lunes, 27 de abril de 2009

Marcha de tambores contra el desalojo


Marcha contra el desalojo
Lunes 27 de abril, 11 hs. Av. de Mayo y 9 de Julio

El Movimiento AfroCultural convoca a marchar con los tambores para exigir que el gobierno cumpla con la entrega de un lugar para el funcionamiento de nuestro centro cultural, según ordenara el juez del gobierno de la ciudad.

A todas/os aquellos que nos apoyan en esta lucha convocamos a marchar a la sede del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Concentramos en Avenida de Mayo y 9 de Julio a las 11 hs.

La justicia contencioso administrativa de la ciudad de Buenos Aires obligó al Gobierno de la Ciudad a habilitar un inmueble adecuado para que sigamos desarrollando nuestras actividades. Ese lugar debía ser entregado antes del 4 de mayo próximo, fecha en que será desalojado nuestro centro cultural ubicado en la calle Herrera 313 de Capital. Frente a esto, el Gobierno y sus Ministros hacen caso omiso a la ordenanza dictada por el juez, encontrándonos a una semana de la fecha fijada para dejar el lugar, no hemos tenido respuesta alguna.Mientras tanto, el Estado Argentino prepara los festejos del Bicentenario, festeja y olvida; festeja y continúa con su plan de exterminio de los pueblos descendientes de africanos e Indígenas. Tanto hoy como ayer, pretenden condenarnos a la marginalidad y al destierro permanente, transgrediendo si es necesario sus propias leyes.
Este manifiesto desinterés de las autoridades del gobierno de la ciudad nos insulta y nos muestra una vez más la peor cara de la discriminación y el racismo.Todas las instancias legales que prevé la democracia fueron agotadas, y seguimos sin el espacio. Es por ello que responsabilizamos a las autoridades del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires de este nuevo atropello de nuestros derechos.
Por todo esto decimos que los descendientes de aquellos pueblos que fueron esclavizados, tanto Afro como Originarios, que pelearon el las batallas por la independencia, de la cual se jactan hoy en los solemnes festejos del bicentenario, olvidan que los afrodescendientes fueron quienes pelearon, y dieron la vida, en aquellas batallas por la independencia, así como nuestros hermanos de los pueblos originarios explotados y esclavizados extrayendo las riquezas naturales que hoy engordaron las arcas de este y de todos los estados de América: nada tenemos que festejar!.Denunciamos el proceder criminoso de este sistema, que niega el aporte invalorable de nuestros ancestros y mantiene una guerra de exterminio con su descendencia y con su legado cultural.Exigimos el derecho a la autodeterminación de nuestras comunidades (las cuales cuentan con historias milenarias, que se remontan mucho mas que solo doscientos anos) derecho a la tierra, al agua, al alimento, en definitiva, exigimos el derecho a la vida y a su estado natural, la libertad. Mientras continúen estas políticas excluyentes y racistas seguiremos luchando nuestro reconocimiento y el de nuestros derechos.
MOVIMIENTO AFROCULTURAL

Información adicional: Fernando 1531869031
Imagen: Cuadro pintado por integrante del Movimiento Afrocultural -con colores originales modificados.

domingo, 26 de abril de 2009

Inmigración Africana en Argentina (1899-2009)


Inmigrante africano, 2009


Inmigrantes africanos, 1899

La inmigración africana puede ser más antigua de lo que se supone. Esta foto del Archivo General de la Nación, muestra a inmigrantes senegaleses llegados para trabajar en un ingenio de azúcar en Tucumán.
Fotos: 2008, La Nación.com (ver la imagen original en la entrada anterior); 1899, Archivo General de la Nacióni.
Comentario de Pablo Cirio:
Hola Alejandro, la foto de 1899 es interesante, pero no jalona ningún hito inaugural respecto a la presencia negra en la Argentina en carácter de inmigrantes, vale decir, arribados por propia voluntad.

En 2004 hicimos juntos una entrevista al Carlos Maciel Mezquitá, hijo del músico, director de orquesta y compositor porteño Enrique Maciel (1897-1962). Entre otras cuestiones, nos había comentado que su ascendencia no era de esclavos ya que su abuelo se llamaba Joseph Marshall y había nacido en Londres. Trabajando como mayordomo en buques mercantes ingleses llegó a Buenos Aires hacia 1860 y se radicó aquí. Carlos sabía, por tradición familiar, que en ese entonces había una antipatía general hacia los ingleses y que por eso cambió su nombre y apellido a unos de resonancia hispana, José Maciel. Luego, en otras entrevistas personales a él, he ido corroborando estos datos, que son fehacientes.

