jueves, 2 de agosto de 2012

Cuba en Iemanjá....

“En eventos culturales nosotros recreamos ceremonias afro-religiosas”, dije.
Contestaron categóricamente los hermanos cubanos: “Nosotros las hacemos”.

Relata la mãe de santo (afro)uruguaya Susana (Andrade) de Oxum en su testimonio sobre una ceremonia para Iemanjá (Yemayá) realizada hace poco tiempo en Cuba, con motivo del 32avo Festival del Caribe...


Iemanjá en Santiago de Cuba: Fiesta del Fuego - Festival del Caribe
Por Susana (Andrade) de Oxum


Sucedió en el año 2012 en la República de Cuba y en el Mar Caribe en aguas que circundan a la mayor de las Antillas, mirando a las Américas Central y Sur.
El homenaje a Yemanjá se realizó en Juan González, Municipio costero de Guamá; paisajes que entrelazan mares, ríos y montañas, playa de pedregales situada en la costa oriental de Santiago de Cuba, muy cerca de la Sierra Maestra y de Guantánamo, lugares imantados con historias cargadas de espíritus. Al adentrarse en el paisaje serrano y antes de la ensenada, se llega a la cascada del poblado Nima Nima nacida en lo alto de la sierra de la revolución, donde numerosos bañistas locales y foráneos acuden a disfrutar la belleza y energía del entorno. Dicen que en noches claras y a la distancia, desde allí se percibe la luminosidad de Haití. Islas menos grandes y más pequeñas, islotes o cayos, nos rodeaban como espectadores y partícipes de la hermosa comunión con la naturaleza.
La actividad a cielo abierto era parte del itinerario cultural del Festival del Caribe Edición Nº 32, prevista como una de las instancias representativas de la Fiesta del Fuego santiaguera, esencia de la más ancestral tradición afrocubana.
Muchos van para "limpiarse", y otros por folcklore o diversión. Las Madres del Agua cobijan sin preguntar, a todas y a todos.
Llegamos un poco antes del atardecer y los templos protagonistas y sus fieles, ya tenían armadas las ofrendas básicamente consistentes en flores, frutas, granos, hierbas, otras comidas y líquidos perfumados o bebibles. Cantaban a tambor batiente, haciendo resplandecer un día que se había mantenido gris aún en medio del intenso calor



En plena ofrenda de animales hecho por los santeros sobre las rocas cercanas dentro del agua, una cámara de televisión local registraba y hacía entrevistas a creyentes y curiosos, mientras las aves ofrecidas al mar, gallinas, patos y palomas por lo que pudimos apreciar, se mecían en las olas caribeñas, y una paloma inerte regresaba a la orilla de arena y piedras. También se ofrendaron un chivo a “Eleggua” y una oveja a “Yemayá”, por lo que la fiesta continuaría con comidas consagradas en algunas de las congregaciones religiosas allí presentes.
Resalto y anhelo la paz y espontaneidad con que expresan su sentir religioso los afrocubanos, ya que recibiendo la limpieza de las personas incorporadas, y como parte del público en medio de las faenas rituales, iban y venían autoridades de cultura y algunos de los prestigiosos académicos de visita en el archipiélago para hacer sus conferencias en el coloquio El Caribe que nos une.
En consonancia con el objetivo de la celebración planteada dentro de parámetros de promoción cultural e identidad, las costumbres místicas negroafricanas en la isla, son potenciadas por los gobernantes de la cultura como parte de una impronta nacional. Algo absolutamente insólito para nuestra mentalidad euro céntrica, occidentalizada y rioplatense.

(click en las fotos para agrandarlas)

En contactos previos al viaje, la coordinación de la Fiesta del Fuego nos cedió gentilmente y por iniciativa propia, un espacio para homenajear a Yemanjá “a la uruguaya” si así lo deseábamos, ofreciendo proporcionarnos y trasladar los elementos necesarios para la ofrenda, ya que Juan González dista unos veinte kilómetros o más de la ciudad santiaguera. Literalmente expresaron: “Les brindamos y llevamos lo que necesiten para el rito menos las aves, pues las que hay, ya están destinadas a paleros y santeros”. Dando a entender la eventualidad de gestionarlas con anticipación en otra instancia. Puntualización basada en criterios organizativos que nos sorprendió gratamente, pues además de demostrar convivencia, traslucía involucramiento formal con las colectividades africanistas locales. Agentes estatales comprometidos con el éxito de la actividad ceremonial, se encargan de proveer a los religiosos los elementos típicos para honrar a la Orixá en la playa; incluso los animales destinados a los correspondientes sacrificios.
Nos comentaban desde la organización de la Casa del Caribe que en años anteriores, estas ofrendas, ritos y faenas se hacían en la Casa de las Religiones Populares, segunda Casa del Caribe. Debido a que la entrada era abierta, pública y muy concurrida, no todo el mundo estaba preparado para comprender dichas manifestaciones y por ello se optó -además de estar actualmente en reparaciones la referida casa- por trasladarlos al aire libre en sus ámbitos naturales o en los lugares sagrados particulares o sea las casas-templo que se suscriban voluntariamente al calendario del festival.


