sábado, 29 de noviembre de 2008

Una buena del INADI

Crítica Digital / Sociedad / 29/11/2008
Textos escolares con contenidos integradores
Yo no discrimino, tú no discriminas

El Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI) firmó un convenio con varias editoriales de manuales escolares para que incluyan en sus contenidos temas relacionados con los pueblos originarios, los afrodescendientes y cuestiones de género en las nuevas ediciones de sus libros. Se trata de las editoriales Tinta Fresca, Santillana, Ediciones SM, Estrada y Puerto de Palos, que llegaron a este acuerdo para incorporar temáticas relativas a la no discriminación y la valoración de las diversidad.
“La educación es la mejor herramienta para darle batalla a la discriminación, y la escuela es el espacio desde donde se pueden fortalecer las cabezas de los/as ciudadanos/as. Con este acuerdo, hemos logrado un objetivo importante para el INADI, que es escuchar a personas negadas no sólo por los libros, sino también por la sociedad”, dijo la titular del INADI, María José Lubertino. Los nuevos contenidos se verán reflejados en las ediciones de los textos de 2010 y se prevé para un futuro incorporar otras temáticas relativas a las causas más frecuentes de discriminación, según se informó.
El convenio surgió después de varias reuniones realizadas entre el INADI y las editoriales, en las cuales se les entregó material y se les brindó asesoramiento. Crítica de la Argentina había denunciado, en una nota publicada en mayo pasado, que existían textos escolares de la editorial Santillana que interrogaban a los chicos: “¿A qué especie pertenece un hombre de raza amarilla? ¿Y uno de raza negra? ¿Podrías decir a qué especie de hombres pertenecés vos?”.
Fuente: http://www.criticadigital.com.ar/impresa/index.php?secc=nota&nid=16272
Foto: Alejandro Frigerio, vidriera de una casa de artículos para el hogar. Buenos Aires, 11/08

Una buena del INADI (2)

Comentario de Nicolás Fernández Bravo:
El único inconveniente, hasta donde pude saber, es que los contenidos no han sido revisados de un modo sistemático y la participación de profesionales y expertos tampoco ha sido del todo transparente; con lo cual, si bien es una buena señal, es necesario mejorar los procedimientos internos que regulan este tipo de iniciativas, cuyos contenidos aún necestian estar acompañados de un trabajo a nivel local para pensar las formas veránculas que asume la invisibilidad y la discriminación. Como decía un antropóloo brasileño, no vaya a ser que cambiemos "seis" por "media docena".
Saludos,Nicolás

lunes, 24 de noviembre de 2008

Día de la Conciencia Negra (2)

Sobre los factores de exclusión de la población afrodescendiente
(a continuación, mi participación en la mesa de debate..)


La consigna del debate era hablar sobre “Políticas de exclusión históricas y actuales y cómo afectan a la comunidad afro descendiente y los pueblos originarios: Educación, salud, cultura, vivienda, empleo y desalojo”.
Como todavía tenemos pocos datos específicos sobre la población afrodescendiente en el país, tendré que hacer una reflexión más general sobre el tema, especificando los factores que me parece son claves en la exclusión social de estos grupos.
Más que de políticas de exclusión, lo que denotaría un intento conciente de excluir personas, prefiero hablar de factores de exclusión –que pueden resultar de la acumulación de una serie de acciones no necesariamente intencionadas.
En esta breve presentación quiero focalizarme en tres factores:
1) la invisibilización, 2) la discriminación y 3) la espectacularización
Ya que estamos en un evento que celebra y desea promover la conciencia negra, al final voy a llamar la atención a cómo los propios involucrados pueden estar colaborando también, aún sin quererlo, a la acción de estos factores.
1. Invisibilización
Es obvio que la invisibilización es el primer factor de exclusión a atacar. Mucho se ha hablado en los últimos años sobre cómo la población afroargentina o afrodescendiente en Argentina (no es lo mismo) fue invisibilizada.
Algunos avances se han hecho en ese sentido en los últimos 5 a 10 años.
Principalmente a nivel de los medios –aún cuando la existencia en el pais de una población afrodescendiente (para no hablar de comunidad que siempre es un concepto problemático) todavía no está instalada plenamente. Pero en los últimos años han aparecido una serie de notas impensable hace un tiempo atrás –pensemos que estuvimos casi 30 o 40 años sin notas relevantes sobre afroargentinos, negros argentinos, afrodescendientes (hubo algunas, pocas, sobre “negros en Argentina”)
A nivel gubernamental, hubo algunos pequeños avances, pero más que nada por iniciativas de funcionarios o legisladores específicos, todavía no hay una política de estado relacionada con afrodescendientes ni organismos que desarrollen medidas específicas al respecto..
Sobre el tema sí aparecieron, en los últimos años, documentales, libros y se hicieron numerosas jornadas y eventos. Todo esto, con sus mayores o menores virtudes y defectos, ayuda a quebrar la invisibilización. En ese sentido, todo lo que se haga con el tema creo que suma (reconozco que la mía es una visión optimista, ya que no todos piensan así).
Es casi obvio que una de las principales áreas a mejorar es la de la educación primaria y secundaria. Habria que incluir a los afroargentinos en los manuales y en las revistas escolares (Billiken, Genios). Todos sabemos que en el mundo escolar, la presencia afroargentina, además de muy estereotipada, llega hasta 1810. Para el 9 de julio de 1816 ya parece que no hay negros en Argentina.
En la historia académica –no especializada- los afroargentinos parecen llegar hasta la caída de Rosas. Para los académicos especializados en el tema, el límite hasta hace poco era aproximadamente la década de 1870 o 1880. Algunos trabajos recientes ya mejoraron el panorama. Uno de los más importantes –el de Oscar Chamosa sobre los conflictos en las naciones africanas de Buenos Aires, por los datos y la perspectiva que tiene- no fue publicado en castellano

2. Espectacularización
El segundo factor, espectacularización, es una consecuencia de la disminución de la invisibilización. Es una modalidad bajo la cual se da un quiebre parcial de la invisibilización.
Espectacularización sería la sola reivindicación de la cultura negra, principalmente en forma de espectáculo. Es un paso adelante, pero si las medidas se quedan sólo en fomentar la espectacularización, constituye una nueva forma de exclusión. Demasiado o solamente, no es buena. Puede llevar al síndrome: “Tocá tu tambor, negrito”. O, peor y más explícitamente, “qué lindo cómo tocas tu tambor, negrito –ahora no me jodas con otra cosa”.
Dentro de un mundo cada vez más dominado por políticas multiculturalistas (aunque no estoy contra el multiculturalismo) se corre el riesgo de otorgarle a los sujetos derechos meramente culturales (mientras se mercantilice su cultura para el consumo de otros) y relegar sus derechos sociales. Sería la “trampa de la cultura” como la llamó la antropóloga María Carman, y como también la viene analizando hace rato Mónica Lacarrieu.
Se incluye a los grupos étnicos en festejos, ferias de colectividades, aún eventos específicos (afros, llamadas), pero no en algún plan de inclusión o de beneficios sociales. Están incluídos dentro de las políticas culturales pero no dentro de las políticas sociales. La inclusión es solamente cultural, principalmente como productores de mercancías culturales que serán consumidas por sectores sociales algo más pudientes).
3. Discriminación
Es obviamente el problema más acuciante, pero también el más multifacético y problemático. También el peor estudiado y definido. Suele hablarse fácilmente de “racismo” pero hay una gama muy diversa de comportamientos que sirven para excluir, segregar, marginalizar, “poner” o “dejar en su lugar” al Otro.
Es importante identificar qué espectro de comportamientos (desde, por ejemplo, el racismo hasta la estereotipación) componen la discriminación.
Estos comportamientos están cruzados por variables de clase y de género, y también fenotípicas. El grado de afrodescendencia que se infiere del –o se le otorga al- fenotipo influye en qué tipo de comportamientos discriminatorios la persona puede sufrir.
También influye la nacionalidad. Hay afrodescendencias más “glamorosas” que otras –la brasilera y la cubana, por ejemplo.
Por lo tanto, hay necesidades diferentes de combate a los comportamientos discriminativos y a la inclusión social de acuerdo al género, la clase social, el fenotipo y la nacionalidad de los afrodescendientes.
Es necesario remarca la omnipresencia de la estereotipación como comportamiento discriminativo, seguramente la forma no más grave pero sí más común y por tanto con fuerte incidencia en la vida de las personas. Si uno sufre muchos encasillamientos a lo largo de la vida, su accionar se verá condicionado por ellos –y también la construcción de su subjetividad.
Entre los estereotipos integrales más comunes están los del “negrito” (sujeto de burla), el “negrazo” (produce miedo), y, con referencia a la mujer, la “negra caliente” o directamente la “puta”.
Hay que mencionar también el muy poco estudiado y comprendido mecanismo de la “buena presencia” como una de las formas encubiertas pero más extendidas de discriminación racial en nuestra sociedad.
Hay que resaltar los omnipresentes problemas de discriminación en los colegios, no sólo por parte de compañeritos sino también de maestras y aún directoras de establecimientos.
Desde el Estado no parece haber respuestas para el problemas de las diversas actitudes discriminatorias. Aunque los esfuerzos más regulares desde un organismo del estado en los dos últimos años han sido los del INADI, en los sucesivos eventos que esta institución organizó parece haber un excesivo énfasis en lo (meramente) testimonial y en la espectacularización de la cultura negra. No se han enunciado ni identificado aún políticas ni medidas concretas que puedan ayudar realmente a disminuir la discriminación ni a avanzar por sobre los otros dos factores señalados. Aunque las actividades del organismo ayudan a disminuir la invisibilización, su repercusión mediática tampoco ha tenido la importancia deseada.

