Un pai fue "expulsado" de un barrio de la ciudad
de Río Cuarto, en la provincia de Córdoba. Los diarios locales que reportan el
hecho prácticamente lo presentan como una "victoria vecinal" -y no como un peligroso antecedente de discriminación. El motivo: "prácticas
de magia negra. Sacrificios de animales, paseos nocturnos con velas negras y
curiosas ofrendas" que -como reza el titular del diario- "atemorizaron
a las familias". O sea, prejuicio, desconocimiento, estigmatización. El
mismo diario que "denunció" el caso le permitió al acusado un
prolongado derecho a réplica, pero queda la sospecha del periodista de que
"el pai negó una a una las acusaciones, aunque no siempre lo hizo con la
misma convicción": "fue menos contundente cuando se le preguntó si
dentro del templo se practicaban sacrificios de animales" -como si la
ofrenda de animales fuera un delito y no un ejercicio legítimo de la práctica
religiosa. Finalmente, el episodio concluye con la intención declarada del pai
de hacer un nuevo templo en el lugar que
parece le corresponde a las religiones afro en nuestras sociedades: "en
las afueras de la ciudad".
La mãe Susana (Andrade) de Oxum tuvo la deferencia de
enviarme, desde Montevideo, este texto suyo, escrito hace unos meses, que
demuestra que la situación es similar en ambas márgenes del Río de la Plata. La
Umbanda, siempre dando examen....
Vivimos dando examen
Por mãe
Susana (Andrade) de Oxum
Umbanda es una religión y por eso sólo puede hacer el
bien. Es casi vejatorio tener que aclarar qué somos una y otra vez. No pasa eso
con otras religiones y a nadie se le ocurre preguntarle a un pastor o a un cura
si hacen daño sus ritos.
Ansío el día en que no seamos un fenómeno.
Los fieles afroumbandistas pertenecen a distintos núcleos
y esferas de lo cotidiano y muchas veces no se muestran abiertamente por temor
a la censura social.
Somos religiosos y como tales debemos ser tratados. Quien
quiera conocer en profundidad, puede concurrir a los templos afro que hay
muchos sobre todo en Montevideo.
De todas formas, desconocer no da derecho a faltar el
respeto. Eso es violencia, mala educación y además un delito llamado
discriminación.
Como ciudadana tengo obligación de colaborar con la sana
convivencia y lo hacemos desde la fe. Es tarea de las religiones brindar
fuerzas, paz, alegría y esperanzas a la gente para luchar por la vida. Umbanda
hace su trabajo en ese sentido y espera que los medios de comunicación se
informen con responsabilidad y hagan el suyo.
Si los empresarios de TV y prensa en general tuvieran
presentes las multitudes que reúne la Orixá Yemanjá en las playas los 2 de
febrero y sacaran cuentas antes de hacer bromas pesadas contra la religiosidad
afroindígena, evaluarían que pueden perder dinero, porque muchísimos de sus
consumidores son umbandistas.
Yo estoy a favor del humor y también de los derechos
humanos.
¡BASTA YA DE DISCRIMINAR!
Es recurrente asociar cultos afro a brujería y maldad.
Usar la palabra “macumba” como sinónimo de maleficio. Les pedimos que piensen
antes de hacerlo pues hieren gravemente la sensibilidad espiritual de un sector
de compatriotas. Tal actitud propicia enfrentamientos y también es una conducta
que podría ser perseguida penalmente como incitación al odio en razón de la fe.
Lamentablemente rufianes hay en todos los rubros y no
pongo ejemplos porque son ingratos.
También burlarse de lo que no se comprende es una
agresión y debemos luchar por la pacificación porque hostilidades y fracturas
hay demasiadas.
Uruguay nace racista.
Nuestra sociedad vive de espaldas a sus orígenes
indígenas y africanos.
Cuesta reconocer que son tres vertientes étnicas las que
formaron este país: africanos, originarios y europeos. Y los dos grupos
despojados -“negros” e “indios”- sufren desventajas históricas desde la
colonización. Todas y todos somos uruguayos, latinoamericanos, hermanos de
humanidad, y no hay jerarquías culturales aunque aún exista discriminación
racial no reconocida.
Fomentemos el entendimiento y el diálogo para crecer como
colectivo.
De lo contrario involucionamos.
Se dice que las religiones dividen. El deporte también,
los partidos políticos, las fronteras, los idiomas. La humanidad es gregaria
por naturaleza y posee diversidad de gustos y modalidades distintas de
expresarse e identificarse. La multiculturalidad enriquece, en tanto se
incluyan tales diferencias en espacios compartidos de equidad.
Sentir simpatía por quien piensa como yo es cómodo y
subjetivo.
El esfuerzo está en comprender al diferente en
solidaridad.
Reclamamos igualdad de oportunidades para ejercitar el
derecho a la memoria ancestral incluidas las creencias como pilar de identidad
y aporte a una sociedad integrada.
La nota de la mãe Susana salió originalmente en: