Mientras que La Naciòn online sacò un par de buenas notas sobre el candombe y la situaciòn actual de grupos de afrodescendientes, la ediciòn impresa -que tiene màs impacto- nos regala algunas joyitas retro como la de abajo. Su manera de tratar el tema (vivimos en el mejor de los mundos raciales posibles) es propia de artículos de hace veinte o treinta años atràs....
La Naciòn, mièrcoles 10 de junio de 2009, Ultima Pàgina.
La fuerza de una raza
Pinceladas de color en la vida cotidiana
Los negros siempre fueron de gran influencia en la cultura americana
Por Alejandro Schang Viton
Sobre la banquina embarrada que permite el ingreso a la estación de servicio de Rauch, a la sazón Capital Nacional del Ave de Raza, un camión tiene en su parte trasera, con llamativas letras impresas, un letrero en el que se lee claramente Los negros estamos en todas partes. Es que los argentinos tenemos muchas cosas de negros y, si esta pizca que conforma nuestra idiosincrasia es aprovechada, quizás ayude a comunicarnos mejor con otros pueblos en busca de coincidencias. Sin ir más lejos, con el país gobernado por Obama.
Alberto González Arzac refiere en su ensayo La esclavitud que de las Indias llegaron a Sevilla danzas afroamericanas como el capuchino, el zambapalo, el fandango, el zarandillo, el zarambeque, el paracumbé, la zarabanda, el guineo y la chacona. Ritmos que el humorista Landrú no sólo bailó, sino que también tarareó en los contados lugares en los que se juntaban los morenos sobrevivientes en la década del cincuenta. En el caso de la chacona, durante los reinados de Luis XIV y Luis XV en Francia "alcanzó un agudo vértice de éxito", cuenta Néstor Ortiz Oderigo en el libro Aspectos de la cultura africana en el Río de la Plata. Hasta tal punto que posteriormente fue estilizada por Johann Sebastian Bach, Vivaldi y otros compositores. Con el paso del tiempo los músicos y compositores blancos tomaron prestados muchos acordes vinculados con el rhythm and blues, el gospel, el jazz y otras derivaciones africanas y afroamericanas.
Distintas ocupaciones
Martín Alberto Noel afirma que durante los años siguientes a la abolición de la esclavitud por la Asamblea de 1813, Buenos Aires albergó a un gran número de negros, dedicados a los más diversos oficios. Los morenos, como se los llamaba cariñosamente en el Plata, tuvieron diferentes oficios y en Buenos Aires desde 70 años atrás, su autor, José Antonio Wilde, los enumera: pasteleros, carameleros, jardineros, peluqueros, sastres y profesores de piano como el famoso Roquito Rivero. Wilde también menciona por su longevidad extraordinaria a la antigua esclava del General San Martín, doña Demetria Escalada de Soler, "que había alcanzado los 105 años y pese a su venerable ancianidad desempeñaba todavía comisiones menudas". Otro moreno longevo fue Juan José de Urquiza, mazamorrero y criado de la familia del caudillo entrerriano. Por otra parte, las morenas se dedicaban a lavar la ropa sobre las márgenes del río color león, desde la Recoleta hasta los aledaños del Riachuelo. "Muchas otras" cuenta Noel "criaron a chicos de apellidos ilustres, que con el tiempo brillaron en la historia o el foro, las armas o las letras." La valentía de los morenos quedó demostrada en el campo de batalla, como enlistados en un batallón de defensa de Buenos Aires, durante las Invasiones Inglesas, y en los ejércitos de la Campaña Libertadora. Muchos dejaron sus vidas en la Guerra del Paraguay y durante la fiebre amarilla.
Ulises Grant (1822-1885), decimotercer presidente norteamericano que condujo los ejércitos de la Unión durante la guerra civil para terminar con la esclavitud, tenía, sin embargo, cuatro esclavos. Y cuando se casó con Julia Dent, en Missouri, recibió uno más como regalo de casamiento. También tuvieron esclavos negros, según consigna David Wallechinsky en El libro de las listas, Aristóteles, Santo Tomás de Aquino, Cristóbal Colón, Catalina de Rusia y George Washington, que llegó a contar con más de doscientos en su haber. Entre los personajes de los comics, Trifón y Sisebuta tuvieron un mucamo de color al igual que Mandrake, el Mago, cuyo servicial Lothar le daba una mano en la lucha contra el mal.
Simpatía criolla
La Argentina es uno de los pocos sitios del universo donde se utiliza el término negro-negra para expresar afecto, más allá de la polémica que pudiera originar la diferencia entre considerarlo un sustantivo o un adjetivo calificativo. Lo confirmó de paso por Buenos Aires, en 2000, Papa Jessie Ferguson, el más antiguo de los miembros de Los Plateros, conocido grupo negro que en la década del 50 logró su mayor hit con el tema Only you. Ferguson admitió que "la Argentina es un país en el cual todos se tratan familiarmente y donde los blancos parecen negros en muchos aspectos". Quizá Ferguson se refería al afecto con que se reconoce a la Negra Sosa, al Negro Lavié y a los queridos pseudonegros Alberto Olmedo y Roberto Fontanarrosa.
Otra prueba de la gran simpatía que existió siempre en este país hacia morenos y mulatos es el impacto provocado por la emisión de la miniserie Raíces a principios de la década del 80. Con tal de no perdérsela, los apasionados televidentes agendaban para más tarde las salidas y los encuentros sociales.
Los morenos incluyeron entre sus creencias el culto a la Virgen del Rosario. De hecho, existe en Chascomús una capilla bajo su advocación, conocida como Virgen Morena o Nuestra Señora de los Negros. Juan Agustín García en su Ciudad Indiana habla de la Cofradía de San Benito y de la adoración que tenían por San Baltasar. El pintor Pedro Figari evocó muchas escenas de negros en las cercanías de La Piedad, que son de 1922.
También es evidente el aporte ejercido por ellos al castellano. Ricardo Rojas, en su libro Euroindia, consigna algunos argentinismos heredados de culturas africanas: zambo, candombe, mandinga, bochinche, quilombo, zamba, maní, batuque, bambula, chimango, tongo. Y además dejaron un juego que muchas generaciones de chicos y chicas argentinos bailaron y corearon a carcajadas, la ronda catonga.