Originalmente, tenía pensado tan sólo incluir la nota de Pigna
que salió hace un par de semanas en la revista Viva del diario Clarín (6/1/13),
haciendo, en todo caso, una breve referencia a lo desafortunado del título: El instinto
de libertad.
¿Por qué una nota que habla del cimarronaje y los quilombos en
Brasil -gestas de libertad si las hay- debe estar encuadrada (framed)
interpretativamente con un énfasis en un supuesto instinto de libertad? ¿Es necesario utilizar esa palabra que ubica
a los cimarrones y quilombolas mas cerca de los animales que de los hombres? ¿Acaso
no era más apropiado y obvio hablar de "deseos" o "ansias"?
De esta manera, el encuadre brindado por el título -aún
cuando no sea retomado en la nota- ayuda a perpetuar las nociones de inferioridad y
animalidad (menos-que-humanidad) que
pesan sobre los afrodescendientes y, quizás en medida mayor aún, sus
antepasados esclavizados. Un status de inferioridad posibilitado por los
regímenes esclavistas pero cuya influencia perniciosa llega hasta nuestros
días, transformada y perpetuada por este tipo de pre-nociones y prejuicios que
se filtran en los lugares menos pensados, con
una cotidianidad que a esta altura ya no asombra pero sí asusta.
Uno puede estar de acuerdo o no con las "visiones-Pigna"
de la historia, cuestionar qué tan actualizado parece estar con la bibliografía
contemporánea de los temas que trata -especialmente cuando espinosos y aún poco
conocidos por fuera de un grupo de especialistas- pero no cabe duda del valor
visibilizador que sus escritos adquieren para ciertas temáticas, sobre todo cuando
aparecen en un medio de comunicación masivo de este porte.
Dada la dinámica y la peculiar forma que adquieren la
construcción de noticias -en diarios y revistas- es probable que el título
final no haya sido suyo, sino de algún redactor en jefe o encargado de sección
de la revista.
Poco importa, ya que el efecto pernicioso de construcción y repetición
de una imagen animalizada de los "negros" cimarrones y quilombolas -y
por ende de los "negros" actuales- se perpetúa a través de una nota que pretende ser educativa y de divulgación de la
historia de nuestro continente. Un
buen intento, severamente desvirtuado por un título que atrasa casi doscientos
años.
Como siempre digo, para este tipo de evaluaciones es
importante tomar en cuenta el contexto -histórico, semántico, hasta mediático.
Las representaciones de grupos étnico-raciales -y su subalternización- se
forman a través de la repetición, en innumerables ocasiones y ámbitos de todo
tipo, de determinadas imágenes, adjetivos y metáforas que se repiten o se complementan
para lograr una concepción naturalizada de su inferioridad.
Es necesario entender, analizar críticamente, evidenciar y denunciar
este tipo de mecanismos ya que hacen posible la reproducción del racismo
cotidiano que tan sutilmente pero eficientemente afecta la vida de miles de
personas a un lado y otro del Río de la Plata.
En un momento particularmente
sensibilizado ante la subsistencia de discriminaciones -en Uruguay por el
ataque racista a Tania Ramírez y la campaña "Borremos el racismo dellenguaje", en Argentina por la celebración del Bicentenario de la Asamblea
del Año 13 que supuestamente "puso fin al tráfico de esclavos y estableció
la libertad de vientres, garantizando la libertad e igualdad a todos los hijos
de esclavas que nacieran en adelante en el territorio de las Provincias
Unidas " es particularmente importante -reitero- comprender y denunciar
los mecanismos a través de los cuales estas "igualdades" permanecen
promesas incumplidas.
Fuente de la nota de Pigna: Revista Viva del diario Clarín, 6/1/13.
Es ya de público conocimiento que por Decreto 2435/2012,
sancionado el 13 de diciembre pasado, el
año 2013 fue declarado como “Año del Bicentenario de la Asamblea General
Constituyente de 1813”. Por ello, la ley
Ley 26.840 estableció "por única vez feriado nacional" el día 31 de
enero de 2013 en su conmemoración.