Sí este caso puede parecer excepcional, mucho hay aún por indagar respecto a la presencia de negros que no arribaron al país como esclavos durante el siglo XIX e incluso antes. Por ejemplo, El musicólogo Juan Pedro Franze publicó en 1988 un artículo sobre Joseph W. Davis o William Davis, un maestro de danzas afronorteamericano que ya en 1829 se había instalado en Buenos Aires para vivir de su arte e, inclusive, explica cómo ya en el siglo XVIII actuaban en la ciudad “artistas mulatos del Brasil” (p. 61).
Comentario de AF:
Pablo: Es claro que la foto es una provocación –especialmente en el contraste con el inmigrante del 2009, con camiseta de la selección y pinta de reo porteño con el pucho en la boca- y no intenta “jalona(r) ningún hito inaugural respecto a la presencia negra en la Argentina en carácter de inmigrantes”. Tenía la foto, me gustaba y la subí para compartirla. No mucho más que eso –como se desprende del texto. A quien le sirva y quiera averiguar más sobre los senegaleses en Tucumán en 1899, que la aproveche.

Por otro lado, en la entrada hablo de inmigración africana (como en “llegados de países africanos”) y no de “negros no esclavizados que llegaron al país durante el siglo XIX”. Como sabemos, pese a los recientes, lúcidos y muy recomendables aportes de la antropóloga argentina (por ahora radicada en España) Lea Geler, todo está por averiguarse sobre la vida de los afroargentinos y otros negros extranjeros durante la segunda mitad del siglo XIX y aún antes. El trabajo sobre el maestro de danzas afronorteamericano Davis (que me pasaste hace mucho) es interesantísimo y se merece una mención en este blog –y en otros lugares más. Cuando haya más tiempo…

Comentario de Pablo Cirio:
Sí, es cierto,ahora que me acuerdo algunos informantes de Santa Fe y, creo, de Buenos Aires, llegaron a decirme que sus ascendientes negros eran norteamericanos que llegaron en el 1800. No sé qué cuota hay de verdad en eso o si hay una búsqueda por un pasado ilustre, como sucedía en los '80 cuando alguien llegaba a reconocerse descendiente de aborígenes, "pero de cacique". Quizá, la existencia de no pocos apellidos ingleses, como el mentado Marshall que derivó en Maciel, u otros de los que poco se sabe de su abolengo, como Ford y Wright pudieran dar pistas.

sábado, 25 de abril de 2009

Debate y nota sobre inmigrantes africanos en La Nación

La Nación.com de hoy trajo una interesante nota sobre los inmigrantes africanos en Argentina, que ha generado más de 300 comentarios hasta el momento. En el site original hay un audio y galería de diapositivas, así como un mapa de procedencia de los inmigrantes.
Imperdibles (e irritantes) los comentarios, que muestran lo lejos que estamos de ser una sociedad que aprecie la diversidad cultural y racial.


La Nación.com , 25 de abril de 2009. Información General
Africa en Buenos Aires
Cada año, cientos de jóvenes del continente negro llegan a la Argentina escapando de guerras y miseria; de dónde vienen, con qué sueñan y qué piensan del país los vendedores de bijouterie que coparon el centro
Sería un error decir, casi como si se tratara de un descubrimiento en pleno siglo XXI, que, de pronto, Buenos Aires se llenó de inmigrantes negros, cuando hace 200 años, en aquel histórico 1810, el 33 por ciento de la población argentina tenía sangre africana. Lo que sí es evidente es que en los últimos meses centenares de hombres jóvenes de Senegal, Nigeria, Camerún, Liberia y Sierra Leona, entre otros orígenes, cruzaron el Atlántico huyendo de guerras o de penurias económicas y ahora, de este lado del océano, su presencia salta a la vista. Cada día ellos buscan su lugar en avenidas transitadas de Buenos Aires, abren sus portafolios, despliegan las lonas, montan rudimentarias tiendas para ofrecer lo poco que hasta ahora la ciudad puede darles para sobrevivir: bijouterie de fantasía adquirida en Once y apta para la reventa por 5, 10 o a lo sumo 15 pesos flacos que les den sustento.
Según lanacion.com pudo saber, la mayoría de estos africanos son refugiados que piden asilo para evadirse de los conflictos de sus tierras, es decir, que manifiestan sentir miedo a ser perseguidos por razones de raza, religión o pertenencia a determinado grupo social. En segunda instancia y menor proporción, se trata de inmigrantes que, en busca de mejores condiciones de vida ingresaron, al país burlando el control fronterizo, principalmente, en el cruce con Brasil. Modificaron el mapa porteño y, sin querer, contribuyeron a subir una estadística que el año último fue récord para la Argentina: 859 personas solicitaron refugio a nuestro país durante 2008, lo que representa un aumento del 47% respecto del año anterior. La nacionalidad con mayor cantidad de solicitudes fue la senegalesa (38% del total).

