jueves, 2 de julio de 2009

El blues, los Rolling Stones, el diablo....

Una nota del Clarín de hoy da cuenta del nacimiento del blues blanco inglés y muestra la admiración de los Rolling Stones por los músicos de blues afro(norteamericanos. El propio Keith Richards relata sus primeros encuentros con esta música, y su descubrimiento de Robert Johson, el bluesman supremo. La mención de este músico nos lleva a recordar su presunto encuentro con el diablo -en un cruce de caminos- que dio origen a su destreza incomparable con la guitarra. De ahí a Legba y a la Salamanca, hay un corto paso... afroamericano...

El nacimiento del "blues blanco"

Clarín, Jueves 02, Julio 2009, Espectáculos
El debut de los Rolling Stones y la muerte de Brian Jones
Dos grandes hitos de la historia del rock
Se cumplen 45 años del primer álbum de los Stones, en tanto que el 3 de julio de 1969, el guitarrista Jones se suicidó. Por el primer hecho, nació el blues blanco. Aquí, el mismo Keith Richards explica su relación con el género negro. Por el segundo, terminó el idealismo de los ´60.
Por: Alfredo Rosso
En julio de 1964, los Rolling Stones disfrutaban de su primer puesto número uno en Inglaterra: It's all Over Now (Womack & Womack). Pero la piedra fundacional del blues blanco ya estaba rodando con la edición de su disco debut, unos meses atrás. ¿Cuál fue el contexto que permitió que tal milagro sucediera?
Todavía flotaban en el aire recuerdos de las privaciones de posguerra: el racionamiento de comida y de electricidad, y en las principales ciudades británicas aún podían verse a lo largo y ancho las tremendas cicatrices que habían dejado las bombas nazis en el tejido urbano. Sin embargo, la reconstrucción avanzaba, y no solamente en el campo edilicio. En la música, esos primeros años '60 verían una auténtica revolución: la del blues blanco inglés.
La saga de los Stones comenzó con Alexis Korner, un cantante y guitarrista por cuyas venas corría sangre turca, griega y austríaca, que había descubierto el blues poco después de llegar a Inglaterra con su familia, proveniente de París con su familia en medio de la Segunda Guerra Mundial. Terminado el conflicto, Korner comenzó a tocar blues en clubes y salones de baile, aprovechando una invitación del Chris Barber, por entonces director de una banda de jazz muy popular. A fines de los '50, sin embargo, Alexis había convencido a otro entusiasta del blues, el armoniquista y cantante Cyril Davis, de formar un conjunto de blues, la Blues Incorporated. Korner y Davis se hicieron fuertes en el club Ealing, en el barrio Richmond, y desde su modesto reducto blusero consiguieron cautivar a toda una nueva generación de aspirantes a bluesmen, quienes fueron engrosando la formación de la Incorporated. Entre los jóvenes que se sumaron al proyecto estaban el cantante Mick Jagger y sus amigos Keith Richard y Brian Jones, que tocaban la guitarra eléctrica, y un baterista llamado Charlie Watts. El repertorio de la Blues Incorporated se basaba en covers del blues eléctrico de Chicago y otras composiciones más antiguas.
De la Blues Incorporated surgió la Graham Bond Organisation -con la futura base rítmica de Cream, Jack Bruce y Ginger Baker- los Pretty Things y los Rolling Stones. Como toda naciente banda inglesa de blues los Rolling tocaban temas fundacionales del género y también del rock de los '50; material de Muddy Waters, Bo Diddley y Chuck Berry, entre otros. Pero a diferencia de varios de sus competidores, los Stones podían hacerlo con autoridad y destreza. Su primer territorio musical fueron clubes londinenses como el Crawdaddy y, ya con Andrew Loog Oldham como manager, el Marquee.
Dick Rowe, el ejecutivo de Decca que había cometido la gaffe de rechazar a los Beatles, fichó inmediatamente a los Rolling Stones ni bien escuchó unos demos que le acercó Andrew Loog Oldham. Como probando las aguas, los Stones debutaron con un sencillo rock de Chuck Berry, Come On, pero al momento de entrar a grabar su álbum debut, la premisa fue sacar al terreno toda la artillería. Así fue como, a fines de abril de 1964 -fines de mayo en Estados Unidos- apareció uno de los álbumes debut más importantes e influyentes del rock y el blues inglés.
The Rolling Stones comenzaba con Route 66. Su autor era Bobby Troup, un compositor, pianista y cantante que había escrito temas para Frank Sinatra, Nat King Cole y varias bandas de película. Después venía el clásico de Willie Dixon I Just Wanna Make Love To You que dio a conocer al mundo en un principio el gran Muddy Waters. El arreglo más rápido y enérgico de los Stones demuestra claramente que no eran una mera imitación de sus ídolos.
Otra de las piezas selectas de este debut fue Honest I Do, de otro ídolo del grupo: Jimmy Reed, quien tuvo un puñado de éxitos para el sello Vee Jay en los años '50 y '60 y también compuso el clásico Baby, What You Want Me To Do. Los Stones también ratificaron su admiración por otro ilustre representante de la escena de blues estadounidense, Bo Diddley. Con su estilo rítmico entrecortado y su uso habitual del slide guitar, Diddley tuvo una enorme influencia en la joven escena inglesa. En este primer disco, los Stones reproducen respetuosamente su tema Mona, I Need You Baby.
Aunque el principal referente de los primeros Rolling Stones era el blues de Chicago, también estaban abiertos al soul. El cantante Rufus Thomas fue una de las grandes estrellas del sello Stax, y su hit más recordado fue Walking The Dog, elegido por los Rolling para cerrar este disco. Por su parte, Marvin Gaye, fue un coloso del sonido de Motown. Eligieron su tema Can I Get A Witness.
Consciente de las ventajas de componer material propio, Andrew Loog Oldham presionó a Jagger y Richards para que escribiesen temas juntos. Los esfuerzos de Mick y Keith en este primer disco son algo tibios, pero se hacen presentes con la balada Tell Me You're Coming Back y en Little By Little, canción compuesta en sociedad con el productor Phil Spector. Hay también un tema instrumental, Now I've Got A Witness Like Uncle Phil And Uncle Gene, resultado de una zapada.
En 1964, los Stones respiraban autenticidad en su repertorio de blues, algo que era percibido instantáneamente por su audiencia. Si su imagen escénica resultaba amenazante para el recatado inglés medio, esto tenía que ver con la sensualidad y sexualidad natural de la música y con las letras sugestivas de temas como la del bluesman Slip Harpo, I'm A King Bee, cuya letra decía: "Soy el rey abeja, tengo un aguijón que pica muy lindo y puedo hacer rica miel, nena; dejame entrar". El álbum se completaba con una bala da clásica You Can Make It If You Try, del compositor y productor de Nashville Ted Jarrett, y con Carol, otro clásico de Chuck Berry.
Crudo, lírico, sensual, excitante, este primer álbum de los Rolling Stones -que en estos días cumple 45 años- fue un hito, ya que se pasó varios meses al tope de las listas de ventas de álbumes ingleses. La banda pronto tendría muchos seguidores, ya que en los meses siguientes bandas como los Yardbirds, los Animals, los Pretty Things, el Spencer Davis Group llegarían al disco y consolidarían el blues blanco inglés, que iba a alcanzar un pico de excelencia en 1966 con Bluesbreakers, de John Mayall y Eric Clapton. Ya el blues made in England era ya una realidad irrefutable: los Stones habían mostrado el camino.