Entre los considerandos del decreto, se justifica esta
celebración ya que:
"la Asamblea General Constituyente de 1813 marcó un
hito trascendental en nuestra historia, no sólo por el rol soberano asumido por
quienes la presidieron sino por su representatividad, albergando en su seno a
todos los pueblos integrantes de las Provincias Unidas del Río de la Plata."
y que
"dicha Asamblea introdujo profundos cambios
políticos y sociales que resultaron trascendentales para nuestra soberanía
popular, y que han sido puestos de manifiesto a través de una incipiente tarea
legislativa, ratificando su vocación de independencia, libertad e igualdad,
plasmada en el dictado de numerosas disposiciones fundamentales."
Entre las varias iniciativas mencionadas (apreciables en la imagen de arriba que
reproduce el decreto) se señala que:
"puso fin al tráfico de esclavos y estableció la
libertad de vientres, garantizando la libertad e igualdad a todos los hijos de
esclavas que nacieran en adelante en el territorio de las Provincias Unidas."
Este énfasis despertó el entusiasmo de numerosos
afrodescendientes de y en nuestro país, que asistirán al acto conmemorativo a realizarse
el jueves en la plaza. Aparentemente estaría prevista hasta la presentación de
candombe (en su modalidad local y uruguaya) en lo que podría ser un interesante
golpe de visibilización de la cultura afro de ambas márgenes del Plata.
Si las celebraciones de hitos progresistas notables en
nuestra historia son justificadas y bienvenidas, para no quedarnos en una nueva versión Billiken de la misma -especialmente en temas poco tratados y
conocidos como la esclavitud en Argentina- es necesario indagar en qué fue realmente lo que pasó en esos años y en qué medida estas disposiciones y enunciaciones
de buenas intenciones fueron llevadas o no a la práctica.
O sea, qué consecuencias tuvieron para la vida real de
las personas (esclavizadas) de la época. De lo contrario, en vez de la pretendida lectura revisionista, corremos el peligro de reproducir las visiones tradicionales acerca de que la esclavitud en Argentina fue "mas benigna" que en otros países, o que fue abolida o "suavizada" mucho mas tempranamente de lo que en realidad fue.
Ciertamente la esclavitud en Argentina no es un tema en
el que me especializo -sobre el que faltan, además mucho más estudios de los
que hay- pero reproduzco abajo lo que ya hemos afirmado -en un trabajo conjunto con Eva Lamborghini- en base a análisis previos de historiadores locales.
Imagen tomada de www.elhistoriador.com.ar (ver al final)
Cito del trabajo (fuente y bibliografía abajo):
"La Asamblea General Constituyente de 1813 aprobó la
ley de libertad de vientres, por la cual “los niños que nacen en todo el
territorio de las Provincias Unidas del Río de la Plata [deben ser]
considerados y tenidos por libres” (Goldberg, 1995: 545). Poco más tarde
estableció que “Se declaren libres todos los esclavos que se introduzcan en el
territorio de la Nación”. Estas medidas
no tuvieron, sin embargo, efectos inmediatos. Ante quejas de la corona
portuguesa, posteriores disposiciones limitaron sus alcances para impedir la
fuga de esclavos desde Brasil y para que quienes llegaran con esclavos propios (para
uso personal y no para la venta) no los perdieran.
El “Reglamento del Liberto” que reguló la ley de libertad
de vientres estableció que “todos los niños de castas que nacieran libres
deberían permanecer en casa de sus patrones hasta la edad de veinte años” (Goldberg, 1995: 546). La edad de emancipación de los libertos
se fijó en los 16 años –o antes, si se casaban–. Sin embargo, estos límites no
siempre se respetaron, y en la práctica el liberto funcionaba como un esclavo
más y podía ser objeto de diferentes operaciones mercantiles, pudiendo incluso
ser separado de la madre después de los dos años si esta era vendida (Rosal,
1994: 167).
Imagen tomada de www.elhistoriador.com.ar (ver al final)
El tráfico de esclavos volvió a prohibirse en la
Constitución de 1819, en el tratado con Gran Bretaña de 1825, en la
Constitución de 1836, “en fin, demasiadas veces, lo que podría sugerir que el
decreto de 1812 no se cumplía estrictamente”, como señala Rosal (1994: 167).
Recién en 1840 se firmó un tratado con Gran Bretaña que logró la absoluta
abolición del tráfico de esclavos (Goldberg, 1995: 538). La abolición de la
esclavitud como institución, sin embargo, no llegó sino en 1853, al promulgarse
la Constitución Nacional, y en Buenos Aires recién se concretó en 1862, cuando
esta provincia se integró al resto del país.