Ser o no ser un refugiado
"Los africanos en su mayoría provienen de guerras", asegura Silvia Costanzi, asesora de la
Fundación Comisión Católica Argentina de Migraciones (Fccam), que desde 1951 implementa en nuestro país los programas de Acnur para refugiados (proyectos de recepción y de integración, pero que pueden ser también de retorno o de repatriación). "Cuando llegan, muchos no saben que vienen acá. ´¿Dónde estoy? ¿Qué es Buenos Aires?´, preguntan". La demógrafa, especialista en movilidad humana, comenta en una suerte de paso a paso el camino que un extranjero que ingresa a la Argentina en busca de asilo recorre hasta convertirse en un refugiado con todas las letras. El primer casillero es el ingreso (por aire, agua o tierra) al país. Allí, ante Migraciones, expresará que no tiene documentación, que teme volver a su país, donde existe una amenaza contra su vida, su integridad, su libertad, y tendrá que completar un formulario que se envía directamente al Comité de Elegibilidad para los Refugiados, dependiente del Ministerio del Interior. "En ese momento quedan en la categoría de solicitantes de refugio y se les da una documentación para que puedan moverse", comenta.
Tanto los refugiados como los solicitantes de refugio que están a la espera del dictamen del
Cepare reciben durante, a los sumo, seis meses, una ayuda económica para pagarse el alojamiento en un hotel familiar y la comida, cuentan con asistencia médica y psicológica, si fuera necesaria, y pueden tomar clases para aprender español a partir de rudimentarias lenguas puente, como son el francés y el inglés. Quienes finalmente obtienen el estatus de refugiados podrán seguir en carrera por la tan compleja vía de la integración social y el DNI, con una "precaria" en el bolsillo, que les permite trabajar; mientras que los que sean rechazados -con derecho a apelar el fallo- pasarán a ser inmigrantes comunes y dejarán de recibir la ayuda.
Cuando define los rasgos generales de estos grupos, Costanzi explica que los africanos son hombres menores de 40 años, que llegan sin sus familias y encuentran en la venta ambulante una "estrategia de supervivencia". Se instalan en los barrios del Abasto, Flores y el centro, pero por su actividad pueden extenderse más allá de los límites de la Capital cuando, por ejemplo, es época de vacaciones.

