Candombe y Memoria.
Entre el 21 de Marzo de 2001 y el 24 de Marzo de 2013.
Por Viviana Parody.
El próximo domingo 24 de Marzo, Día Nacional de la Memoria, la Verdad y la
Justicia, contará –como es habitual- con la presencia de una cantidad importante
de expresiones de “matriz afro” que se acercan a la marcha en recuerdo del
golpe militar de 1976. Entre las expresiones partícipes, por supuesto, se
ha encontrado siempre el candombe. En este año 2013, sin embargo, existe
una convocatoria particular para quienes se nuclean en torno de dicha expresión,
como lo es “el repudio a la represión policial hacia la cultura, en
memoria de José Delfín Acosta Martínez”. Esta convocatoria es indiscutiblemente
superadora de toda frontera generacional, racial, de género o nacionalidad, especialmente
porque es iniciativa de jóvenes (blancos) porteños candomberos.
Cuando hacia 2009 se dividieron en Buenos Aires las Llamadas
de San Telmo en “oficiales” e “independientes”, se comenzaron a realizar jornadas o encuentros de candombe posteriores
(“del día siguiente”) a las llamadas, justamente con el fin de hacer circular
la palabra en función de construcciones comunes favorecedoras para el candombe.
En el primero de aquellos encuentros (que ya llevan hacia 2012 cinco llamadas
independientes) tuvimos oportunidad de colaborar Sandra Chagas (reincorporada
por entonces al Movimiento Afrocultural tras su desalojo y reubicación desde la
calle Herrera 313 hacia la calle Defensa 535) y quien subscribe. El mismo se
realizó en el espacio cultural de la calle Chile al 1200 que inmediatamente
dejaran Freda Montaño y su grupo Bejuco (afroecuatorianos, tras otro de los
tantos desalojos y mudanzas, como se observa en el film Defensa 1464, dir. por
David Rubio). Era un 13 de
Diciembre, y se cumplían 10 años del Proyecto Kalakán Güé, Homenaje a la
Memoria del que habíamos participado en 1999 (dirigidas por Angel Acosta
Martínez, en homenaje a su hermano José Delfín Acosta Martínez, y “en memoria
de todos los negros que lucharon en el Río de la Plata”), y por lo tanto a la
entrada de la sala instalamos una pequeño archivo de fotografías de las décadas
de los ´80 y ´90, testimonios visuales del candombe (uruguayo) en Buenos Aires.
Al entrar y ver la mítica fotografía de José Delfín Acosta Martínez entre las
gacetillas e imágenes de Kalakán Güé, una
actual y muy querida directora de comparsa de candombe nos dijo: “qué linda
fotoo! Quién es??”…
A partir de la anécdota, cobramos conciencia de la necesidad de construir una narrativa sobre el desarrollo del candombe (afrouruguayo) en Buenos Aires, acaso un relato que supiera enlazar entre sí a gente precursora como José Delfín –y otros referentes- con los jóvenes (argentinos y/o uruguayos y afrouruguayos) que hoy tocan candombe en las calles de Buenos Aires. Conjuntamente con estos hechos, comienzan a aparecer hacia 2009 una serie de textos académicos que aportan –luego de los escritos sobre candombe afrouruguayo en Buenos Aires realizados por Laura López en 1999- la primer narrativa que atiende el desarrollo sobre el género en nuestra ciudad (el candombe, entre los años ’80 y la actualidad, ver trabajos de Frigerio y Lamborghini 2009, 2011).
Desde 2009, el Estado y las agencias de desarrollo han
tendido en la Argentina a la organización acciones que colaboren con nuevas
narrativas (multiculturales, inclusivas, y no blancas) de la Nación. En dicho
marco, una serie de eventos se presentaron (para los candomberos y activistas) como
posibilidades para la conjugación del candombe con la memoria histórica. Expondremos
algunos de ellos que serán de utilidad para pensar luego la coyuntura local, y
seguidamente agregaremos al relato accionares espontáneos de diversos actores
sociales que aportan al tema articulando activismo, candombe, y academia.
Desfile del Bicentenario. Foto: Eva Lamborghini
Siguiendo
con los festejos del Bicentenario que la Ciudad de Buenos Aires tuvo a su
cargo, vimos como los tambores estuvieron entendidos únicamente como “extranjeros”,
puesto que al desfile cívico militar que recibió a las fragatas del
bicentenario (“Regatas 2010”) se convocó a actuar a todas las “colectividades” (así
entendidas) presentes en el espacio porteño, entre ellas sobre todo a
afrouruguayos, afrobrasileros, afrocolombianos, afroecuatorianos. Obviamente,
los afroargentinos –y su estilo de candombe, afroporteño- no estuvieron
presentes por considerar (como explicitaron) que “no son una colectividad” (por
lo tanto, estuvieron ausentes). En tanto, los candomberos que si desfilaron –y
otros representantes de expresiones afroamericanas- siendo argentinos (ya que
la mayoría de los integrantes de los grupos lo son ) debieron llevar –por
ejemplo- la bandera de Uruguay, y la Argentina se representó a sí misma con la ejecución
del pericón nacional por parte de la banda de la armada. Nuevamente, una
oportunidad para revisar nuestra memoria como fue este otro evento
correspondiente con el Bicentenario, volvía a dejarla “en blanco”, con
mecanismos performáticos que extranjerizaban todo elemento negro.