Sobre cómo la falta de conciencia negra lleva a potenciar los factores de exclusión

Dentro del propio campo de la militancia cultural y política afro hay problemas propios que es necesario superar para poder luchar adecuadamente contra los factores de exclusión:

El rol de los propios afrodescendientes en el proceso de invisibilización:
Este problema atañe especialmente a los argentinos- que tienen que superar a su vez décadas de auto-invisibilización. Los que provenían de familias mixtas –la mayoría, en nuestros días, pero no tanto la generación anterior- podían “pasar”: o sea, no considerarse negros. De hecho muchos no tenían el fenotipo que en nuestra sociedad es reconocido como “perteneciente a la raza negra” o sea como “negro negro“ o “negro mota”.
Recordemos que la raza se construye socialmente de manera diferente en cada sociedad –en cada país o en cada región. Una misma persona puede ser considerada negra en Sao Paulo pero no en Bahía, por ejemplo. Puede ser “parda” en Uruguay, “blanco” o “cabeza” en Argentina –“cabeza” conlleva asociadas características sociales y culturales además de raciales.
Todos o al menos gran parte de los afroargentinos que podían “pasar” (obviar su pertenencia “racial”) lo hacían.
Resulta muy difícil quebrar invisibilidades si los propios afectados no hacen todo lo posible por colaborar. Tenemos numerosos ejemplos de actividades realizadas sobre y para afrodescendientes que tienen poca o nula audiencia afroargentina. Si los propios interesados no van, para qué se hacen? Para quién pedir políticas de inclusión o de reparación?
La creciente popularidad del término afrodescendiente puede ayudar a que muchos que no se sienten negros si asuman su afrodescendencia. La creciente valorización social y cultural de la afrodescendencia y de lo afroargentino también.
Pero quizás haya que tener en cuenta que si no hay alguna ganancia concreta con reivindicar esta identificación, cuál sería el propósito de hacerlo?


La auto-espectacularización, auto-exotización y auto-folklorización:
Si bien tenemos una cantidad cada vez mayor de grupos diversos que practican cultura de origen africano, muchos lo hacen sin una conciencia crítica.
No es cuestión de que siempre que a uno lo convocan para alguna actividad tenga que escupir el asado, pero sí es preciso tener una idea propia de por qué y para qué se practica cultura negra, y en qué medida esto significa un involucramiento que no puede dejar de ser político.
Hay demasiados individuos afrodescendientes que van por el mundo acatando y celebrando los estereotipos exotizantes y cumpliendo alegremente con el mandato espectacularizante de “negrito, tocá tu tambor”. Se conforman –y hasta lucran- con el pequeño lugar que las políticas o las sensibilidades multiculturales le asignaron
.
La falta de unidad para actuar ante las diversas formas de discriminación.
Habiendo seguido de cerca el desarrollo del activismo cultural y político negro en los últimos 20 años me llama la atención y me preocupa que el aumento de la atención hacia el tema, de eventos, de oportunidades culturales y políticas parece haber llevado no a una mayor capacidad de acción conjunta sino a una mayor fragmentación de la militancia cultural y política negra.
Hubo un aumento de la testimonialización –de la cantidad de individuos que participan de eventos afros y denuncian el racismo, pero no de la capacidad de lograr trabajar en conjunto (que no significa juntos, sino al menos en red, o en acciones conjuntas) para obtener resultados contra la discriminación.
Por el contrario, parece haber una cantidad cada vez mayor de grupos (pequeños) preocupados con ocupar algún espacio que les permita obtener un grado mínimo de interlocución política que justifique su subsistencia.
Pero esto no está llevando a un movimiento, un cantidad cada vez mayor de personas que puedan realizar acciones conjuntas para reclamar sus derechos efectivamente e implementar estrategias que permitan modificar -en lo que se puede- el estado de las cosas.
Fotos: Alejandro Frigerio -tomadas durante el Día de la Conciencia Negra. Cuadros realizados por integrantes del Movimiento AfroCultural (si alguien sabe los nombres de los artistas por favor pasenmelos!). Demostración de danza afro por Isa Soares y alumnas.

jueves, 20 de noviembre de 2008

Día de la Conciencia Negra


DÍA DE LA CONCIENCIA NEGRA

MOVIMIENTO AFROCULTURAL BONGA

22 de Noviembre - a partir de las 16 hs.
Herrera 313 - Barracas

Cuando alguien empieza a practicar alguna forma de cultura negra, lo quiera o no, está participando de un proceso de mas de cuatrocientos años de esclavización, opresión y despojo cultural de una raza por otra. Si uno participa con respeto y ayuda a ubicar a la cultura negra, con sus características especificas y sin olvidar sus orígenes, en el lugar que se merece en el patrimonio cultural de la humanidad, está ayudando, mínimamente, a reparar cientos de años de injusticia.
Alejandro Frigerio
El 20 de noviembre, Día de la Conciencia Negra, se conmemora el fallecimiento de Zumbí, líder del Quilombo de Palmares, el más importante espacio de resistencia de africanos, pueblos originarios y blancos marginados que tuvo la región, hoy llamada Brasil, en tiempos de la esclavitud.
Zumbí fue asesinado y mutilado el 20 de noviembre de 1695, y su cabeza fue expuesta públicamente para el escarmiento popular.
Sin embargo, su resistencia pasó a ser un legado, símbolo de libertad.
En el nombre de Zumbí se encarnó y encarna el reclamo por el reconocimiento, el respeto y la igualdad de derechos de todos aquellos que se encuentran en condiciones de injusticia.
El Movimiento Afrocultural convoca, al igual que todos los años, a participar en el Día de la Conciencia Negra el 22 de noviembre próximo en su sede, Herrera 313.

El Movimiento Afro cultural es una organización surgida en la década del ’80, dedicada íntegra y exclusivamente a la investigación, rescate y difusión de la cultura afro. A partir de ese momento trabaja ininterrumpidamente en pos de la revalorización y visibilización de los aportes de dicha cultura a nuestra sociedad.
Desde el año 2000 funciona en un galpón del barrio porteño de Barracas ubicado en Herrera 313.
Su desalojo es inminente, y, a pesar de las múltiples gestiones realizadas aún no obtuvimos respuestas para su reubicación.
Tenemos la fuerte convicción de que este último quilombo urbano, como ha sido definido el Movimiento Afrocultural por el Dr. Alejandro Frigerio, no debe desaparecer y aún más, el trabajo que allí se realiza debe multiplicarse, para lo cual resulta impostergable la adjudicación de un espacio físico en la Ciudad de Buenos Aires.
Es nuestro deseo que en este día tomemos conciencia de la necesidad de aunar fuerzas para que se re-visibilicen los fundamentos y raíces de esta cultura, tan valiosa e importante para la comprensión de nuestra identidad.
Los esperamos y agradecemos la difusión de esta gacetilla.


CRONOGRAMA DE ACTIVIDADES PARA EL DÍA DE LA CONCIENCIA NEGRA

16 hs. APERTURA
PROYECCIÓN DE VIDEO

17 hs. RODA DE CAPOEIRA ANGOLA (Grupo Liberación Capoeira Angola y grupos invitados)

18:30 hs. DANZA DEL XIRÊ DE ORIXÁS (Isa Soares)

19:30 hs. CHARLA DEBATE
“Políticas de exclusión históricas y actuales”
Comunidad afro descendiente - Pueblos originarios:
Educación, Salud, Cultura, Vivienda, Empleo, Desalojo
Moderadores: Diana Maffía, Alejandro Frigerio, Olga Choquetopa, Diego Bonga, Ernesto Costa Robledo

21 hs. SIKURIS

22 hs. CANDOMBE (Con la presencia y participación de los referentes del candombe en Buenos Aires)

MOVIMIENTO AFROCULTURAL BONGA
HERRERA 313 – BARRACAS –
TE: 4361-5944

+Info
movimiento_afrocultural@yahoo.com.ar
grupoliberacion@gmail.com
http://www.capoeiraliberacion.com.ar/
http://movimientoafrocultural.blogspot.com/

Los esperamos a todos y desde ya, agradecemos su difusión.