De todas maneras, Andrews duda de que la abolición
realmente se haya efectivizado. La Constitución de 1853 que liberaba a los
esclavos también disponía la formación de comisiones para compensar
económicamente a los dueños. Como estas comisiones no parecen haberse formado nunca,
el autor suscribe a la posición de Leslie Rout Jr. (1976), quien afirma que “la
esclavitud en Argentina nunca se abolió, simplemente falleció de edad avanzada”
(Rout apud Andrews, 1980: 58)."
Bibliografia citada:
Andrews, George Reid. 1980. The Afro-Argentines of Buenos
Aires 1800-1900.
Madison: University of Wisconsin Press.
Goldberg, Marta. 1995. “Los negros de Buenos Aires”. En:
Luz M. Montiel
(Ed.). Presencia africana en Sudamérica. México DF:
Consejo Nacional para la
Cultura y las Artes, CONACULTA.
Rosal, Miguel Ángel. 1994. “Negros y pardos en Buenos
Aires, 1811-1860”.
Anuario de Estudios Americanos. Vol. 51, Nº 1: 165-184.
Rout Jr., Leslie B. 1976. The African Experience in
Spanish America. Cambridge:
Llegan a Buenos Aires -ya las tiene el kiosquero amigo,
antes que el cine- dos películas realizadas por famosos directores norteamericanos
que tratan, de manera muy diferente, el tema de la esclavitud en Estados
Unidos: Lincoln, de Steven Spielberg, y DjangoUnchained, de Quentin Tarantino.
Ambas vienen precedidas de polémicas, en su país de
origen, acerca de las visiones que transmiten sobre "nuestra peculiar
institución" -como se la denominaba en el sur norteamericano, en momentos
en que la palabra "esclavitud" era considerada impropia. Critic@s o
cineastas afronorteamerican@s, especialmente, han cuestionado los motivos y
consecuencias que estas visiones de "hombres blancos privilegiados"
(privileged white men) puedan tener en la sociedad actual.
La más polémica, como podría esperarse, ha sido la de
Tarantino, que narra la alianza entre un cazarecompensas alemán y un esclavo
que compra para que lo ayude a identificar a determinados fugitivos, relación
que acaba transformándose en una parceria (amistad?) e intento conjunto de
recuperar a la mujer de Django, esclavizada en una de las grandes plantaciones
de Mississippi.
La mecha probablemente se encendió con la declaraciones
de Spike Lee, quien en un tweet afirmó que "la esclavitud americano no fue
un western spaghetti de Sergio Leone. Fue un Holocausto. Mis ancestros son
esclavos. Robados de Africa." Y en
una difundida entrevista a la revista Vibe, señaló que "no iba a ver la película", porque
le parecía "una falta de respeto a sus ancestros". Aunque aclaró que
esa era su opinión personal, y que no estaba hablando en representación de
nadie.
En una nota ya más extensa y reflexiva, la cineasta y crítica de cine afronorteamericana
Tanya Steelecuenta que fue a ver ambas películas el mismo
día, curiosa por aprender "cómo sería la esclavitud en la imaginación de
los hombres blancos". Señala que, como cineasta negra, se preocupó siempre
por "cuestiones de 'responsabilidad', 'quién la va a ver', 'qué impacto
tendrá sobre el discurso en América', 'qué imágenes estará proyectando a
nuestra juventud o el mundo', pero que, por el contrario, los cineastas blancos no parecen tener estas
preocupaciones -ya que aparentemente la carga racial parecía serles ajena.
Existiría, por lo tanto, "un arte privilegiado, una cinematografía
privilegiada: las películas actuales de Hollywod no parecen responsables por
nada ni ante nadie".
La película Lincoln, afirma, le despertó emociones mixtas.
Por un lado, la llevó a preguntarse "¿por qué pone el foco en este aspecto
de la esclavitud? (aún considerando que antes hizo la película Amistad). ¿Por
qué necesitan concentrarse en Lincoln o en ese momento de la historia? ¿Por qué
no muestra por lo que estos hombres blancos están luchando: la experiencia del
esclavo? (...) Los esclavos aparecen bien vestidos y no muestran las cicatrices
de la esclavitud. Esto me pareció problemático".
