miércoles, 29 de agosto de 2012

Brasil: Declaran Día Nacional de la Umbanda

Esta noticia no es nueva, pero recién ahora consigo todos los detalles del caso.
El 16 de mayo de este año fue instituído el 15 de noviembre como Día Nacional de la Umbanda en Brasil.

 Detalle de la publicación en el diario oficial del gobierno brasilero (abajo)


El proyecto de ley fue presentado en 2010, con las fundamentaciones que se ven abajo:


 (click en las imágenes para agrandarlas)


Publicacion en Diario Oficial: 
Fundamentos en:

lunes, 27 de agosto de 2012

viernes, 24 de agosto de 2012

El Gran Río (3)

David. foto: página web de la película (dirección abajo)

Finalmente fui a ver El Gran Río -tremenda película, ya anunciada en este blog  y reseñada por Nicolás Fernández Bravo. Eramos pocos, casi todos del GEALA (Grupo de Estudios Afrolatinoamericanos) y tuvimos la suerte al final de charlar un buen rato con el director Rubén Platáneo y con el protagonista, David Bangoura.
En el site de la película (ver dirección abajo) se la describe de la siguiente manera:
"David, joven rapero de Guinea conocido como Black Doh, arriba como polizón en barcos de ultramar a la “tierra de Maradona”. En África quedaron sus amigos, su familia y su madre a quienes no volvió a ver. Graba su primer disco con canciones en Soussou, francés y castellano. Años más tarde, su primer disco llega a África. Este es un film que viaja entre Argentina y África, reflejando rutas y raíces filiales, choques y encuentro de culturas."

David y Mohmet. foto: página web de la película


Algo más de la mitad de la película muestra la vida de David en Rosario: buscando pensiones, vendiendo bijouterie en la calle o pintando casas para sobrevivir . Sobre todo, preparando sus canciones. Vemos su círculo de relaciones: jóvenes africanos que también arribaron de polizones, raperos rosarinos con los que va armando su disco, una chica canadiense con la que traba amistad y probablemente algo más en un hotelito en una antigua casa deteriorada. Todo transcurre en pequeños cuartos, o, brevemente, en la calle. Una sobredosis de vida cotidiana, con el arte intentando abrirse paso. No es una película yanqui: no hay grandes salas de grabación, ni conciertos progresivamente exitosos. El éxito es haber llegado, vivo, con la voluntad intacta de realizar un antiguo proyecto de vida (lo confirmaremos en la segunda mitad, con los testimonios de su familia) en un nuevo contexto social.

Fatoumata (madre). foto: página web de la película

Buena parte de la segunda mitad muestra a la familia del protagonista en Conakry, la capital de Guinea  -con especial atención a su mamá y a su hermana. David no hace el viaje -su status de refugiado dificulta su salida del país- pero llegan sus cartas y su música. Vemos su barrio, su familia extensa, asistimos a un ritual religioso para su bienestar (y el éxito del proyecto artístico) y escuchamos cantar a sus antiguos compañeros de rap. En muchas oportunidades la potente música de David nos acompaña, rapeando en español o "en africano" (soussou).

Sana (rapero guineano). foto: página web de la película

La película es bellisima. Pese a no decir nada muy explícitamente, habla a través de todo lo que muestra, y de cómo lo hace. Testigo omnipresente y (co)protagonista principal, el río Paraná, que en la última década pasó a ser navegado por grandes barcos  que permiten la salida de la soja -pero también la llegada de viajeros inesperados en busca de mejores horizontes. Escenas de aguas tranquilas y barcos gigantescos;  filas interminables de camiones esperando camino al puerto.  En la ciudad, pensiones de paredes descascaradas, asados con músicos locales que intentan comprender las experiencias -a veces extraordinarias- del nuevo amigo. En Africa, el mercado, el puerto, la casa familiar, algunos espacios públicos. Todo girando en torno a David, omnipresente en Rosario, protagonista ausente de las conversaciones en Conakry.

