Llegan a Buenos Aires -ya las tiene el kiosquero amigo,
antes que el cine- dos películas realizadas por famosos directores norteamericanos
que tratan, de manera muy diferente, el tema de la esclavitud en Estados
Unidos: Lincoln, de Steven Spielberg, y Django Unchained, de Quentin Tarantino.
Ambas vienen precedidas de polémicas, en su país de
origen, acerca de las visiones que transmiten sobre "nuestra peculiar
institución" -como se la denominaba en el sur norteamericano, en momentos
en que la palabra "esclavitud" era considerada impropia. Critic@s o
cineastas afronorteamerican@s, especialmente, han cuestionado los motivos y
consecuencias que estas visiones de "hombres blancos privilegiados"
(privileged white men) puedan tener en la sociedad actual.
La más polémica, como podría esperarse, ha sido la de
Tarantino, que narra la alianza entre un cazarecompensas alemán y un esclavo
que compra para que lo ayude a identificar a determinados fugitivos, relación
que acaba transformándose en una parceria (amistad?) e intento conjunto de
recuperar a la mujer de Django, esclavizada en una de las grandes plantaciones
de Mississippi.
La mecha probablemente se encendió con la declaraciones
de Spike Lee, quien en un tweet afirmó que "la esclavitud americano no fue
un western spaghetti de Sergio Leone. Fue un Holocausto. Mis ancestros son
esclavos. Robados de Africa." Y en
una difundida entrevista a la revista Vibe, señaló que "no iba a ver la película", porque
le parecía "una falta de respeto a sus ancestros". Aunque aclaró que
esa era su opinión personal, y que no estaba hablando en representación de
nadie.
En una nota ya más extensa y reflexiva, la cineasta y crítica de cine afronorteamericana
Tanya Steele cuenta que fue a ver ambas películas el mismo
día, curiosa por aprender "cómo sería la esclavitud en la imaginación de
los hombres blancos". Señala que, como cineasta negra, se preocupó siempre
por "cuestiones de 'responsabilidad', 'quién la va a ver', 'qué impacto
tendrá sobre el discurso en América', 'qué imágenes estará proyectando a
nuestra juventud o el mundo', pero que, por el contrario, los cineastas blancos no parecen tener estas
preocupaciones -ya que aparentemente la carga racial parecía serles ajena.
Existiría, por lo tanto, "un arte privilegiado, una cinematografía
privilegiada: las películas actuales de Hollywod no parecen responsables por
nada ni ante nadie".
La película Lincoln, afirma, le despertó emociones mixtas.
Por un lado, la llevó a preguntarse "¿por qué pone el foco en este aspecto
de la esclavitud? (aún considerando que antes hizo la película Amistad). ¿Por
qué necesitan concentrarse en Lincoln o en ese momento de la historia? ¿Por qué
no muestra por lo que estos hombres blancos están luchando: la experiencia del
esclavo? (...) Los esclavos aparecen bien vestidos y no muestran las cicatrices
de la esclavitud. Esto me pareció problemático".
Su opinión final de la pelicula, sin embargo, es positiva,
ya que:
"No todos los personajes no son la misma cosa, no piensan
de una sola manera. Muestra lobbies ocultos, vanidad y arrogancia. Hasta
Lincoln, quien parece haber pronunciado sólo palabras que brillaban
poéticamente, no aparece enteramente inmaculado. La película no es sobre el noble
hombre blanco. Es sobre hombres blancos
que son llevados, pateando y gritando, hacia el futuro".
Sus apreciaciones sobre Django son algo más críticas:
"Hay momentos en la película que pueden parecer nuevos
para quienes saben poco sobre la esclavitud -cosas que no se han visto
previamente en la pantalla cinematográfica. Momentos cautivantes de la
película, presentados de manera interesante y creativa. Comprendo la necesidad
de divertir, fantasear, crear una nueva mitología a su alrededor, para
distraernos de la locura que reside en el pasado de nuestra nación. Pero, si
fuera fácil escapar de la esclavitud, como lo hizo Django, estaríamos en otro
lugar en este momento de la historia. Si hubiera sido tan fácil salir, lo
hubiéramos hecho. (...) Hay un momento en la película (que no revelaré) donde
me pareció que Tarantino creía que si no fuéramos tan sumisos no estaríamos
donde estamos. Django y su mujer fueron la excepción. El resto de los esclavos
parece aceptar su destino, algunos con felicidad. (...) Los esclavos de
Tarantino son lo contrario de los de Spielberg -no son nobles, son
caricaturas.. (...) Django era el 'super-negro', el que era único, inteligente,
rebelde, diferente del resto. Ninguno de los esclavos intenta ayudarlo. Era el
negro especial. (...) Esto funciona bien para una cultura que no quiere
reconocer las maldades del sistema de la esclavitud. Queremos creer que no fue
tan mala. Que era soportable, escapable, brindaba oportunidades para los
héroes. Las personas negras fueron esclavas porque no luchamos lo suficiente.