Hicimos nuestra ceremonia modestamente pues queríamos ser espectadores más que protagonistas. Ellos no utilizan pipoca en sus comidas votivas ni desarrollan el mundo de Pombagira, pero nos acompañaron muy bien cuando “puxamos” para la Reina de las Aguas. Finalizandos los “puntos” (oraciones cantadas) y ofrendas dije un; “Bueno, ya está” a manera de “sigamos” y Lisandro de Eleggua Echu Bí, oficiante del ceremonial de bendición de la Mpaka -receptáculo de energía protectora- en el teatro Heredia en ocasión de entregarse el Premio Internacional Casa del Caribe dijo con su energía particular: “¡Mira tú que salió el sol cuando cantaste!”.  Sería casualidad pero así fue.
Ya liberada de la responsabilidad de lo nuestro, nos propusimos disfrutar su rutina religiosa en plena acción: filmarlos, rezar, limpiarme, sacar fotos, cantar con ellos, entrevistarlos, escribir sus giros idiomáticos para recordarlos y todo a la vez. ¡Gran bendición estar allí!
Besando la capital del Caribe tierra de Compay Segundo, Olga Guillot y Luis Carbonell el acuarelista de la poesía antillana; a quien tuvimos ocasión de disfrutar en vivo en la plaza principal, 92 años de pasión por su arte y su cuna santiaguera; digo un gran SARAVÁ y FELICITACIONES a los hermanos afroespirituales cubanos desde lo más profundo de mi corazón, por la valentía y autenticidad con que se presentan internacionalmente como población con identidad propia y a la fe como fuerte componente de su cultura, distintivo étnico y territorial. Al menos hoy día, concibo esta libertad espiritual solo en Cuba.


Me parece fantástico y digno de imitar en honor a nuestros ancestros y ancestras africanos y aborígenes que sufrieron rapto, tortura, vejaciones, genocidio, casi exterminio y un sinfín de humillaciones perpetradas por el sistema esclavista y la diáspora salvaje, generadores del capitalismo cruel. ¿Por qué esconderse hoy? ¿Ser condescendientes para qué y con quién? ¿Con los intereses económicos de un mundo imperialista feroz que nos transformó en mercancía y nos avasalló en lo más íntimo que un ser humano tiene; su sensibilidad y sus creencias?
Salve la resistencia fortalecida y recreada en los misterios de la espiritualidad milenaria que nos permitió subsistir como pueblo aún trasplantados. Salve la resiliencia africana que es volver a nacer desde la nada. Sobreponiéndose a dificultades históricas y a racismos estructurales y globalizados derivados de la invasión, han tenido la capacidad de observarse a sí mismos y hacer elaboraciones contemplativas de su memoria intrínseca y potente idiosincrasia de matriz afroindígena.
Portadores, intérpretes, investigadores, transmisores y sobre todo; concientes. El trabajo de la Casa del Caribe es afirmación latinoamericana y cultura para el desarrollo. Es Caribe como espacio de integración de este lado del mundo.
La convocatoria a participar del festival habla por sí sola: “Llamamos a artistas y practicantes de cultura y religiones populares a participar con todas las dimensiones de sus propias culturas nacionales.”
Así pensado, el programa incluye como puntos altos entre las actividades variadísimas intelectuales y artísticas, ceremonias “mágico-religiosas” dado el carácter devocional de tales manifestaciones -o sea no son representativas sino reales-  llevadas adelante por sacerdotes y sacerdotisas en distintos puntos de la naturaleza o directamente en sus casas-templo de Santería, Palo Mayombe o de los distintos cultos practicados en el archipiélago, generalmente establecidos en los domicilios particulares del ministro o ministra, y de sus entidades sagradas a la misma vez.
Esa familiaridad con los seres espirituales es característica y también obedece a circunstancias materiales, como también pasa por estas latitudes, que impiden tener un inmueble dedicado exclusivamente a lo sagrado, atendiendo a la modesta realidad de las religiones populares en general y sus líderes. También es un mensaje; vivir lo esotérico como parte del ser social sin visos de fanatismo.