Fuente de la imagen: Paño de carnaval de Bloco Afro Muzenza, Salvador, Bahía, 2008 (detalle).

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Peor cobertura sobre tema afro (1)

Estamos acostumbrados ya a que los medios escriban cualquier cosa sobre Africa, creencias y prácticas culturales africanas o afroamericanas, sobre los propios africanos o afroamericanos, etc.
A veces uno encuentra una crónica que supera, en mucho, las peores expectativas. Quizás tengamos una de estas por mes -tipo la "peor crónica o cobertura del mes". O a lo mejor haya dos, o tres, nunca se sabe....
Esta reúne casi todos los temas comunes: Haití es igual a Africa, los negros son peligrosos y bestiales -tanto que entran en trance con un perro-, en Haití se practica... Umbanda!
Mamá, el zombi me mira feo....
Clarín 2/11/08 – Suplemento Viajes
MUNDO LOCO
Marley, el perro y el vudú
Federica Pais - Conductora de Canal 7 Argentina
Fui por trabajo con Marley a República Dominicana. Estando allí decidimos aprovechar y cruzar hacia Haití, porque teníamos ganas de hacer una nota sobre algunas prácticas del umbanda. Por lo que nos preparamos para alquilar un auto. Nos dijeron que por la historia de enemistades y conflictos políticos ningún auto rentado pasaba la frontera. Pero nos empecinamos en ir tras el rastro del africano umbanda.
Es increíble la diferencia que hay de un lado y del otro. No se puede creer que sean la misma isla. Yo naïf y bruta, asociaba Haití con el caribe del coco y las playas paradisíacas.
Decididos a hacerlo, nos tomamos un auto colectivo. Una especie de Renault 4 pero más largo, de chapa abollada. Todos apretados ahí dentro, con Marley que mide dos metros y es tan rubio como el sol. Los locales no nos miraron con buena cara.
Terminamos durmiendo en la casa de huéspedes de un ex diplomático. Todo esto para conseguir una nota sobre... ¡zombies!. Conseguimos material, luego de hacer una travesía en 4x4 por la isla. Me llevé una impresión muy fuerte de toda la miseria que vi. Era un pedazo de Africa inserto en pleno mar Caribe. Apenas salimos empezó a diluviar tanto que se inundaron las calles, parecían ríos. Nos llevaron a una ceremonia vudú donde un hombre era poseído por un perro. Una experiencia canino-espiritual de la que no voy a olvidarme por el resto de mi vida.

Fuente: http://www.clarin.com/suplementos/viajes/2008/11/02/v-01793819.htm

Fuente de la imagen: http://blog.absens.net/category/creatures/

martes, 18 de noviembre de 2008

La Umbanda en el obelisco: Reflexiones y frustraciones

Sabía, claro, que iban a ir muchas menos personas que las que deberían estar. Después de todo, esto es Argentina, y estamos hablando de la Umbanda, una de las religiones más estigmatizadas del país –la más, quizás… También suponía que iba a ser difícil para la cada vez mayor cantidad de personas que la practica en el tercer cordón del Gran Buenos Aires y aún más lejos llegarse hasta la capital. Pagar o conseguir micros no iba a ser fácil, y sin micros las movilizaciones parecen no funcionar mucho… aunque no estoy seguro, pensemos en las últimas reuniones de los evangélicos, que llevaron varias cuadras de personas sobre la Nueve de Julio desde todos los lugares del país. Pero bueno, sin duda que los evangélicos han desarrollado, a lo largo de estos últimos años, una capacidad de movilización que parece ser inversamente proporcional a la de desmovilización de los practicantes de la religión. Mientras estaba en el obelisco no podía sino pensar que en 1986 Luconi (por Dios, Luconi!) y quienes en ese momento lo apoyaban habían llevado más gente frente al Congreso que el domingo frente al obelisco, 22 años más tarde! Era menos sacrificado salir a la calle en esa época que ahora? Quizás había más ilusiones, menos desencantos. Una época de mayor inocencia, de creer en cosas que se estaban formando. El ethos de la primavera democrática alfonsinista, también. Todos renacíamos en aquel entonces…
Pero me pregunto (y no sé que contestarme): cuántos templos de Umbanda, de religión (Umbanda, Nación, Kimbanda) hay en el Gran Buenos Aires? Mil? Dos mil? Tres mil? Mäs? Es realmente difícil decirlo. Quien tenga cifras concretas y alguna prueba para respaldarlas, bienvenido. Si hay, digamos, tres mil, cómo es que no fue ni siquiera una persona por templo al obelisco?
Quizás faltó información. No estaba del todo claro quién organizaba, quiénes apoyaban, quiénes iban a ser los oradores y, sobre todo, a qué hora iban a hablar. Yo hubiera intentado informar más, junto con la convocatoria, para que no quedaran dudas y para disminuir la suspicacia, inevitable cuando de religiones de origen afro se trata.
Pero eso no justifica la menos que auspiciosa concurrencia. Y no lo digo con ánimos de crítica, lo digo con desilusión. Aún en mi profesional escepticismo, fui defraudado. Pensaba que era una buena oportunidad para que quienes practican la religión dijeran: acá estamos, nosotros también somos, también tenemos derechos y los queremos hacer valer.

Sin embargo, parece que a una parte importante (la mayoría) de los religiosos no le interesa mostrar su presencia en la ciudad, ni su orgullo por practicar su religión o sus deseos de que sus creencias y prácticas sean respetadas como las de cualquier otro credo. A una parte importante de los religiosos parece que no le importa nada. Parecen pensar: Yo me encierro en mi casa, hago mis sesiones de Kimbanda, algún ebó para los orixás (dudo que todos puedan realizar batuques) y el resto, no me importa. No me importa que mis vecinos desconfíen de mí, que hablen a mis espaldas, que mi hijo no pueda decir en el colegio que es un macumbero con la frente en alto. Total, cuando necesiten ayuda, me van a venir a ver. Y si no vienen, no es mi problema. A mí no me importa nada. El buen religioso, para muchos, parece ser el que se queda puertas adentro y sólo se (pre)ocupa de lo suyo.
Creo que es hora de reconocer que si los umbandistas no salen en los censos, no aparecen en las encuestas sobre religión, no están inscriptos en el registro de cultos, no van a otra cosa que no sean las kimbandas de amigos o conocidos, y al único lugar al que van son los flogs ajenos en busca de firmitas para el propio; chicos, seamos realistas, no existen. No existen para la sociedad, no existen para los medios (salvo cuando alguien realiza algún asesinato sádico), no existen para más allá del grupo reducido de amigos o de templos con los que tienen alianzas (alianzas que siempre se quiebran y redefinen). No existen como ciudadanos con derechos. Con derecho a ser, derecho a hacer, derecho a mostrarse, derecho a decirlo.
Debo confesar que –algo inesperadamente- me da bronca. Después de 23 años de estudio de estas religiones, de haber hecho muchos amigos, de haber pasado por mil experiencias que enriquecieron mi vida, de haber conocido líderes admirables, de haberme encontrado con seres humanos y entidades espirituales de alto, medio y bajo astral (muy pocos de éstos, afortunadamente) me da bronca que tantos herederos de esta cultura centenaria, de esta religión que aprecio como ninguna, de un patrimonio riquísimo que costó sangre, sudor y lágrimas crear y preservar (como ya dije, nunca tan bien empleada esta frase como cuando se habla de la cultura afro), se la tomen tan a la ligera. Que digan o piensen: Yo no voy, que vayan otros. Chicos, es el Centenario! Cuántos más de éstos van a vivir? Sin conciencia histórica no hay presente y tampoco hay futuro. No era por Zelio, tampoco era por ustedes, era por sus hijos ….

