a sobredimensionar aspectos que pueden ser percibidos negativamente por el lector. Cita fuentes policiales (el historial de la misma es muy sugerente) que tienden a asociar inmigración con crimen. Replica dichos de fuentes utilizadas en publicaciones anteriores que quedan descontextualizados, repetitivos (produciendo un efecto de extensión del problema) y desactualizados.
Con todo, por si el problema constara, en parte, en la proposición que sirve de volanta al redactor ausente del artículo que aquí se cuestiona, a saber, que se trata de “una inmigración poco conocida”, hay que decir que si es un tanto desconocida se debe a que su propia voz no tiene lugar en los medios masivos y le resulta indiferente a buena parte de la sociedad mayor. Desconocimiento y prejuicio, como incertidumbre y miedo, son solidarios entre sí.
Por lo antedicho, y por optimismo de la voluntad, cabe citar a un migrante reciente de origen africano, Celestin Nengumbi Sukama, presidente del Instituto Argentino parala Igualdad, Diversidad e Integración (IARPIDI) quien recientemente me expresó que en Argentina “la discriminación es estructural e institucional” aunque se niegue su existencia.
Por lo demás, en los últimos años son cada vez más los investigadores que en el campo académico están produciendo conocimiento sobre esta nueva inmigración que viene a poner cuerpo al espectro que esa “trama oculta”, la ideología de invisibilización de los africanos, construyó. No hay más que buscar los textos de Alejandro Frigerio, Marta Maffia, Dina Picotti, Marisa Pineau, por nombrar sólo algunos investigadores de un grupo extenso.
 (*) Profesor e investigador universitario.

Fuente:

lunes, 25 de junio de 2012

Afroargentinos - según Felipe Pigna

La revista Viva del Clarín de ayer trae otra nota de Felipe Pigna sobre los afroargentinos. 
Como suele suceder, no refleja nuestro conocimiento actual sobre el tema -pero prefiero que los medios hablen de ello a que no lo hagan. 



Fuente: Revista Viva del domingo 24 de junio de 2012.

viernes, 22 de junio de 2012

"Asesinatos rituales umbanda" - Los medios siguen desinformando


Pese a la presencia cada vez mayor de religiones afro-americanas en el país (en su modalidad actual, importada desde Brasil, están aquí desde al menos 1966) los argentinos ignoran casi todo sobre ellas.
Parece haber un consentimiento de sentido común entre importantes formadores de opinión como policías, periodistas, quizás aún funcionarios de la Justicia, de que la Umbanda  mata personas como parte de sus “ritos”. Siguiendo una extraña lógica, parecen estar de acuerdo en que, como “matan animales” (en realidad, ofrendan animales), también deberían matar personas.
En los últimos años las cada vez más frecuentes (y falsas) acusaciones en los medios de que determinados “pais umbanda” habrían asesinado personas –muchas veces de maneras horribles en “ritos umbanda”- ya se tornaron parte del sentido común social. Como se cree que  “los umbanda” “andan en cosas raras” –entra y sale gente de los templos, frecuentemente vestidos con ropas inusuales, tocan tambores, a veces algunos dejan ofrendas con restos de animales en las calles- con  una lógica policíaca, cuando no heredera de los años de la dictadura, son mirados con sospecha. Y los medios se encargan de confirmar, con sus imputaciones, que estas sospechas son fundadas.


Cualquier asesinato en el que haya algún tipo de descuartizamiento o mutilación parece, en los últimos años, disparar “la pista umbanda”. Si se encuentran velas e imágenes religiosas en la casa de los sospechosos o de las víctimas, la sospecha (infundada) se fortalece.
1-En este razonamiento no sólo parece haber un gran desconocimiento respecto de qué es la  umbanda, sino también de la religiosidad de los sectores populares, donde es muy frecuente encontrar altares caseros, velas e imágenes que no se limitan a la Virgen o a los santos católicos.
2-En la medida en que la calidad de vida de los sectores populares se ha deteriorado y aumenta la frecuencia (o la visibilidad social) de la violencia cotidiana, los femicidios, la trata de personas, etc.- las manifestaciones de religiosidad popular, asociadas o no, o parcialmente, con la umbanda- también se encuentran ligadas a las vicisitudes de la vida de sus practicantes. Previsiblemente, la religiosidad popular acompaña los cambios en las vidas de las personas.