Su opinión final de la pelicula, sin embargo, es positiva,
ya que:
"No todos los personajes no son la misma cosa, no piensan
de una sola manera. Muestra lobbies ocultos, vanidad y arrogancia. Hasta
Lincoln, quien parece haber pronunciado sólo palabras que brillaban
poéticamente, no aparece enteramente inmaculado. La película no es sobre el noble
hombre blanco. Es sobre hombres blancos
que son llevados, pateando y gritando, hacia el futuro".
Sus apreciaciones sobre Django son algo más críticas:
"Hay momentos en la película que pueden parecer nuevos
para quienes saben poco sobre la esclavitud -cosas que no se han visto
previamente en la pantalla cinematográfica. Momentos cautivantes de la
película, presentados de manera interesante y creativa. Comprendo la necesidad
de divertir, fantasear, crear una nueva mitología a su alrededor, para
distraernos de la locura que reside en el pasado de nuestra nación. Pero, si
fuera fácil escapar de la esclavitud, como lo hizo Django, estaríamos en otro
lugar en este momento de la historia. Si hubiera sido tan fácil salir, lo
hubiéramos hecho. (...) Hay un momento en la película (que no revelaré) donde
me pareció que Tarantino creía que si no fuéramos tan sumisos no estaríamos
donde estamos. Django y su mujer fueron la excepción. El resto de los esclavos
parece aceptar su destino, algunos con felicidad. (...) Los esclavos de
Tarantino son lo contrario de los de Spielberg -no son nobles, son
caricaturas.. (...) Django era el 'super-negro', el que era único, inteligente,
rebelde, diferente del resto. Ninguno de los esclavos intenta ayudarlo. Era el
negro especial. (...) Esto funciona bien para una cultura que no quiere
reconocer las maldades del sistema de la esclavitud. Queremos creer que no fue
tan mala. Que era soportable, escapable, brindaba oportunidades para los
héroes. Las personas negras fueron esclavas porque no luchamos lo suficiente.
Django es un personaje creado por un hombre blanco privilegiado. (..) Tarantino
es el cineasta perfecto para estos times. Queremos nuestra información de
manera rápida, graciosa, presentada de una manera interesante y no demasiado
complicada (...) Está nuestra cultura peor por 'Django Unchained'? No creo que
estemos mejor por ella. Profundizará las discusiones sobre la esclavitud?
Probablemente no (...) Pero tenía todo el derecho de hacerla. Es
entretenimiento. Tiene una buena banda de sonido. Tiene gente bella. Es un
escapismo. Es una obra de Arte. Hemos pasado muchos años escapando (into the)
hacia el héroe blanco masculino, por qué no uno negro? 'Lincoln' es pensante.
'Django Unchained' es activo. Y nosotros estamos aún afuera, viendo como otros
escriben nuestra historia"
Opiniones de otros críticos norteamericanos surgen de la
extensa nota que el suplemento Radar de Página 12 le dedicó en una reciente
nota de tapa.
Reproduzco una
parte del artículo del periodista Mario Kairuz:
"El periodista del Los Angeles Times Erin Aubry Kaplan escribió que
la esclavitud “es una institución cuyos horrores no hace falta exagerar, pero
Django sin cadenas hace exactamente eso, ya sea para iluminar o para
entretener. Un director blanco soltando a la ligera esa palabra con N (nigger:
el uso más despectivo de “negro”) en un homenaje al blaxploitation de los ’70
como Jackie Brown es una cosa, pero el mismo director convirtiendo las
salvajadas de la esclavitud en pulp fiction es otra”.
Para sus detractores no parece ser suficiente argumento a favor del
estilo “irresponsable”, despojado de culpa, con que Tarantino se entrega a sus
temas. Quentin insiste: “Todos ‘conocemos’ intelectualmente la brutalidad e
inhumanidad de la esclavitud, pero tras investigar el tema deja de ser
intelectual, ya no es un mero registro histórico. Uno lo siente en los huesos;
te enoja, te hace querer hacer algo. Normalmente, cuando se filma el relato de
la esclavitud, salen películas históricas con H mayúscula, polvorientos manuales
escolares. Yo quiero romper para siempre esa vidriera con una piedra y llevarte
adentro de la historia. Quiero hacer películas que lidien con el horrible
pasado de los Estados Unidos, pero hacerlas como spaghetti westerns, no como
películas de Grandes Temas. Quiero hacerlas como películas de género que tratan
con todo aquello con lo que Norteamérica nunca ha lidiado porque está
avergonzada de ello, y que otros países no tratan porque sienten que no tienen
el derecho de hacerlo”.
