Pero eso no justifica la menos que auspiciosa concurrencia. Y no lo digo con ánimos de crítica, lo digo con desilusión. Aún en mi profesional escepticismo, fui defraudado. Pensaba que era una buena oportunidad para que quienes practican la religión dijeran: acá estamos, nosotros también somos, también tenemos derechos y los queremos hacer valer.
Creo que es hora de reconocer que si los umbandistas no salen en los censos, no aparecen en las encuestas sobre religión, no están inscriptos en el registro de cultos, no van a otra cosa que no sean las kimbandas de amigos o conocidos, y al único lugar al que van son los flogs ajenos en busca de firmitas para el propio; chicos, seamos realistas, no existen. No existen para la sociedad, no existen para los medios (salvo cuando alguien realiza algún asesinato sádico), no existen para más allá del grupo reducido de amigos o de templos con los que tienen alianzas (alianzas que siempre se quiebran y redefinen). No existen como ciudadanos con derechos. Con derecho a ser, derecho a hacer, derecho a mostrarse, derecho a decirlo.
Debo confesar que –algo inesperadamente- me da bronca. Después de 23 años de estudio de estas religiones, de haber hecho muchos amigos, de haber pasado por mil experiencias que enriquecieron mi vida, de haber conocido líderes admirables, de haberme encontrado con seres humanos y entidades espirituales de alto, medio y bajo astral (muy pocos de éstos, afortunadamente) me da bronca que tantos herederos de esta cultura centenaria, de esta religión que aprecio como ninguna, de un patrimonio riquísimo que costó sangre, sudor y lágrimas crear y preservar (como ya dije, nunca tan bien empleada esta frase como cuando se habla de la cultura afro), se la tomen tan a la ligera. Que digan o piensen: Yo no voy, que vayan otros. Chicos, es el Centenario! Cuántos más de éstos van a vivir? Sin conciencia histórica no hay presente y tampoco hay futuro. No era por Zelio, tampoco era por ustedes, era por sus hijos ….
Debo confesar que –algo inesperadamente- me da bronca. Después de 23 años de estudio de estas religiones, de haber hecho muchos amigos, de haber pasado por mil experiencias que enriquecieron mi vida, de haber conocido líderes admirables, de haberme encontrado con seres humanos y entidades espirituales de alto, medio y bajo astral (muy pocos de éstos, afortunadamente) me da bronca que tantos herederos de esta cultura centenaria, de esta religión que aprecio como ninguna, de un patrimonio riquísimo que costó sangre, sudor y lágrimas crear y preservar (como ya dije, nunca tan bien empleada esta frase como cuando se habla de la cultura afro), se la tomen tan a la ligera. Que digan o piensen: Yo no voy, que vayan otros. Chicos, es el Centenario! Cuántos más de éstos van a vivir? Sin conciencia histórica no hay presente y tampoco hay futuro. No era por Zelio, tampoco era por ustedes, era por sus hijos ….