miércoles, 2 de marzo de 2011

Nuevo estilo de candombe (6)


Comentario de Alejandro Frigerio:
Para seguir con el diálogo, algunas ideas –no muy elaboradas- suscitadas por las dos opiniones anteriores y aprovecho para salir del caso específico que originó el intercambio y pensar en términos más generales.
1- Siguiendo a Berenice, creo que hay que tener claro el “sentido político” de las mezclas, fusiones, etc. Esto no necesariamente debería restringirlas, pero si sería bueno tener una idea de las consecuencias de algún tipo de mezclas y no otras. Propongo, claro, entender esto con una cierta liviandad –tener conciencia pero sin perder la ternura, ni la diversión ni el goce estético. Estamos hablando de música. Resalto sólo la necesidad de aplicar una cierta dosis de “imaginación sociológica”: para comprender las fuerzas sociales operando por detrás de determinadas opciones individuales y estar conciente de lo que uno hace.
2- Sobre la pregunta de Alejandro de “qué hacer”? Diría que un gran aporte que pueden hacer músicos eruditos a géneros populares es registrarlos, codificarlos (en sus numerosas variaciones) y ponerlos a disposición de alumnos y otros músicos para que los añadan a su espectro de recursos creativos –en un pie de igualdad con otros más validados socialmente. Que sirvan para hacer nuevas creaciones, no necesariamente fieles reproducciones, ni fusiones ni hibridaciones sino nuevas músicas. Para usar dos ejemplos cercanos (por ser mis amigos), pienso en las codificaciones de música afrocubana y afrobrasilera de Miguel Tallo (que hay que conocer como base de la cual partir, pero a la vez trascender o actualizar para mostrar el carácter vivo y bien diverso de estas musicas), y en la obra de Ramiro Musotto, a quien acompañé en varias incursiones en candomblés y en un viaje a Nueva York. Como siempre lo hago, recomiendo una vez mas ver la larga entrevista que le hacen en el dvd Sudaka. Ahí se puede apreciar su profundo conocimiento de varios géneros populares –que va más allá del de muchos artistas nativos que generalmente profundizan en uno sólo– y ver cómo justifica sus elecciones estéticas -por qué y cómo usa algunos géneros en sus temas. Este conocimiento no se traduce en fiel “reproducción”, ni en “hibridación”, sino en una creación absolutamente novedosa que –para mí, al menos- no pierde el espíritu ni –especialmente- la polenta de las formas originales. Aquí creo que se hace evidente su background como músico de carnaval, y sus muchos años en Bahía –hay un entendimiento bahiano de cómo debe conmover esa música. Creo que en ambos casos el conocimiento erudito está puesto al servicio de la mejor comprensión de lo popular y en el de Ramiro, especialmente, hay un descentramiento creativo interesantísimo. Lo popular no corre atrás de lo moderno o lo erudito ni está a su servicio, sino que se invierte la relación, o quizás ya no queda muy claro cuál es, qué está en el centro y qué en la periferia. En este encuentro (para no ponerle nombre) no hay un disciplinamiento, domesticación o banalización de lo popular –en este caso, de lo afro. En mi opinión, claro, seguro que se puede apreciar de manera diferente –pero para brindar un ejemplo que siempre me parece interesante.
3- Reconozco que es difícil establecer qué es “nuevo”, que es “mezcla”, que es “hibridación”, pero si no nos perdemos en las categorizaciones, resulta útil entender, como señala Berenice, las distintas formas de encuentro de músicas que gozan de diferente legitimidad social y las disímiles consecuencias que traen aparejadas.
4- Repito que no intento bajar línea acerca de qué "se debe hacer". Cada uno de nosotros es un individuo único y no debe ser clon de nadie. Como no soy músico ni etnomusicólogo –apenas ferviente entusiasta de muchos géneros afroamericanos- sólo intento aportar un poco de imaginación sociológica….