Django es un personaje creado por un hombre blanco privilegiado. (..) Tarantino
es el cineasta perfecto para estos times. Queremos nuestra información de
manera rápida, graciosa, presentada de una manera interesante y no demasiado
complicada (...) Está nuestra cultura peor por 'Django Unchained'? No creo que
estemos mejor por ella. Profundizará las discusiones sobre la esclavitud?
Probablemente no (...) Pero tenía todo el derecho de hacerla. Es
entretenimiento. Tiene una buena banda de sonido. Tiene gente bella. Es un
escapismo. Es una obra de Arte. Hemos pasado muchos años escapando (into the)
hacia el héroe blanco masculino, por qué no uno negro? 'Lincoln' es pensante.
'Django Unchained' es activo. Y nosotros estamos aún afuera, viendo como otros
escriben nuestra historia"
Opiniones de otros críticos norteamericanos surgen de la extensa nota que el suplemento Radar de Página 12 le dedicó en una reciente nota de tapa.
Reproduzco una
parte del artículo del periodista Mario Kairuz:
"El periodista del Los Angeles Times Erin Aubry Kaplan escribió que
la esclavitud “es una institución cuyos horrores no hace falta exagerar, pero
Django sin cadenas hace exactamente eso, ya sea para iluminar o para
entretener. Un director blanco soltando a la ligera esa palabra con N (nigger:
el uso más despectivo de “negro”) en un homenaje al blaxploitation de los ’70
como Jackie Brown es una cosa, pero el mismo director convirtiendo las
salvajadas de la esclavitud en pulp fiction es otra”.
Para sus detractores no parece ser suficiente argumento a favor del
estilo “irresponsable”, despojado de culpa, con que Tarantino se entrega a sus
temas. Quentin insiste: “Todos ‘conocemos’ intelectualmente la brutalidad e
inhumanidad de la esclavitud, pero tras investigar el tema deja de ser
intelectual, ya no es un mero registro histórico. Uno lo siente en los huesos;
te enoja, te hace querer hacer algo. Normalmente, cuando se filma el relato de
la esclavitud, salen películas históricas con H mayúscula, polvorientos manuales
escolares. Yo quiero romper para siempre esa vidriera con una piedra y llevarte
adentro de la historia. Quiero hacer películas que lidien con el horrible
pasado de los Estados Unidos, pero hacerlas como spaghetti westerns, no como
películas de Grandes Temas. Quiero hacerlas como películas de género que tratan
con todo aquello con lo que Norteamérica nunca ha lidiado porque está
avergonzada de ello, y que otros países no tratan porque sienten que no tienen
el derecho de hacerlo”.
Hay también un componente, dice, de “catarsis cultural” en el modo de
representación del cine de acción. “Creo incluso que puede ser bueno para el
alma. No quiero sonar como un bruto, pero todos esos telefilms sobre el
Holocausto y la esclavitud son un bodrio. Contar una película de acción en el
contexto histórico de la esclavitud es otra cosa: en mi película, los que
normalmente aparecen como víctimas se convierten en ganadores y vengadores. No
existe hoy una gran demanda de películas que asimilen esta parte oscura de la
historia por la que aún estamos pagando. Y creo que EE.UU. es uno de los pocos
países que no han sido forzados por el resto del mundo a mirar sus pecados
pasados completamente a la cara. Esa es la única manera de superarlos. No es
como los turcos, que no reconocen la masacre armenia, mientras los armenios
siguen reclamando que se lo reconozca: acá nadie quiere reconocerlos. Si
hiciera mi película mil veces más violenta, seguiría sin ser tan violenta como
la realidad, por lo tanto, si me piden que la atenúe, me piden que mienta, que
no cuente la verdad. No hay explotación, simplemente lo podés aguantar o no lo
podés aguantar. (..)
