lunes, 31 de agosto de 2009

Exú Tranca Rua das Almas -del pai Alfredo de Ogún

Uno de los mejores cds de rap brasilero –si no el mejor- es, sin duda, “A procura da batida perfeita” del carioca Marcelo D2. Mas que su impecable –e implacable- mezcla de rap con samba –que bien se merece una entrada de blog propia que algún día espero dedicarle- lo que me llamó la atención fue el título de la obra. Expresa bien la búsqueda, el deseo y sentido de la perfección –nunca alcanzado- que es el ideal del arte y de otras disciplinas. Escribir “la gran novela americana”, encontrar y lograr surfear “la gran ola” –the big one- todas búsquedas -mayores o menores, más o menos trascendentes- de satori, del gran momento en que nuestra individualidad logra finalmente expresar - y se funde con- un todo mayor. La elusiva búsqueda de nuestra Moby Dick personal.
En mi caso, y desde hace unos años, ya no sólo el análisis despojado y académico de expresiones religiosas o culturales –que también ejerzo- sino el intento vano de transmitir, de manera empática o contagiosa, la belleza que varias de estas ceremonias, especialmente las de origen afrobrasilero o afroamericano, despiertan.
Asistir a una buena kimbanda es más y más una fiesta de los sentidos, una inmersión en un mundo de sensaciones exacerbadas, un controlado caos de música, danza, canto, humo y alcohol, risas, animadas conversaciones, miradas cómplices… Cualquier filmación o serie de fotos achata, vuelve unidimensional, una experiencia con varios niveles de profundidad y emotividad.


“A procura da fotografía perfeita” podría ser el título de la entrada. Fotografía o filmación que, claro, nunca logro. Demasiada oscuridad, demasiado movimiento, demasiada luz si uno usa flash. En el momento en que intento atraparlo, allí se fue… sólo se ve la cola de Moby Dick, burlona allá a lo lejos, hundiéndose de nuevo en el mar… try again
Una nueva frustración de este tipo viví este sábado en la fiesta del Exú Tranca Ruas del pai Alfredo de Ogun, en su templo de Floresta. La fiesta estuvo, como siempre, bellísima, con ese sello de diversión y deleite que suelen tener sus celebraciones, que atrapan pero nunca pierden la línea.


Conozco al pai Alfredo de Ogún desde hace casi 25 años. A su Exú Tranca Ruas, creo, hace algo menos. Menuda maravilla, la de que el aprecio por una persona se vuelva doble o triple. A veces, claro, no sucede. Uno tiene buena onda con el cavalo pero poca sintonía con el espíritu que recibe. No es algo que suela acontecer con los compadres y las señoras, sin embargo, probablemente porque están demasiado cerca de su materia como para no corresponder a sus afectos.

Otra curiosidad –también merecedora de una entrada y reflexión aparte-: los tres pais de santo que más aprecio reciben todos a Tranca Rua das Almas. Algo que yo ya había advertido pero que también me hizo notar un cigano –a quien nunca había visto- en otra fiesta hace unos meses… todavía se debe estar riendo –donde esté- de mi cara de asombro…
Vayan estas –fallidas- fotos y palabras como homenaje a este amigo de años…. Pero habrá otras fiestas, y otros intentos….