lunes, 25 de febrero de 2013
Los árboles de la Argentina Blanca - por Gastón Gordillo
Impecable e implacable ensayo del antropólogo argentino Gastón Gordillo... Podría leerse como una interpretación coyuntural (y meramente "política") pero es mucho más que eso... Recomiendo su lectura, con mente abierta....
Para entender el "orden racial-espacial" argentino y las múltiples e impensadas consecuencias que acarrea...
En:
http://spaceandpolitics.blogspot.com.ar/2013/02/los-arboles-de-la-argentina-blanca.html?spref=fb
domingo, 24 de febrero de 2013
Esclavizados porteños y el mundo del trabajo -según Pigna
Reproduzco una nota de Felipe Pigna -que apareció en la revista Viva del diario Clarín de hoy- sobre las ocupaciones de los esclavizados porteños.
Como siempre, el o los tituladores del "gran diario" podrían dejar de hacer referencia a colores cuando intentan hablar de personas, pero quizás eso sería pedir demasiado....
(click en las imágenes para agrandarlas y leer la nota)
Fuente: revista Viva del 24 de febrero de 2013.
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jueves, 21 de febrero de 2013
Lincoln: Ahora sí es el fin de la esclavitud... créase o no...
Los efectos de las películas sobre la esclavitud pueden -al menos en EEUU- ir mucho más allá de (re)crear un debate social al respecto. También pueden, como indica la noticia de Página 12 que reproduzco abajo, tener consecuencias reales sobre la legislación.....
Página 12 - Pirulo de tapa - 20 de febrero de 2013
Agradezco a Berenice Corti
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miércoles, 20 de febrero de 2013
Django: La esclavitud revisitada (2)
En una entrada anterior dí cuenta de algunas de las polémicas que despertaron, en EEUU, las películas Django (Tarantino) y Lincoln (Spielberg), como visiones de la esclavitud realizadas por "hombres blancos privilegiados". Esto no necesariamente las invalidaba, sino que resaltaba la oportunidad de ampliar un debate social sobre un tema espinoso, de manera mucho más masiva que la que posibilitan las visiones académicas...
Aquí reproduzco un interesante texto de la escritora e investigadora local Márgara Averbach publicado en Ñ, que examina el cruce de géneros narrativos norteamericanos que la película de Tarantino hace posible....
Django y su mentor: foto de la película
Revista Ñ, 19 de febrero de 2013
La otra Historia de Estados Unidos
A causa de los artículos sobre “Django sin cadenas”
–publicados en Ñ del 2 de febrero–, la autora de esta nota agrega que esta
película es un western que presenta de manera compleja la cultura, la política
y la sociedad de EE.UU.
por Márgara Averbach
Es un western Django sin cadenas? Sí y no. En un
análisis genérico cuidadoso, la película de Quentin Tarantino es muy difícil de
clasificar. Pero ese tipo de análisis puede decir mucho sobre lo último del
director estadounidense.
Tarantino, que siempre jugó con los géneros, no filma un
western limpio, empezando por el hecho de que elige como modelo no los westerns
originales sino los “spaghetti westerns”. Por otra parte, no se limita a copiar
el ritual (todos los géneros populares, en cine y literatura, son rituales que
exigen la repetición de ciertos elementos): al contrario, toma el rito del
“Oeste” y lo retuerce, se burla de sus límites, lo desafía, lo combina con
otras estructuras narrativas. Con ese método, cuenta una historia mestiza:
cómica y terrible, su historia es un remolino de géneros y tiene rasgos tanto
posmodernos (la mezcla y la tendencia a lo lúdico, por ejemplo) como modernos
(la seriedad y el interés por contar desde una perspectiva política).
El western clásico tiene fronteras geográficas y temporales
firmes. Tarantino las subvierte sin renunciar a una ambientación emparentada
con el género (aquí hay pistoleros, caballos, cazadores de recompensas,
cantinas, balaceras). En cuanto a lo temporal, los westerns transcurren en un
tiempo mítico (vago) entre el final de la Guerra Civil (1865) y el “cierre de
la frontera” (1890) o en algunos casos y según algunos académicos, el comienzo
del siglo XX. Django, en cambio, fija una fecha exacta, no vaga, 1858, anterior
al enfrentamiento Norte/Sur. Y en cuanto al espacio, y esto es todavía más
importante, la película no crece sobre una tensión Este/Oeste, como los
clásicos, sino Oeste/Sur. Ese cambio traslada la historia a un universo
completamente diferente de las praderas: el de las plantaciones esclavistas.