3-Sí parece ser un fenómeno novedoso el hecho de que personas en situaciones de (distinto grado de) conflicto con la ley invoquen la ayuda de seres espirituales para que los ayuden en sus emprendimientos delictivos. Puede ser San La Muerte, el Gauchito Gil, o algunos espíritus de Quimbanda. Pero son muchas más las personas que no estan en situación de conflicto con la ley (y también muchos policías) que son devotas de las mismas figuras.
4-No hay indicios de que determinadas creencias lleven al crimen, en todo caso, se intenta utilizarlos como auxiliares espirituales.
5-Esta asociación –aún tenue- está llevando a la criminalización de determinadas devociones, el caso más obvio entre los santos populares es San La Muerte –para los medios tener una imagen o un tatuaje del santo ya transforma a la persona en sospechosa- pero algo parecido y peor sucede con la umbanda.
6-La expansión en la última década y media de las religiones afroamericanas por sectores populares (antes eran más propias de sectores medios y medio-bajos) lleva también a la utilización de algunas de sus imágenes, símbolos y preceptos por fuera de los grupos religiosos –al realizarse un sincretismo, también novedoso, con santos populares, curanderismo, etc.


7-Otro problema de difícil elucidación es: quien determina que una persona que cometió un crimen es “un pai umbanda”?. Para la policía y los medios, cualquier asociación con imágenes parece transformar a la persona en “un pai”. En los contadísimos casos en que parece haber un grupo de personas que efectivamente tiene una mínima relación con la religión cometiendo delitos no hay pruebas de que la creencia religiosa los haya llevado a hacerlos. Aún si este fuera el caso,  esta creencia idiosincrática de ninguna manera se corresponde con lo que miles y miles de argentinos consideran la práctica correcta de su religión umbandista.
Los medios, aún en las instancias en que pudiera haber alguna relación efectiva entre un crimen y un devoto religioso, no deberían resaltar su pertenencia religiosa –ya que no lo hacen en el caso de la religión mayoritaria o de otras legitimadas socialmente- o, de hacerlo, llamar la atención hacia su excepcionalidad. 
Lo que tenemos actualmente, sin embargo, son una cantidad infundada de acusaciones que generan un sentido común por el que cualquier crimen truculento asociado mínimamente con elementos religiosos es visto como un “rito umbanda”. 
Lo que es peor aún, pueden llevar a que individuos sin conocimiento de la religión crean que, efectivamente, para lograr la ayuda de determinadas entidades espirituales, sea preciso cometer crímenes.


Cómo hablar con un mínimo de propiedad sobre la Umbanda:
La umbanda es una religión, no es “el culto umbanda” o “los ritos umbanda”.
Sus practicante son “umbandistas”, no son “los umbanda”. “Los Umbanda” es un grupo de música –bastante bueno, por cierto.
Los umbandistas realizan rituales religiosos, no “ritos”.
Ofrendan animales a sus deidades, no “matan animales”, ni mucho menos los “torturan”.
Todas las ofrendas de animales, sustentadas en una determinada lógica religiosa o teología, son para mejorar las vidas de las personas en este mundo.
Matar o sacrificar personas resulta una aberración para los practicantes de estas religiones, ya que para ellos la vida humana es el bien supremo. Son religiones fuertemente orientadas hacia este mundo, no hacia otro trascendente. Intentan ayudar a la felicidad de las personas aquí y ahora, no en un mundo posterior.
En realidad la variante de religiosidad afroamericana conocida como Umbanda no ofrenda animales, sí lo hacen otras variantes como la Quimbanda, o el Batuque, también llamado Nación. Como la mayoría de los templos practican Umbanda, Quimbanda y Batuque (y como la Umbanda fue la primer variante que llegó al país) socialmente se conoce a la conjunción de estas religiones como Umbanda, y a sus practicantes como umbandistas

martes, 19 de junio de 2012

sábado, 16 de junio de 2012

Presencia negroafricana - Conferencia


CAMBIO: Por actividad oficial en la UTE, la conferencia se realizará en Perú 482, 5to piso, sede del CFP Nro 14. (agradezco a Darío La Vega)

Vidas que valen diferente...


