Una nota de La Nación brinda una mejor idea acerca de la génesis y las características que asumió el proyecto:
por Pablo Kohan, miércoles 14 de marzo, diario La Nacion
(...) Para los doscientos cincuenta años del fallecimiento de Bach, en 2000, Helmuth Rilling, como director de la Academia Bach de Stuttgart, sacó de la galera el proyecto Pasión 2000 e invitó a cuatro compositores, de distintas geografías y culturas, para que, cada uno, escribiera, precisamente desde esa peculiaridad geográfica y cultural, una Pasión sobre alguno de los cuatro evangelios. Los cuatro elegidos fueron la rusa Sofia Gubaidulina, el chino Tan Dun, el alemán Wolfgang Rihm y el argentino Osvaldo Golijov.
(…) Golijov asumió la tarea y entendió que las prácticas eclesiásticas de vastos territorios americanos, salvo mínimas alteraciones, siguen la tradición europea. Ante esta situación y entendiendo la singularidad del pedido de Rilling, optó por indagar en los sincretismos religiosos que tuvieron lugar en América latina para así apartarse de los modelos europeos, esencialmente, aquellos devenidos de España e Italia. Puso el ojo en las conductas, rituales y usos que se desarrollaron en Brasil y en Cuba, y elaboró una obra mestiza, contemporánea y superior en la que conviven la tradición de la academia musical europea y de las pasiones oratoriales, establecidas hacia 1700, con técnicas de absoluta modernidad y elementos compositivos e interpretativos de las músicas y las culturas populares de América latina, esencialmente de las mencionadas Brasil y Cuba, pero también con toques andinos y tangueros. Multicultural y osado, Osvaldo, además, agrega extrapolaciones que sólo caben en la fantasía de un compositor de imaginación fecunda como ser la musicalización de un poema gallego para la escena de las lágrimas de Pedro, un atinadísimo canto llano para la Eucaristía, toques de jazz en scat, una adaptación de "Todavía cantamos", de Víctor Heredia, transformada en un bella pieza coral, y el Kadish, la plegaria fúnebre judía, en arameo, que se entona en memoria de los muertos y con la cual, entreverada con una de las lamentaciones de Jeremías, en latín, se cierra la obra.
La Pasión..., desde su estreno clamoroso en Stuttgart se ha transformado en un hito de la música contemporánea. El orgánico incluye a una soprano lírica, una mezzo latinoamericana, cinco percusionistas, bronces, piano, cuerdas y un amplio coro. Lejos de ser una mera obra de concierto, este espectáculo escénico incluye danza -aislados pasos de capoeira-, vestuarios, movimientos del coro, juegos de luces y actuaciones, hechos que, además, justifican plenamente que la obra haya sido incluida dentro de una temporada lírica. (…)
Nota entera en: http://www.lanacion.com.ar/1456300-una-obra-mestiza-contemporanea-superior
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