Keith Richards sobre el blues y Robert Johnson

(una de las dos fotos conocidas de Robert Johnson)

"Es muy difícil decir cuando identifiqué al blues como un estilo musical particular. Mi mamá me hacia escuchar jazz, mucho Billie Holiday, Holdiy, Billy Eckstine, Sarah Vaughan. No era el country blues de los Estados Unidos pero, con el tiempo, me di cuenta de que me criaron escuchando una amplia base de música blues sin ni siquera saberlo. Por eso, de algún modo, soy resultado de lo que escuchaba mamá. Uno no sabía si Chuck Berry era negro o blanco. Después, poco a poco, me di c cuenta de que lo que tocaba esa gente estaba íntimamente relacionado con lo que yo había escuchado de chico. Pero era algo más despojado, mas rural. Mas tarde empecé a tratar de averiguar de donde lo habían sacado. Ahí me puse a escuchar a Muddy Waters, y, sin darme cuenta, eso me llevó a Robert Jonson.
(…) Empece a estudiar ese material y me di cuenta de que los blueseros hablaban de hacer el amor. Y ahí estaba yo estudiando lo que hacían, pero sin sexo. O sea, en mi vida faltaba algo obviamente para ser un bluesero, tenía que ver que era que ese “jugo de limón que me corría por la pierna”. Y además, esos tipos vivían la vida, no estudiaban. Yo amaba el rock and roll, pero tenia que haber algo detrás del rock and roll. Tenía que haberlo. Naturalmente, descubrimos que era el blues. Todos pensabamos que había un agujero en nuestra formación y por eso volvimos a los años ‘20 y los ‘30, para ver cómo hacían las cosas Charles Patton, o Robert Johnson, el supremo (…)"

Fuente: Clarín del 2 de julio de 2009 , original de The Guardian

Robert Johnson y el diablo....