Hacia el 7 de
Abril de 2011 se presenta en Buenos Aires el film Revolución, el cruce de los
Andes (dir. por Leandro Ipiña), film en el que también participaron muchos de
los africanos y afrodescendientes convocados para las carrozas del bicentenario
(que filmaron en la cordillera en el invierno de 2009, durante el desalojo de
la casa de candombe de la calle Herrera 313) y que a diferencia del film Felicitas
(dir. por Teresa Costantini, donde participaron afroargentinos del tronco
colonial) no tuvo escenas alusivas al candombe como expresión que nos antecede.
Mencionar films aquí solo cumple con la intención de mostrar que desde muchos
sectores (como el arte, la cultura, la política) en los últimos años se
hicieron esfuerzos por la redefinición o la revisión de la memoria histórica de
la Nación Argentina, incluyendo al candombe y/o los afrodescendientes para lo
mismo. Dejamos de mencionar un varios otros acontecimientos que cumplieron
con el mismo fin.
Coetáneamente a esta serie de eventos y estrenos que el
cine de producción nacional o el Estado llevaron adelante, se gestaron también otras
acciones a partir del trabajo espontáneo articulado entre distintos actores y
sectores de la sociedad. Entre este último tipo de acciones se encuentran los
trabajos que hemos podido realizar –ya en Defensa 535 luego del desalojo- con
distintos miembros del Movimiento Afrocultural junto a la Dra. Mónica Lacarrieu
hacia 2011, que posibilitaron finalmente tanto el apoyo del CRESPIAL (para la salvaguarda del candombe) con el que esta organización negra hoy cuenta, como
la inclusión del espacio de candombe de Plaza Dorrego (San Telmo) entre los Sitios
de Memoria y Patrimonio Vivo, tras una tarea de etnografía y escritura en la
que varios pusimos toda nuestra mejor intención y esfuerzo. El apoyo de
CRESPIAL se obtuvo en respuesta a un proyecto construido colectivamente entre
los diversos actores y sectores intervinientes en la iniciativa, bajo el
objetivo de preservación de la memoria comunitaria referida a los saberes
tradicionales -como cantos, toques, y relatos de toda la “comunidad
afrocandombera”-, y entendemos que el proyecto se está llevando a cabo con la
dirección del Movimiento Afrocultural aún hoy.
Previamente a esta línea de eventos estatales y/o
proyectos con apoyos internacionales que con mayor o menor éxito pusieron en
relación al candombe con la memoria, otras
organizaciones afrodescendientes ya habían comenzado a deparar en la necesidad
de relacionar negritud y memoria reciente. Es esto mismo lo que se insinuaba
hacia el 2010 en el ECUNHI, un espacio motivador para todo lo relacionado a
memoria, en el Festival Argentina Negra III Es mujer!, que tuvo como
pretensión poner a trabajar temas nunca planteados en las agendas (como género,
dentro del activismo negro). En dicho caso, el activismo liderado por la
Sociedad Caboverdeana con un proyecto inclusivo apoyado por AECID, estaba
buscando aproximar su trabajo a situaciones que relacionaran dictadura y
afrodescendencia, cuestión que resultó innovadora porque la reiteración de
reclamos en pos del reconocimiento de los aportes hechos por los sujetos negros a la
Nación, a pesar de ser estos justos, operan siempre finalmente con su reverso: dejar
en el olvido el presente gracias a la repetición de un guion que no permite
pensar más allá del pasado ya dicho y ya pensado, así se trate de una narrativa
subalterna del mismo.
Finalmente, hacia 2011, entre la misma serie de acciones
espontáneas que intentaron relacionar candombe y memoria, afrodescendencia y
derechos humanos, también existió una pequeña participación que como activistas
pudimos realizar en la Mesa Temática 23 del IV Seminario Internacional de
Políticas de Memoria realizado en el
Centro Cultural Haroldo Conti en el marco de la “ampliación del campo de los
derechos humanos”. El caso de José Delfín Acosta Martínez –que expuse con el
acompañamiento de Sandra Chagas, fue el único trabajo referido a
afrodescendientes que se presentó en todo el seminario internacional de
políticas de memoria (resta mucho por “ampliar” en el campo de derechos
humanos).
Recordatorio en la antigua sede de Herrera del Movimiento Afrocultural. Foto: A. Frigerio
Candombe y represión.
