Lo que los antropólogos suelen llamar el "mito de fundación de la Umbanda" cuenta que esta religión fue fundada por Zélio de Moraes el 15 de noviembre de 1908. El joven Zélio, miembro de una tradicional familia del municipio de São Gonçalo, en Rio de Janeiro, fue afectado a los 17 años por una parálisis y luego por síntomas diversos que hicieron temer algún tipo de perturbación mental.
Según los relatos, habría predicho que se curaría de su enfermedad física -lo que habría sucedido al día siguiente- pero las visiones y balbuceos inconexos persistieron. Por sugerencia de un vecino, fue llevado a la recientemente fundada Federação Espírita del Estado de Rio de Janeiro, donde durante una sesión mediúmnica, habría recibido a un caboclo (espíritu de un indígena brasilero) que fue rechazado por los espiritistas debido al “atraso espiritual” que le imputaban en base a su origen étnico.
Antes de retirarse, el Caboclo das Sete Encruzilhadas declaró que al día siguiente llegaría nuevamente en el cuerpo de su "materia" para fundar una nueva religión en la que los espíritus de indios y de negros tendrían un rol protagónico.
Al día siguiente, en la casa ubicada en el número 30 de la Rua Floriano Peixoto en el barrio de Neves, municipio de São Gonçalo, Rio de Janeiro, fue fundada la Tenda Espírita Nossa Senhora da Piedade, el primer centro de la nueva religión, denominada Umbanda.
Los sociólogos y antropólogos suelen considerar que lo más probable es que no haya habido un solo origen para esta nueva religión, sino una lenta transformación de formas devocionales (mas)afro-(que)brasileras que, bajo la creciente influencia del espiritismo, habrían hecho posible el desarrollo de lo que luego se conocería como Umbanda.
Como sea que haya sido, este relato de origen tiene una aceptación tan fuerte entre los practicantes de la religión (primero brasileros, ahora argentinos, uruguayos y de diversas nacionalidades) que le brinda dimensiones fundantes y míticas a la casa de la calle Peixoto.
Dicha casa, como muestran las fotos, acaba de ser demolida para construir un depósito, sin que ningún organismo gubernamental se preocupara por salvarla. Esto muestra la precaria situación en que, aún en Brasil, se encuentra la Umbanda.
Pese a ser continuamente reivindicada como la "única" religión "cien por ciento brasilera" no goza del mismo status social que otras confesiones, aún en un país que se caracteriza por su diversidad religiosa, y, en cierta medida, por su pluralismo religioso -la valoración positiva de esta diversidad-.
Si los practicantes del candomblé u otras religiones consideradas "más africanas" han logrado la patrimonialización de algunos templos ilustres (principalmente en Bahía, pero también en Recife, en São Luis y aún en São Paulo) esto ha sido principalmente por la reivindicación de su carácter "étnico" mas que espiritual. O sea, por su carácter de patrimonio "étnico-racial" más que "religioso".
Atada a sus orígenes de clase media, y luego a su desarrollo más popular, la Umbanda queda visualizada como una variante híbrida, desprovista tanto de la exoticidad y de los argumentos de reivindicación multiculturalista de sus primas "más africanas", como del status espiritual “serio” de otras confesiones religiosas socialmente reconocidas.
Agradezco a la iyá Zulema de Oxum, por cuyo flog me enteré del asunto...
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