Hay también un componente, dice, de “catarsis cultural” en el modo de
representación del cine de acción. “Creo incluso que puede ser bueno para el
alma. No quiero sonar como un bruto, pero todos esos telefilms sobre el
Holocausto y la esclavitud son un bodrio. Contar una película de acción en el
contexto histórico de la esclavitud es otra cosa: en mi película, los que
normalmente aparecen como víctimas se convierten en ganadores y vengadores. No
existe hoy una gran demanda de películas que asimilen esta parte oscura de la
historia por la que aún estamos pagando. Y creo que EE.UU. es uno de los pocos
países que no han sido forzados por el resto del mundo a mirar sus pecados
pasados completamente a la cara. Esa es la única manera de superarlos. No es
como los turcos, que no reconocen la masacre armenia, mientras los armenios
siguen reclamando que se lo reconozca: acá nadie quiere reconocerlos. Si
hiciera mi película mil veces más violenta, seguiría sin ser tan violenta como
la realidad, por lo tanto, si me piden que la atenúe, me piden que mienta, que
no cuente la verdad. No hay explotación, simplemente lo podés aguantar o no lo
podés aguantar. (..)
En rigor de verdad, los críticos norteamericanos de los medios más
influyentes acompañaron bastante de cerca las intenciones declaradas de
Tarantino. Betsy Sharky escribe en Los Angeles Times que “su particular brillo
proviene de tomar una página horrible de la historia, pasarla por su propia
molienda, hacer una comedia audaz, irónica y graciosa y aun así, no permitirnos
ni por un momento olvidar la brutal realidad”. En The New York Times, A. O.
Scott compara a Django con el Lincoln de Spielberg: “(Ambas películas) son
esencialmente soluciones diferentes para un mismo problema. Uno puede
imaginarse a sus respectivos héroes decidiendo con el amable humor del
estereotipo racial que solía ser usado en la comedia stand-up: ‘Los hombres
blancos abolimos la esclavitud así’ (aprobando una enmienda constitucional),
‘Pero los tipos negros, la destruyen así’ (vuelan en pedazos la plantación).
Django es desvergonzada y autoconscientemente artificiosa, con movimientos de
cámara y guiños musicales que evocan tanto los westerns alimentados a maíz de
los ’50 como a su progenie alimentada a pasta de la siguiente década.
Digresiva, humorística, vertiginosamente brutal y ferozmente profana. Una
película problemática e importante sobre el racismo y la esclavitud”.
En The Village Voice, Scott Foundas muestra su aprecio por el “ajuste de
cuentas” que emprende Tarantino sobre una hipócrita tradición narrativa de su
país. “Es una coincidencia que Django sin cadenas se estrene en la misma
temporada que el segundo film de Spielberg sobre la esclavitud (Lincoln, el
anterior fue Amistad, hace 16 años) que no muestra las duras realidades de la
vida de una plantación. Spielberg trabaja sobre una tradición honrada en el
tiempo: desde El nacimiento de una nación, con sus risibles escenas de esclavos
liberados violando y saqueando a las blancas sureñas, las películas han tratado
durante un siglo a esta institución ‘peculiar’ mayormente con distancia; desde
los felices esclavos de Lo que el viento se llevó y Canción del sur a las
alegorías simiescas de King Kong y El planeta de los simios. En televisión,
Raíces y La autobiografía de Miss Jane Pittman intentaron una aproximación más
honesta, aunque dentro de los límites que impone la censura del buen gusto del
horario central. Solo un gran film de estudio de la era moderna, el notable
Mandingo de Richard Fleischer, se atrevió a encontrarse con la esclavitud en
sus propios términos: una bacanal de sadismo, incesto, cruces interraciales,
coronada por un final inolvidable en el que el amo blanco hierve vivo en una
caldera al epónimo luchador. Escandalosamente extravagante, ferozmente
inteligente, Django sin cadenas es un acto de provocación y reparación a la
vez, no solo por la esclavitud sino por décadas de negros y laderos de habla
canchera en Hollywood, y su blanqueo de la historia, desde ¿Sabes quién viene a
cenar? a Historias cruzadas.”