Nada nuevo, pero uno no puede dejar de señalarlo.
Un avión que está por aterrizar en el aeropuerto de una importante capital se desvía, choca contra un edificio, y mueren 153 personas. Capital europea: portada, al menos una página o dos. Capital africana: algo más de un cuarto de página, sin ninguna noticia en tapa.
Vidas que valen diferente, según el régimen de representaciones sociales vigente...

Fuente: Clarín, lunes 4 de junio de 2012

viernes, 15 de junio de 2012

Miriam Gomes -entrevista en Tiempo Argentino

Miriam Gomes es una de las pioneras en la reivindicación de derechos ciudadanos para l@s afroargentin@s y afrodescendientes. Activa y visible en los medios desde la segunda mitad de la década de 1980, sabe qué reclama, y por qué....


Diario Tiempo Argentino, 11 de junio de 2012.
Miriam Victoria Gomes
“Esperamos que el Estado pida perdón”
Por Gustavo Montiel
La dirigente del Frente Afro, organización que nuclea a afrodescendientes argentinos e inmigrantes, repasa las deudas con las víctimas de la esclavitud negra en la Argentina y advierte sobre el “racismo estructural” de la sociedad. “Todavía hace falta la reparación”, subraya. También reconoce el discurso de Cristina Fernández del 25 de Mayo. “Es la primera vez que un presidente reivindica la presencia negra en el país sin tapujos”, puntualiza.



El ocultamiento histórico de la existencia de sectores sociales presentes en la vida de Argentina empezó a ponerse en discusión en los últimos años. En el caso de los afrodescendientes, la invisibilización –concepto clave–, la discriminación y la exclusión social continúan siendo problemáticas cruciales que tienen que enfrentar, más allá de los avances políticos y simbólicos que viene propiciando el kirchnerismo. Tiempo Argentino entrevistó a Miriam Victoria Gomes, representante del Frente Afro –organización de alcance nacional que nuclea a siete agrupaciones de afrodescendientes argentinos e inmigrantes– en la Mesa Nacional por la Igualdad y Contra la Discriminación, un espacio de articulación política cuya principal referente es la legisladora de la Ciudad de Buenos Aires María Rachid (FPV). Gomes dejó en claro la expectativa de gran parte de los afrodescendientes argentinos: la necesidad de que el Estado Nacional concrete un pedido de perdón por el genocidio histórico cometido y lleve adelante una reparación a los descendientes de las víctimas de la esclavitud negra en Argentina. La representante además es docente, profesora de Literatura y preside la Asociación Mutual Unión Caboverdeana de Dock Sud. 
–La presidenta en su discurso del 25 de Mayo pasado abordó varios puntos relacionados con la presencia negra en la historia de Argentina. ¿Cómo lo evalúa? 
–Fue muy interesante, porque por primera vez en la historia argentina, una presidenta reivindica la presencia negra en el país sin tapujos. Me pareció importantísimo que ella lo hiciera, porque no es lo mismo que lo diga la presidenta que cualquier otra persona. Pero sí advertí, como en muchos otros casos, que se habla en pasado. Entonces a veces se dice: “Nuestros negros, los primeros desaparecidos.” Y eso es lo que habría que corregir. No desaparecimos. Hay que reconocer, sí, el sistema esclavista, el genocidio, la persecución, el maltrato, el racismo que todavía existe. Pero también hay que decir que todavía estamos, y seguimos aportando a la cultura del país. Por otro lado, su visita a Angola me pareció muy positiva. Sin ninguna duda, hay una apertura hacia el continente africano. Hay otra mentalidad de este gobierno hacia la cuestión negra por un lado, y hacia el continente africano por el otro.