Django y el dueño de la plantación. Foto de la película
A su vez, el Sur literario y cinematográfico de los blancos
prefiere otros géneros populares: la novela de terror gótico y el melodrama,
ambos muy presentes en la obra de los escritores sureños (William Faulkner, entre
otros) y en algunas películas que defienden esa cultura (Lo que el viento se
llevó es la más famosa). En algún sentido, podría leerse esta película
como un enfrentamiento entre los géneros sureños y el western (acompañado por
un género no blanco, que quiero citar al final). Hay que recordar que el
western es el género básico de la cultura blanca norteña (yanqui) así que tiene
sentido que sea ese género el que triunfe al final, como triunfó el Norte en la
Guerra Civil.
El héroe (Jamie Foxx) aparece primero como esclavo negro
(sureño), después se educa como héroe del Oeste con las enseñanzas del cazador
de recompensas alemán (Christopher Waltz) y finalmente vuelve al Sur y enfrenta
al Mal, del cual, de alguna forma, había escapado. En ese sentido, es un héroe
del western trasladado a otra geografía.
Django y su mujer. Foto de la película
Pero es un héroe del Oeste con identidad mestiza. Como en
los westerns clásicos, Django es hombre, bueno con las armas, violento, muy
valiente, capaz de crueldad si hace falta y absolutamente excepcional (“El chico
tiene talento natural”, dice el alemán). Pero es negro (desde Fenimore Cooper,
primer autor literario del género, los héroes del western clásico fueron
siempre blancos muy orgullosos de su raza) y está casado con una mujer que
quiere recuperar. Esas dos características lo apartan del género y alejan a la
narración de su canto típico al individuo totalmente solo, heroico, antisocial.
Django no es un “outlaw” (fuera de la ley), como el héroe clásico. Por el
contrario, al comienzo se apoya en la autoridad del estado como cazador de
recompensas. Se convierte en “outlaw” cuando llega al Sur, donde la ley
defiende la esclavitud. La mujer que, en el western clásico, representa la
opresión social que el héroe rechaza, su enemiga, aquí está viva y esperándolo.
El no es el “eterno adolescente” que dicen los críticos sino un adulto
admirable.
Todas esas diferencias surgen sobre todo cuando la historia
pasa al Sur. En ese momento, Tarantino utiliza recursos que se originan en
géneros populares típicos de esa región. Hay melodrama en las insinuaciones de
incesto entre Candy (Di Caprio), y su hermana; y en el relato sobre las
dificultades, separaciones y sufrimientos de los enamorados Django y Brunilda,
aunque ese relato aquí está politizado porque los obstáculos están relacionados
con una institución legal, la esclavitud. Hay gótico cuando se describe el Mal:
el látigo, la sangre, la tortura, el placer del malvado demoníaco (primero Don
Johnson, después Di Caprio) en el sufrimiento de sus enemigos. Pero Tarantino
tiene una postura política y por eso filtra esos dos géneros blancos (melodrama
y gótico) a través de un tercero: las “slave narratives”, un género popular en
el Norte estadounidense del siglo XIX. Los esclavos fugitivos, autores de esas
memorias, se apropiaban de los géneros melodrama y gótico y los daban vuelta
para pintar el horror de lo que habían vivido desde su propio punto de vista,
opuesto al del blanco.
La historia de Django es una “slave narrative” (su
protagonista es un esclavo rebelde) cruzada con un western para contar la época
terrible en la que los Estados Unidos llevaban a cabo los dos actos racistas
que, según el historiador Howard Zinn, marcaron la identidad de ese país: el
genocidio de las tribus amerindias en el Oeste y, en el Sur, la esclavitud
aplicada a los afrodescendientes. Así, el western, un género blanco y norteño y
la “slave narrative” (el gran género negro del XIX) triunfan sobre la visión
sureña del mundo, representada por el melodrama y el gótico.
Pero ese triunfo tampoco es simple. En su libro La otra
historia de los Estados Unidos, Zinn describe el camino de los negros en su
país con estas palabras: “esclavitud sin sumisión, emancipación sin libertad”.