En su artículo para Esquire titulado “Por qué Django sin cadenas es
mejor que Lincoln”, Stephen Marche argumenta sobre la necesaria violencia de la
película de Tarantino: “Si uno ve Lincoln cree que la esclavitud era un asunto
de debate y política, que era una cuestión legal y que la gente blanca solo
debía corregir su error de considerar a otras personas como su propiedad.
Django necesita ser física: para una película sobre la época más sangrienta de
la historia, a Lincoln le falta sangre. Tarantino necesita una reacción física
a un crimen físico”. "
En la red, el video de la cámara del boliche a cuyas puertas fue
atacada la militante afrouruguaya Tania Ramírez.
Con la edición correspondiente, se puede
ver con cierto detalle cómo se fueron sucediendo los hechos, aunque no se puede
escuchar la discusión que los motiva.
Llama la atención, y estremece, cómo (casi) de la nada
puede surgir un altercado de este tipo. De interacciones absolutamente
cotidianas: todo el mundo sale en orden, no parece haber un ambiente de
"descontrol" como a la salida de algunos boliches -apenas otra
madrugada en la ciudad.
Aunque digo "casi de la nada" porque obviamente
hay un entrelazado previo de relaciones, de imágenes y presupuestos sociales
que permiten que determinadas personas puedan realizar determinadas
valoraciones de otras, de sus derechos y de sus fenotipos y opciones estéticas.
Y que se sientan, mas allá de su superioridad numérica en condiciones de
defenderlas a los golpes.
Estremece la duración y los distintos episodios que forman
el ataque -el encarnizamiento de una de las chicas, el rol que juega la madre
que parece querer separar pero termina atacando arteramente- pero, sobre
todo, la escasa intervención de personas ajenas al hecho. Nadie hace nada. No
había un tiroteo ni armas, no era una peligrosa pelea entre barras -¿qué costaba
intervenir y separar a las mujeres?.
Desconozco casi todo sobre la obra de Hannah Arendt, pero
es prácticamente imposible ver este video sin que la frase "la banalidad
del mal" venga a la mente. Contra la creencia que pone el acento en
la agencia destructiva de individuos extraordinaria o patológicamente
malvados, la filósofa alemana enfatiza el rol de las circunstancias
sociales que llevan a la generalización de determinadas actitudes como parte de
lo normal, de lo correcto o adecuado (social o individualmente) para hacer en
ese momento. La indiferencia moral y apatía generalizadas pueden ser tan
importantes o más que la presencia de individuos con un gran plan y estrategias
malignas.
Para el caso que nos ocupa, además del consabido
"no te metás" (que supongo también existirá en la orilla oriental del
Plata), una estructura de racismo cotidiano -el entrelazado de relaciones y
valores sociales que día a día determinan la valoración que algunas personas pueden realizar sobre
otras en base a su fenotipo y opciones culturales y estéticas- que permite que
de interacciones casuales, menores (una disputa por un taxi) surja un brutal
ataque racista, ante la mirada indiferente de decenas de personas.
La banalidad de este mal -pero su presencia ubicue- y la
existencia y modalidades de este racismo cotidiano es lo que hay que comprender
y denunciar para evitar episodios similares en el futuro.
La versión online de Clarín de hoy se hace eco de una iniciativa de la Casa de la Cultura Afrouruguaya.
Los comentarios, como siempre imperdibles -e inquietantes...
Ya hubo un cuestionamiento local a la expresión "trabajar en negro" -de la que dimos cuenta en este blog. Como dije antes, me parece más correcto preocuparse por "trabajar como un negro" que por "trabajar en negro" -expresión que no necesariamente hace referencia a sujetos racializados-.
Tampoco creo que haya que sacar la expresión sino hacer notar su carácter inadecuado. Como señala la nota de La Diaria que figura al final de esta entrada, hay otras expresiones aún más discriminatorias en diccionarios uruguayos ("negrada", "negraje", "negrerío" "negrear") que también necesitan aclaración y condena. Un largo trabajo.
Clarín, 23 de enero de 2013
Piden a la Real Academia Española borrar la expresión
"trabajar como un negro"
Músicos, deportistas y funcionarios participan de una
campaña en la que piden a la RAE que elimine esa frase de su diccionario.
"Evoca un pasado de sometimiento que no debería repetirse para ningún ser
humano", dicen. Cómo sumarse.