–¿Cómo es la situación actual de los afrodescendientes en la Argentina?
–Lamentablemente muchas de nuestras mujeres negras –hablo en general de las mujeres afroargentinas descendientes de aquellos africanos esclavizados que llegaron a partir del siglo XVI– siguen desempeñando las mismas tareas que en la época de la colonia: limpiar la casa de otros, cuidar hijos de otros, cuidar enfermos, lavar ropa, cosas que tienen que ver con ocupaciones subalternas. No quiere decir que no haya profesionales en la comunidad, porque sí las hay. Pero en líneas generales nuestras mujeres ocupan estos tipos de trabajo y además son cabezas de familia. Son madres con hijos sin padres, porque el hombre negro nunca pudo ejercer la paternidad. No pudo ser varón proveedor, durante la época de la esclavitud los hijos no eran suyos. La madre los podía tener mientras los amamantaba. Hoy no hay padres en los hogares negros. Estoy hablando en términos generales, los caboverdeanos tenemos otra estructura familiar, pero no quiero sustraerme a la realidad general. Estas son las consecuencias de la esclavitud en la estructura social y familiar. 
–Y el hombre, ¿en qué condición se encuentra?
–El hombre ocupa puestos precarios, chofer, portero. Había un decreto del ex presidente Alvear, de principios del siglo XX, que establecía que todos los porteros del Congreso tenían que ser negros argentinos. Muchos afroargentinos trabajaron para el Estado, en puestos menores, en oficinas estatales o de la policía, por ejemplo. También hay que tener en cuenta qué decimos cuando hablamos de negros argentinos. Porque hay un estereotipo respecto de ese tema. Un negro es de muchas maneras, la escala tonal es muy variada en la Argentina. No siempre se los identifica como afrodescendientes, pero la persona lo es. Se arrastra una serie de desventajas sociales y materiales que vienen desde el siglo XIX y antes, y que son muy difíciles de superar si no se nos reconoce como un colectivo particular con problemáticas particulares. 
–¿Qué políticas considera necesarias para comenzar a revertir esto?
–No hay políticas públicas específicas para esta comunidad como sí las hay para otros sectores. No hubo una compensación, como hubo y hay por ejemplo, para la comunidad judía, quienes después de haber sufrido el Holocausto, y demostrando que tuvieron familiares muertos en esa tragedia, reciben una compensación. A nosotros ni siquiera se nos reconoce el haber sido víctimas del tráfico esclavista. Entonces, en ese sentido todavía hace falta la reparación. La reparación moral y el pedido de perdón. Estamos esperando el pedido de perdón del Estado en primer lugar por acción o por omisión, y las reparaciones económicas. Y luego de las estructuras sociales y de un racismo estructural que forma parte de nuestra sociedad. 
–¿Cómo caracteriza a ese racismo estructural?
–Es un racismo no siempre consciente, que beneficia a las personas de piel más clara sobre las de piel más oscura. Lo podés ver en la escala social: a medida que asciende se va aclarando, y en la base somos todos oscuros, indígenas, negros, mestizos o como los llames.  Soy docente, y muchos de mis colegas tienen comentarios despectivos respecto de los alumnos. “Y bueno, qué querés con estos cabecitas negras”, ese tipo de expresiones, cuando nuestra función es enseñar. Tal vez estamos fallando, entonces. Es muy cómodo decir “al morochito no le da”. Y uno no está cumpliendo con su función, su obligación.   Otras personas me han dicho: “negra, volvete a tu país.” Contesté: “Salvo que Dock Sud sea una república independiente, no tengo otro lugar donde ir.” Porque este es mi país, y tengo derecho a quejarme y a luchar por este sector de la sociedad que somos los afrodescendientes. 

Agradezco a Maricel Martino

miércoles, 13 de junio de 2012

Afroargentinos en la escuela...

El suplemento Educación del Clarín de hoy trae una nota y dos fotos que muestran la presencia de alumnos afro-argentinos en grupos escolares de 1895 (aprox.) y 1923.
Como en otras oportunidades, la encomiable tarea del historiador de la fotografía Abel Alexander sigue aportando a la visibilización de la presencia afroargentina en nuestro pasado.