Salematou (hermana). foto: página web de la película

Escuchamos sobre sus viajes previos -cual Ulises moderno- en barcos azarosos, que siempre terminan en una deportación desde algún lugar remoto.  En los relatos de la vida cotidiana se filtra también la brujería, que tiene un pequeño lugar en la película pero que actúa como trasfondo y catalizador de momentos importantes de su  vida. 
We all live in sorcery's shadow, diría el antropólogo devenido hechicero Paul  Stoller relatando sus experiencias en otro país de Africa.
La película no juzga, no pontifica y sobre todo, increíblemente, no exotiza.  Apenas muestra  -de manera siempre bella y convincente- qué tanto hay de común y de diferente en el antiguo y en el nuevo universo de David. No olvidaremos fácilmente la serena dignidad  y belleza de su madre y hermana; un baobab que se despliega lentamente como una montaña;  un bosque encantado donde van los primeros amores. Tampoco el agua marrón que se mece, apacible, entre grandes gigantes de acero... esperando recibir, quizás, otro cuerpo que se deslice silencioso y se pierda en la orilla, hacia una nueva vida...

Imágenes tomadas de:
Ver también:

martes, 21 de agosto de 2012

Jorge Amado, el centenario....


Hacia finales de mi carrera de sociología, cursé la materia Antropología Cultural con Guillermo Magrassi. Después de eso, nada fue lo mismo. Inicié un largo camino que aún continúa y Guillermo -que Dios(es) saben por qué plano del Orún andará- sabe qué tan agradecido le estoy y qué tan determinante fue para ello.
Entre los varios textos que tuvimos que leer, había dos novelas: Tienda de los Milagros, de Jorge Amado, y una de José María Arguedas -probablemente Todas las Sangres. Guillermo creía -y como en muchas otras cosas, tenía razón- que algunas novelas eran mejores que las etnografías. Un año, o quizás dos, después, me encontré, algo inesperadamente caminando por el Pelourinho -esa "universidad de la calle" de la que hablaba la novela- en Bahia. La ciudad y el barrio ya no eran exactamente los  que Amado había descripto, pero sí lo suficientemente parecidos como para lograr que volviera, año tras año, como un adicto, en busca de sus personajes y su sabiduría.
Con el tiempo uno distingue mejor realidad de fantasía literaria, pero quién sabe  hasta qué punto la ciudad llegó a ser lo que fue (es?) de no haber tenido quien la contara de esa forma. En uno de los carnavales que allí pasé, ví que la ciudad toda estaba decorada con los personajes y temas de sus novelas y me alegré que, cerrando el círculo -que en realidad, claro, nunca se cierra- la ciudad le devolviera gentilezas a uno de sus creadores.
De manera mucho más ínfima, en 1985 tuve la oportunidad de prestar uno de mis berimbaus hecho por el mestre Joao Pequeno (no el mejor, debo reconocer, por temor a que lo rompieran) para ilustrar la tapa de una nueva edición de Tienda de los Milagros. Era una época en que estos instrumentos escaseaban en la ciudad. Sentí que, de alguna manera, también pagaba una mínima deuda con la obra literaria que, como a muchos otros, me  había cambiado la vida...
Por estos días, Jorge Amado hubiera cumplido cien años. Lo recuerda una nota de Página 12.


Página 12, 12 de agosto de 2012
Jorge Amado, Bahía amada
Por Mempo Giardinelli

Esta semana también Jorge Amado cumpliría cien años. Nacido en Bahía en agosto de 1912 y fallecido allí mismo en 2001, fue el creador de una literatura latinoamericana original y renovadora.
Véase la oración con la que empieza Gabriela, clavo y canela, que en su primera edición, de 1958, proponía una sensualidad textual hasta entonces desconocida:
“Esta historia de amor comenzó el mismo día claro, de sol primaveral, en que el estanciero Jesuíno Mendonça mató a tiros de revólver a doña Sinhazinha Guedes, morena casi gorda, muy dada a las fiestas de Iglesia, y al doctor Osmundo Pimentel, cirujano-dentista llegado a Ilhéus hacía pocos meses, muchacho elegante con veleidades de poeta...”
Esta prosa que hoy llamaríamos garciamarquesca –aunque fue escrita a mediados de los ’50, cuando el colombiano apenas se iniciaba como periodista– marcó un tono que luego fue común a todas las novelas latinoamericanas posteriores, a la vez que inauguró una corriente literaria que después se extendió a todas las lenguas. Plena de exotismo y musicalidad, toda complicidad y guiños, poblada de personajes extravagantes y mulatas y machos prodigiosos, de lluvias torrenciales e imposturas, la obra de Amado fue, desde el vamos, una constante clase magistral de costumbrismo latinoamericano al borde mismo del realismo mágico.