La historia de Robert Johnson -más bien su leyenda, ya que de él poco se sabe- resulta particularmente interesante para la comprensión del mundo afroamericano por su conjunción de música, magia y reivindicación tardía por el mundo blusero y rockero blanco.
La admiración de Keith Richards por el músico, por ejemplo, va bastante más allá de lo que se vislumbra a través de sus palabras reproducidas en Clarín –y en la entrada anterior del blog. Llegó a decir: “La primera vez que lo escuché, oía dos guitarras, y me llevó un tiempo darme cuenta de que en realidad el único que tocaba era él”. De manera similar, Eric Clapton afirmó que para él “Robert Johnson es el músico de blues más importante que existió…. Nunca encontré algo mas profundamente lleno de soul (soulful) que Robert Johnson”
Entre los varios honores que su música y persona recibieron (casi cincuenta años después de su muerte) figuran el quinto lugar en la lista de la revista Rolling Stone de los 100 mejores guitarristas de todos los tiempos, su inclusión en el Rock and Roll Hall of Fame (dentro del rubro “influencias tempranas”) y el otorgamiento de un premio Grammy en reconocimiento a sus logros (recibido por su hijo en 2006). El disco que recopila las 29 canciones que de él conocemos (The complete recordings of Robert Johnson) editado en 1990, ganó un Grammy ese año como “mejor álbum histórico” y al año siguiente fue premiado en categorías similares por la revista Downbeat y en las Blues Foundation Awards. Cuatro temas de Jonson figuran en el Rock and Roll Hall of Fame entre las 500 canciones que formaron a ese género (Sweet Home Chicago, Love in vain, Cross Road Blues y Hellhound on My Trail). Complete recordings recopila los temas anteriormente aparecidos en King of the Delta Blues Singers (volúmenes 1 y 2), sus long-plays de 1961 y 1970. Las canciones originales fueron grabadas en 1936 y1937 y editadas en discos de pasta que alcanzaron tan sólo un módico éxito en el sur y sudeste de los EEUU.
Su reconocimiento post mortem, debido mayormente a la admiración de su obra por músicos contemporáneos (mayormente blancos) excede en mucho al que alcanzó durante su (corta) vida (1911-1938) durante la cual se desempeñó como músico itinerante y callejero por distintos pueblos y ciudades a lo largo del delta del Mississipi, en el sur de los EEUU. Su trayectoria fue reconstruída tan sólo recientemente, por medio de investigaciones que se basaron en testimonios de los músicos de blues que lo conocieron y que dieron origen a varios libros y documentales.

La leyenda de Robert Johnson resalta siempre su destreza con la guitarra y lo apropiado del adjetivo “endemoniada” para calificarla. La cualidad que el adjetivo denota debe tomarse en un sentido más bien literal, ya que ésta provenía, según el propio relato del músico, de su encuentro con el diablo en un cruce de caminos. Ya fuera en broma (para algunos) o en serio (según otros) el relato -que ha sido recreado literariamente varias veces e inspirado leyendas urbanas y creencias populares en EEUU- narra el encuentro con un hombre negro de gran tamaño en un cruce de caminos. Luego de que éste le afinara la guitarra, tocara unos temas, y se la devolviera, el músico habría adquirido una destreza formidable para el instrumento. Algunos testimonios reales dan cuenta del progreso asombroso que logró como ejecutante en un corto período de tiempo, abonando la leyenda diabólica.
La leyenda del encuentro con el diablo en el cruce de caminos y los dones musicales que conlleva, sin embargo, es anterior a la vida de Jonson y abarca a un espectro mayor de músicos: tocadores de banjo, violinistas, acordeonistas y aún profesionales en el juego de barajas o dados. Según algunos, la historia se inspiraría también -o aún más- en la vida de otro bluesman, de nombre similar: Tommy Johnson, famoso principalmente durante la década de 1920. La leyenda –y su asociación con Robert- se popularizó con la película de ficción Crossroads de 1986, que relata la búsqueda de un joven músico blanco de la 30ava e inédita canción de Johnson (recordemos que Complete Recordings tiene 29) en sus viajes por el sur de los EEUU. También aparece en la más actual “¿Donde estás hermano?” dirigida por los Cohen, en una escena en la que se aprecia un cruce de caminos en el medio de la nada, y allí parado un músico negro a quien los protagonistas recogen. Este músico, que recibe el nonbre de Tommy Johnson en la ficción, también dice haber vendido su alma al diablo.