Músicos, deportistas y funcionarios. Todos juntos con una
idea en común. Borrar la expresión "trabajar como un negro" del
diccionario de la Real Academia Española. La Casa de la Cultura Afrouruguaya
lanzó una campaña para pedirle a la RAE que retire de su diccionario esa frase
"de uso discriminatorio".
En sólo 24 horas, el grupo ha reunido 7.000 firmas de apoyo,
según dijo Elizabeth Suárez, secretaría general de la Casa de la Cultura
Afrouruguaya.
La petición, lanzada en una carta abierta que fue publicada
en la prensa, radio, televisión, internet y en las redes sociales, se suma a
otras actividades de "sensibilización" sobre la cuestión, agregó.
El fuerte de la campaña es video que solicita a la Real Academia "revisar la permanencia de esta expresión en el diccionario" y compromete a
su vez a los uruguayos "a borrar toda expresión discriminatoria" de
las "plazas, canchas y escuelas" del país.
Las personalidades uruguayas que participan del video subrayan que es una de las "expresiones de uso discriminatorio" que "evoca un pasado de sometimiento que no debería repetirse para ningún ser humano".
Entre las caras conocidas que dan voz a la petición figuran la atleta olímpica Déborah Rodríguez, el viceministro de Energía Edgardo Ortuño, la directora del Instituto Nacional de las Mujeres Beatriz Ramírez y el músico Rubén Rada, todos ellos afrodescendientes. Pero también aparecen otros que no son negros como el futbolista Sebastián "El Loco" Abreu o el periodista y escritor Carlos Maggi.
Los ciudadanos que quieran sumarse a la iniciativa deben entrar en la web www.borremoselracismodellenguaje.com y firmar dando sus datos personales, entre ellos el documento de identidad.
Suárez explicó que eligieron la expresión "trabajar como un negro" solo "a modo de ejemplo", conscientes de que el diccionario aparecen otras acepciones de la palabra que tienen el mismo carácter peyorativo, pero también porque "es la que más se usa en Uruguay".
Según la activista, en apenas 24 horas han recolectado ya 7.000 firmas y la organización tiene la esperanza de que la Real Academia les "haga caso" y "erradique" esa frase del diccionario. Sin embargo, más allá del éxito concreto de la solicitud, detalló que su objetivo es "lograr visibilidad" y concientizar.
"Tenemos la idea de que Uruguay es ejemplar en muchos aspectos, pero en este capítulo falta mucho por hacer", denunció la activista, quien asegura que en su país, considerado una de las más avanzadas en materia social del continente, "sigue existiendo discriminación" a la hora de conseguir trabajo y de relacionarse.
Parte de ese fenómeno se debe, en su opinión, a que Uruguay "se ha jactado siempre de tener una cultura europea" debido al origen mayoritario de su población, especialmente español e italiano.
Según los datos del último censo de población realizado en 2011, los afrodescendientes en Uruguay, que tienen su origen en los esclavos que llegaron al país desde µfrica en la época de la colonia, representan el 8 por ciento de los habitantes, es decir unos 300.000.
Agradezco a Darío La Vega y a Nicolás Fernández Bravo
En octubre de 1999, el periódico Folha Universal,
perteneciente a la Iglesia Universal del Reino de Dios (IURD) publicó, como
parte de su acostumbrada campaña contra
las religiones afrobrasileras, una larga nota titulada "Macumberos
charlatanes perjudican el bolsillo y la vida de sus clientes". Una de las
fotos que la ilustraba, reproducía una imagen de la mãe de santo bahiana Gildásia dos Santos e Santos, iyalorixá del
terreiro Axé Abassá de Ogum, en el barrio de Itapuã, en Salvador.
La aparición de esa foto en un periódico de distribución
gratuita y masiva (confesional, pero de una tirada de cerca de un millón y
medio de ejemplares) tuvo consecuencias nefastas en la vida de la mãe de santo.
Por un lado, sufrió la crítica de algunos devotos del candomblé, que creyeron
que se había pasado a las filas de la Universal, por otro, su templo fue
atacado por creyentes evangélicos que se sintieron con derecho de amenazar a su
marido y romper objetos sagrados.
El frágil estado de salud de mãe Gilda no resistió esta
controversia inmerecida, y falleció el 21
de enero del 2000, un día después de haber autorizado a sus abogados a
emprender acciones contra la iglesia neopentecostal brasilera.
