(Achachi de los caporales)
A la hora señalada, como en la peli, éramos pocos en la intersección de Avenida de Mayo con 9 de Julio. Ahí nos enteramos que “se había cambiado la hora” del desfile o marcha de tambores porque había otro evento en la misma hora y lugar. Resultó que la competencia era la evocación de la caída del muro de Berlín, simbolizada por el derrumbe de piezas gigantes de dominó, pintadas por niños, emulando la celebración que se realizó en aquella ciudad. El evento fue transmitido en directo a Alemania, lo que supongo explica la primacía que le fue otorgada, tanto espacial como mediáticamente ya que logró invisibilizar, al menos en los medios gráficos, al desfile afro.
El desfile fue sin duda una fiesta, para los quizás miles de porteños blancos de clase -mas o menos- media que estábamos allí. Hubo percusión y danza afrobrasilera, africana y afroperuana, caporales bolivianos y una comparsa de candombe –estilo uruguayo, digamos….
En un primer momento pareció que los encargados de montar y luego tirar como dominó las piezas del muro de Berlín que ocupaban la avenida de mayo no nos iban a dejar pasar –hubo varias discusiones a la argentina, que por una vez no pasaron a mayores- pero finalmente primó el buen sentido y corrieron las piezas para que pasáramos. Eso sí, al final de la avenida hubo que doblar para evitar el escenario que ellos habían armado para sus grupos musicales, y dar toda una vuelta para llegar a nuestro escenario sobre la Plaza de Mayo.
En un primer momento pareció que los encargados de montar y luego tirar como dominó las piezas del muro de Berlín que ocupaban la avenida de mayo no nos iban a dejar pasar –hubo varias discusiones a la argentina, que por una vez no pasaron a mayores- pero finalmente primó el buen sentido y corrieron las piezas para que pasáramos. Eso sí, al final de la avenida hubo que doblar para evitar el escenario que ellos habían armado para sus grupos musicales, y dar toda una vuelta para llegar a nuestro escenario sobre la Plaza de Mayo.
Allí actuó primero la enorme Carmen Platero, afroargentina de ilustre linaje platense y fundadora de la Comedia Negra del Río de la Plata, entonando tres canciones de origen afro (una en creole haitiano y dos en yoruba). Luego fue el turno del músico argentino Ariel Pratt con sus canciones inspiradas en la murga, el tango y la milonga y finalmente el grupo brasilero Afro-Reggae, una agrupación/banda con gran trabajo de promoción cultural en favelas brasileras. Entre Pratt y Afro-Reggae, el militante afro-Hondureños Celeo Alvarez, de visita en el país, se dirigió a los presentes..
Que podemos decir acerca del evento? Fue, como mencioné, una fiesta, aunque más de la “movida afro” –practicada y gozada principalmente, por porteños de clase media- que de la cultura afro local –promovida por afroargentinos y afrodescendientes con varios años en el país . Tanto ésta como los afroargentinos –a excepción de los nucleados en el foro afro del INADI, quizás una media docena- estuvieron, desgraciadamente, ausentes.
Siendo que la celebración no surge de la iniciativa privada, sino de un organismo estatal –financiado con nuestros impuestos- cuya labor principal es combatir la discriminación y lograr la inclusión de los excluídos, caben entonces las siguientes preguntas, para intentar mejorar futuras celebraciones:
1- No hubiera sido deseable que –además del ilustre visitante- también un afroargentino se dirigiera a las centenas de personas allí reunidas? La única intervención afroargentina fue la de la locutora, que antes de presentar los grupos resaltó su visibilidad (“soy visible” y “estoy orgullosa”). ¿Escuchar la voz de una afroargentina es lo mismo que darle la palabra?
2- Para lograr una mayor visibilización e inclusión de los afroargentinos, no deberían haber estado presentes al menos Bakongo y La Familia?
3- No deberían haber sido incluídos otros referentes ineludibles de la cultura, la presencia y la militancia afro local como la Sociedad Caboverdeana y el Movimiento AfroCultural?
4- No se debería haber hecho algún esfuerzo para facilitar la presencia de algunos de los muchos inmigrantes africanos en la ciudad?