 
 Click en las imágenes para agrandarlas y leer la nota

No puede dejar de llamar la atención, sin embargo, la diversidad de formas de referirse a esta presencia. En la tapa del suplemento, se lee "Africanos en aulas argentinas". El título de la nota, sin duda más correcto, dice "Afroargentinos en la educación". El copete, "chicos de grupos étnicos cuyos ancestros provenían del Africa". Como ya dije en otras oportunidades, qué difícil está resultando hablar de raza ("raza", racialidades?, racializaciones?) en Argentina....
Cada caracterización sugiere distintas maneras de mirar, conceptualizar y situar a estos niños dentro (o fuera) de la nación.... 


Fuente: Suplemento Educación del diario Clarín, 13 de junio de 2012

martes, 12 de junio de 2012

Por qué exhibimos seres humanos...

Reproduzco una interesante y necesaria reflexión del periodista/antropólogo Marcelo Pisarro, publicada hace pocos días en Ñ. Señala los peligros inherentes a la "apreciación multicultural" -en términos de cosificación, mercantilización y escenificación de la "cultura tradicional"-  y llama la atención hacia las inadvertidas consecuencias que puede tener la aguda "folklorización" por la que pasan, actualmente, grupos afroamericanos.

Ota Benga, "el pigmeo del zoológico del Bronx", exhhibido en 1906

Revista Ñ - 29 de mayo de 2012
Por qué exhibimos seres humanos
En Sucre dos tejedoras tejen en el patio de un museo, como testimonio cultural. A partir de allí esta nota recorre una polémica aún no agotada.

Por Marcelo Pisarro


El letrero advierte que está prohibido tomarles fotografías. Objetos, salas, personas, nada puede ser fotografiado. La muchacha está sentada en el patio del museo, en Sucre, Estado Plurinacional de Bolivia. Dormita con la cabeza apoyada sobre su telar. Metonímicamente, la muchacha representa una “cultura superviviente”, una “tradición” más “genuina” y más “pura” que fue “rescatada” de los embates de la “civilización”, de “la modernidad”, de “Occidente”, por etnógrafos, organismos estatales y promotores turísticos. Esta cultura superviviente difiere de la cultura de aquellos que han sentado allí a la muchacha: la cultura de los antropólogos que dirigen el museo, la cultura de los visitantes que abonan su ticket de ingreso para observar esas culturas supervivientes.
En las salas los artefactos se amontonan en vitrinas y en estantes; en el sótano se exhiben momias y otros cadáveres que prueban que la continuidad cultural, restringida por la concordancia espacial, garantiza que el pasado y el presente converjan en un punto donde las distancias se asumen como evidencia de autenticidad.
Junto a la muchacha que dormita, en el patio, con la cabeza apoyada sobre su telar, está sentada otra muchacha frente al suyo propio. Según los desvíos metonímicos y las clausuras semióticas, la segunda muchacha representa a una cultura que difiere de la cultura de los patrocinadores y de los visitantes, pero que es también diferente de la cultura de la primera muchacha. Las han colocado allí como pruebas empíricas de la conservación de los saberes y prácticas del pasado andino. Cada mañana llegan desde sus comunidades y tejen a la vista de quienes ya han husmeado los textiles y los cadáveres en exhibición. La principal atracción del museo es una baratija de mercado llamada “cultura”.
Apenas pasa del mediodía, nadie más está en el patio. La segunda muchacha teje. Hay algo nervioso en sus movimientos, ese frío que uno siente cuando está atareado y sabe que alguien más mira por sobre su hombro. Está siendo escrutada, escudriñada no como individuo, no como sujeto con una existencia particular, sino como componente de una colectividad, de una abstracción identitaria, de un “ellos” difuso y circunscripto. Pasan los minutos, empieza a relajarse, se acostumbra, se aburre, se cansa. Deja sus utensilios a un lado y se apoya sobre el telar.
Reconozco la posición de su cuerpo. Apenas brota la tarde, ese momento en que los mercados bolivianos disminuyen la intensidad de sus intercambios de bienes y símbolos, en que los puesteros abrazan sus productos como si de un colchón se tratase, cierran los ojos y dormitan. La muchacha trazó ese movimiento: se apoyó sobre su telar, como si lo abrazara, y cerró los ojos. Ahora descansa. Estamos solos, los tres, en el patio.