Su hija carnal y actual iyalorixá del terreiro, Jaciara
Ribeiro dos Santos, obtuvo tres victorias sucesivas en distintas instancias de
la justicia brasilera, que condenaron a la IURD a retractarse públicamente en
su periódico, y a pagar una suma de dinero a la
familia en concepto de reparación.
De manera más significativa, la fecha del deceso de la líder
religiosa fue instituída, primero por el Município de Salvador y
posteriormente, en 2007, por el gobierno federal brasilero, como el Dia Nacional
de Combate Contra la Intolerancia Religiosa (Lei Federal 11.065/77).
En un desarrollo novedoso de los reclamos por los derechos sociales, se realizará hoy en Porto Alegre -ciudad de origen de buena parte de los templos presentes en Argentina- una marcha que no sólo recordará el caso sino que protestará contra nuevos peligros: ahora la "limpieza étnica" que puede implicar la
realización de la Copa del Mundo en Brasil en 2014. Varios pais y mães de santo
están preocupados con que el hecho de que Porto Alegre sea una de las sedes
implique un proceso de "remozamiento urbano", con el consiguiente desplazamiento
de familias negras pobres y de templos de determinadas áreas de la ciudad. Particularmente,
advierten sobre el caso de la Vila Cruzeiros, por donde pasará una nueva
avenida, y que podría conllevar la
apropiación o mudanza de 26 templos, entre ellos el Reino da Mãe Osun de la Iyalorisa Mãe Maria
de Osun, que se cree es primer terreiro de candomble del estado, situado allí
hace más de cuarenta años.
Ante la preocupación por este proceso de
"desterritorialización simbólica y material de los terreiros de Porto
Alegre", será firmado hoy, en el palacio de gobierno estadual, un
decreto que crea un Grupo de Trabajo para la implementación del Consejo de los
Pueblos de Terreiros y de la Política de Promoción de la Igualdad Racial del
Estado de Rio Grande do Sul.
Nuevos desafíos, pero tanto el gobierno como el
pueblo-de-santo parecen estar a su altura. Veremos a ver, como dicen los
portorriqueños...
Más información sobre este día:
- Para una visión local, ver el blog de Alejandro Agostinelli:
He dicho, y repito, que el Batuque -originalmente del estado de Río Grande do Sul y actualmente adoptado masivamente en Montevideo y Buenos Aires- es la variante religiosa afro-brasilera más menospreciada dentro y fuera de su país de origen. La belleza de sus rituales, culinaria, ropa y tradiciones musicales poco tienen que envidiarle a otras variantes con mejor prensa -hasta académica- como el candomblé.
Hace pocos días, en la revista Foodie de enero (perteneciente al diario El País de Montevideo) apareció esta crónica del periodista argentino Diego Oscar Ramos sobre una ceremonia de batuque realizada en el Ilé Asé Oyáwanjó, en la ciudad de La Plata.
(doble click para agrandar la imagen, o sino ver el texto agrandado más abajo)
La nota, su diseño y las fotos que acompañan finalmente hacen justicia a la temática abordada. Por ello primero reproduzco las siete páginas de la nota y luego sólo las partes con textos, agrandadas, para facilitar su lectura.
A continuación, las partes del texto, agrandadas:
Agradezco a Diego Oscar Ramos, al Babá Oyáwanjó Marcelo t'Oya y la Iyá Virginia Ti Yemoja
La presencia -real, simbólica, cultural- de Africa gana creciente espacio y visibilidad en las calles de Buenos Aires y de las principales capitales del interior. A la revisibilización afroargentina se suman la inmigración afroamericana y africana, el desarrollo de sólidos movimientos de percusión y danza de origen afroamericano y africano que trasvasan los lugares privados de práctica para aparecer, con cada vez más nitidez, en el espacio público.
El diario Clarín de hoy da cuenta de una nueva arista de este fenómeno: murales pintados con rostros africanos en varias paredes de nuestra ciudad.
Hoy, en varias localidades del NE argentino, se celebra a San Baltasar, devoción históricamente asociada (aunque no exclusivamente) a la población afroargentina y afrouruguaya.
Aquí reproduzco -de nuevo- una bella imagen del santo que pertenece a la familia de Darío La Vega, antropólogo, fotógrafo, amigo personal y del blog.