En fin, mi abrazo y mi respeto a los que estuvieron, a los que organizaron, a los que hablaron y a los que le pusieron toda la onda…. Espero que el año próximo seamos más y crucemos la avenida…. Como dice el proverbio: un viaje de mil millas comienza con el primer paso

Fotos: Alejandro Frigerio

sábado, 15 de noviembre de 2008

El candombe argentino vuelve al cine

Donde arde el fuego nuestro

Por Norberto Pablo Cirio
Instituto Nacional de Musicología “Carlos Vega”
pcirio@fibertel.com.ar

Hace unos meses recibí la solicitud de la producción de Teresa Constantini para el de asesoramiento musicológico de su película Felicitas.
Se trata de una historia de amor basada en un personaje real del Buenos Aires de 1870, Felicitas Guerrero, quien a los 15 años estaba enamorada de un joven de su edad y fue obligada por su padre a casarse con un potentado cuarenta años mayor, y cuyo desenlace fue trágico. La pregunta más acuciante que me formularon era sobre cómo cubrir musicalmente una escena callejera de un paso de comparsa afroporteña durante el carnaval. La necesidad de apelar al juicio documental nació de un sentido de responsabilidad para con la historia a fin de evitar o, al menos, minimizar, cualquier intervención que no se ajustara a la época. En ese marco, la pregunta inicial fue pertinente: ¿Hay afroporteños que toquen esta música? Mi respuesta les hizo tachar, sutilmente, el nombre de una asociación de candombe al estilo montevideano en Buenos Aires que figuraba en su agenda, debajo del mío. La opción B, digamos. Y lo que sigue, una de las más hermosas vivencias que he tenido con la Asociación Misibamba. Comunidad afroargentina de Buenos Aires, a la que pertenezco, y con quienes compartimos en placer de estudiar y vivir esta tradición musical.
Se trataba de un trabajo remunerado y la responsabilidad fue asumida al instante. Para una de las escenas de la película necesitaban una comparsa de época. La tuvieron, y vaya si fue una comparsa en la que el orgullo de asumirse afroargentino vistió con la mejor gala a la música con la que anoche, en el rodaje, honraron a sus ancestros:

Juan Suaqué: Mary, ¿de quién aprendiste este tema?
María Elena Lamadrid: De mis abuelos.
Juan Suaqué: Bueno, vamos por ellos.

Así comenzó Juan (Director de la comparsa y Presidente de la Asociación), formalmente, la grabación del audio ayer, cuando se rodó la escena en Uribelarrea, un pueblo bonaerense del partido de Cañuelas. Su pregunta la dirigió a la más importante referencia de los afroporteños contemporáneos, María Elena (integrante de la comparsa, Vicepresidenta de la Asociación y su líder espiritual). Este breve diálogo pudo haber pasado inadvertido pues los equipos de registro aún no estaban activados y mi atención estaba repartida en muchas cuestiones. Pero no fue así, lo memoricé y lo escribí enseguida en mi cuaderno de notas. Algo me decía que era importante para comprender el corazón mismo de aquellos cuarenta afroargentinos que se unieron para hacer callar allí a tanto silencio transcurrido, para curar con su canto a tanto dolor mascullado, para olvidar el olvido de tanta memoria intencionalmente no valorada por quienes asumieron la responsabilidad de narrar la patria y la historia musical argentina.
Allí estaban -allí estábamos-, dispuestos a dar todo de sí, en la certeza de nuestro derecho ciudadano a ser arte y parte en el cotidiano esfuerzo por construir nuestra identidad. Y vaya si lo lograron -vaya si lo logramos-, fueron más de doce horas de extenuante rodaje, de probar vestuario, de pasar por maquilladoras y peluqueros, de esperar, de repetir una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez la escena requerida. Tras haber comenzado a las 16:00 horas, un oportuno corte a las 2:00 para cenar permitió recuperar fuerzas hasta que pidieran repetir la escena. Lamentablemente, la cena no satisfizo la medida en que habían dispensado las energías físicas, pero no importaba, las energías espirituales estaban intactas y vaya que satisfechas. Con todo, los cuerpos comenzaban a acusar cansancio, pues algunos integrantes llegaban a los 75 años de edad. Durante la cena los perdí, pues mi calidad de no-actor me impidió compartir ese momento fraterno. Al cabo de una hora los busqué por entre la multitud de extras que había desparramados por el pueblo. No los encontré, mas la inquietud cesó cuando divisé a un costado de la calle donde se rodaba la escena, a oscuras, a los hombres de la comparsa reunidos en torno a un fuego, descansando, calentando los tambores, charlando, riendo. Allí estaban, donde arde el fuego nuestro.
Allí me enteré que habían cenado hambre, allí me enteré que estaban muy cansados, allí me enteré que hasta que saliera el sol, literalmente, iba a seguir la filmación, porque al ser la escena nocturna necesitaban repetirla mientras el día no tornasole a la noche. Allí me enteré que estaban felices (allí supe que era feliz), allí entendí que el fuego que ardía al centro era el espejo secreto de nuestros corazones y de los corazones por venir, sus -nuestros- descendientes, quienes también un día cultivarán la tradición de sus ancestros, ahora mis amigos, y así la rueda de la tradición continuará girando por siempre. Allí, al crepitar de las llamas que nos iluminaban, hicimos conversar al silencio, acaso no diciendo nada, acaso diciéndolo todo. Allí creí cifrar el inextricable sentido de la vida y se me permitió vislumbrar algo del porqué de estar en el mundo, el quizá llamado destino.

La escena de la película debieron repetirla una y otra vez, una y otra vez, hasta las 5:30, cuando la producción los licenció. Y tras un aplauso cerrado, un toque de tambor y varios “¡bariló!” regalados al viento del alba, se dieron cuenta que al querer volver a ser ellos despojándose de la utilería y mudando las ropas de época por las suyas, mágicamente seguían siendo ellos y comprendieron lo más difícil: no habían sido actores, no habían representado ningún papel sino que hicieron de ellos mismos y por eso pudieron hacerlo como nadie. La transmutación estaba lograda, los tiempos habían sido unificados: ellos eran ellos-y-sus-ancestros, amalgamados por la música inmemorial del tambor, por los dibujos que al danzar hicieron en la calle de tierra, por el fuego que calentó por igual sus cueros y los cueros de sus tambores, acaso la misma piel en la que vibra la valiente memoria de sus mayores. Quizá más de uno lloró para adentro, como lo hice yo, por el privilegio de la alegría recibida en esa noche trascendental.
Volvimos. Cumplimos con nuestra misión. El candombe porteño dijo presente en pos de su visibilidad, recuperando un espacio y una memoria colectiva que nunca debió perder, en este caso de mano de sus propios cultores y de un humilde servidor que piensa que no hay mejor antropología que la social, aquella que ayuda.
Sabemos que el haber formado esta comparsa con cuarenta afroargentinos no fue sino el puntapié inicial de una tarea social tan vasta como necesaria, multiplicar las manos y la voces que digan con orgullo compartido: esta es nuestra cultura, esta es nuestra tradición, este es nuestro candombe. Que ese fuego nuestro sea el fuego de todos. Está bajo nuestra responsabilidad el alimentarlo.

Fotos: Pablo Cirio

viernes, 14 de noviembre de 2008

Los umbandistas van al obelisco

"Los Umbandistas Conmemoran los 100 Años del nacimiento de la Religion Umbanda en Niteroi, Brasil extendida hasta Argentia y reconocida por el Estado Nacional en la Secretaria de Cultos de la Nación.Lo harán el 16 de noviembre en el Obelisco a partir de las 10 hs de la mañana con un Acto Central a las 14 hs donde se pronunciarán por La Paz, el Amor y la Caridad a través de discursos alusivos a la fecha y espectáculos musicales religiosos:Tambores y Danzas pertenecientes a diversos Templos que componen el tejido religioso.
Estan invitados todos aquellos practicantes y también simpatizantes de estas prácticas religiosas que existen en el país hace 40 años.Brasil,Uruguay a Argentina festejan esta fecha que fue el punto de partida de una religiosidad diferente ,basada en la Misericordia y el Amor desde la Caridad brindada sin distinciones raciales, de género ,ni de clases político-sociales o económicas por intermedio de sus entidades de Culto Aborígenes Americanos y Negros Esclavizados.
Un Mensaje de Amor que se viene transmitiendo hace 100 años. Un Homenaje a los aborigenes diezmados y negros arrancados de su habitat natural que desde el astral Perdonan , Bendicen y Consuelan a millones de almas que recurren a ellos a través de la Fe."
(del flog de Iya Peggie Fawunmi http://www.metroflog.com/ifawunmi/)
“Los domingos y días de fiesta ejecutaban sus bailes salvajes… cantando sus refranes en sus propias lenguas al compás de tamboriles y bombos grotescos. La salvaje algazara que se levantaba al aire, de aquella circunvalación exterior, la oíamos (hablo como testigo) como un rumor siniestro y ominoso desde las calles del centro, semejante al de una amenazante invasión de tribus africanas, negras y desnudas.” (Vicente Fidel Lopez , circa 1890)

“… los golpes (del tambor) eran acompasados y servían de acompañamiento a los coros que todos entonaban en su dialectos, cantares verdaderamente bárbaros; parecían aullidos de animales.. (…) La plaza se llenó con aquella población y los tambores atronaban el aire. La muchedumbre afluyó de todas partes y en los balcones de la casa de don Miguel Riglos y en la policía estaban señoras y caballeros contemplando este espectáculo.” (Víctor Galvez, 1888)

“Un día se pasearon por las calles de Buenos Aires, ebrios de entusiasmo, precedidos por sus candombes y marimbas, aquellos africanos reunidos en clubs patriótico, tras de banderas rojas...... Dia de pavor para los blancos, para los hijos de españoles, que prepararon, ejecutaron y llevaron a término la Independencia, proscriptos ahora y entregados a los dioses infernales, a los gritos de: mueran los salvajes unitarios! Viva el ilustre Restaurador! que lanzaban por mil bocas de semblantes negros y brillantes….” (Domingo Faustino Sarmiento, 1883, Conflictos y Armonías de las Razas en América )

jueves, 13 de noviembre de 2008

Presentación de libro sobre religión y etnicidad

(No sólo de actividades afroamericanas vive el hombre....)

