jueves, 25 de octubre de 2012

"Naciones" Africanas en Buenos Aires (1821-1865)

Reproduzco una tabla de un artículo del historiador argentino radicado en EEUU Oscar Chamosa. El trabajo original está en inglés, y desafortunadamente no se conoce mucho por estos lares.
Abajo, transcribo un trecho de un texto que escribimos con Eva Lamborghini, que resume sus hallazgos, junto con los de otros historiadores locales que trataron el tema.



Señala Chamosa: "La fuente principal para esta tabla son los nombres de las asociaciones tal como aparecen distintos manuscritos del Archivo General de la Nación mencionados en este trabajo. Para los orígenes de los nombres africanos, me basé en el libro de Reid Andrews sobre los afroargentinos, apéndice D, pag. 233;  el libro de Mary Karasch Mary "Slave Life in Rio de Janeiro 1808-1850" (1987) y el de John Thornton " Africa and Africans" ".


"Hacia fines del siglo XVIII los candombes, tambos o tangos de los "negros" eran una realidad que se extendía por los suburbios de la ciudad –y de cuyo funcionamiento poco sabemos–. El historiador argentino Oscar Chamosa, quien más y mejor ha estudiado este tema, señala que en 1795 un oficial del Cabildo y un grupo de guardias de la ciudad irrumpieron en una barraca en la parroquia de la Concepción intentando hace cumplir la prohibición de bailes de naciones que existía en el momento. Lejos de lograr su objetivo, fueron rechazados por un grupo armado. El oficial reportó al respecto que “Un grupo grande se juntaban a la noche en número  de trescientos para danzar indecentemente” (2003a: 357).
A medida que avanza el siglo XIX, se pueden apreciar mayores capacidades organizativas de las naciones. En 1809 los congo compraron una casa y se convirtieron en la primera nación en tener una sede (Andrews, 1980: 143). Según Chamosa, para comienzos de la década de 1820, el gobierno unitario y liberal de la época no se sentía muy cómodo con esta presencia africana en la ciudad y el entonces ministro de gobierno Bernardino intentó acotarla, reglamentándola. Siguiendo sus órdenes, el jefe de policía redactó un reglamento para el funcionamiento de la nación conga. Un año más tarde, el ministro decretó la prohibición de las naciones que funcionaran sin permiso, y en febrero de 1823, descontento con la proliferación de estas agrupaciones, ordenó cerrarlas a todas.
La medida, repetida en junio de ese año, parece no haber tenido ningún efecto, y en agosto el gobierno decidió transformar las naciones existentes en sociedades de ayuda mutua al estilo europeo, bajo la denominación de asociaciones africanas (Chamosa, 2003a: 358). Para ello, a través de un decreto formal, el gobierno estableció el procedimiento adecuado para establecer una asociación africana. Al igual que las cofradías unas décadas antes, las sociedades debían, desde ese momento, seguir una misma constitución que pautaba sus objetivos, así como el procedimiento para elecciones, para el ingreso de nuevos miembros y para la administración de las finanzas. Sólo que esta vez la policía reemplazaría a la iglesia como la institución encargada de supervisarlas y controlarlas. Los oficiales de policía debían estar presentes para supervisar las elecciones, contar los votos y proclamar a los vencedores. De todas maneras, estas nuevas agrupaciones afroporteñas tenían más autonomía que las cofradías, ya que, al contrario de estas, podían recolectar y gastar los fondos de la manera en que quisieran (Andrews, 1980: 143).
Las sociedades africanas debían prestar ayuda a sus integrantes (otorgar préstamos para la compra de la libertad de los todavía esclavizados y para la adquisición de herramientas para los que eran artesanos, y brindar atención a los enfermos y educación a los niños), servir como control de la conducta de los afiliados en bailes y reuniones, e informar a la policía sobre la presencia de posibles delincuentes en sus filas (Rosal, 2010: 253). (...)
En poco tiempo se estableció una decena de sociedades africanas. La zona preferida para la instalación de estas agrupaciones fue la comprendida por las calles Chile y México, desde Buen Orden (actual Bernardo de Irigoyen) hacia el oeste (Goldberg, 2000). A las cinco principales (Congo, Cambundá, Benguela, Lubolo y Angola) en breve se les añadieron otras: Mina, Quiasma, Tacuá y Mozambique. Hacia 1842 había más de 40 asociaciones, y durante la década de 1850, más de 50 (Andrews, 1980: 145)."

(Alejandro Frigerio y Eva Lamborghini, trechos tomados de las páginas 11 y 12 del informe cuyo link doy abajo. Allí también se encuentran las referencias de los trabajos citados)


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