Oxum en la ribera de Quilmes (3) - hacia el río...

Siempre me maravilló la vista “desde atrás” de los grupos de ofrendantes que se dirigen al río. Cómo encaran con decisión y fe, con sus largas y vistosas ropas de satin o algodón, totalmente inapropiadas para el entorno barroso, entonando cantos litúrgicos y con la plena certeza de que ese –no tan- pequeño acto hará de este mundo un lugar mejor.

Quedé muy impresionado con todo lo que vi en la ribera de Quilmas el 8 de diciembre, dia de ofrendas a Oxum. No se si llamarlo “fiesta para Oxum” o “celebración de Oxum” ya que, a tono con los tiempos hiperindividualistas que nos toca vivir, cada templo hacía su preparación y ofrenda de manera individual.

Hubo intentos de hacer algo mas colectivo: la agrupación ASRAU –que nuclea a muchos templos del conurbano bonaerense- realizó un breve acto y hasta un emotivo casamiento umbandista en la ribera. Aún así, buena parte de los grupos umbandistas a su alrededor eligieron no participar de este esfuerzo de construcción colectiva, y los templos miembros de la asociación ofrendaron, mayormente de manera individual.

No hay nada de malo en eso, claro, en Montevideo es así para la fiesta de Iemanjá: cientos, miles de templos y ofrendantes individuales que arman sus barquitos o sus pocitos con velas y frutas.

Si aparece una diferencia clara si uno compara con la fiesta en Bahía, en la que varias maes de santo de distintos templos hacen un círculo de cantos y danzas en honor a la orixá por varias horas, mientras que miles de individuos hacen cola para dejar sus presentes en grandes canastas que luego serán llevadas, todas juntas, hacia el mar. Y sí, hay decenas de barcos de distintos templos y cada vez más de curiosos y de turistas, pero todos salen al atardecer de manera conjunta para dejar las canastas en el mismo lugar, mientras que una multitud contempla su periplo desde la orilla.

Será el individualismo rioplatense –exacerbado en nuestra costa- que prima sobre el comunitarismo bahiano. De nuevo, nada de malo en las diferencias, sólo que me imagino el espectáculo aún más maravilloso de cientos de templos ofrendando, aquí, al mismo tiempo –o casi- en un solo lugar. Qué efectos tendría esto sobre la visibildad –y la legitimación- de la Umbanda/Batuque en nuestra sociedad?

Quizás no tanta, porque la ribera de Quilmas no tiene la centralidad geográfica que tiene la playa Ramírez en Montevideo, al lado del casino, del Parque Rodó y a minutos del barrio chic de Pocitos. La ribera de Quilmas queda más lejos, sin duda es más precaria que su símil montevideana, y los periodistas de los grandes medios aún no la han “descubierto”. Lo mismo tengo que decir de mí, debo reconocer. Durante algunos años sabía que allí se hacían ofrendas pero nunca imaginé que iban a tener la dimensión que alcanzaron actualmente.

Fotos: Alejandro Frigerio