lunes, 30 de mayo de 2011

Danzas africanas (2): Estética y moralidad en otro contexto cultural

 Cabeza de terracota - Museo Nacional de Ifé (Nigeria)

A medida que traducía las frases del trabajo de Thompson, me llamó la atención cómo se me complicaba hacer comprensibles varias de las cualidades que, según este autor, transmitían las danzas africanas, y que constituían lo esencial de una estética de lo “cool” o de la “coolness”. Empezando por el término mismo, que no significa frialdad, como se podría pensar en primera instancia, sino que condensaba una serie de significados, y que podrían ser mejor resumidos, quizás, con la palabras decoro o compostura.
Una de las primeras frases ya me trajo algunos problemas: “Black religions are instruments of moral edification and entertainment, excitement and decorum…” (cursiva en original, para señalar la aparente paradoja).
Existe en español “edificación moral”? Qué significa exactamente “decoro”? Como siempre, fui al diccionario online de la Real Academia.
Sí, existe Edificación: "Efecto de edificar (‖ infundir sentimientos de piedad y virtud)". Y Decoro: "circunspección, gravedad". Ok, había pensado lo de circunspección, pero tampoco estaba seguro de saber lo que significaba. Me fijé. Circunspección: "1) Prudencia ante las circunstancias, para comportarse comedidamente y 2) Seriedad, decoro y gravedad en acciones y palabras".

 Foto: Pierre Verger. Libro: Os Orixás: Deuses Iorubás na África e no Novo Mundo
Con las definiciones claras, el problema era: ¿por qué, si conocía las palabras, no estaba muy seguro de su significado? Peor, ¿por qué las escuchaba tan poco en nuestra vida cotidiana? Y aún, ¿por qué me sonaban tan moralizantes? Más que conceptos expresados a través de danzas africanas, me parecían propias de algún pastor evangélico.
Me arriesgaría a decir que pocos practicantes de danzas africanas en el país considerarían todos estos comportamientos como virtuosos, sino que por el contrario, verían y valorarían en su quehacer cultural diversión, emoción, individualismo, algo de descontrol y en algunos casos, regresiones a estados “primitivos” y más “auténticos”, que liberarían al individuo y su cuerpo de los pesados y rígidos cánones sociales. La danza africana, según la concepción local sería más un espacio de alegría y libertad (emocional y corporal) que de compostura –no hace falta más que ver los anuncios de clases que circulan por internet.
De manera similar, en foros de internet de practicantes de religiones afro se valoran la autenticidad, el ser como se es realmente, el decir lo que se piensa y siente más que la circunspección –lo que lleva continuamente a peleas y discusiones muchas veces absolutamente faltas de decoro. El auge contemporáneo de la quimbanda –y, más aún, las modalidades que adopta en estos días- son también el opuesto de estos valores.
Son mayormente quienes practican versiones más “reafricanizadas” de estas religiones –o están iniciados en Ifá- quienes reivindican el valor del Iwá Pelé (buen carácter), una noción que sí se aproxima bastante a la de coolness formulada por Thompson.

Cabeza coronada de Rey (Oní) - 1100-1500- Latón - Museo Nacional de Ifé (Nigeria)

Todo esto plantea, claro, cuestiones de diferencia cultural, y también de traducción y de recepción (culturales). ¿Será que Thompson –norteamericano al fin- estaba haciendo una lectura “protestante” de la cosmovisión Yoruba? ¿O quizás quiso resaltar los aspectos que iban precisamente en contra de la imagen de sentido común occidental de la danza africana: descontrolada, lasciva, frenéticamente emotiva –una especie de trance sin control ni propósito más que la diversión y el frenesí?. Puede ser. Uno no puede olvidarse de su formación en una determinada cultura cuando examina otra y ciertamente hay en el autor una loable actitud militante de reivindicación y de amor por su objeto de estudio. Pero estudios posteriores llegan a conclusiones semejantes, lo que le otorga a estos valores africanos expresados en la danza una verosimilitud que va más allá de los esfuerzos de determinados estudiosos.
 
 Foto: Pierre Verger. Libro: Os Orixás: Deuses Iorubás na África e no Novo Mundo

Según la versión Thompsoniana de la danza africana, ésta idealmente presentaría un individuo que demuestra control y dominio del arte, y también de su persona como miembro de un grupo comunitario. La conjunción de dominio y equilibrio artístico, personal y grupal indicaría también una alineación con lo ancestral (su grado de coolness lo asemeja a un ancestral) y el equilibrio del cosmos.
Queda entonces, pensar cómo en nuestro entorno cultural son recibidas y resignificadas estas prácticas. Sin duda lo que allí es cultural, aquí pasa a ser contracultural. Lo que allí es una confirmación de un individuo que ejerce su rol dentro del grupo y la comunidad, aquí pasa a ser una afirmación de la diferencia del individuo respecto de su cultura –que adopta prácticas culturales que no son las –consideradas “típicas”- de su medio social. Por ello, para varios, su atractivo y su carácter “liberador” –dejan que la persona sea como ella quiere, más allá de los condicionamientos culturales, cumpliendo uno de los ideales del individualismo en sociedades (sobre/hiper/pos?) modernas.

Busto de Rey (Oní) - 1500-1600- Latón - Museo Nacional de Ifé (Nigeria)

Sin embargo, tampoco hay que olvidar que estas prácticas se ejercen dentro de una determinada visión estereotipada de cuál y cómo sería la cultura del Otro que se adopta. En este caso, resulta difícil escapar –aunque hay intentos más y menos exitosos- de la imagen estereotipada de los “negros” y de su cultura que tenemos en Buenos Aires. En el peor de los casos, sucedería una adopción de la cultura del “Otro” en los términos más estereotípicos sugeridos por la propia cultura. Con lo cual, como dije alguna vez, se contribuye a la banalización de la cultura de origen africano y más que liberarse de la propia, se está todavía prisionero de sus espejos más deformantes. Una ilusión de liberación. El mejor conocimiento de la cultura del Otro según sus propios valores y en sus propios términos y una apropiación honesta, pensada y conciente puede ayudar a una práctica verdaderamente contracultural.
Tampoco vendría mal como correctivo a nuestra contemporánea propensión a desdeñar cualquier interacción circunspecta y mínimamente orientada hacia los otros en vez de hacia nuestra propia satisfacción.

Fotos:
1- Artículo de Robert Farris Thompson: An aesthetic of the cool. Publicado en African Arts 7(1). 1973
2 y 4: Foto: Pierre Verger. Libro: Os Orixás: Deuses Iorubás na África e no Novo Mundo
3 y 5: Libro Arte Africano de la Visual Encyclopedia of Art (muy recomendado, se consigue en librería Paidós de Av. Santa Fe 1685)