sábado, 23 de julio de 2011

Besouro, o herói (afro)brasileiro


Finalmente, gracias a viaje a Curitiba pude conseguir (no hubo mucho más que esto) el dvd de la película Besouro. Ambientado en la década de 1920 en el  Recôncavo bahiano, la peli narra la lucha de Besouro, personaje inspirado en el mítico capoeirista que aún hoy es cantado en las rodas, con el coronel (terrateniente) local, que explota a los afrobrasileros haciéndolos trabajar en el cultivo de caña y producción de azucar de manera que en poco difiere de la época de la esclavitud. La capoeira es mostrada como el único lugar de reunión y resistencia de los sometidos.
La película en general me gustó, está muy bien filmada, con bellas escenas de acción que poco tienen que envidiarle a las orientales o hollywoodenses y algunas místicas, igualmente notables, en las que aparecen distintos orixás entre los encantos naturales de la Chapada Diamantina. 

Exú en Besouro

El director tiene sobrados antecedentes en publicidad, y se nota. Es casi una versión (afro)brasilera del género chino wuxia de héroes de artes marciales. Tiene buenas actuaciones (algunas muy), aunque en este rubro el principal déficit sea, paradójicamente, el del protagonista, que parece haber sido elegido más por su physique du rol y habilidad capoerística que por su versatilidad actoral. Con tanto capoeirista suelto por Brasil y el mundo, ¿no había otro con más carisma?
Aunque creo que las virtudes del filme sobrepasan en mucho a sus deficiencias, no puedo dejar de llamar la atención hacia algunos puntos relativos a cómo está retratada la cultura afrobrasilera. Es claro que es una película de ficción que no pretende ser un documental, pero aún así transmite determinadas imágenes de los afrobrasileros y de su cultura que creo merecen discusión.


En primer lugar, como (ex?)angolero, no puedo dejar de notar que la capoeira que se muestra –aunque no sorprenda a nadie- es rabiosamente (la de la versión) regional. Es de esperar, ya que se intenta mostrar los aspectos más espectacularmente marciales de la misma. No es que la angola, claro, no tenga efectividad en un combate, pero la variante regional se acerca mucho más a las concepciones populars de lo que sería un “arte marcial”, especialmente para una película que sin duda quiera aproximarse a las versiones orientales o a su reapropiación hollywoodense –algunas críticas la presentan como “El Tigre y el Dragón brasilero”. 
Para un ojo avezado, queda algo anacrónico que la capoeira utilizada en 1924 sea tan evidentemente moderna –patadas con piernas perfectamente estiradas, con técnicas que le deben bastante a las artes marciales orientales y que se desarrollaron mucho más tarde que la época de la narración, quizás recién en las últimas tres décadas. Con todos los videos que hay actualmente, se podría quizás, haber utilizado formas de movimientos más antiguas que le hubieran dado más autenticidad -aunque seguro que menos espectacularidad. Las prioridades quedan muy claras en un interesante bonus track del dvd, que muestra cómo el especialista oriental en acciones de lucha (el maestro de Hong Kong que asesoró en Matrix y Kill Bill) les dice a los capoeristas qué movimientos tienen que hacer en las peleas (fuera de las rodas). 


Los orixás en la película. Dura 10 minutos, como al minuto 4 hay un interesante encuentro con Exú

La transposición de elementos orientales a la capoeira queda más clara aún en la manera en que es presentado Alipio, el mestre de todos los capoeiristas y mentor de Besouro –claramente inspirado en la visión occidental de lo que sería un sabio maestro oriental, desde el Miyagi de Karate Kid hasta, quizás aún más, el Shifu de Kung Fu Panda, con alusiones a la búsqueda interior, el aprendizaje en y con la naturaleza, etc. La sabiduría afro-brasilera, orientalizada.  Está muy bien la intención de mostrar la historia desde el lado de los oprimidos y valorar sus elementos culturales, pero un verdadero descentramiento implica narrarlo lo más aproximadamente posible en sus propios términos y no en los de otra cultura, más valorizada o ya más difundida.
Quizás el punto más flojo de la película es que muestra a los afrobrasileros poco organizados y unidos, dependiendo demasiado de las acciones de Besouro, un héroe individual por excelencia. Pese  a que se dice al principio que el mestre Alipio es quien lidera la resistencia del pueblo, ésta nunca se ve, salvo por las acciones de sabotaje de Besouro –que para ello debe irse a vivir al mato, casi una guerrilla de una persona- incendiando la cosecha, rompiendo la maquinaria del ingenio de azúcar, etc.

Oyá en la película

Algo parecido ocurre con las creencias religiosas afrobrasileras. Aparecen, muy bellamente filmados, algunos orixás (extrañé a Xangô!!) pero sólo hay una especialista religiosa, casi una especie de shamana que ejerce su arte también de manera individual. 
La dimensión comunitaria de la vida afro-brasilera –germen y expresión de su resistencia cultural- tiene poco destaque, quizás por limitaciones o conveniencias de guión.
Pese a lo expuesto la película es un gran paso adelante, desde el momento en que, como señalan elogiosamente varios comentaristas afro-brasileros, “muestra al negro como héroe y no como bandido”. Como siempre pedimos más, nos parece un buen primer paso, y esperamos aún mejores…

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