Sobre el Encuentro de Candombes
El fin de semana del 12 de octubre (fecha no azarosa), en Los Hornillos (Traslasierra, Córdoba) florecieron mil candombes y en esto, la lluvia (que tuvo que ver con todas las dificultades del primer día), no fue la responsable. Porque lo que se experimentó (y que agradezco haber experimentado esta vez yo también) en este último encuentro es parte de un proceso iniciado hace ya varios años (2007).
Los encuentros de candombes que vienen realizando (y aunando) –mayormente- las comparsas más jóvenes del interior y la capital del país son eventos candomberos únicos. Probablemente cada encuentro tiene y ha tenido sus singularidades con respecto a otros, pero con el correr del tiempo ciertos lineamientos y valores han ido madurando y afianzándose. Se presentan como una forma de sociabilidad novedosa y original a través de la cual candomberas y candomberos construyen comunidad (y comunión) con sus pares alrededor de la práctica común (y diversa) del toque y la danza del tambor. El candombe es una manifestación cultural que tiene otros orígenes (en este caso, hablamos de la vertiente afro-uruguaya) y que es tomada como un legado, a la vez que adaptada a las situaciones locales. Los encuentros de candombes son espacios privilegiados de cohesión social en los que se “aprehenden” cosas que retroalimentan a las comparsas en sus diferentes lugares de origen el resto del año.
Dejo para otro momento un relato o análisis más elaborado (de la charla principal se desprendieron algunos disparadores para pensar la relación entre la “libertad” de los quilombos (comunidades de esclavos fugados) y los encuentros de candombe actuales, por ejemplo). Por de pronto, comparto algunas de las imágenes más sugerentes en cuanto a condensación de significados y que tienen que ver, volvemos al principio, con el título con que iniciamos.