"La Umbanda (no) me ayuda a superar las etapas difíciles"

Esta es la tapa de la última edición de la revista Caras (11/11/08).
¿Alguien se imagina una tapa con Araceli diciendo "La Umbanda me ayuda a superar las etapas díficiles"? Vestidita de blanco, o paradita al lado de un ponto riscado y una vela, o con la cabeza mojada por un amaci... ¿No? ¿Por qué?
Porque el lugar de la Umbanda parece ser, como muestra la tapa de la última revista Semanario (12/11/08) el del secreto vergonzante. No se sabe muy bien si los pais de santo hacen o deshacen los trabajos de "magia negra"; se dice que tal o cual estrellita de tv fue vista por vecinos asistiendo a un templo de umbanda...
Seis páginas de "dicen que dicen" (que a tal le hicieron un trabajo, que entonces fue a ver un pai, etc.), con fotos de lejos (por las dudas?) a un "pai" de Ciudadela -de civil, podría ser cualquier vecino.. Con dos fotos de media pagina cada una de las remiserías (!!) que llevarían los despachos para acá y para allá... ¿Ya ni siquiera consiguen un templo para sacar fotos? Chicos, vayan que no muerden!
Nostalgias de la revista Flash de los 80s, y de cuando el pai Alberto Tata era, con orgullo, "el pai de las estrellas" -título que intentaba disputarle el pai Cacho de Oxalá de Florida.
Ahora ni eso....
La "nota" en: http://www.semanario.uol.com.ar/edicion_1533/nota_00.htm

miércoles, 12 de noviembre de 2008

La cultura negra en Argentina - hoy en la radio

El programa Arquitecto de Laberintos de FM La Tribu dedica su programa de hoy miércoles -y también el de la semana próxima- a La Cultura Negra en Argentina. Con varios invitados hablando del tema (entre ellos un servidor). Promete ser muy interesante.
Se puede escuchar online de 21 a 22 hs. en
http://www.fmlatribu.com/shoutcast/index.html
(sólo apretar el iconito de play después)
o en la radio, 88. 7 del dial.

Imagen: cuadro del pintor cubano Luis Alberto Faraco Echevarría, en
http://www.guerrillero.co.cu/pintopinar/faraco/faraco.htm

martes, 11 de noviembre de 2008

Mama Africa: Hamba kahle, ngiyabonga

Pägina 12 - Martes, 11 de Noviembre de 2008
Música: A los 76 años, murió la cantante y militante Miriam Makeba

El último grito de Mamá Africa
Fue una de las voces más notables contra el apartheid. “Su música inspiró un sentimiento de esperanza en todos nosotros”, dijo Mandela.

En los últimos años solía despedirse de sus fans diciéndoles, al cabo de cada concierto, “siyabonga” (gracias, en zulú) con los ojos llorosos. Ese permanente coqueteo con la muerte terminó finalmente ayer. A los 76 años, Miriam Makeba murió a raíz de una crisis cardíaca. Una sonrisa cálida, la voz potente y una presencia majestuosa como activista en la lucha por la paz y el entendimiento entre los pueblos. Así la conocía el mundo. La cantante murió tal como vivió: peleando. En un concierto contra la mafia en la localidad italiana de Castel Volturno, bastión del crimen organizado, la artista había entusiasmado a 2000 personas cuando comenzó a sentirse mal. Makeba fue llevada al hospital, donde falleció poco después. El concierto en Italia era en solidaridad con el escritor italiano Roberto Saviano, que vive amenazado de muerte por la mafia por su bestseller Gomorra, lo que lo mantiene bajo constante vigilancia policial. El ex presidente sudafricano Nelson Mandela señaló: “Por muchas décadas, años antes de que yo fuera a prisión, Ma Miriam ocupó un lugar importante en nuestras vidas y disfrutamos de sus conmovedoras actuaciones”. Mandela añadió que “la música de Miriam inspiró un sentimiento de esperanza en todos nosotros”.
Durante años, Makeba supo alzar su voz contra el “apartheid”. Se dio a conocer en todo el mundo a mediados de los ’60 con su hit “Pata pata”, la primera canción africana en alcanzar los primeros lugares en los ranking. En la Argentina, el ritmo alegre y pegadizo del “Pata pata” hizo furor en el carnaval de 1968 y se repetía en radios, disquerías y boliches. Fue asimismo la primera artista de Africa en ser distinguida con un Grammy. Pero no era todo alegría en la vida de Makeba. Resultó también “pionera” en la condena al exilio por su postura contra el apartheid.
Hija de un sangoma (“sanador” místico y tradicional de la tribu xhosa), Makeba grabó su primer disco simple en 1953, junto a los Black Manhattan Brothers. Su carrera dio un salto en 1959, cuando participó en el musical African Jazz and Variety y en el documental Come back Africa, que le valió invitaciones de todo el mundo. En los Estados Unidos, el cantante y defensor de los derechos civiles Harry Belafonte le pidió que lo acompañara en una serie de actuaciones en el Carnegie Hall, de Nueva York. En 1960, el gobierno racista de Sudáfrica le revocó su pasaporte cuando intentaba regresar para el entierro de su madre. En 1963 denunció ante la Asamblea de las Naciones Unidas “la pesadilla de brutalidad policial y terrorismo oficial” en su país. Su carrera artística progresaba en Estados Unidos al mismo ritmo que su popularidad, a tal punto que su corte de pelo dio origen a la moda de Afrolook, que adoptaron los afroamericanos.
Makeba contrajo matrimonio con el activista por los derechos civiles Stokely Carmichael, propulsor del concepto de “black power” y luego integrante de las Panteras Negras. Este vínculo puso a Makeba en las listas negras. Su compañía discográfica, RCA, le rescindió el contrato y se cancelaron sus conciertos. El matrimonio decidió entonces mudarse a Guinea, donde Carmichael llegaría a desempeñarse como ayudante del primer ministro Ahmed Sekou Touré. En 1975, la cantante trabajó durante un año como delegada de Guinea en la ONU. Poco después, su popularidad volvió a trepar cuando apareció junto a Paul Simon en la gira que hizo el cantante norteamericano a raíz de la edición de su disco Graceland y en 1988 se levantó en Sudáfrica la prohibición que pesaba sobre sus discos. Tras la liberación de Mandela de prisión, Makeba regresó a su tierra, donde en abril de 1991 ofreció allí su primer recital tras una ausencia de treinta años. En 1995 fundó una organización para recaudar fondos para la protección de las mujeres sudafricanas, pero su carrera musical no se detuvo: en 1997 volvió a cantar con Harry Belafonte en el Madison Square Garden de Nueva York y en 2000 se editó Homeland, disco nominado a un premio Grammy como mejor álbum en el rubro Música del Mundo.
(foto Página 12)

Crítica – Culturas, 11 de noviembre de 2008
Murió Miriam Makeba, la creadora del “Pata Pata

Mamá África se fue con el puño en alto
Prohibida en su país, Sudáfrica, durante el apartheid, luchó contra el racismo desde el exilio y luego siguió, imparable, hasta que la muerte la encontró cantando contra la mafia y la discriminación. Por Osvaldo Bazán.