Pasar de la asistencia inicial a la promoción es la instancia más complicada, entre otras razones porque muchas de estas personas vienen de campos de refugiados, están acostumbrados a que las instituciones los sostengan y tienen la idea de que va a ser siempre así. "Hay que comprender que lo que para nosotros podría representar una falta de dignidad para ellos culturalmente no lo es -concluye Costanzi-. En Africa, si una persona en la tribu tiene un cargo y gana dinero, los demás ya no trabajan, porque esa es la costumbre. Quizá uno debería ver estas cosas, profundizar más en la cultura de los pueblos".
Más allá de que los inmigrantes africanos llevan su oficio de mercaderes ambulantes por diversos puntos de la ciudad, su campo de gravitación se concentra en los alrededores del Obelisco. A cada paso la avenida Corrientes les hace un lugar a Alioune, Serge, Moustafa, Salif, Mamadou... Casi todos nacieron en Senegal, muchos de ellos profesan el Islam y llevan no más de dos años en la Argentina. En silencio, construyeron una comunidad comercial en la zona más frenética de la ciudad.
"Somos más de 2.000 senegaleses acá", relata Alioune Ndiouje, de 27 años, sentado al lado de su mesita roja cargada de cadenitas, anillos y relojes que imitan los de las grandes marcas. Lleva seis meses en la ciudad y habla porteño a la perfección. "Yo vine a estudiar economía, pero voy a la UBA y me dicen que ni lo intente, porque no tengo DNI." Es el problema de casi todos sus paisanos. Senegal no está en guerra ni vive una situación política que permita conseguir fácilmente el estatus de refugiado, a los que llegan de allí se les complica conseguir papeles para soñar con algo más que vender baratijas. Para colmo, Senegal no tiene representación diplomática en la Argentina. "Casi todos entramos por Brasil, porque nos resulta fácil conseguir una visa y viajar a San Pablo. Después entramos por la frontera, delictivamente. Yo sé que está mal, pido perdón, pero queremos trabajar y pagar impuestos", se sincera Alioune.
En eso se suma Omar, su colega de la vereda de enfrente en Corrientes al 1300. Hablan en wolof, un dialecto senegalés. Lleva una blusa y un pantalón atigrados, con dibujos tribales. Parece recién llegado de su aldea, pero sorprende con un acento porteño casi perfecto: "Yo siempre pensé que si tenía que irme de mi país vendría a Argentina. De chiquito, cuando empecé el colegio, Maradona ganó el Mundial. Me acuerdo que iba siempre a la escuela con una remera con el 10. Ustedes tienen a Diego, a Messi... Es un buen país".
En Corrientes y Paraná, delante de un banco, tiene su puesto Moustafa. Apenas chapucea castellano, aunque con los clientes se esfuerza con todo. Su rutina es casi idéntica a la de sus paisanos. Los lunes temprano va a una tienda de Once y compra mercadería para toda la semana. "Ahora difícil. Poca ganancia", resume. Cuando llegó, un año atrás, era más común que le sobrara para enviar dinero a su familia. La crisis llegó para todos. Pero de a poco aprende a mejorar la productividad y a elegir mejor la mercancía. Los más nuevos compran directamente el maletín: un portafolios plástico que ya viene armado con un popurrí de chucherías y que por 500 pesos les permite a los recién llegados empezar a trabajar.
Según coinciden todos los vendedores, la policía no los molesta y no sienten discriminación. "Sé por amigos que fueron a Europa que ahora está muy duro allá. Argentina es un país de inmigrantes y no hay racismo, por suerte", dice Alioune para explicar por qué Buenos Aires y no alguna gran capital, más cercana a la costa africana.
Con más o menos detalles todos cuentan la misma historia de miserias que los forzaron a emigrar y coinciden también en una ilusión: volver al pueblo, a la familia, al fútbol en la calle, a la novia... El sueño de casi todo exiliado. Potenciado por la distancia que impone el venir del África, ese enigma cultural y geográfico que siempre atrajo al hombre blanco. Aunque, como escribe el periodista polaco
Ryszard Kapuscinski en su libro Ebano, intentar descifrar ese misterio en términos absolutos es inútil: "Cuando se intenta entrar en territorio de otra cultura, y describirla, la lengua devela sus límites, su subdesarrollo, su impotencia semántica. África significa miles de situaciones. De lo más diversas, distintas, contradictorias, opuestas. Alguien dirá: ´Allí hay guerra´. Y tendrá razón. Otro dirá: ´Allí hay paz´, y también tendrá razón. Todo depende de dónde y cuándo."

Datos del año 2008 suministrados por la Fundación Comisión Católica Argentina de Migraciones (FCCAM)
Producción: Constanza Bertolini, Federico Prack, Jorge Quiroga, Martín Rodríguez Yebra, Claudia Nobilo y Pablo Plotkin
Fuente de la nota y foto (y para material complementario, ver):
Agradezco a Nicolás Fernández Bravo por llamar mi atención hacia la nota

viernes, 24 de abril de 2009

Presentación de libro sobre música afroargentina

La Editorial de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (EDUNTREF) invita a la presentación del libro Esquema de la música afroargentina, un trabajo hasta ahora inédito de Néstor Ortiz Oderigo, en una edición revisada y comentada por Norberto Pablo Cirio. Se referirán a la obra Alicia Dujovne Ortiz, Dina Picoti y el editor. El evento contará con la participación del grupo musical Bakongo de la Asociación Misibamba.
La presentación se realizará el sábado 25 de abril a las 18 horas en el marco de la 35º Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. Predio Ferial de Palermo, Sala Domingo Faustino Sarmiento.

Por ironía del destino, el libro se presenta en la sala que lleva el nombre de quien en Conflictos y Armonías de las Razas en América (1883) escribió:
"Los candombes fueron el terror de Buenos Aires durante la tiranía de Rosas, que hizo de Manuelita la patrona de la institución. Un día se pasearon por las calles de Buenos Aires, ebrios de entusiasmo, precedidos por sus candombes y marimbas, aquellos africanos reunidos en clubs patriótico, tras de banderas rojas...... Dia de pavor para los blancos, para los hijos de españoles, que prepararon, ejecutaron y llevaron a término la Independencia, proscriptos ahora y entregados a los dioses infernales, a los gritos de: mueran los salvajes unitarios! Viva el ilustre Restaurador! que lanzaban por mil bocas de semblantes negros y brillantes. ...."