domingo, 20 de mayo de 2012

Perdidos en las tribus


Ya me preocupa un poco (bastante) el estado de carencia civil que reflejan los comentarios positivos de varios amigos, o personas que aprecio y respeto sobre las deslucidas palabras pronunciadas por Cristina en Angola respecto de la “población de origen afro” de nuestro país.
Menem dijo algo así como “en Argentina no hay negros” –de nuevo,  estoy por salir de viaje mañana y escribo más atolondrado que lo usual. Pues bien, lo que Cristina básicamente dijo fue: “en Argentina hubo (muchos) negros” -pero de ninguna manera reconocíó la existencia actual de afrodescendientes.  Esto debe quedar claro. En ningún momento dijo “en Argentina hay negros” (afrodescendientes, afroargentinos, personas negras, etc.).
Que el entusiasmo por su carisma, sus capacidades dancísticas y el hecho de que la presidenta haya pronunciado la palabra “negros” en alguna oración junto con la palabra “Argentina” no nos haga creer otra cosa. Prácticamente dio por finalizada la esclavitud en 1813 –siguiendo el mito escolar- y citó un censo de 1778. Ni siquiera llegó al 30 % de la población de 1810, o  la presencia candombera en la epoca de Rosas –o sea, aún por los mitos usuales, se quedó corta. La referencia más contemporánea fue a las murgas, no al candombe.
Básicamente, nada en el discurso de Cristina hace pensar que actualmente hayan argentinos que puedan compartir una ascendencia con aquellos a quienes les hablaba.
Según lo que dijo, los negros estuvieron en el pasado argentino. Esto en un gobierno que en 2010 incluyó una pregunta sobre afrodescendencia en el censo nacional.  Mal redactada, pero la incluyó. ¿Se enteró de ello nuestra presidenta?
Dije y repito: hay organismos del Estado argentino que han hecho un acercamiento a los afrodescendientes. Si el tema interesara mínimamente al gobierno o a estos organismos, deberían haber redactado una carilla con un discursito mínimo que efectivamente, incluyera a la población afrodescendiente local actual y que revelara la voluntad de una relación realmente horizontal entre dos países “del sur”. Una presencia física, como dije, hubiera sido realmente relevante.
Escuché que la presidenta expresaba su deseo de “que estudiantes angoleños puedan venir a estudiar en Argentina”. Muy bien!. ¿Pero si se hubiera tratado de un país europeo, la frase no habría sido acompañada por un deseo de reciprocidad?
Condenamos el hecho de que por un programa televisivo tres familias argentinas vayan a adaptarse a las pautas culturales de tres “tribus” (dos africanas) pero sin embargo aplaudimos entusiastamente cuando nuestra presidenta prácticamente pretende “civilizar” a los angoleños, -quienes, según el discurso de nuestro gobierno, parecen carecer de cualquier conocimiento práctico-. Nos parecen ridículos los esfuerzos de estas familias de clase media por interactuar con sus anfitriones, pero aplaudimos los pasitos de baile y los exagerados abrazos presidenciales con las mujeres de Angola. ¿Por qué una relación que intenta ser horizontal o de aprendizaje con Otros es condenada en un caso, y otra de eminente superioridad es festejada en otro?  Enigmas del carisma, supongo…
Sugiero que dejemos de contentarnos con apenas pequeñas retórica alusivas, eventitos episódicos, presencias de compromiso de funcionarios demagógicos que buscan el aplauso en reuniones, plaquetitas que probablemente sean robadas antes de que se oxiden y puestitos –rentados o no… Todo esto puede haber llamado la atención en un comienzo, cuando eran una novedad. Pero lo que hace falta ahora son políticas públicas reales y continuadas, así como el reconocimiento en todos los niveles estatales, no de la manera espasmódica,  circunscripta y acotadamente simbólica en que se da actualmente. Real reconocimiento, real presencia, real retribución, real ciudadanía… ¿Es mucho pedir?
(Confieso que hago mis apreciaciones a la luz de la experiencia afro-brasilera, colombiana y uruguaya –y por mas que numéricamente no sea la misma situación, las aspiraciones no tienen por qué ser muy diferentes. Aspirar a menos por una cantidad poblacional seguramente menor a la de esos países es acostumbrarse a ser ciudadanos de segunda, lo que puede parecer mejor que no ser considerado ciudadano, pero es bastante menos que efectivamente serlo.
Y reitero, puedo ser injusto en mi evaluación del bailecito..)

Ver entrada anterior en este blog, y, sobre las declaraciones de Cristina:
http://www.telam.com.ar/nota/25603/
pero sobre todo, el video que subo en otra entrada (de hoy) del discurso presidencial en Angola.

Discurso de Cristina en Angola -video



Gracias a Darío La Vega, pude escuchar -y adjunto- el discurso completo de Cristina en Angola.
Queda claro que todas las referencias a la "población afro" son del pasado -varias, como dije, no del todo correctas- y no superan la mitología habitual.
Hay una referencia más extensa e interesante sobre las murgas -minuto 8 en adelante- que me permite entender mejor el entusiasmo del master Ariel Prat.
Entremezclada, hay una mención al candombe que también, proviniendo de un presidente argentino, no debe ser desdeñada -cualquiera sea el género musical que ella denomine con esa palabra. 
Mejora un poco mi impresión general del discurso, aunque de todas maneras, alguien debe señalar que una (muy) buena proporción del vaso sigue estando vacío...  :)