En rigor de verdad, los críticos norteamericanos de los medios más
influyentes acompañaron bastante de cerca las intenciones declaradas de
Tarantino. Betsy Sharky escribe en Los Angeles Times que “su particular brillo
proviene de tomar una página horrible de la historia, pasarla por su propia
molienda, hacer una comedia audaz, irónica y graciosa y aun así, no permitirnos
ni por un momento olvidar la brutal realidad”. En The New York Times, A. O.
Scott compara a Django con el Lincoln de Spielberg: “(Ambas películas) son
esencialmente soluciones diferentes para un mismo problema. Uno puede
imaginarse a sus respectivos héroes decidiendo con el amable humor del
estereotipo racial que solía ser usado en la comedia stand-up: ‘Los hombres
blancos abolimos la esclavitud así’ (aprobando una enmienda constitucional),
‘Pero los tipos negros, la destruyen así’ (vuelan en pedazos la plantación).
Django es desvergonzada y autoconscientemente artificiosa, con movimientos de
cámara y guiños musicales que evocan tanto los westerns alimentados a maíz de
los ’50 como a su progenie alimentada a pasta de la siguiente década.
Digresiva, humorística, vertiginosamente brutal y ferozmente profana. Una
película problemática e importante sobre el racismo y la esclavitud”.
En The Village Voice, Scott Foundas muestra su aprecio por el “ajuste de
cuentas” que emprende Tarantino sobre una hipócrita tradición narrativa de su
país. “Es una coincidencia que Django sin cadenas se estrene en la misma
temporada que el segundo film de Spielberg sobre la esclavitud (Lincoln, el
anterior fue Amistad, hace 16 años) que no muestra las duras realidades de la
vida de una plantación. Spielberg trabaja sobre una tradición honrada en el
tiempo: desde El nacimiento de una nación, con sus risibles escenas de esclavos
liberados violando y saqueando a las blancas sureñas, las películas han tratado
durante un siglo a esta institución ‘peculiar’ mayormente con distancia; desde
los felices esclavos de Lo que el viento se llevó y Canción del sur a las
alegorías simiescas de King Kong y El planeta de los simios. En televisión,
Raíces y La autobiografía de Miss Jane Pittman intentaron una aproximación más
honesta, aunque dentro de los límites que impone la censura del buen gusto del
horario central. Solo un gran film de estudio de la era moderna, el notable
Mandingo de Richard Fleischer, se atrevió a encontrarse con la esclavitud en
sus propios términos: una bacanal de sadismo, incesto, cruces interraciales,
coronada por un final inolvidable en el que el amo blanco hierve vivo en una
caldera al epónimo luchador. Escandalosamente extravagante, ferozmente
inteligente, Django sin cadenas es un acto de provocación y reparación a la
vez, no solo por la esclavitud sino por décadas de negros y laderos de habla
canchera en Hollywood, y su blanqueo de la historia, desde ¿Sabes quién viene a
cenar? a Historias cruzadas.”
En su artículo para Esquire titulado “Por qué Django sin cadenas es
mejor que Lincoln”, Stephen Marche argumenta sobre la necesaria violencia de la
película de Tarantino: “Si uno ve Lincoln cree que la esclavitud era un asunto
de debate y política, que era una cuestión legal y que la gente blanca solo
debía corregir su error de considerar a otras personas como su propiedad.
Django necesita ser física: para una película sobre la época más sangrienta de
la historia, a Lincoln le falta sangre. Tarantino necesita una reacción física
a un crimen físico”. "
Nota de Radar completa en:
Crítica de Tanya Steele (en inglés):
Spike Lee (video):
Spike Lee (video):
http://blogs.indiewire.com/shadowandact/surprise-spike-lee-wont-see-django-unchained-calls-it-disrespectful-to-ancestors
Entrevista a Samuel Jackson (en español):
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/5-27664-2013-01-28.html
Entrevista a Samuel Jackson (en español):
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/5-27664-2013-01-28.html
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