Tejedoras en el museo

Las observo a poca distancia, sentado en un banco, justo a espaldas de la muchacha que acaba de dormirse. Vuelvo a notar los insistentes letreros que plagan el museo: “Prohibido tomar fotografías”. Pero el cuadro es demasiado bueno. Saco mi cámara y les tomo una fotografía. Luego otra. Y otra más. Podría preguntarme por la ética, pero no me parece interesante; prefiero preguntarme a qué llamado histórico obedece la necesidad de fotografiarlas.
Entonces la segunda muchacha, la que acaba de recostarse sobre el telar, la que está justo frente a mí, levanta la cabeza y se voltea. Bajo la cámara fotográfica. La mirada de la muchacha sigue dos inclinaciones, como si fuesen dos actos armoniosos y ensayados. Primero me observa, con fijeza, sin ningún dejo de emoción ni de interés; luego desvía la mirada levemente por sobre mi hombro, como si observara a alguien más. No volteo, allí no hay nadie, ¿o lo hay? Por fin, vuelve a su telar y me da la espalda. Le tomo una última fotografía. El resultado es malo, pero dice mucho sobre ese llamado histórico, sobre esa necesidad de fotografiarlas.
Cosas sagradas
Toda la tensión que provoca la expresión muda de esa muchacha está contenida en una fotografía tomada en 1906 a un pigmeo congolés de la etnia mbuti, un cazador recolector originario del Rio Kasai, un Twa. El pigmeo se llamaba Ota Benga y ese año fue exhibido en una jaula del Zoológico del Bronx, en Nueva York, acompañado de monos y otros animales. En esa fotografía, Ota Benga (nacido en 1884 en el Congo belga, su mujer y sus hijos –considerados “nativos en estado inferior de evolución”– asesinados y desmembrados por la Fuerza Pública del Rey Leopoldo II, capturado y cedido en trueque en el mercado de esclavos, expuesto en ferias mundiales estadounidenses como “eslabón perdido”, finalmente convertido en mano de obra asalariada y empujado al suicidio: disparo en el pecho a los 32 años) está de pie junto a un árbol, mirando a cámara; en el brazo derecho sostiene un chimpancé. Sólo se hicieron cinco imágenes promocionales, pues, al igual que una centuria más tarde, estaba prohibido tomar fotografías. El gesto de su rostro es inexpugnable, aunque un siglo después, como consumidor de baratijas, como partícipe directo de algo llamado modernidad, uno sienta un sudor frío en la nuca y se obligue a desviar la mirada.
El registro etnográfico está repleto de estas miradas, aún cuando los ojos tengan las cuencas vacías. Estas fotografías han sido tomadas en “zoológicos humanos” y “exposiciones etnográficas” enmarcadas en ferias de los siglos XIX y XX. La corrección política colonial asumía la presentación de la otredad, de la diferencia, como componente de un paradigma constituido alrededor de la raza, de la distinción biológica, del adelanto y del atraso evolutivo. Las personas pagaban su entrada, hacían cola, se amontonaban para ver a esas razas diferentes. Tampoco podían tomarles fotografías, ni alimentarlos. En una exposición de Bruselas, en 1897, cuando los africanos acabaron indigestados por la comida que los visitantes les arrojaban, las autoridades colocaron un letrero: “Los negros son alimentados por el comité organizador”. En el museo de Sucre no había letreros, pero las indias andinas también son alimentadas por el comité organizador.


Las cuencas vacías –ahora mirá los ojos muertos de los Niños del Llullaillaco en el refrigerador del Museo de Arqueología de Alta Montaña de Salta– tienen un marco legal más estudiado. El Código de Deontología Profesional del Consejo Internacional de Museos establece cómo deben tratarse los “objetos dedicados”: restos humanos y cosas sagradas. “Deben presentarse con sumo tacto y respetando los sentimientos de dignidad humana de todos los pueblos”, dice. Pero allí no se explicita cómo debe presentarse ese “objeto dedicado” constituido por personas vivas en exhibición, como las muchachas del museo de Sucre, en nombre de un artefacto llamado “cultura”, o como Ota Benga en el zoológico de Nueva York, en nombre de un artefacto llamado “raza”.
El llamado histórico se disuelve en la clandestinidad de los actos cotidianos. Nadie está por fuera de su época y por eso, mientras uno se horroriza ante el relato de Ota Benga, abona su entrada para observar cómo las muchachas andinas tejen en el patio del museo. Su exhibición está tan naturalizada que la correspondencia histórica entre raza y cultura se desvanece, cede ante la exigencia del gesto cínico que desnaturalice el vínculo. Raza o cultura, da igual. Todo fue hecho con amor.

domingo, 10 de junio de 2012

Omolù en cementerio de Neuquèn...