5- Y ya que estamos, ¿por qué no intentar lograr una presencia algo más masiva de los integrantes de los miles de terreiros que hay en Buenos Aires -que en ese mismo momento festejaban el 101 aniversario del nacimiento de la Umbanda apenas a unas cuadras, en el obelisco? ¿No hubiera sido apropiada alguna mención a esa efemérides?
Que podemos decir acerca del evento? Fue, como mencioné, una fiesta, aunque más de la “movida afro” –practicada y gozada principalmente, por porteños de clase media- que de la cultura afro local –promovida por afroargentinos y afrodescendientes con varios años en el país . Tanto ésta como los afroargentinos –a excepción de los nucleados en el foro afro del INADI, quizás una media docena- estuvieron, desgraciadamente, ausentes.
Siendo que la celebración no surge de la iniciativa privada, sino de un organismo estatal –financiado con nuestros impuestos- cuya labor principal es combatir la discriminación y lograr la inclusión de los excluídos, caben entonces las siguientes preguntas, para intentar mejorar futuras celebraciones:
1- No hubiera sido deseable que –además del ilustre visitante- también un afroargentino se dirigiera a las centenas de personas allí reunidas? La única intervención afroargentina fue la de la locutora, que antes de presentar los grupos resaltó su visibilidad (“soy visible” y “estoy orgullosa”). ¿Escuchar la voz de una afroargentina es lo mismo que darle la palabra?
2- Para lograr una mayor visibilización e inclusión de los afroargentinos, no deberían haber estado presentes al menos Bakongo y La Familia?
3- No deberían haber sido incluídos otros referentes ineludibles de la cultura, la presencia y la militancia afro local como la Sociedad Caboverdeana y el Movimiento AfroCultural?
4- No se debería haber hecho algún esfuerzo para facilitar la presencia de algunos de los muchos inmigrantes africanos en la ciudad?
5- Y ya que estamos, ¿por qué no intentar lograr una presencia algo más masiva de los integrantes de los miles de terreiros que hay en Buenos Aires -que en ese mismo momento festejaban el 101 aniversario del nacimiento de la Umbanda apenas a unas cuadras, en el obelisco? ¿No hubiera sido apropiada alguna mención a esa efemérides?
Seguro que me olvido de otros referentes –por ejemplo, no mencioné ninguno del interior- y quizás –probablemente- es pedir demasiado. Pero de nuevo, es un organismo que intenta incluirnos a todos y todas y que además, pagamos entre todos y todas. La gente del INADI dirá: "no podemos traerlos a todos". Es, al menos, parcialmente cierto: algunos/as podría haber ido por sus propios medios. Otros no. Otros -varios- ya no creen en las actividades promovidas por el INADI y desde el organismo no hicieron nada para que cambien de opinión.
Ahora, subsiste un problema adicional: si otro acontecimiento realizado en el mismo horario y lugar le roba después, en todos los medios gráficos la noticiabilidad, cual es la visibilización que se logra de la “Argentina Afro”? -más allá de los centenares que allí estuvimos, que ya éramos, en gran mayoría, conversos a "la causa".
Ahora, subsiste un problema adicional: si otro acontecimiento realizado en el mismo horario y lugar le roba después, en todos los medios gráficos la noticiabilidad, cual es la visibilización que se logra de la “Argentina Afro”? -más allá de los centenares que allí estuvimos, que ya éramos, en gran mayoría, conversos a "la causa".
El día después del evento Clarín, La Nación, Crítica, Página 12 y Crónica prefirieron cubrir el derrumbe del dominó gigante que conmemoraba la caída del muro de Berlín. Ninguno -con la excepción de una nota de Crítica del domingo, que enfatizaba más la visita de Afro Reggae- le dedicó una línea a la celebración ni al desfile de tambores.
Todo esto muestra que el periodismo argentino prefiere sentirse unido a Berlín antes que a Africa y que el muro continúa erguido para los afroargentinos.
Todo esto muestra que el periodismo argentino prefiere sentirse unido a Berlín antes que a Africa y que el muro continúa erguido para los afroargentinos.