La jocundia que impera en sus páginas, y el permanente tono entre irónico y naturalista, hicieron de las narraciones de Amado –contadas todas con inusual gracia y picardía– un suave y moroso placer, característica que luego sería sello de identidad del “boom” de la literatura latinoamericana de los años ’60, movimiento del que no fue, pero debió ser, considerado uno de sus padres fundadores.
Amado se dio a conocer como un narrador excepcional desde muy joven: su primera novela fue El país del carnaval (1931) y enseguida la sucedió Cacao (1933). Con ambas, apenas pasados los 22 años, se convirtió en un clásico prematuro. Claro que supo consolidar esa fama con una docena de otras novelas, entre las que destacan la impresionante Capitanes en la arena (1944, prohibida durante años porque desnudaba el drama de los niños abandonados), la celebrada Doña Flor y sus dos maridos (1966) y la encantadora Teresa Batista, cansada de guerra (1972).


Pero sin dudas los mejores aportes de su producción narrativa a la literatura contemporánea se encuentran en la que para muchos fue su mejor obra: Gabriela, clavo y canela, que le abrió el camino hacia el reconocimiento internacional del que gozó los últimos cuarenta años de su vida.
Retratista cabal de putas y marginados, toda su obra es una sucesión de elementales y sencillas historias de amor y pasión, narradas con gracia y donaire, con profundidad y altura, y con un vuelo poético inusual. Nominado varias veces al Premio Nobel de Literatura, hubiese sido el primer brasileño en obtenerlo. Pero, igual que sucedió con nuestro Jorge Luis Borges, la denegación del máximo galardón habrá que cargarla en la cuenta del despiste o la ignorancia de los nórdicos jurados.


 Quizá su “pecado literario” fue la inmensa popularidad que alcanzó: fue el escritor más popular del Brasil y uno de los más renombrados de América latina. Autor de más de treinta novelas, es aún hoy el brasileño más leído en todo el mundo. Gabriela... está traducida en una treintena de idiomas y el total de su obra vendió más de 80 millones de ejemplares. Así trazó un camino definitivo para la literatura latinoamericana, incluso desde antes del “boom”, pues junto con el mexicano Juan Rulfo y el argentino Borges integraron la tríada fundacional de ese fenómeno literario.
Amado provenía del movimiento modernista y de la literatura de ambiente rural concebida como arma de lucha política e ideológica. Desde joven se orientó hacia el antididactismo y la narración poética y sugerente que deja de lado las buenas intenciones. Así surgió su mejor veta: la del gracejo y la picardía; la que todo lo describe barroca, tropicalmente, y en la que las pasiones humanas se desbordan tanto que sólo pueden ser encauzadas por la literatura.

Cerveza Brahma festeja el centenario del escritor

Ahora que se cumple un siglo del nacimiento de Jorge Amado, bien puede decirse que Gabriela, clavo y canela es una de las novelas más perdurables de nuestro linaje americano. Historia que oscila entre lo conmovedor y lo pintoresco, y que a la peripecia de sus personajes añade la precisa descripción de calles, olores, comidas, bares, prostíbulos y esa barra de arena que dificulta la navegación y encalla los barcos, más que novela es un fantástico sinónimo de Salvador de Bahía de Todos los Santos. Ese universo de playas y morros, puerto y arenales, negritud y música afroamericana, damero de santones y variopintos indígenas, europeos, árabes, judíos, africanos y mulatos, en la prosa de Amado, cuando se lee, seduce. Y para eso está.
En sus últimos años, ya gravemente enfermo y muchas veces internado, su deceso era esperado por la comunidad cultural de todo Brasil. Deprimido por la ceguera casi total que le produjo la diabetes, e impedido de los goces de la vida –la contemplación del mar y de su gente; la lectura y la escritura; el buen comer y el buen beber–, Jorge Amado se dejó morir, aunque lentamente. Gozador de la vida como pocos, cabe pensar que la dejó bajo protesta.

Fuente de la nota:
Foto de Jorge Amado (e interesante artículo):
Foto cerveza:

jueves, 16 de agosto de 2012

Renzo Pi Hugarte (1934-2012)

Renzo durante el homenaje realizado en noviembre de 2011

"Tantas veces me mataron, tantas veces me morí  
sin embargo estoy aquí resucitando..."