El problema de los negros contemporáneos, dice, nace después de la Guerra Civil
porque la Emancipación no les dio verdadera libertad: les negó las tierras que
necesitaban para subsistir. La película de Tarantino es inolvidable y
sorprendente porque mediante un juego posmoderno con los géneros (que incluye
al humor, al que no me referí en esta nota), cuenta la idea de Zinn como
narración. Es por eso –porque la injusticia está ahí hoy–, que, antes del
final, el personaje del negro sumiso (Samuel Jackson) advierte a Django que el
triunfo es provisorio, que, a pesar de la libertad, nada ha terminado. Que el
poder seguirá en las mismas manos.
Agradezco a Sergio Visacovsky
Sobre "slave narratives" (en inglés) ver:
Fuente de la nota:
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martes, 19 de febrero de 2013
domingo, 17 de febrero de 2013
"Mujer (afroargentina) con cántaro"
Mujer con cántaro, fines del siglo XIX.
Álbum Aficionados. Inventario 408. Archivo General de la Nación
La página de Facebook del Archivo General de la Nación sigue brindando inesperadas sorpresas.
Aunque la información oficial no brinda mayores detalles, un comentarista (Rodolfo Leyes) señala que la foto habría sido tomada "en las barrancas del puerto viejo de Paraná" y que así figuraría en el libro de Francisco Scardin "La Argentina y el trabajo", de 1906.
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viernes, 15 de febrero de 2013
La Asamblea del Año 13 y la esclavitud (2) -según Chiaramonte
(Para lectores habituales del blog: dando un respiro al tema de Iemanjá -sobre el que volveremos una vez más- retomo el de la Asamblea del Año 13 y la esclavitud.)
En entradas anteriores llamé la atención hacia la lectura exageradamente optimista que se estaba realizando, desde el gobierno, respecto de los efectos de las disposiciones de la Asamblea del Año 13 relativas al "fin de la esclavitud" y la "libertad de vientres".
Reproduzco aquí una nota del reconocido historiador José Carlos Chiaramonte que brinda una perspectiva más realista.
Fue publicada en la revista Ñ este 9 de febrero.
Fue publicada en la revista Ñ este 9 de febrero.
(click en las imágenes para agrandarlas y leer la nota)
Ahora también online en.
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martes, 12 de febrero de 2013
Fiesta de Iemanjá en Mar del Plata
Las fiestas de Iemanjá en Mar del Plata
y en la ribera de Quilmes muestran las múltiples caras de la creciente y
multitudinaria presencia de las religiones de origen afro en nuestro país -que quizás
no aparezca en las encuestas sobre religión, pero es fácilmente apreciable en la vida
cotidiana de cualquier barrio bonaerense y, cada vez más, en capitales del
interior.
Multiforme, mezclada y diversa la de la ribera bonaerense,
centralizada, prolija y organizada hasta el último detalle la de la ciudad
costera. Bellas ambas, unidas en el amor de sus devotos por el mismo orixá y su determinación de expresarlo sin el apoyo material de los poderes de turno.
La de Mar del Plata está llegando a su 30avo aniversario. No siempre tuvo esta
magnificencia, claro. Su organizador, el babá Hugo de Iemanjá Bomi, recuerda que en su origen, a principios de la década de 1980, consistió
apenas de una pequeña procesión/ofrenda de veinte personas bajo la mirada
atenta de cinco patrulleros de policía en una playa pequeña de la ciudad. Se
fue haciendo más grande a medida que creció la familia religiosa del
organizador, y que la progresiva liberalización del espacio público -a medida que la democracia se consolidaba- permitió una presencia cada vez más visible
de religiones no católicas.
Foto: Alejandro Frigerio
Hacia fines de esa década, la fiesta se
comenzó a hacer en su ubicación actual: playa Popular, una de las más céntricas
de la ciudad. Los devotos realizaban, al atardecer, una procesión por el borde
del mar y luego de entonar distintos cánticos de batuque en honor a los orixás,
el sacerdote recibía a su Iemanjá. Ésta era la señal para que los hijos
entraran al agua, cargando las barcas, para dejar sus ofrendas.
A fines de los noventa los organizadores
consiguieron un permiso municipal permanente para realizar su fiesta. De esta
manera, ya no tuvieron que solicitar autorización cada año y contaron con el
apoyo de la policía que ya no los vigilaba sino que ordenaba la creciente
cantidad de curiosos que seguían el ritual. Más tarde también consiguieron la ayuda de la Prefectura para llevar a las barcas con ofrendas mar adentro.
Cuando comenzó este siglo se les otorgó la certificación de interés turístico
y cultural por parte del municipio local. Un
poco más tarde hizo lo propio la Secretaría de Cultura de General
Pueyrredón y, recientemente, la Secretaría de Turismo de la Provincia de Buenos
Aires.
