Juro que ya no sé que pensar. En este mundo (hiper)globalizado en que vivimos, una máma con su hija salen de Senegal, las detienen en Canarias camino a España, salen en un diario argentino y una familia las quiere "adoptar" en Mar del Plata. Por las dudas, le mandan un mail a un cura en Angola... Y todo eso es noticia...
Asistencia. Adji, junto con su mama, reciben el apoyo de un grupo de voluntarios de la cruz roja española.
Sociedad - Clarín del 6/9/08
Adji Geuye tiene 10 años y llego como "inmigrante desesperada" a las islas canarias
Por una nota de Clarín, varias familias quieren adoptar a una nena senegalesa
Son lectores conmovidos porque la niña, al ser menor e inmigrante ilegal, iría a un reformatorio.
La foto era conmovedora. Una niñita delgada, alta, esbelta, de ojos rasgados, boca de dibujo animado, acompañada de una voluntaria de la Cruz Roja. Y la historia lo era aún más. Adji Geuye, 10 años, senegalesa, llegó junto a su madre al puerto de Los Cristianos en las islas Canarias. Y de acuerdo al sistema legal español podría llegar a ser separada de la madre e internada en un hogar para menores hasta que cumpla los 18 años. La historia golpeó la conciencia de varios lectores y de inmediato comenzaron a llegar los mensajes de texto a Clarín. "Queremos adoptar a Adji", decían. Son familias argentinas pero también de las islas Canarias alertadas por argentinos de la publicación de la nota "Inmigrantes de la desesperación", el domingo pasado en la sección Zona del diario.
"Vi esa carita y de inmediato me llamó la atención. Leí la nota y antes de terminar me dije que me gustaría adoptarla", dice Matilde Gianni de la inmobiliaria del mismo nombre en Mar del Plata (ver "Un hogar..."). Al mismo tiempo, en las propias Canarias, en La Orotava, un pueblito cercano al puerto de La Cruz, en la isla de Tenerife, Esther Gomez, una joven madre de dos niños de 8 y 10 años, también pensaba en la adopción de Adji. "Un amigo argentino, Víctor, me sugirió que leyera la nota en Clarin.com. Cuando terminé de leerla ya tenía la decisión tomada. Lo hablé con mi esposo y hasta con mis hijos. Si fuera posible, sería muy bonito poder hacer esto", cuenta Esther desde su casa luego de poner a dormir a "los peques". Duilio Sureda, otro argentino de 34 años envió este mensaje: "me partió el corazón ver la foto y conocer la historia de Adji, no puedo creer que vaya a un reformatorio. Quiero saber qué posibilidades hay de adoptarla y que venga con su mamá".
Adji Geuye llegó a Tenerife junto a otros 84 inmigrantes subsaharianos en un cayuco, una de esa barcas endebles de pescadores, que las mafias del tráfico de personas usan para transportar como ganado a los que quieren emigrar a Europa. Su llegada fue una verdadera sorpresa para todos los que estaban en ese muelle hace dos semanas. Son muy pocas las nenas que viajan. En general envían a los varones para que trabajen y envíen dinero a la familia. Habían partido once días antes desde Senegal.
Adji viajó junto a su madre, Ndeye, y hombres inmigrantes de Mauritania, Guinea Conakry y hasta Mali. Recorrieron unos 1.400 km bordeando las costas africanas hasta el Sahara Occidental y de allí se lanzaron para alcanzar Tenerife por el sur. Pero a 135 km de la costa se quedaron sin combustible. Tuvieron suerte. Los rescató un barco español. Adji quedó bajo la tutela del fiscal de menores y enviada a un hogar. Días después, juntaron a madre e hija que ahora esperan la decisión de un juez. Adji, por ser menor, entra en el sistema de protección y podría permanecer allí hasta cumplir los 18 años cuando sería liberada pero con una orden de expulsión y sin documentación española. La madre podría ser expulsada en 40 días. "Hace unos años falleció mi madre en un accidente. Recibimos una compensación y dijimos que eso tendría que ser usado en una acción solidaria. Y esta es una buena oportunidad", explica Esther desde Tenerife.
Adji continúa en uno de los hogares de alguno de los pueblitos de Tenerife. Tal vez, alguien le diga que desde Mar del Plata hasta La Orotava hay mucha gente solidaria que quisiera darle un futuro mejor.
Un hogar la espera en Mar del Plata
El domingo madrugó Matilde Gianni y luego de desayunar leyó en Clarin.com la historia de la niña senegalesa Adji Geuye. La mujer se conmovió al leer cuál podría ser el destino de madre e hija: una podría ser deportada a su país y la otra, tal vez, quede internada en un instituto de acogida para menores hasta los 18 años. De la conmoción, Gianni pasó a la acción, y comenzó a hacer contactos para evitar que Ndeye y Adji fueran separadas. Es más: se ofrece para albergar en su casa de Villa Primera, en Mar del Plata, y sostener a ambas. El mismo domingo escribió a través de la web del Gobierno Español una carta contando su propuesta a José Luis Rodríguez Zapatero y busca contactarse con el Consulado de España. Dice que si la posibilidad legal existe, "esa nena divina con esos ojitos tan conmovedores y su mamá pueden tener un futuro aquí, juntas".
Un hogar la espera en Mar del Plata
El domingo madrugó Matilde Gianni y luego de desayunar leyó en Clarin.com la historia de la niña senegalesa Adji Geuye. La mujer se conmovió al leer cuál podría ser el destino de madre e hija: una podría ser deportada a su país y la otra, tal vez, quede internada en un instituto de acogida para menores hasta los 18 años. De la conmoción, Gianni pasó a la acción, y comenzó a hacer contactos para evitar que Ndeye y Adji fueran separadas. Es más: se ofrece para albergar en su casa de Villa Primera, en Mar del Plata, y sostener a ambas. El mismo domingo escribió a través de la web del Gobierno Español una carta contando su propuesta a José Luis Rodríguez Zapatero y busca contactarse con el Consulado de España. Dice que si la posibilidad legal existe, "esa nena divina con esos ojitos tan conmovedores y su mamá pueden tener un futuro aquí, juntas".
Gianni es la titular de una inmobiliaria, no tiene hijos y cuenta que a sus 60 años le sobra energía: "Soy una mujer de muchos proyectos", dice, y aclara que su familia la respalda en esta iniciativa. "Soy de esas personas que trata de hacer que todo sea mejor para todos", explica.
Ayer, luego de hablar con Clarín en su casa, intentaba establecer algún contacto con Unicef para encontrar algún tipo de ayuda: contó que enviará también un e-mail al cura Antonio Michelín, quien se encuentra en Angola como misionero y mediante el que, en un intercambio epistolar que tiene poco más de un año, "sé de las injusticias, sé cómo viven" en los países pobres de Africa.
"No se trata de snobismo, sino de vocación de servicio", aclara Matilde, "de ser solidario".
Fuente: http://www.clarin.com/diario/2008/09/06/sociedad/s-01754578.htm