La voz de un continente. Tenía 76 años y cantaba contra el maltrato a los inmigrantes, la mafia y la injusticia social. El mundo la llora.
En el aeropuerto de Ciudad del Cabo sonaba una versión muzak de “Pata Pata”. Fue la bienvenida al continente africano. Los diez días que estuve en Sudáfrica, Miriam Makeba se convertiría en una presencia inevitable. En el Shopping de Johannesburgo también sonaban sus canciones. Y en los deslumbrantes seis estrellas de Sin City. Y en una ruta perdida de un parque nacional a trescientos kilómetros de Ciudad del Cabo, un grupo de diez chicos rapeaba canciones que, cuando pregunté, resultaron ser grandes éxitos de Miriam. Grandes y chicos negros, en ese país que conocí a diez años de haberse librado del apartheid y que mantenía, todavía, muchos de sus gestos increíbles para todos los que no lo habían vivido, adoraban a Makeba tanto como a Nelson Mandela.
Ahí, en el punto en que el Atlántico y el Índico se confunden, el guía rio con el grupo de periodistas argentinos que intentaban bailar el “Pata Pata”. Y nos contó la historia de una cantante que había nacido en 1932 y que era, para ellos, mucho más que un hit para el momento más divertido de una fiesta, como era para nosotros. Más allá de esa canción que Isidoro Cañones bailaba con Cachorra en un idílico Mau Mau, Miriam era una especie de Mercedes Sosa africana, con historia de exilio incluida. Todo comenzó, dijo el guía en una sobremesa de omelette de huevo de avestruz y show zulú for export, cuando en una Sudáfrica en donde los negros eran sólo divertimento y esclavos para blancos, cuando Miriam formó el grupo The Manhattan Brothers, una banda de soul y gospel con tonada africana.
La unión con los parientes lejanos de América se profundizó con la nueva banda de la cantante, The Skylarks, en donde la música africana y el jazz se volvieron a reconocer como lo que son, primos cercanos, sangre de la misma sangre violada y esclavizada. El reclamo artístico pasó a ser político y mientras los Panteras Negras levantaban sus puños en Estados Unidos, en Sudáfrica Miriam levantaba su voz. Tanto que el gobierno sudafricano le quitó la ciudadanía. Fueron treinta y un años de exilio en Estados Unidos, ayudados por el superéxito internacional del “Pata Pata”, canción que ostentaba el raro mérito de contar con un baile propio y que inició para el pop occidental el redescubrimiento de las raíces africanas, sin perder la alegría que el movimiento popular exige. Lo que el pop no supo, lo que las listas de venta de todo el mundo no supieron, es que la canción había sido escrita en las horribles condiciones del apartheid, once años antes. Su éxito anunciaba todo lo que los sojuzgados sudafricanos tenían para dar al mundo.
En 1965, Miriam –contó el guía y todos escuchábamos en silencio, no sólo porque el omelette de huevo de avestruz cae pesado- fue la primera mujer africana que ganó un Grammy, compartido con su compañero de lucha, Harry Belafonte. Estuvo en todos los escenarios del mundo pero en ninguno brilló tanto como en el estrado de la Asamblea General de Naciones Unidas, en donde denunció el apartheid y la segregación racial en su país. Era lo que le faltaba al régimen de terror sudafricano para prohibir hasta la emisión de sus canciones por radio. No importó, el pueblo las conocía de memoria, las versionaba con ritmos nuevos, la veneraba como se venera a los artistas: manteniendo viva su obra.
Cuando en 1990 volvió al país, después de la liberación de Nelson Mandela, fue recibida con los honores de una reina. O mejor, con los honores de su verdadero título: Mamá África.
La última noticia llega desde Castel Volturno, una ciudad del sur italiano. Ahí, el domingo Miriam, siempre atenta al dolor de los que sufren, estaba dando un concierto en apoyo al escritor Roberto Saviano, amenazado por la camorra, y contra el racismo. Un poco antes del recital se había sentido mal, pero igual decidió cantar durante la media hora que había prometido. Cumplió, como siempre. Sólo que al final debió ser trasladada de urgencia al hospital de la ciudad, en donde sufrió un ataque al corazón. No sé qué estará haciendo ahora aquel guía, aquellos chicos que cantaban a capela y no paraban de bailar. Pero supongo que estarán un poco tristes. Como todos.

Adeus, Miriam Makeba

Por Nicolás Fernández Bravo
nhicuf@arnet.com.ar

Hace tan solo un rato, me enteré que Miriam Makeba falleció a los 76 años de edad, después de participar de un concierto en contra de la camorra, en Italia. Puede parecer oportunista querer recordarla en momentos de aparentes victorias de color. Me tiene bastante sin cuidado detenerme a pensar qué es oportuno y qué no: después de todo, no está tan mal que las oportunidades sirvan para algo. Incluso para que en la tribu de los escépticos – a la cual circunstancialmente pertenezca, aunque a veces no, como toda forma de identificación – podamos compartir cómo nos volvimos miembros y explicar cuáles fueron nuestros ritos de pasaje. Escuché una vez que “un pesimista es un optimista con experiencia”. Tal vez haya algo de ello en querer, en seguir queriendo, que en este costado del mundo se le preste atención y con seriedad, a las distintas formas de estar en el mundo, además de a las "propias".
Miriam Makeba fue acaso la primera mujer que me hizo prestar seriamente atención a esa parte del mundo que convencionalmente llamamos África: fue a través de su voz grabada en un cassette que aún guardo con cariño. Ese acontecimiento, quiera o no, marcó bastante mi vida. Fue así que, por primera vez, escuché hablar del colonialismo. Con una voz bellísima, una mujer introducía en inglés una canción ritual africana. Lo hacía diciendo que en su aldea natal, en Johannesburgo, existe una canción que siempre cantamos cuando una chica joven se casa. Esta canción (The Click Song, para quienes no la conocen) se hizo famosa en los 60s y en cierto modo se burla de los ingleses, quienes no pueden pronunciar los ‘clicks’ propios del idioma xhosa. La canción propiamente, es muy sencilla: informa que el brujo llegó a la aldea, con lo cual el casamiento se podrá realizar. Este breve poema – en el que están presentes y sin estereotipos la historia, el colonialismo, el ritual, la resistencia, las lenguas, la burla, el amor, el campo, la ciudad – es una condensación de significados que aprendí antes, incluso, de saber interpretarlos en clave antropológica. Ese objeto (el cassette) fue un fetiche en mi adolescencia temprana, en la cual la posibilidad de imaginar seriamente a los africanos era más bien limitada. Como ahora. No obstante, tenía la certeza intuitiva de saber que se trataba de un fetiche prestigioso: la poesía y la música así me lo hacían sentir. Aún hoy, muchos antropólogos compran en el mercado fetiches berretas y montan escenarios deslumbrantes sobre las ingeniosas trampas que les tienden “los subalternos”.
Tal vez le deba a Miriam Makeba algo más que el oído musical y el juicio crítico: le debo la espontaneidad de saber, de suponer, de desear que haya muchas formas de estar en el mundo. Es a partir de esta bella sensación de conversar con la diferencia, que su defensa devino en conocimiento activista. Pues, ¿cómo no defender la posibilidad de escuchar poesías tan bellas? Sólo así me fue posible indagar más en su producción y toparme con otros clásicos como “A luta continua” o “Ndodemnyama (Beware, Verwoerd!)”, en donde la evidente politización de las letras se encuentra a la altura de las canciones de aldea y el djiu de galinha.
Verdadera adelantada de la world music, Makeba y la industria discográfica que se montó a su lado realizaron versiones increíbles: adaptaciones pop, cambios tradicionalistas, versiones en francés, portugués, italiano. En el Río de la Plata, su difusión no fue tan importante como en Europa y Estados Unidos, en donde se transformó en un ícono y llegó a ocupar los primeros puestos de esos rankings que nunca supe muy bien qué explicaban. Incluso así, para muchos el Pata Pata existe en el registro de la memoria, independientemente de saber o no que quien compusiera esa canción tuvo que exiliarse de Sudáfrica por luchar contra el irracional racismo durante la vigencia del apartheid.
No sé si esto es un homenaje. Es lo que es. Para aburrir un poco menos, comparto otra parte de la historia: cuando el genial Paul Simon decidió dar ese fantástico concierto en Harare en 1986, en lo que sería un festejo anticipado de la caída del régimen de Pretoria. Cuando compré ese disco (ya más consciente de las reglas del mercado, etc.), me di cuenta de que no era ya solo una circunstancia lo que estaba frente a mí, sino una sana voracidad cognitiva con acento africano. Allí, http://www.youtube.com/watch?v=ow40LQs0ue4 Miriam Makeba grabó este video (¿qué seríamos sin You Tube?). Entiendo perfectamente que N’Kosi Sikeleli es el common place africanista, pero (otra vez): ¿no hay que aprovechar las oportunidades?
Ah, por cierto, la segunda mujer que me hizo prestar seriamente atención a “esa parte del mundo”, para alegría de las Miriams, fue Cesaria Évora.

lunes, 10 de noviembre de 2008

Africa en todos lados....