Con estos
apoyos, la fiesta se hizo más compleja, y aún más visible. La imagen umbandista
de yeso de Iemanjá fue reemplazada por una gran y bella estatua de madera traída
de Nigeria, una talla realizada en el estilo tradicional yoruba de una mujer
con grandes senos –que son tapados, pudorosamente, por un paño blanco y
ataviada con collares hechos de caracoles, semillas y cuentas azules -el color
de Iemanjá- .
Actualmente la procesión con la que comienza la fiesta
sale al atardecer desde el costado del casino de la ciudad, en pleno centro
marplatense. Todos los años, reconocidos líderes religiosos afroumbandistas acompañan al babá Hugo de Iemanjá y al babá José Luis de Iemanjá, en una bienvenida muestra de solidaridad y apoyo fraterno.
Los hijos/hijas de santo, todos ataviados de blanco y varios con
jarrones con flores en la cabeza, al estilo de la procesión de Bonfim en Bahía
van desfilando por la rambla costanera, al ritmo de la música de un incansable grupo de alabés y ante la mirada de cientos de curiosos o
devotos, para luego internarse en la arena de la playa Popular. Una vez allí, y
ya de noche, se arma alrededor de la estatua de Iemanjá una gigantesca roda de
batuque, con cientos de hijos e hijas de santo cantando y bailando para todos los orixás
al ritmo de los tambores característicos de esta variante religiosa del sur
brasilero.
Foto: Alejandro Frigerio
La ceremonia pública en la playa reproduce (y revela) la que se realiza desde hace años al interior de los templos, sólo que la magnifica y la pone a la vista de todos -las rodas de batuque de las tres fiestas a las que asistí en esta ciudad contaban con quizás trescientos hijos de santo que cantaban y bailaban. Promediada la ceremonia varios de ellos van entrando en trance con sus orixás que se desplazan por la arena, ante la mirada atenta de los devotos y la atónita de los curiosos y los numerosos periodistas.
Con varios orixás danzando en la playa, se entregan las barcas con
las ofrendas, que son llevadas al agua por el líder y sus hijos y luego mar
adentro por motos acuáticas de Prefectura. El contacto con el agua y los cánticos
hacen que tanto el babá Hugo como sus hijos pertenecientes al orixá Iemanjá la manifiesten,
parados en el mar hasta las rodillas. Mientras, como en Salvador, Bahía, una multitud
contempla cómo las ofrendas son llevadas al mar. Luego muchos devotos pasan a abrazar
a -y tomar axé de- los distintos orixás. Los más afortunados recibirán las cuentas de
color celeste que ellos entregan a varios de los asistentes.
Para los numerosos hijos de santo que forman la familia religiosa propia y extensa del babá Hugo de Iemanjá y del babá José Luis de Iemanjá resta, antes de emprender la vuelta a Buenos Aires, una gran cena comunitaria en un club local donde reponer tanta energía invertida en los últimos días. No es que el amor, la fe y la devoción necesiten de combustible, pero siempre ayuda ....
Foto: Alejandro Frigerio
sábado, 9 de febrero de 2013
Fiesta de Iemanjá en Quilmes: Otra mirada...
Foto: Darío La Vega
Comparto dos de las excelentes fotos tomadas por Darío La Vega en la festividad de Iemanjá en la ribera de Quilmes, y el enlace a las reflexiones que al respecto hizo en su blog:
Foto: Darío La Vega
jueves, 7 de febrero de 2013
Fiesta de Iemanjá en Montevideo
Foto: Alejandra Naranjo G.
Este año fui a la fiesta de Iemanjá en Quilmes y en Mar del Plata, y por lo tanto, al carecer del don de la ubicuidad, no pude estar en la de Montevideo.
Reproduzco, entonces, un texto de la mãe Susana (Andrade) de Oxum, ilustrado con fotos de Alejandra Naranjo (maestranda en antropología de FLACSO).
