Foto EFE
(Tarde, pero no pierde actualidad)
El último día del año pasado, en algunos diarios argentinos apareció esta foto de unos shamanes peruanos realizando rituales por la salud de varios mandatarios latinoamericanos, entre ellos nuestra presidenta.
Al verla, me pregunté qué posibilidades habría de que existiera una foto similar, pero con shamanes indígenas argentinos y, de hacerlo, que fuera publicada en los medios locales.
Mi respuesta ante mi propio interrogante sería que las posibilidades de existencia de esta hipotética foto serían escasas o nulas.
Pero por qué? ¿Acaso no hay shamanes indígenas argentinos? Claro que sí.
¿No intentarían los shamanes locales interceder por la salud de la presidente? Habida cuenta de la poca atención dispensada por el gobierno nacional a los Qom cuando acamparon durante un tiempo prolongando en la avenida 9 de julio reclamando por la represión que sufrieron a manos del gobernador de Formosa, una respuesta positiva podría estar en duda. Pero supongamos que los shamanes indígenas al ser personas espiritualmente avanzadas si estarían dispuestos a pagar la indiferencia política con ayuda mágico-religiosa.
Lo que más conspiraría contra la posibilidad de una fotografía similar local sería nuestra imagen ideal de la sociedad argentina como moderna, europea, blanca y racional (y, para algunos, católica). En esta imagen idealizada de cómo somos los argentinos, sustentada durante años por una particular narrativa dominante de la nación, los indígenas contemporáneos casi no existen, o si lo hacen se cree que no poseen ya determinadas características propias de su cultura (especialistas religiosos shamánicos, por ejemplo).
Aún cuando se creyera, en algún tipo de reivindicación multicultural, que las anteriores dos condiciones sí son posibles, la conjunción especialista religioso indígena – primer mandatario(a) argentino sería particularmente improbable.
Desde una perspectiva “conservadora”, se pensaría que sólo un especialista de la iglesia católica podría interceder por el(la) presidente(a), y desde una “progresista”, que ningún especialista mágico-religioso debería –ya que creer en esas cosas sería una muestra de ignorancia y atraso o, si fuera un sacerdote católico, de intervención indebida de la iglesia en asuntos de Estado. Los hipotéticos “progres” quizás verían con simpatía que los shamanes bolivianos bendigan a Evo Morales, pero porque es su cultura. Nunca podría ser la nuestra, porque en la nuestra –aún para sectores que no se presumen conservadores- estas expresiones no tienen cabida. Aún cuando haya más argentinos pertenecientes a pueblos originarios que, por ejemplo, en Brasil. O cuando miles de compatriotas consulten diariamente a adivinas, curanderos, etc. Pero eso no es lo que somos.
Foto tomada de:
La misma, más pequeña, en la nota de Página 12: