Ya me preocupa un poco (bastante) el estado de carencia civil
que reflejan los comentarios positivos de varios amigos, o personas que aprecio
y respeto sobre las deslucidas palabras pronunciadas por
Cristina en Angola respecto de la “población de origen afro” de nuestro país.
Menem dijo algo así como “en Argentina no hay negros” –de
nuevo, estoy por salir de viaje mañana y
escribo más atolondrado que lo usual. Pues bien, lo que Cristina básicamente
dijo fue: “en Argentina hubo (muchos) negros” -pero de ninguna manera
reconocíó la existencia actual de
afrodescendientes. Esto debe quedar
claro. En ningún momento dijo “en Argentina hay negros” (afrodescendientes,
afroargentinos, personas negras, etc.).
Que el entusiasmo por su carisma, sus capacidades
dancísticas y el hecho de que la presidenta haya pronunciado la palabra
“negros” en alguna oración junto con la palabra “Argentina” no
nos haga creer otra cosa. Prácticamente dio por finalizada la
esclavitud en 1813 –siguiendo el mito escolar- y citó un censo de 1778. Ni
siquiera llegó al 30 % de la población de 1810, o la presencia candombera en la epoca de Rosas
–o sea, aún por los mitos usuales, se
quedó corta. La referencia más contemporánea fue a las murgas, no al candombe.
Básicamente, nada en
el discurso de Cristina hace pensar que actualmente hayan argentinos que puedan
compartir una ascendencia con aquellos a quienes les hablaba.
Según lo que dijo, los negros estuvieron en el pasado
argentino. Esto en un gobierno
que en 2010 incluyó una pregunta sobre afrodescendencia en el censo
nacional. Mal redactada, pero la
incluyó. ¿Se enteró de ello nuestra presidenta?
Dije y repito: hay organismos del Estado argentino que han
hecho un acercamiento a los afrodescendientes. Si el tema interesara
mínimamente al gobierno o a estos organismos, deberían haber redactado una
carilla con un discursito mínimo que efectivamente, incluyera a la población
afrodescendiente local actual y que
revelara la voluntad de una relación realmente
horizontal entre dos países “del sur”. Una presencia física, como dije,
hubiera sido realmente relevante.
Escuché que la presidenta expresaba su deseo de “que
estudiantes angoleños puedan venir a estudiar en Argentina”. Muy bien!. ¿Pero si
se hubiera tratado de un país europeo, la frase no habría sido acompañada por
un deseo de reciprocidad?
Condenamos el hecho de que por un programa televisivo tres
familias argentinas vayan a adaptarse a las pautas culturales de tres “tribus”
(dos africanas) pero sin embargo aplaudimos entusiastamente cuando nuestra
presidenta prácticamente pretende “civilizar” a los angoleños, -quienes, según
el discurso de nuestro gobierno, parecen carecer de cualquier conocimiento
práctico-. Nos parecen ridículos los esfuerzos de estas familias de clase media
por interactuar con sus anfitriones, pero aplaudimos los pasitos de baile y los
exagerados abrazos presidenciales con las mujeres de Angola. ¿Por qué una
relación que intenta ser horizontal o de aprendizaje con Otros es condenada en
un caso, y otra de eminente superioridad es festejada en otro? Enigmas del carisma, supongo…
Sugiero que dejemos de contentarnos con apenas pequeñas retórica
alusivas, eventitos episódicos, presencias de compromiso de funcionarios
demagógicos que buscan el aplauso en reuniones, plaquetitas que probablemente
sean robadas antes de que se oxiden y puestitos –rentados o no… Todo esto puede
haber llamado la atención en un comienzo, cuando eran una novedad. Pero lo que hace
falta ahora son políticas públicas reales y continuadas, así como el
reconocimiento en todos los niveles estatales, no de la manera espasmódica, circunscripta y acotadamente simbólica en que
se da actualmente. Real reconocimiento, real presencia, real retribución, real ciudadanía… ¿Es mucho pedir?
(Confieso que hago mis apreciaciones a la luz de la experiencia
afro-brasilera, colombiana y uruguaya –y por mas que numéricamente no sea la
misma situación, las aspiraciones no
tienen por qué ser muy diferentes. Aspirar a menos por una cantidad poblacional seguramente menor a la de esos
países es acostumbrarse a ser ciudadanos de segunda, lo que puede parecer mejor
que no ser considerado ciudadano, pero es bastante menos que efectivamente serlo.
Y reitero, puedo
ser injusto en mi evaluación del bailecito..)
Ver entrada anterior en este blog, y, sobre las declaraciones de Cristina:
http://www.telam.com.ar/nota/25603/
pero sobre todo, el video que subo en otra entrada (de hoy) del discurso presidencial en Angola.
pero sobre todo, el video que subo en otra entrada (de hoy) del discurso presidencial en Angola.