Como toda acción (social) tiene su reacción (social), la
creciente y masiva popularidad de la fiesta de "la Virgen del mar"
sirvió esta vez también de palco para la "protesta" de un reducido
grupo de "defensores de los animales". La "campaña" contra
el "sacrificio de animales" se inició en facebook, y causó
preocupación entre algunos afroumbandistas, que solicitaron la presencia
policial para evitar posibles actos violentos. Afortunadamente, Uruguay no es
Argentina, y los (escasos veinte) manifestantes se limitaron a colocar un par
de carteles del otro lado de la calle que linda con la playa Ramírez donde se
realiza la fiesta (en Buenos Aires seguramente todo hubiera sido más confrontativo
-ya tuvimos ejemplos). Como bien dijo la propia mãe Susana en facebook y en los medios ("¿porqué no van a protestar a las carnicerías?") preocuparse por el sacrificio
de animales en las religiones afroamericanas -cuya actividad religiosa excede en mucho su ofrenda en algunos rituales-
en países en los cuales el asado es la comida nacional parece, cuanto menos, un
contrasentido (¿qué tal un escrache en las parrillas del Mercado del Puerto?).
Pero afortunadamente, como señala el texto debajo, "Yemanjá pasó con
buenas ondas"...
Foto: Alejandra Naranjo G.
Yemanjá pasó con buenas ondas
por (Mãe) Susana Andrade
(de Oxum) -ATABAQUE
Grande la fiesta del 2 de febrero en Uruguay.
Yemanjá se ha transformado definitivamente en punto de
encuentro en la más amplia y positiva dimensión de la hermosa palabra. No es lirismo sino palpable realidad del verano uruguayo. El evento de multitudes, entre creyentes y observadores,
es protagonizado por fieles de las religiones afroamericanas que veneran
energías de la naturaleza en este caso el agua del mar, objeto de los ritos y
ofrendas especialmente dedicados en esa jornada. Allí coinciden en forma espontánea diferentes personas de
distintos estratos sociales, ámbitos laborales o profesionales, edades, etnias,
opciones sexuales o político partidarias, nacionalidades, idiomas y una
variedad tan variada que es casi imposible describir detalladamente.
Foto: Alejandra Naranjo G. (cliquear en las imágenes para agrandarlas)
Este año la particularidad, fue la presencia de efectivos
de seguridad ciudadana policial y municipal, reforzados y coordinados para
preservar la normalidad de una celebración tan masiva como tranquila desde
siempre. Esto fue debido a brotes de intolerancia religiosa que amenazaron
poner en riesgo el desenvolvimiento de la festividad a cielo abierto, y
perturbar las acostumbradas ceremonias afroumbandistas.
Disfrutando hoy día de una democracia transparente y en
proceso de mejoramiento, devenida de históricas luchas sociales colectivas, es
maravilloso tener la posibilidad de manifestar públicamente por lo que sea.
Sin embargo; no hay derecho que ampare el imponer mis
ideas a los demás argumentando que lo del otro está mal, es una porquería o en
este caso: culto “satánico” que conduce al “infierno”. Eso fueron a gritarnos
con pancartas a la propia playa Ramírez, la más concurrida y representativa.
Esas concepciones son construcciones culturales
eurocéntricas y su imposición a los pueblos esclavizados y despojados fue
tristemente famosa durante la invasión colonialista. Argumentos reaccionarios
para desprestigiar culturas a las que se buscó destruir, facilitando el
apoderamiento de bienes y personas en provecho propio. Incluso la existencia
del “diablo” como encarnación del mal, es ajena a la cosmogonía afroindígena. Y
quien tanto lo nombra lo acercará, sin dudas. Inquisición moderna cuando se
quiere obligar a los demás a creer en algo o sino: ¡destrucción!
Hoy podemos buscar nuestras raíces aunque hayan
permanecido ocultas bajo el discurso hegemónico durante cinco siglos.
Enfaticemos entonces confluencias en la libertad de expresión de las variadas
maneras de sentir el mundo invisible. Autoritarismos de corte fascista nunca
más. A menos que deseemos restablecer un ku klux clan versión 2013 y nos
dediquemos a quemar y ajusticiar a quien piensa diferente.
Foto: Alejandra Naranjo G.
Pintadas, carteles y escraches contra Iemanjá durante el culto
son violencia y perturbación además de acciones tipificadas como delito en el
Código Penal Artículos 304 al 306, y leyes contra la discriminación hacia una
creencia protegida por la Constitución de la República. Cualquier juez podría
actuar de oficio.
Los ámbitos de intercambio y sana discusión son
contrarios a la pancarta agresiva del estilo que se pudo ver en televisión
contra los umbandistas: “Todas las religiones son malas. Sólo Cristo te puede
salvar”, “Si tanto amás al demonio ofrecele tu sangre” ¿Qué es eso?!