No coincido con muchos de los conceptos vertidos en la nota, y me hubiera gustado una foto que mostrara la real importancia (y ubicaciòn) de la imagen de Omolù, pero parece ser una muestra de pluralismo religioso para celebrar...

Foto: Marìa Isabel Sànchez para La Mañana 

Diario La Mañana (Neuquèn) - Viernes 8 de junio de 2012

El Cementerio Central tiene una imagen umbanda 
La colocaron ayer en el contexto de la ordenanza que permite la libertad de culto.

Con una sentida ceremonia se colocó ayer en el Cementerio Central la imagen del Orixa Omulú, divinidad de la religión umbanda. Un hecho inédito en la provincia y en Argentina que se da en el marco de la ordenanza municipal 10.407 que permite la libertad de culto en el cementerio municipal.
La imagen se pudo inaugurar por intermedio de Julio César Ros Poblet (pai de Omulú), integrante del templo “Pae Cipriano de las almas”, y contó con el apoyo de la delegación del INADI en Neuquén.  Omulú representa a los fallecidos y por eso la trascendencia para los creyentes de tener su imagen en el cementerio.
“Representa a distintas naciones de matriz afro. Dentro de ese concepto el Orixa  guía a las almas de los desencarnados hacia la luz. Es de vital importancia que nuestro guía esté dentro de lo que es el cementerio”, contó el pai Julio de Omulú.
“Hacía falta que un grupo tome coraje para que se haga respetar la ordenanza municipal. De esta manera se garantiza el derecho de las minorías. Les pido que no se autocensuren y que vengan a ejercer su fe junto a esta iconografía de acuerdo a sus creencias”, dijo Carlos García, representante de la delegación de INADI en Neuquén. 
Con rezos, canciones, música, quema de inciensos y velas se llevó adelante la liturgia Umbanda donde se descubrió la imagen del Orixa Omulú. 
Orixa es una creencia africana que se trasladó a través de los esclavos a Brasil donde nació el Umbanda hace 103 años. En tanto que el culto Omulú tiene más de 5 mil años de antigüedad.

sábado, 9 de junio de 2012

Intelectuales negros en Brasil - Conferencia

GEALA (Grupo de Estudios Afrolatinoamericanos) 
invita a la conferencia
“Términos de inclusión: Intelectuales negros en Brasil, siglo XX”


Dictada por la Dra. 
Paulina Alberto 
(Associate Professor, Department of History, University of Michigan)

Lunes 11 de junio - 15.30 hs.
Instituto Ravignani (25 de Mayo 225, 2º piso, Aula C)
La asistencia es libre y gratuita

jueves, 7 de junio de 2012

Dr. House plays the blues..

Este fin de semana el Dr. House (Hugh Laurie) toca blues en el Luna Park. Lamentaré no verlo -el disco me pareció muy bueno.
Ya subí a este blog en otra oportunidad parte de estas declaraciones, pero acá va el texto (casi) completo.
Me parece sumamente interesante porque el mismo dilema enfrentan, diariamente, miles de argentinxs blancxs de clase media que eligieron practicar candombe, capoeira, danza afro -en muchos casos dedicando su vida a estas artes. Lo mismo vale para las religiones de origen afro, claro...
Cuestionamientos basados en pertenencias de "raza", clase, nacionalidad son comunes.
"¿Por qué lo haces? -si no sos x, y, o z?". 
Porque me gusta. Porque no puedo vivir sin ello...




