Fotos y texto de la socióloga Cecilia Galera:
Una mañana calurosa me recibe en la Costanera porteña. Luego
de varias vueltas logro acceder al lugar, en Costa Salguero, donde se realizará
la celebración a Iemanja, organizada por el Instituto Nacional contra la
Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI). Un evento que debería haber
recibido más difusión del que tuvo -aparentemente, sólo a través de la página
web de esta institución- y que fue
realizado en un lugar de difícil acceso -quizás esto explique la poca cantidad
de gente congregada. En la orilla ya se encuentra la barca destinada a la Reina
del Mar, "madre de todos los orixás" para las religiones de raíz
africana. Tres mujeres umbandistas acomodan cuidadosamente las ofrendas
mientras los pescadores, habitués del lugar, miran intrigados los preparativos.
El panorama algo desolador que me recibió, sin embargo, va cambiando poco a poco al llegar nuevos grupos para sumarse al festejo. Se saludan los referentes de los distintos templos que participan, algunos posan junto a la barcaza para tomarse fotografías, y entre todos colaboran con el armado de la ofrenda.
Es el tercer año que el INADI organiza una celebración a
Iemanjá. La primera fue en el mismo lugar, en el 2011, simultáneamente con el
lanzamiento del Programa “Afrodescendientes contra la discriminación, la xenofobia
y el racismo”. El año pasado este acto se trasladó a la Ribera de Quilmes donde
se realiza el festejo popular y masivo -del cual se da cuenta en la entrada
anterior del blog- convocado por ASRAU y atendido también por múltiples templos
de manera autónoma. Por motivos que desconozco, este año se volvió a Costa Salguero, para una celebración que debería haber sido más
concurrida, y que parece tener connotaciones tanto políticas como religiosas.
Al llegar las autoridades del INADI se convoca a la carpa
central en donde se llevará a cabo el acto formal. Lo preside el interventor de
la institución, Pedro Mouratian, la directora de Promoción y Desarrollo de
Prácticas contra la Discriminación Julia Contreras, Gonzalo Pérez- en
representación del municipio de Quilmes- y la mãe Mameto Onira (Adriana
Izquierdo) como coordinadora del Programa de Afrodescendientes del INADI. Los
discursos suenan apremiantes y aluden a los avances del actual gobierno en
la visibilización y reconocimiento de los afrodescendientes, destacando los
esfuerzos hacia una mayor igualdad, e inclusión de la diversidad cultural y
religiosa. Por otro lado, se marca una continuidad con los logros de la
Asamblea del año XIII, cuyo bicentenario se conmemoró recientemente y que marca
un comienzo hacia la abolición de la esclavitud.
Una vez finalizado el acto se invita a los presentes a
completar las ofrendas y acompañar su entrega al río. La barca está
colmada de frutas, flores, maíz, pipoca, perfumes, mensajes en papel, etc. Se
comienzan a escuchan los cánticos devocionales guiados por un pai de santo y
coreados por el resto. Un grupo de devotos carga en sus hombros la barcaza y se
sumerge en las aguas –profundas en este sector- del Río de la Plata
para depositarla y amarrarla al bote de Prefectura. Todos de frente, mirando la
barca celeste que se aleja hacia el horizonte a medida que los cantos
disminuyen. Algunos arrojan flores, otros aplauden, luego los representantes de
INADI sueltan palomas pidiendo protección a la deidad africana y alguien a viva
voz pide que ‘guíe a la presidenta’.
Más allá de este momento de gran efusividad, todo se desenvuelve
en un clima respetuoso y algo circunspecto, con poco margen para demostraciones
de fe más espontáneas, como las que
pueden observarse en el conurbano bonaerense. Para un observador externo, la
sensación que prima es que se escenifica un rito -"exótico"?- en el
marco de un acto político, en donde se nos invita a formar parte poniendo una
flor y "pidiendo un deseo", como una "demostración" de
aprecio hacia "otros" que no comparten la misma tradición cultural.
Una escenificación, cuyo corolario
fueron la teatralización de danzas de orixás con percusión en vivo y unas
cumbias afro-colombianas que desconcertaron a más de un religioso en la
audiencia. Por otro lado, no se puede negar que fue interesante ver el rol
activo que le cedieron al interventor del INADI en la ceremonia, quien invitó
alegremente a depositar flores y arrojó perfumes junto a los ‘especialistas
religiosos’ para abrir camino a la barcaza.
Sin duda que es valioso el reconocimiento estatal y el espacio-
aunque algo exiguo- que se le da a esta celebración tan importante para los afro-umbandistas
y en donde se reivindican además, necesidades y derechos de las comunidades
afrodescendientes en Argentina. Pero no deja de suscitar dudas la poca difusión
que logró el evento, el lugar ‘escogido -en la Capital, pero a la vez algo
oculto y de no tan fácil acceso-, la concurrencia que distó mucho de ser la
posible o deseable, y los alcances reales de los cambios políticos que auguran
los discursos. Con miles y miles de argentinos ofrendando en las playas
bonaerenses de manera espontánea, quizás sería más interesante que el INADI se
integre realmente a estos festejos, legitimándolos y difundiéndolos, en vez de
intentar reproducirlos de manera algo independiente.