Renzo casi nos había hecho creer que era inmortal.  Hasta que finalmente Ikú, la muerte yoruba, la de aquellas religiones que estudió, documentó y defendió hasta lo último, se lo llevó -en el día local de San La Muerte, nada menos.... Recuerdo al menos tres veces que lo dimos casi por muerto, y sin embargo él volvía, increíblemente repuesto y con la mente y el ingenio lúcidos, como siempre. Me acuerdo de un panel que organizamos para la Reunión de Antropología del Mercosur que se iba a realizar en Montevideo;  pocos meses antes un grave episodio de salud nos hizo temer por su ausencia - casi irreparablemente final- y sin embargo allí estuvo, físicamente algo frágil, pero para dar una charla absolutamente coherente sin mirar una sola vez un papel -aquella vez, miré los míos con algo de vergüenza. En noviembre pasado, lo mismo sucedió en nuestras Jornadas sobre Alternativas Religiosas en el Mercosur realizadas en Punta del Este. Se vino desde Montevideo, algo débil, pero para dar, de nuevo, una conferencia impecable -sin un papelito. Como una mínima acción de justicia pudimos hacerle, antes, un homenaje con todos los presentes reconociendo su aporte invaluable como uno de los miembros fundadores, y siempre uno de los más entusiastas defensores, de nuestra Asociación de Cientistas Sociales de la Religión en el Mercosur.

Renzo durante el homenaje realizado en las Jornadas sobre Alternativas Religiosas

 Con Renzo se fue no sólo el decano de los estudios de la antropología de la religión en Uruguay -que gracias a él nacieron plurales y pluralistas, mirando tanto a las religiones afro como a los evangélicos como a la iglesia católica- sino también un académico old-style, de saber enciclopédico, que parecía saber de todo y de todos. Un "gran contador de causos" como lo presentó alguna vez nuestro común amigo gaúcho, Ari Oro. Un gran contador de historias, de anécdotas. Parecía haber vivido cien vidas en vez de una, y conocido personas notables de todos los caminos de la vida: príncipes, mendigos -y académicos. Nada de la cultura (con c mayúscula y minúscula) le era ajeno.


Claro que su labor pionera y fundamental sobrepasa en mucho el campo de las religiones. Escribió también trabajos ya clásicos sobre pueblos originarios uruguayos (en una época que aún se los llamaba "indios"), sobre la inmigración y sobre varios otros temas. Fue un referente al interior y al exterior de la disciplina, frecuentemente consultado por los medios de comunicación. Su destacado rol en el desarrollo y consolidación de la antropología uruguaya -y en el lugar que ésta pudo ocupar en la sociedad- recién comienza a ser escrito....


Querido amigo, "Zé Pelintra uruguayo" (como lo llamó la mãe Susana de Andrade)
Te extrañaremos....

Una larga entrevista a Renzo -desmitificador y polémico- en:

jueves, 9 de agosto de 2012

¿Qué problema tienen los medios argentinos con la sexualidad de los atletas negros?


Notas de Clarín y La Nación. 
Qué problema tienen con que atletas (negros) salgan con mujeres (blancas y rubias?)
¿Las "razas" no deben "mezclarse"?




Aviso 1907

jueves, 2 de agosto de 2012

Cuba en Iemanjá....

“En eventos culturales nosotros recreamos ceremonias afro-religiosas”, dije.
Contestaron categóricamente los hermanos cubanos: “Nosotros las hacemos”.

Relata la mãe de santo (afro)uruguaya Susana (Andrade) de Oxum en su testimonio sobre una ceremonia para Iemanjá (Yemayá) realizada hace poco tiempo en Cuba, con motivo del 32avo Festival del Caribe...


Iemanjá en Santiago de Cuba: Fiesta del Fuego - Festival del Caribe
Por Susana (Andrade) de Oxum


