sábado, 3 de julio de 2010

Postales de Harlem (3): Invocando al Espíritu

Una iglesia Bautista en Harlem, un domingo a la mañana. Lo que más llama la atención es la ropa de los parroquianos. Blanco inmaculado (y sombrero) para ellas, traje negro (o tuxedo?) con moñito para ellos -parecen más de la Nación de Islam según los muestran en las películas que creyentes evangélicos. Cualquier noción de "elegante sport" queda, decididamente, poco elegante en este ambiente. En lo que parece ser un universal de las iglesias en esta época, hay bastantes menos devotos de los que cabrían en el gran salón. Casi todos son adultos, más cerca de los 50-60 que de los 30.
Es inevitable no sentirse un poco como en un candomblé en Bahía. Ademas de la ropa blanca y el protagonismo afroamericano, una gran presencia de turistas -en número casi mayor al de los nativos. Los visitantes están concentrados en (relegados a) el primer piso, aunque también los hay abajo, en las filas traseras. Hay miembros de la iglesia que cuidan de su comportamiento. El trato es a veces amable, a veces como el que se dedica a una molestia de la cual uno no se puede librar. Nunca queda muy claro si se puede sacar fotos o no, se supone que no pero muchos sacan igual -yo incluído, sin flash, total qué puede molestar? En Bahía, sin tanta distancia entre el público y los oficiantes de la ceremonia, sí sería más disruptivo. Además, si la presencia de los orixás en general no debería ser filmada o fotografiada -no por cámaras que no sean de la casa, al menos-, aquí los efluvios del Espíritu Santo seguro no alcanzan el mismo grado de sacralidad.
Me llama la atención y me agrada la fuerte participación de la congregación. Distintos miembros de la misma se dirigen a la audiencia y parecen tener distintos roles. Una pasa anuncios, otra lee el evangelio. Una tercera es la encargada de una oración poderosa, una invocación a Dios que tiene mucho de incantación; sin duda con el mismo axé de la palavra falada bahiana. Es obvio que la señora es una especialista en este tipo de oración, no todos deben tener el mismo poder de llamar la atención del Señor. Como en cualquier performance afro-americana, sobresale el call and response: los "Hallelujah!", "Thank you God!" o "Amen! se suceden a cada momento.
No hay cruces en las paredes, claro, porque aquí el momento más importante no es la crucifixión ni aún la muerte/resurrección de Jesus, sino su mensaje, su presencia interna y su continuada capacidad de obrar milagros.
Una banda musical -con varios músicos e instrumentos- ubicada arriba a la izquierda, dominando el salón, no sólo acompaña las canciones: sus diversos instrumentos acentúan también partes de las oraciones.
Cuando llegan las canciones religiosas, se puede observar qué tanto han influenciado la música moderna. Pese a escucharlas en vivo por primera vez, uno no puede sino sentir que esta música, de tan familiar que resulta, es decididamente secular. Pero el tránsito ha sido a la inversa: no del mundo hacia las iglesias, sino de las iglesias hacia el mundo (profano) -como bien muestra la película Ray.
En un momento dado aparece un gran afro-norteamericano vestido de riguroso smoking. Algo teatralmente, se pone guantes blancos. Empieza a hacer unos gestos que parecen una extraña pero bella danza de manos que acompaña la música. Sin embargo, está señalando, de manera poética, que debemos (los extranjeros) levantarnos e irnos. No pronuncia palabra pero sus gestos son elocuentes: lo que sigue de la ceremonia es absolutamente privado. Otra de las parroquianas se para frente al micrófono, y agradece entonces la presencia de los visitantes, y les desea bienestar y felicidad, y que se lleven algo del mover del Espíritu que han presenciado.
Uno espera que la presencia de tanto observador foráneo sea menos una intrusión que una muestra de aprecio por un legado que -más allá de lo espiritual- ha afectado de manera decisiva gran parte de la música contemporánea.....

1 comentario:

Anónimo dijo...

Alejandro:
Sobre la situación del extraño que se aproxima a una actividad afro (no a un espectáculo afro, que es otra cosa distinta):

Recuerdo en este momento (a riesgo de no ser preciso, porque ahora mismo no tengo voluntad p/estirar la mano y tomar los libros)una entrevista de Pablo Cirio a un afro-chaqueño de apellido Francia en la que este último comentaba que en un momento de la ceremonia en honor a San Baltasar los visitantes debían retirarse.
Otra, en tu propio trabajo: ¿recordás el testimonio del afroporteño Enrique (que no debe ser otro que el ya fallecido Enrique Nadal) la mención de la expresión "afuera los chongos (blancos)" en un momento determinado del candombe porteño, y que algunos morenos dejaban de ir porque se llenaba de blancos?

Un abrazo.

Oberdán