La celebración de ritos dentro del calendario de actividades culturales, si bien es una costumbre caribeña y de organismos a nivel mundial como UNESCO, es toda una novedad para nosotros uruguayos, “blanqueados” a la fuerza en una sociedad predominantemente cristianizada, que ve como normales las creencias europeas y sus derivadas y como “raras” a casi todas las otras, con marcado énfasis en los cultos africanos o indígenas a los que el prejuicio indica menospreciar y emparentar con estafas o “chanterías”, impidiendo esto aquilatar el enriquecedor y profundísimo acervo cultural que portan.
Recuerdo haber dicho a hermanos cubanos de visita en Uruguay “En eventos artísiticos nosotros recreamos ceremonias afro-religiosas”. A lo que contestaron categóricamente: “Nosotros las hacemos”.
Era impensable en nuestro medio -todavía lo es salvo excepciones excepcionalísimas- en un calendario a nivel institucional, promocionar sesiones afroumbandistas integrando el programa. Cuesta entender que la religiosidad es componente cultural afro fundamental. Uno de los aportes más potentes de su impronta étnica a la “uruguayés” junto al candombe, expresión de cultura popular predominantemente artística y musical surgida de la misma raíz y socializada con apariencia de mero divertimento.


Hoy existe una actividad sugerida por Pai Julio Kronberg de Atabaque que también es asesor del Dpto. de Cultura en la Intendencia de Montevideo y coordinador en Diversidad Cultural, que integraría los festejos de “2013 Montevideo: Capital Iberoamericana de la Cultura”: son las fiestas de San Juan dedicadas a los Africanos de Umbanda y sus tradicionales fogatas purificadoras. Los 24 de junio son celebraciones basadas en cambios periódicos de la naturaleza, acontecimiento relevante para diversas etnias llamado con diferentes nombres, relativo al movimiento astral que determina uno de los equinoccios. En los templos de Umbanda en tales ocasiones, se hacen fogatas pidiendo limpieza astral y bienestar para los asistentes, y el día especial conlleva la posibilidad de ver caminatas sobre brasas.
Lo resaltamos pues no es habitual que se brinden esos espacios. Hay abundante sobre exposición pública de la religiosidad dominante, asumida y consumida como parte de la historia del país sin que se queje nadie de “violación a la laicidad”. Simplemente es un “estado normal de desigualdad” tolerado.
¡Qué falta hizo en Cuba Germán; nuestro hijo carnal y tamborero desde la infancia! ¡Cuánto es necesario el intercambio entre percusionistas de religiones de matriz afro de diversos países! Músicos, tocadores y cantores de trasmisión oral ritual, portadores de tradición por excelencia.
La Fiesta del Fuego es una ocasión inmejorable para compartir saberes musicales nacidos en los ritos, columna vertebral de la mayoría de los ceremoniales de origen afro. Esos legados inmateriales tienen el valor inconmensurable de lo efímero, y son las personas, instituciones y administradores de cultura quienes tienen la posibilidad y responsabilidad de perpetuar dicho patrimonio intangible y transgeneracional.


Aquí batallamos constantemente por el reconocimiento en partes iguales de los aportes de las tres raíces étnicas que conforman nuestra nacionalidad y para que no existan supremacías culturales. Nuestro trabajo social es la valorización de las costumbres aborígenes y africanas en su integral dimensión, buscando equidad en el tratamiento y la comprensión de la importancia sustancial que tiene el mundo espiritual y religioso en dichos pueblos originarios y sus descendientes biológicos y culturales. Lo que vivimos en Santiago de Cuba en este sentido, es palmariamente  invalorable.
El Festival es una estupenda herramienta de afirmación de la identidad latinoamericana y afrocaribeña, volcada a ser un puente cultural con miras a la integración territorial, política y económica, colaborando en la descolonización ideológica y real sufrida por algunos territorios que aún permanecen como departamentos de ultramar o simples propiedades de las potencias otrora y actualmente colonizadoras. Por la libertad, la independencia formal y económica, y la integración de los países emergentes y en desarrollo del “Nuevo Mundo”; ¡Bendiciones Fiesta del Fuego y que vivas para siempre!


Reitero mi admiración por la fuerza de lo popular en Cuba. Isla de la magia hecha religión en la cual la luz proviene de una resplandeciente oscuridad. Donde al decir de Bastide: “La esclavitud transformó lo africano en negro” como en casi todas las regiones de las Américas colonizadas.
Mis respetos al sistema de valores del pueblo cubano. Son ellos mismos sin ostentación y también con orgullo. Casi naturalmente cultos, artistas, cantores, agradecidos, ceremoniosos, bailarines y hospitalarios. Un pueblo digno y trabajador, pensante y conciente de la tarea que supone defender la herencia ancestral indígena y negra que les hace tan cubanos.
Aún en medio de dificultades históricas que a mi juicio han preservado y purificado esa esplendorosa psiquis colectiva revolucionaria y transgresora, destaca la actitud positiva ante la vida como sesgo de identificación nacional. La confianza en el mañana y la entrega al hoy con devoción, ritmo y alegre esfuerzo. La certeza de superación. Su canto perenne a la libertad, el amor a su patria y a su gente.
Rodeados de la bendición del agua; sin dudas no solamente sobreviven. Viven y disfrutan la vida.