Sucedió en el año 2012 en la República de Cuba y en el Mar Caribe en aguas que circundan a la mayor de las Antillas, mirando a las Américas Central y Sur.
El homenaje a Yemanjá se realizó en Juan González, Municipio costero de Guamá; paisajes que entrelazan mares, ríos y montañas, playa de pedregales situada en la costa oriental de Santiago de Cuba, muy cerca de la Sierra Maestra y de Guantánamo, lugares imantados con historias cargadas de espíritus. Al adentrarse en el paisaje serrano y antes de la ensenada, se llega a la cascada del poblado Nima Nima nacida en lo alto de la sierra de la revolución, donde numerosos bañistas locales y foráneos acuden a disfrutar la belleza y energía del entorno. Dicen que en noches claras y a la distancia, desde allí se percibe la luminosidad de Haití. Islas menos grandes y más pequeñas, islotes o cayos, nos rodeaban como espectadores y partícipes de la hermosa comunión con la naturaleza.
La actividad a cielo abierto era parte del itinerario cultural del Festival del Caribe Edición Nº 32, prevista como una de las instancias representativas de la Fiesta del Fuego santiaguera, esencia de la más ancestral tradición afrocubana.
Muchos van para "limpiarse", y otros por folcklore o diversión. Las Madres del Agua cobijan sin preguntar, a todas y a todos.
Llegamos un poco antes del atardecer y los templos protagonistas y sus fieles, ya tenían armadas las ofrendas básicamente consistentes en flores, frutas, granos, hierbas, otras comidas y líquidos perfumados o bebibles. Cantaban a tambor batiente, haciendo resplandecer un día que se había mantenido gris aún en medio del intenso calor



En plena ofrenda de animales hecho por los santeros sobre las rocas cercanas dentro del agua, una cámara de televisión local registraba y hacía entrevistas a creyentes y curiosos, mientras las aves ofrecidas al mar, gallinas, patos y palomas por lo que pudimos apreciar, se mecían en las olas caribeñas, y una paloma inerte regresaba a la orilla de arena y piedras. También se ofrendaron un chivo a “Eleggua” y una oveja a “Yemayá”, por lo que la fiesta continuaría con comidas consagradas en algunas de las congregaciones religiosas allí presentes.
Resalto y anhelo la paz y espontaneidad con que expresan su sentir religioso los afrocubanos, ya que recibiendo la limpieza de las personas incorporadas, y como parte del público en medio de las faenas rituales, iban y venían autoridades de cultura y algunos de los prestigiosos académicos de visita en el archipiélago para hacer sus conferencias en el coloquio El Caribe que nos une.
En consonancia con el objetivo de la celebración planteada dentro de parámetros de promoción cultural e identidad, las costumbres místicas negroafricanas en la isla, son potenciadas por los gobernantes de la cultura como parte de una impronta nacional. Algo absolutamente insólito para nuestra mentalidad euro céntrica, occidentalizada y rioplatense.

(click en las fotos para agrandarlas)

En contactos previos al viaje, la coordinación de la Fiesta del Fuego nos cedió gentilmente y por iniciativa propia, un espacio para homenajear a Yemanjá “a la uruguaya” si así lo deseábamos, ofreciendo proporcionarnos y trasladar los elementos necesarios para la ofrenda, ya que Juan González dista unos veinte kilómetros o más de la ciudad santiaguera. Literalmente expresaron: “Les brindamos y llevamos lo que necesiten para el rito menos las aves, pues las que hay, ya están destinadas a paleros y santeros”. Dando a entender la eventualidad de gestionarlas con anticipación en otra instancia. Puntualización basada en criterios organizativos que nos sorprendió gratamente, pues además de demostrar convivencia, traslucía involucramiento formal con las colectividades africanistas locales. Agentes estatales comprometidos con el éxito de la actividad ceremonial, se encargan de proveer a los religiosos los elementos típicos para honrar a la Orixá en la playa; incluso los animales destinados a los correspondientes sacrificios.
Nos comentaban desde la organización de la Casa del Caribe que en años anteriores, estas ofrendas, ritos y faenas se hacían en la Casa de las Religiones Populares, segunda Casa del Caribe. Debido a que la entrada era abierta, pública y muy concurrida, no todo el mundo estaba preparado para comprender dichas manifestaciones y por ello se optó -además de estar actualmente en reparaciones la referida casa- por trasladarlos al aire libre en sus ámbitos naturales o en los lugares sagrados particulares o sea las casas-templo que se suscriban voluntariamente al calendario del festival.