(Encuentro con Tommy Johnson en cruce de caminos en la película ¿Donde estás hermano?)
Sea cual fuere el status de veracidad que el mismo músico le asignara al encuentro, es indudable, sin embargo, que al menos seis de sus canciones hacen referencia al diablo o a persecuciones diabólicas. Una de sus obras más conocidas, Crossroads blues, sin duda reafirma la leyenda. El tema se hizo famoso a fines de la década de 1960 al ser versionado por Cream. Más explícita todavía respecto de un pacto diabólico resulta Me and the devil, que señala
Early this morning when you knocked upon my door
Early this morning, umb, when you knocked upon my door
And I said, 'Hello, Satan, I believe it's time to go,

Y luego
You may bury my body down by the highway side/
You may bury my body, uumh, down by the highway side/
So my old evil spirit can catch a Greyhound bus and ride

La conexión con practices y creencias afroamericanas (de distinta antigüedad y origen ) aparece claramente en otro de sus más reconocidos temas: Hellhound on my trail. El título de la canción (un perro del demonio sigue mi rastro) hace referencia a una creencia vigente en las iglesias evangélicas negras, para cuyos integrantes los músicos de blues estaban, por su forma de vida, decididamente del lado del demonio.
Una parte de la letra de la canción, además, no puede sino resultar muy familiar para quien haya leído los trabajos del antropólogo Wade Davies sobre la utilización de polvos “mágicos” en el vodoun haitiano. Dice:
You sprinkled hot foot powder, mmm, around my door
All around my doorYou sprinkled hot foot powder, all around your daddy's door
Estos polvos, para enamorar, alejar a una persona o envenenarla, son efectivos tanto a través de su (generalmente involuntaria) ingestión como al ser absorbidos a través de la piel –para el caso de la canción, como en Haití, al pisarlos una persona descalza. Según el relato de Wade Davies son muy comunes en el vodoun y formas similares pueden sin duda formar parte del repertorio de los root doctors del sur de los EEUU.
La letra de la canción suena algo más amenazante y premonitoria si se sabe que el músico murió a los 27 años envenenado, probablemente por el marido de una de sus numerosas novias/amantes. Algunos dicen que fue estricnina en el whisky, otros señalan que, por los tres días que pasó en agonía, debe haber sido utilizado otro ingrediente.
Claro que las referencias a la cercana presencia del demonio también deben ser interpretadas dentro del contexto de la época. Menos que a tendencias diabólicas anticristianas de Jonson, pueden/deben hacer referencia al lugar marginal que los músicos de blues ocupaban en la época. Su forma de vida y su música dentro de un contexto más bien puritano eran consideras diabólicas tanto por los blancos como por los afroamericanos que se congregaban en iglesias evangélicas. Asimismo, el encuentro con el diablo (en su versión afroamericana) en el cruce de caminos no puede sino traer inmediatas asociaciones con Exú, Elegua, o, para el caso más apropiadamente, Legba, el dueño de los caminos en el vodun haitiano, pariente mayor del voodoo/hoodoo sureño norteamericano. Pese a no sobrevivir como un sistema de creencias (más o menos) organizado expresado en rituales comunitarios, como sus parientes haitianos, cubanos y brasileros, existen numerosas creencias afro(norte)americanas cuyos orígenes sí pueden ser trazados al Africa occidental. En este caso, por lo tanto, quizás no sería tanto un pacto diabólico al estilo Fausto sino la obtención de ayuda de quien abre todos los caminos –terrenales y espirituales.
(vevé de Legba en el vodoun haitiano)
Como fuere, y como es de esperar con los mitos modernos, existen actualmente dos cruces de caminos que pretenden ser los de “el encuentro” del músico con su mentor, ya fuera diablo cristiano o trickster africano, uno en Clarksdale y otro en Memphis. De la misma manera, existen tres presuntas tumbas del ahora famoso músico.

Una última y también inevitable referencia (o intertexto, como dicen ahora) es con las salamancas del NO argentino –que sin duda merecen un tratamiento más detallado- en las cuales el encuentro con un diablo –muchas veces negro- otorga también virtudes inigualables para tocar la guitarra o el violín. El antropólogo José Grosso relaciona estas creencias con la (ya casi olvidada) presencia negra en el NOA, y a la luz de lo visto hasta aquí es muy probable que tenga razón.