"Hasta que los leones tengan sus propios Historiadores,
las historias de cacería seguirán glorificando al cazador"
-Proverbio Africano-
No sé si será ya el efecto Obama -lo dudo- pero me sorprendí gratamente hoy al recibir el programa de las próximas V Jornadas de Investigación en Antropología Social que se realizarán del 19 al 21 de noviembre próximos en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA (Puan 480).
El evento, organizado por la Sección de Antropología Social del Instituto de Ciencias Antropológicas cuenta con una extensa e interesante programación. No fue eso lo que me llamó la atención, sino que en la invitación citaran el proverbio que copié arriba.
Sensibilidad y sabiduría, algo de lo que deberíamos tener más los antropólogos.....

sábado, 8 de noviembre de 2008

Obama según los afroamericanos locales - en La Nación

Aunque quizás escriba sobre esto con más detalle, creo que mi posición inicial respecto de la elección de Obama será "Con Obama todo cambia y nada cambia". No esperaré cambios importantes en lo sustancial pero que un negro sea presidente tiene una importancia simbólica que esperemos alcance a impactar positivamente en la vida cotidiana de los afroamericanos.
En el orden local, empezaron los inevitables chistes (que deberán ser analizados y discutidos) pero ya se logró el pequeño milagro de que, por ejemplo, el diario La Nación consulte a activistas afroamericanos y africanos locales e inclusive a una afro-umbandista. Poco, pero quizás sea un comienzo....


(chiste aparecido en el diario Clarín el 6/11/08)

La reacción en la comunidad local
Opinan los afroamericanos residentes en la Argentina

Sábado 8 de noviembre de 2008 Publicado en edición impresa
Por Julieta Bravo De la Redacción de LA NACION


La llegada de un afroamericano a la Casa Blanca ha despertado esperanza y entusiasmo entre las agrupaciones que representan a esa cultura en la Argentina.
Diego Bonga, presidente del Movimiento Afro-Cultural Bonga, señaló que el triunfo de Barack Obama le parecía una señal muy positiva para la comunidad afroamericana por diversos motivos. "En primer lugar, por la exposición de un hombre de color en un puesto tan significativo. Es una prueba de que el negro se ha superado", afirmó Bonga a LA NACION. "Esto da mucha esperanza a los afrodescendientes que vivimos en la Argentina", agregó.
El movimiento que preside Bonga es una organización cultural en Barracas dedicada exclusivamente a la investigación y difusión de la cultura afro en la sociedad argentina.
"Como afroamericano, espero que Obama no se olvide de sus orígenes. Ha logrado un objetivo que en otros tiempos era inalcanzable, producto de mucha lucha y sufrimiento", continuó Bonga. Y señaló que, más allá de las razas, lo principal es que el presidente realmente se comprometa tal como lo expone en sus discursos.
"Es para nosotros un gran logro la llegada de un afroamericano al poder. Es un acto de justicia, evolución y reivindicación de la gente negra", dijo Bonga, que espera que Obama se maneje bien y a conciencia en su puesto. "Hay que aprender de la historia", concluyó.
En ese sentido, Walter Balhazart, presidente de la Unión Argentina Jóvenes Afrodescendientes, dijo a LA NACION que ellos luchan por la defensa de los derechos humanos. "Apoyamos a Obama por la política social que promueve, por sus ideas, pero más allá de su raza. A él le interesa la pobreza y, además, le preocupan las minorías. Acompañamos toda acción que promueva los derechos humanos."
Por otra parte, Balhazart agregó que hubo muchos blancos que también apoyaron a Obama. "A partir de ese hecho tan significativo y sin pretender caer en una generalización, sería primordial que la gente empiece a evolucionar con su pensamiento", sostuvo.
En referencia al éxito de Obama, Rosa González, investigadora y filósofa, presidente de la Asamblea Integradora de la religión Afro-Americana, una agrupación integrada por blancos que profesan una religión de base africana, dijo a LA NACION que "ante tanta injusticia en el mundo ya era hora de que se levantaran las banderas contra la discriminación".
Según González, la llegada del candidato demócrata a la Casa Blanca es un signo de una gran transformación social y cultural. "Creo que Obama está capacitado intelectualmente para asumir semejante responsabilidad y suprimir esos prejuicios raciales. Que la inteligencia humana aflore por sobre la educación. Hoy en día, en la sociedad norteamericana hay mucha violencia", agregó.

Fuente: http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1067857

viernes, 7 de noviembre de 2008

Cultura afro y conciencia negra


Sábado 8 de noviembre en el Museo José Hernández
18.30 hs. Cultura afro y conciencia negra: El ejercicio consciente de la práctica cultural.
Panel: Alejandro Frigerio, Cecilia Benavídez, Dinah Schonhaut y un representante de la diáspora africana en Argentina.
Coord: Bruno Valentini.
17 hs. Clínica de percusión y tambores
Tambores afrobahianos, tambores de candomblé.
Prof. Leonardo Puchetta.
Asistir con tambor.
16 hs. Libros con nuevas perspectivas
Novelas y ensayos 2008 sobre la temática afro. Debate con los autores.
Panel de autores: Miguel Rosenzvit, Pablo Cirio, Juan Batalla y Luis Ferreira Makl.
Coord.: Nicolás Fernández Bravo.
14.30 hs. ¿Qué es la capoeira angola?
Charla y roda a cargo del grupo de capoeira angola Fundo do Quintal (Mestre Dedeco)
14hs. "Quilombo! en Buenos Aires"
Audiovisual sobre cultura afro en Buenos Aires. Duración: 18 min.
Museo de Motivos Popular José Hernández
Av. Libertador 2373, entre San Martín de Tours y Coronel Díaz

VII Exposición y Feria artesanal-cultural de los Pueblos Originarios
31 de octubre al 9 de noviembre
Coordina el día afro:
Instituto de Investigación y Difusión de las Cultuas Negras
Ile Ase Osun Doyo

Sobre el ejercicio conciente de la cultura afro....

Mi intervención en la mesa:

El año pasado, invitado por el Movimiento AfroCultural a hablar en el día de la conciencia negra me preguntaba qué seria, para alguien que no es negro o afrodescendiente -como es el caso de la mayor parte de quienes practican actualmente alguna forma de cultura afro en Buenos Aires- qué sería esto de tener conciencia negra, o como está muy bien fraseado en esta oportunidad, el ejercicio conciente de la cultura afro. Propuse entonces que este ejercicio consciente para el caso de un no afrodescendiente, debería al menos incluir el reconocer:
1) que la cultura de origen afro es una parte invisibilizada, negada, de la cultura argentina;
2) que los afroargentinos cumplieron un rol relevante en la historia argentina pero que fueron invisibilizados –y aún lo son, ya que todavía existen en la ciudad;
3) que los afroargentinos y otros grupos afroamericanos y ahora africanos que aquí están son discriminados y marginados;
4) que cada una de las diversas formas artísticas que conforman la rica cultura negra incluyen a su vez distintos géneros, y estos poseen sus técnicas específicas, sus criterios estéticos y su ética. La complejidad multidimensional de la cultura negra no se aprende de un día para el otro. La puede practicar y dominar cualquiera -pero que se haya tomado el trabajo y los años de aprender con los maestros correctos;
5) Que los distintos géneros de cultura negra están emparentados y que en virtud de su origen común poseen criterios estéticos y éticos comunes;
6) que hay una opresión social sobre esta cultura, ya sea que la practiquen negros o blancos y
7) que la actual popularidad de la cultura afro (negra, afroamericana, de origen africano -esto ya es otra larga discusión) que la hace parte innegable de la cultura juvenil porteña no implica, necesariamente, está lejos de significar un ejercicio conciente de la misma.
En la charla que salió publicada en la revista Quilombo, y que también está en su versión un poco más completa en este blog resaltaba las dimensiones históricas y políticas del ejercicio conciente de la cultura afro –o una dimensión de respeto y otra de compromiso con y por esta cultura.

El compromiso –La dimensión política
Compromiso es darse cuenta que practicar cultura afro es convertirse, en mayor o menor medida, en un “militante afro”. Es necesario tomar conciencia de que practicar alguna forma de cultura afro en la Buenos Aires tradicionalmente “blanca y europea” se transforma en una actividad política, ya que para hacerlo hay que ir en contra de las condiciones sociales dadas y de los estereotipos vigentes acerca de cómo somos y qué deberíamos hacer de nuestra vida cultural, especialmente en los espacios públicos, los porteños. Aunque uno no esté conciente de que está realizando resistencia cultural, la resistencia frecuentemente se siente del otro lado. Aún quien cree que no resiste culturalmente es discriminado socialmente. Las reacciones sociales ante estas prácticas muestran la continuidad centenaria de procesos cotidianos de racismo, discriminación, invisibilización, estereotipación –de los cuales son víctimas no solamente los practicantes afrodescendientes sino todos aquellos que practican “cosas de negros”.
El ejercicio conciente de la cultura afro sería, en una primera instancia, darse cuenta que por sus orígenes esta cultura, y por ende sus practicantes, no importa si son negros o blancos, son discriminados.