Hicimos nuestra ceremonia modestamente pues queríamos ser espectadores más que protagonistas. Ellos no utilizan pipoca en sus comidas votivas ni desarrollan el mundo de Pombagira, pero nos acompañaron muy bien cuando “puxamos” para la Reina de las Aguas. Finalizandos los “puntos” (oraciones cantadas) y ofrendas dije un; “Bueno, ya está” a manera de “sigamos” y Lisandro de Eleggua Echu Bí, oficiante del ceremonial de bendición de la Mpaka -receptáculo de energía protectora- en el teatro Heredia en ocasión de entregarse el Premio Internacional Casa del Caribe dijo con su energía particular: “¡Mira tú que salió el sol cuando cantaste!”.  Sería casualidad pero así fue.
Ya liberada de la responsabilidad de lo nuestro, nos propusimos disfrutar su rutina religiosa en plena acción: filmarlos, rezar, limpiarme, sacar fotos, cantar con ellos, entrevistarlos, escribir sus giros idiomáticos para recordarlos y todo a la vez. ¡Gran bendición estar allí!
Besando la capital del Caribe tierra de Compay Segundo, Olga Guillot y Luis Carbonell el acuarelista de la poesía antillana; a quien tuvimos ocasión de disfrutar en vivo en la plaza principal, 92 años de pasión por su arte y su cuna santiaguera; digo un gran SARAVÁ y FELICITACIONES a los hermanos afroespirituales cubanos desde lo más profundo de mi corazón, por la valentía y autenticidad con que se presentan internacionalmente como población con identidad propia y a la fe como fuerte componente de su cultura, distintivo étnico y territorial. Al menos hoy día, concibo esta libertad espiritual solo en Cuba.


Me parece fantástico y digno de imitar en honor a nuestros ancestros y ancestras africanos y aborígenes que sufrieron rapto, tortura, vejaciones, genocidio, casi exterminio y un sinfín de humillaciones perpetradas por el sistema esclavista y la diáspora salvaje, generadores del capitalismo cruel. ¿Por qué esconderse hoy? ¿Ser condescendientes para qué y con quién? ¿Con los intereses económicos de un mundo imperialista feroz que nos transformó en mercancía y nos avasalló en lo más íntimo que un ser humano tiene; su sensibilidad y sus creencias?
Salve la resistencia fortalecida y recreada en los misterios de la espiritualidad milenaria que nos permitió subsistir como pueblo aún trasplantados. Salve la resiliencia africana que es volver a nacer desde la nada. Sobreponiéndose a dificultades históricas y a racismos estructurales y globalizados derivados de la invasión, han tenido la capacidad de observarse a sí mismos y hacer elaboraciones contemplativas de su memoria intrínseca y potente idiosincrasia de matriz afroindígena.
Portadores, intérpretes, investigadores, transmisores y sobre todo; concientes. El trabajo de la Casa del Caribe es afirmación latinoamericana y cultura para el desarrollo. Es Caribe como espacio de integración de este lado del mundo.
La convocatoria a participar del festival habla por sí sola: “Llamamos a artistas y practicantes de cultura y religiones populares a participar con todas las dimensiones de sus propias culturas nacionales.”
Así pensado, el programa incluye como puntos altos entre las actividades variadísimas intelectuales y artísticas, ceremonias “mágico-religiosas” dado el carácter devocional de tales manifestaciones -o sea no son representativas sino reales-  llevadas adelante por sacerdotes y sacerdotisas en distintos puntos de la naturaleza o directamente en sus casas-templo de Santería, Palo Mayombe o de los distintos cultos practicados en el archipiélago, generalmente establecidos en los domicilios particulares del ministro o ministra, y de sus entidades sagradas a la misma vez.
Esa familiaridad con los seres espirituales es característica y también obedece a circunstancias materiales, como también pasa por estas latitudes, que impiden tener un inmueble dedicado exclusivamente a lo sagrado, atendiendo a la modesta realidad de las religiones populares en general y sus líderes. También es un mensaje; vivir lo esotérico como parte del ser social sin visos de fanatismo.


La celebración de ritos dentro del calendario de actividades culturales, si bien es una costumbre caribeña y de organismos a nivel mundial como UNESCO, es toda una novedad para nosotros uruguayos, “blanqueados” a la fuerza en una sociedad predominantemente cristianizada, que ve como normales las creencias europeas y sus derivadas y como “raras” a casi todas las otras, con marcado énfasis en los cultos africanos o indígenas a los que el prejuicio indica menospreciar y emparentar con estafas o “chanterías”, impidiendo esto aquilatar el enriquecedor y profundísimo acervo cultural que portan.
Recuerdo haber dicho a hermanos cubanos de visita en Uruguay “En eventos artísiticos nosotros recreamos ceremonias afro-religiosas”. A lo que contestaron categóricamente: “Nosotros las hacemos”.
Era impensable en nuestro medio -todavía lo es salvo excepciones excepcionalísimas- en un calendario a nivel institucional, promocionar sesiones afroumbandistas integrando el programa. Cuesta entender que la religiosidad es componente cultural afro fundamental. Uno de los aportes más potentes de su impronta étnica a la “uruguayés” junto al candombe, expresión de cultura popular predominantemente artística y musical surgida de la misma raíz y socializada con apariencia de mero divertimento.