Suplemento Radar, Página 12, domingo 3 de junio de 2012
Un inglés en Nueva Orleáns
Por Hugh Laurie

Nunca tuve, nunca compré música pop. Nunca me gustaron las bandas que mis compañeros escuchaban en la escuela. (…) No recuerdo dónde estaba cuando escuché que John Lennon había sido asesinado, pero sí recuerdo dónde estaba cuando murió Muddy Waters. Estaba manejando por la autopista A1 hacia Lincolnshire y tuve una reacción horrible, egoísta. Pensé: nunca voy a verlo tocar.
Con el blues sentí que era algo muy lejano a mi experiencia. La primera vez que escuché blues no entendí mucho de qué se trataba, pero me hacían sentir de una manera especial, como ninguna otra cosa. Supongo que, al venir de una familia presbiteriana, entendía cierto valor de sufrimiento y escasez que tenía un grado de nobleza. Posiblemente me atrajo una música que tenía que ver con la falta y con la pérdida, aunque yo nunca experimenté eso en mi vida. Pero estoy tratando de racionalizar algo que no es racional. Sencillamente lo que sucedió fue que el blues me erizó la piel, me paró los pelos de la nuca. Para mí es música que expresa todas las emociones humanas posibles. Me hace reír, me hace llorar. Y puede ser muy ingeniosa. Y muy sensual. Puede ser gozosa, alegre y también melancólica y terriblemente triste. Me alucina la gente a la que no le gusta el blues. No puedo creer que la gente no esté escuchando a Leadbelly y James Booker todo el tiempo. El primer blues que escuché fue de Willie Dixon. Yo iba en el auto con mi hermano, debía tener 11 años. Cambió todo. Dejé mis clases de piano a pesar de que mi madre enloqueció. Hice una huelga de hambre de tres días porque sencillamente no quise seguir aprendiendo música clásica: la profesora se la pasaba diciendo “no vamos a tocar esto, es un negro spiritual”. Era lo único que yo quería tocar. Solamente me reconfortaba tocar “Swannee River”, lo más parecido a un blues que me enseñaban. Esa batalla la gané. Tres días sin comer y logré no tomar más clases. Otra decepción para mi madre, que entonces decidió mandarme pupilo.


El elemento central de todo este proyecto es mi genuino amor por esta música y mi deseo de comunicar este amor y esta música a otra gente. (…)  Esto no es turismo. Si es honesto no puede ser malo.
No nací en Alabama a fines del siglo XIX, nunca comí grits, ni trabajé en los campos de algodón ni manejé un boxcar. Ninguna mujer gitana le dijo a mi madre, antes de que yo naciera, que me perseguirían perros del infierno. Quiero, también, que este disco muestre que soy un inglés blanco de clase media alta que está entrando sin permiso en la música y el mito del sur americano. La pregunta sobre por qué un chico de manos flojas y de escuela pública británica se emociona con música nacida de la opresión y la esclavitud en otra ciudad, otro continente y otro siglo es algo que otros deben responder: desde Alexis Korner hasta Clapton, de los Rolling Stones a Jools Holland. Digamos que sucede.
(…) Si a alguien les importan la genealogía y el origen, debe ir a buscar a otro lado. Yo no tengo nada de calibre. Solamente amo el blues.
Y amo Nueva Orleáns. Es una ciudad que la pasó muy mal en toda su historia, no sólo en los últimos años después de Katrina. Sufrió todo tipo de tragedias. Y en la ciudad se respira una sensación muy mundana y una resignación a la dura realidad de la vida en la ciudad. Y la sensación de que sólo vivimos un período corto y que, por eso, debemos pasarla bien. Los Angeles es exactamente lo opuesto. Es un lugar donde la gente espera poder vivir 500 años y se perturba muchísimo cuando se dan cuenta de que no será así. Todos quieren ser eternamente jóvenes y hermosos. (…)

martes, 5 de junio de 2012

Rap contra el racismo en Argentina

Rap contra el Racismo en Argentina: 
Fidel Nadal al principio, y el (verdaderamente) Negro Garcia Lopez, al final, ponen la piel de gallina.. En el medio, varios invitados de lujo -incluyendo al Chojin y a Chuck D. de Public Enemy!!. 
Bien Federico Pita !!