El respeto –La dimensión histórica y la dimensión estética
Respeto, en su dimensión histórica, quiere decir reconocer que todas las manifestaciones de la cultura afroamericana nacen de un hecho original de esclavización de poblaciones enteras y de la continuada opresión de un grupo por otro. Aún cuando lo que practicamos hoy en día no sea cultura de esclavizados (porque se desarrolló después de la abolición de la esclavitud) siempre es cultura de oprimidos. Cuando alguien empieza a practicar alguna forma de cultura negra, lo quiera o no, lo sepa o no, está participando de un proceso de más de cuatrocientos años de esclavización, opresión y despojo cultural de una raza por otra. Si uno participa con respeto y ayuda a ubicar a la cultura negra con sus características específicas y sin olvidar sus orígenes en el lugar que se merece en el patrimonio cultural de la humanidad, está ayudando mínimamente a reparar cientos de años de injusticia.
Pero si se lo toma a la ligera, como la práctica de algo que sólo es “divertido”, está colaborando con el actual proceso de estereotipación, de banalización y de mercantilización de la cultura negra -las nuevas formas de la opresión cultural. Sigue siendo parte del problema y no de la solución
Aunque puede y debe haber diversión en la práctica de la cultura afroamericana no puede haber frivolidad. La práctica de cultura afro es divertida,pero a la vez también siempre es un asunto serio, con una larga historia de resistencia cultural. Es una cultura cuyo desarrollo costó sangre, sudor y lágrimas. Nace de la diversión pero en un contexto de opresión. Aún las mezclas, hibridaciones o nuevos desarrollos que se puedan y deban realizar (ya que ninguna cultura es estática) no tendrían que olvidar estos orígenes.
Si la consideramos como, y queremos darle el estatus de, patrimonio cultural de la humanidad, debemos conservar una conciencia de, y un respeto por, estos orígenes.
También debemos guardar un respeto similar por su dimensión estética.

Respeto, en su dimensión estética,
Hoy quiero insistir sobre la dimensión estética, sobre el hecho de que cada uno de los géneros artísticos afroamericanos posee sus técnicas específicas, sus criterios estéticos y su ética. La complejidad multidimensional de la cultura negra no se aprende de un día para el otro. La puede practicar y dominar cualquiera -pero que se haya tomado el trabajo y los años de aprender con los maestros correctos.
En su creciente expansión por todo el continente y aún por el mundo –uno encuentra grupos de percusión y danza afro de distintos orígenes en casi todos los países, ya- se corre el peligro de contribuir a una creciente estereotipación, exotización, banalización y/o mercantilización de la cultura negra.
Especialmente en un primer momento de la expansión de estas manifestaciones culturales, se las asocia –aún cuando positivamente- con lo lúdico, cuando no lo erótico, lo primitivo, el desenfreno emocional y corporal. el dejarse llevar, conectarse con lo primordial que todos llevamos adentro.
O sea, en vez de considerarlas como manifestaciones culturales complejas, legítimas, con sus propias y complicadas técnicas de expresión (musical, dancística) se las racializa y naturaliza. Se considera que “los negros” las saben en virtud de su raza o de su pertenencia nacional (o de ambas combinadas) y que más importante que la técnica y el trabajo duro para los blancos que las quieran aprender es entrar en la modalidad lúdica y relajada que caracterizaría a los “negros”.
De esta simplificación participan, muchas veces, los propios afroamericanos quienes, por haber aprendido algunas de estas artes como parte de su socialización primaria, las han incorporado por un proceso de mimesis prolongado. Un aprendizaje informal -pero aprendizaje sin duda- de varios años durante la niñez, la adolescencia, a veces hasta la adultez. Aprendizaje que da como resultado un cuerpo y habilidades modeladas durante años de repetición, de ensayo y error, de participación en y ante una audiencia de elevada capacidad crítica de la forma cultural que se practica. El resultado práctico es el de haber pasado por un conservatorio (musical, dancístico) sin la necesaria percepción de que así fue.
La falta de reglas claras y formas explícitas de enseñanza, transmisión y aprendizaje de las técnicas específicas, hace que muchas veces los propios profesores enfaticen que los alumnos deben encontrar dentro de sí mismos las capacidades -adoptando las disposiciones de ánimo y de relajación que ellos creen caracterizan a la cultura negra y por las cuales sería posible bailar de una determinada manera.
Si persisten el tiempo necesario, los alumnos terminan aprendiendo, más por mimesis inconciente que por relajarse o encontrarse con su “lado primitivo” o con algún arquetipo universal. Pero la riqueza técnica y conceptual de la danza y percusión afros continúan mayormente invisibilizadas, a la espera de quien quiera y pueda codificarlas y transmitirlas como los saberes complejos que son…. (continuará, pero no en breve…)

martes, 4 de noviembre de 2008

I believe in (small) miracles....

El diario Página 12 de hoy publica este perfil de Barack Obama, realizado por el periodista Diego Llorente. Es interesante porque muestra claramente la medida en que Obama no es un afroamericano típico, no sólo por la familia de la que proviene, sino también por haber pasado casi toda su adolescencia fuera de los EEUU continental. Su experiencia de vida, por lo tanto, no se corresponde exactamente ni con la de un afroamericano ni con la de un Wasp convencionales. Quizás ese encanto le alcance para el milagro.... (cualquier cosa que acabe con la supremacía republicana es un pequeño milagro....)
A lo largo de su vida, Barack Obama conoció las dos caras de la sociedad estadounidense. Palpó la pobreza y la discriminación hacia los inmigrantes, los negros y la población de los barrios más humildes de Chicago. Pero también pudo disfrutar del reconocimiento de los sectores intelectuales más prestigiosos, tras alcanzar un gran desempeño académico en la Universidad de Harvard. Hoy está en las puertas de convertirse en el primer presidente negro de la historia de los Estados Unidos, pero para llegar a este lugar debió adaptarse a situaciones cambiantes en su vida. Obama nació el 4 de agosto de 1961 en el estado de Hawai, y con sus 47 años sería el candidato más joven en llegar a la Casa Blanca.
Proveniente de Kenia, su padre llegó a los Estados Unidos gracias a una beca para estudiar en el Universidad de Hawai. Allí conoció a la que sería su esposa, una joven blanca de 18 años nacida en Kansas, Stanley Ann Dunham, cuando los matrimonios interraciales aún estaban prohibidos en los Estados Unidos. A pesar de su corto matrimonio, tuvieron un hijo al que llamaron Barack Obama, al igual que su padre.
Cuando Obama tenía sólo dos años, su padre abandonó la familia y ambos volvieron a verse sólo una vez más, ocho años después. Su madre se casó de nuevo con otro estudiante, Lolo Soetoro, oriundo de Indonesia, adonde fueron a vivir. Una vez radicados allí, Obama tuvo sus primeros contactos con la pobreza, las enfermedades y los padecimientos de los pueblos del Tercer Mundo.
Tras cuatro años en Yakarta, Obama regresó a Hawai, donde primero vivió con su madre y luego con sus abuelos maternos. Gracias a una beca, pudo estudiar en un prestigioso colegio de Honolulu, y luego decidió marcharse a Nueva York para comenzar su carrera universitaria.
En la Universidad de Columbia se recibió de licenciado en Ciencias Políticas, título que le permitió trabajar durante algún tiempo en La Gran Manzana. En 1985, Obama se mudó a Chicago en busca de un nuevo empleo como asistente comunitario en una organización local, donde colaboró con las iglesias de los negros en el empobrecido sur de la capital de Illinois.
Tras esta experiencia, Obama decidió estudiar leyes en Harvard, donde conoció a su esposa, Michelle Robinson. También graduada en esa universidad, Robinson tuvo dos hijas junto a Obama, Malia y Sasha. En Harvard obtuvo una gran conquista académica en 1991, al ser elegido como el primer director negro del Harvard Law Review, considerado el periódico de derecho más prestigioso de los Estados Unidos.
En 1996, Obama regresó a Chicago, donde ganó una banca en el Senado de Illinois para empezar a darle forma a su imagen de político pragmático. En 1999 sufrió un traspié en su intento por llegar a la Cámara de los Representantes, pero aunque debió esperar, nunca claudicó en cuanto a sus ideales ni a sus objetivos. Su salto final se dio en 2004, cuando realizó un impactante discurso durante una convención demócrata en Boston, lo que le permitió llegar al Senado estadounidense representando a Illinois. Desde este lugar promovió una reconciliación nacional, dejando de lado las diferencias partidarias, raciales, de sexo y edad.
Luego de vencer a Hillary Clinton en las primarias, fue acusado de socialista por sus propuestas de campaña. Entre las principales se pueden señalar el rechazo a la guerra en Irak, la defensa del derecho al aborto y la reducción de impuestos para todos los sectores, menos para los de rentas más elevadas, como paliativo a la grave crisis económica estadounidense.
Perfil: Diego Llorente

Foto: Tapa de Página 12 del 4 de noviembre de 2008.
Fuente:http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/subnotas/114454-36376-2008-11-04.html