Hoy existe una actividad sugerida por Pai Julio Kronberg de Atabaque que también es asesor del Dpto. de Cultura en la Intendencia de Montevideo y coordinador en Diversidad Cultural, que integraría los festejos de “2013 Montevideo: Capital Iberoamericana de la Cultura”: son las fiestas de San Juan dedicadas a los Africanos de Umbanda y sus tradicionales fogatas purificadoras. Los 24 de junio son celebraciones basadas en cambios periódicos de la naturaleza, acontecimiento relevante para diversas etnias llamado con diferentes nombres, relativo al movimiento astral que determina uno de los equinoccios. En los templos de Umbanda en tales ocasiones, se hacen fogatas pidiendo limpieza astral y bienestar para los asistentes, y el día especial conlleva la posibilidad de ver caminatas sobre brasas.
Lo resaltamos pues no es habitual que se brinden esos espacios. Hay abundante sobre exposición pública de la religiosidad dominante, asumida y consumida como parte de la historia del país sin que se queje nadie de “violación a la laicidad”. Simplemente es un “estado normal de desigualdad” tolerado.
¡Qué falta hizo en Cuba Germán; nuestro hijo carnal y tamborero desde la infancia! ¡Cuánto es necesario el intercambio entre percusionistas de religiones de matriz afro de diversos países! Músicos, tocadores y cantores de trasmisión oral ritual, portadores de tradición por excelencia.
La Fiesta del Fuego es una ocasión inmejorable para compartir saberes musicales nacidos en los ritos, columna vertebral de la mayoría de los ceremoniales de origen afro. Esos legados inmateriales tienen el valor inconmensurable de lo efímero, y son las personas, instituciones y administradores de cultura quienes tienen la posibilidad y responsabilidad de perpetuar dicho patrimonio intangible y transgeneracional.


Aquí batallamos constantemente por el reconocimiento en partes iguales de los aportes de las tres raíces étnicas que conforman nuestra nacionalidad y para que no existan supremacías culturales. Nuestro trabajo social es la valorización de las costumbres aborígenes y africanas en su integral dimensión, buscando equidad en el tratamiento y la comprensión de la importancia sustancial que tiene el mundo espiritual y religioso en dichos pueblos originarios y sus descendientes biológicos y culturales. Lo que vivimos en Santiago de Cuba en este sentido, es palmariamente  invalorable.
El Festival es una estupenda herramienta de afirmación de la identidad latinoamericana y afrocaribeña, volcada a ser un puente cultural con miras a la integración territorial, política y económica, colaborando en la descolonización ideológica y real sufrida por algunos territorios que aún permanecen como departamentos de ultramar o simples propiedades de las potencias otrora y actualmente colonizadoras. Por la libertad, la independencia formal y económica, y la integración de los países emergentes y en desarrollo del “Nuevo Mundo”; ¡Bendiciones Fiesta del Fuego y que vivas para siempre!


Reitero mi admiración por la fuerza de lo popular en Cuba. Isla de la magia hecha religión en la cual la luz proviene de una resplandeciente oscuridad. Donde al decir de Bastide: “La esclavitud transformó lo africano en negro” como en casi todas las regiones de las Américas colonizadas.
Mis respetos al sistema de valores del pueblo cubano. Son ellos mismos sin ostentación y también con orgullo. Casi naturalmente cultos, artistas, cantores, agradecidos, ceremoniosos, bailarines y hospitalarios. Un pueblo digno y trabajador, pensante y conciente de la tarea que supone defender la herencia ancestral indígena y negra que les hace tan cubanos.
Aún en medio de dificultades históricas que a mi juicio han preservado y purificado esa esplendorosa psiquis colectiva revolucionaria y transgresora, destaca la actitud positiva ante la vida como sesgo de identificación nacional. La confianza en el mañana y la entrega al hoy con devoción, ritmo y alegre esfuerzo. La certeza de superación. Su canto perenne a la libertad, el amor a su patria y a su gente.
Rodeados de la bendición del agua; sin dudas no solamente sobreviven. Viven y disfrutan la vida.