El caso de José, lamentablemente, no es la única
oportunidad para analizar la relación que puede establecerse entre candombe y
represión, ni es la Argentina el único país “candombero” en donde esto ocurre. Del mismo modo, puede creerse que en
democracia no tiene vigencia el disciplinamiento de los cuerpos. Sin embargo, es
probablemente en respuesta al disciplinamiento sobre los cuerpos que aún
ejercen las instituciones que tantos jóvenes argentinos se suman a las
prácticas performáticas afro en esta ciudad. Fue claramente también la
represión que ejercía sobre el candombe la dictadura uruguaya el motivo por el
cual muchos afrouruguayos migraron hacia la Argentina (y en siglos anteriores a
la inversa). El texto de la canción colocada debajo en audio, y la fotografía
tomada en las llamadas de un departamento del interior del Uruguay, explicitan mejor
que cualquier extenso análisis los mecanismos de control social que las
instituciones llevan adelante muchas veces para con el candombe y/o las
expresiones negras en los espacios urbanos:
Fotografía de Viviana Parody, actuación del grupo Afrocandombe en Biblioteca Nacional.2012, utilizada por el CCHConti.
Coherentemente con ello, al presentar a los mismos una
hora antes de este sordo cierre (“grupo de [de qué? Ah!]…de…candombe!!”) los
locutores del Haroldo Conti hicieron mención al habitual recordatorio que
activa nuestra memoria asociándola unívocamente a la dictadura, omitiendo toda
relación existente entre estos referentes afrouruguayos y la escena cultural de
los años ’70 (de Montevideo y de Buenos Aires), entre candombe y dictadura,
entre candombe y rock nacional (argentino y uruguayo), y entre candombe y
nación –si es que al tenerlo presente frente a sus ojos acaso les remitiera esto
a imágenes de un pasado histórico local, al menos-. Indudablemente, a una construcción tan acotada
–y guionada- de la memoria reciente, le corresponde una total ausencia de
referencia a la memoria histórica (ni siquiera una mención que relacionara al
candombe con la memoria, al menos como parte un aporte “pintoresco” a la Nación
Argentina). Claramente también, las políticas (multi) culturales no son
necesariamente parientas de (no entran en diálogo con) las políticas de memoria
y/o las políticas de derechos humanos en nuestro país.
Africa Ruge actuando y teniéndose que retirar en
silencio. Foto: Viviana Parody
Desde que ya no se
ocupara del caso de José la Comisión de Familiares de Víctimas Indefensas de la
Violencia (COFAVI Institución desde donde su hermano Ángel Acosta Martínez formó
el escritorio S.O.S. racismo con colaboradores como Alicia Funes y Balthazar
Akasch, hoy referente de la asociación civil/organización afrodescendiente África
y su Diáspora), el mismo tuvo que ser impulsado personalmente por Ángel en la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos (OEI), sin el apoyo Institucional
del activismo local. Desde que Ángel Acosta Martínez –bajo amenazas- se diera
al exilio y no pudiera seguir con la misma insistencia los avances del caso (ni
siquiera se recibieron novedades luego de diez años de su presentación en la
CIDDHH) el mismo se transformó en una clara situación de memoria-olvido, de silencio,
tanto para el activismo negro de Buenos Aires (exceptuando los homenajes que
realiza el Movimiento Afrocultural que durante unos años tuvieron efectividad) como
el activismo negro de Montevideo (siendo que en Uruguay al caso de José le
siguió de inmediato y de manera similar el caso de Jorginho Gularte, también
irresoluto). A razón de ello es que optamos por dar con lugares como el
Seminario Internacional de Políticas de Memoria para volver a hablar del caso. Solo
hacia 2012, y en el marco de incipientes políticas de discriminación positiva,
el caso de José vuelve a ser mencionado (y/o presentado?) en Argentina frente
al Estado por la comisión de derechos humanos de APOA (Asamblea permanente de
Organizaciones afro de Argentina), que parece recuperarlo. Sin embargo, como
hemos visto, en el mismo espacio estatal en el que expusimos el tema en 2011,
hacia 2013 la asociación insistente entre violencia-memoria-dictadura que
caracteriza nuestras políticas pudo eclipsar la relación también existente
entre violencia-olvido-democracia.
Baltazhar Akasch con Alicia Funes. SOS Racismo, revista Benkadi, 21/3/2001
Decimos que, este mismo acto político con el
que se reduce memoria a dictadura, se vuelven a silenciar vectores (subalternos)
de nuestra memoria histórica que necesitan tener voz en las nuevas narrativas (multiculturales)
de la Nación, ya sea que se cuente para ello con recursos y beneficios a favor,
o no.
Tal vez sea
precisamente por su capacidad de hacer sentido en relación a la memoria
(subalterna), la verdad y la justicia, que el candombe (uruguayo) está
asistiendo a un proceso inédito de relocalización y expansión en la Argentina,
proceso en el cual las tensiones raciales entre jóvenes argentinos y referentes
afrouruguayos acaban siendo incongruentes frente a convocatorias como la
presente, proviniendo esta del primer sector mencionado (jóvenes candomberos
argentinos) y estando en relación a una víctima perteneciente al segundo
colectivo (referentes afrouruguayos en Buenos Aires). Apostemos a que en el recorrido futuro de su desarrollo
el candombe siga interpelando tanto a la blanquedad que tiñe a nuestras
instituciones y nuestros manuales (memoria histórica) como al silencio que
tiñe nuestras retóricas (y que proviene algunas veces del Estado y otras veces
del propio activismo).
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