Originalmente, tenía pensado tan sólo incluir la nota de Pigna
que salió hace un par de semanas en la revista Viva del diario Clarín (6/1/13),
haciendo, en todo caso, una breve referencia a lo desafortunado del título: El instinto
de libertad.
¿Por qué una nota que habla del cimarronaje y los quilombos en
Brasil -gestas de libertad si las hay- debe estar encuadrada (framed)
interpretativamente con un énfasis en un supuesto instinto de libertad? ¿Es necesario utilizar esa palabra que ubica
a los cimarrones y quilombolas mas cerca de los animales que de los hombres? ¿Acaso
no era más apropiado y obvio hablar de "deseos" o "ansias"?
De esta manera, el encuadre brindado por el título -aún
cuando no sea retomado en la nota- ayuda a perpetuar las nociones de inferioridad y
animalidad (menos-que-humanidad) que
pesan sobre los afrodescendientes y, quizás en medida mayor aún, sus
antepasados esclavizados. Un status de inferioridad posibilitado por los
regímenes esclavistas pero cuya influencia perniciosa llega hasta nuestros
días, transformada y perpetuada por este tipo de pre-nociones y prejuicios que
se filtran en los lugares menos pensados, con
una cotidianidad que a esta altura ya no asombra pero sí asusta.
Uno puede estar de acuerdo o no con las "visiones-Pigna"
de la historia, cuestionar qué tan actualizado parece estar con la bibliografía
contemporánea de los temas que trata -especialmente cuando espinosos y aún poco
conocidos por fuera de un grupo de especialistas- pero no cabe duda del valor
visibilizador que sus escritos adquieren para ciertas temáticas, sobre todo cuando
aparecen en un medio de comunicación masivo de este porte.
Dada la dinámica y la peculiar forma que adquieren la
construcción de noticias -en diarios y revistas- es probable que el título
final no haya sido suyo, sino de algún redactor en jefe o encargado de sección
de la revista.
Poco importa, ya que el efecto pernicioso de construcción y repetición
de una imagen animalizada de los "negros" cimarrones y quilombolas -y
por ende de los "negros" actuales- se perpetúa a través de una nota que pretende ser educativa y de divulgación de la
historia de nuestro continente. Un
buen intento, severamente desvirtuado por un título que atrasa casi doscientos
años.
Como siempre digo, para este tipo de evaluaciones es
importante tomar en cuenta el contexto -histórico, semántico, hasta mediático.
Las representaciones de grupos étnico-raciales -y su subalternización- se
forman a través de la repetición, en innumerables ocasiones y ámbitos de todo
tipo, de determinadas imágenes, adjetivos y metáforas que se repiten o se complementan
para lograr una concepción naturalizada de su inferioridad.
Es necesario entender, analizar críticamente, evidenciar y denunciar
este tipo de mecanismos ya que hacen posible la reproducción del racismo
cotidiano que tan sutilmente pero eficientemente afecta la vida de miles de
personas a un lado y otro del Río de la Plata.
En un momento particularmente
sensibilizado ante la subsistencia de discriminaciones -en Uruguay por el
ataque racista a Tania Ramírez y la campaña "Borremos el racismo dellenguaje", en Argentina por la celebración del Bicentenario de la Asamblea
del Año 13 que supuestamente "puso fin al tráfico de esclavos y estableció
la libertad de vientres, garantizando la libertad e igualdad a todos los hijos
de esclavas que nacieran en adelante en el territorio de las Provincias
Unidas " es particularmente importante -reitero- comprender y denunciar
los mecanismos a través de los cuales estas "igualdades" permanecen
promesas incumplidas.
Fuente de la nota de Pigna: Revista Viva del diario Clarín, 6/1/13.