Otra vez fueron cientos de miles alrededor de las playas
de mares y ríos en todo el país entre fieles, curiosos, investigadores,
familias que simplemente pasean, turistas, autoridades, delegaciones de
agrupaciones sociales, y un sinfín de variedad de públicos entre actores y
espectadores.
Lo dicho al principio; Yemanjá es punto de encuentro y
viva muestra de armonía, respeto y convivencia. Expresión popular tradicional y
pacífica por definición.
Por eso debemos cuidarla.
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martes, 5 de febrero de 2013
Iemanjá - Celebración del INADI en Costa Salguero
Fotos y texto de la socióloga Cecilia Galera:
Una mañana calurosa me recibe en la Costanera porteña. Luego
de varias vueltas logro acceder al lugar, en Costa Salguero, donde se realizará
la celebración a Iemanja, organizada por el Instituto Nacional contra la
Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI). Un evento que debería haber
recibido más difusión del que tuvo -aparentemente, sólo a través de la página
web de esta institución- y que fue
realizado en un lugar de difícil acceso -quizás esto explique la poca cantidad
de gente congregada. En la orilla ya se encuentra la barca destinada a la Reina
del Mar, "madre de todos los orixás" para las religiones de raíz
africana. Tres mujeres umbandistas acomodan cuidadosamente las ofrendas
mientras los pescadores, habitués del lugar, miran intrigados los preparativos.
El panorama algo desolador que me recibió, sin embargo, va cambiando poco a poco al llegar nuevos grupos para sumarse al festejo. Se saludan los referentes de los distintos templos que participan, algunos posan junto a la barcaza para tomarse fotografías, y entre todos colaboran con el armado de la ofrenda.
Es el tercer año que el INADI organiza una celebración a
Iemanjá. La primera fue en el mismo lugar, en el 2011, simultáneamente con el
lanzamiento del Programa “Afrodescendientes contra la discriminación, la xenofobia
y el racismo”. El año pasado este acto se trasladó a la Ribera de Quilmes donde
se realiza el festejo popular y masivo -del cual se da cuenta en la entrada
anterior del blog- convocado por ASRAU y atendido también por múltiples templos
de manera autónoma. Por motivos que desconozco, este año se volvió a Costa Salguero, para una celebración que debería haber sido más
concurrida, y que parece tener connotaciones tanto políticas como religiosas.
Al llegar las autoridades del INADI se convoca a la carpa
central en donde se llevará a cabo el acto formal. Lo preside el interventor de
la institución, Pedro Mouratian, la directora de Promoción y Desarrollo de
Prácticas contra la Discriminación Julia Contreras, Gonzalo Pérez- en
representación del municipio de Quilmes- y la mãe Mameto Onira (Adriana
Izquierdo) como coordinadora del Programa de Afrodescendientes del INADI. Los
discursos suenan apremiantes y aluden a los avances del actual gobierno en
la visibilización y reconocimiento de los afrodescendientes, destacando los
esfuerzos hacia una mayor igualdad, e inclusión de la diversidad cultural y
religiosa. Por otro lado, se marca una continuidad con los logros de la
Asamblea del año XIII, cuyo bicentenario se conmemoró recientemente y que marca
un comienzo hacia la abolición de la esclavitud.
Una vez finalizado el acto se invita a los presentes a
completar las ofrendas y acompañar su entrega al río. La barca está
colmada de frutas, flores, maíz, pipoca, perfumes, mensajes en papel, etc. Se
comienzan a escuchan los cánticos devocionales guiados por un pai de santo y
coreados por el resto. Un grupo de devotos carga en sus hombros la barcaza y se
sumerge en las aguas –profundas en este sector- del Río de la Plata
para depositarla y amarrarla al bote de Prefectura. Todos de frente, mirando la
barca celeste que se aleja hacia el horizonte a medida que los cantos
disminuyen. Algunos arrojan flores, otros aplauden, luego los representantes de
INADI sueltan palomas pidiendo protección a la deidad africana y alguien a viva
voz pide que ‘guíe a la presidenta’.
Más allá de este momento de gran efusividad, todo se desenvuelve
en un clima respetuoso y algo circunspecto, con poco margen para demostraciones
de fe más espontáneas, como las que
pueden observarse en el conurbano bonaerense. Para un observador externo, la
sensación que prima es que se escenifica un rito -"exótico"?- en el
marco de un acto político, en donde se nos invita a formar parte poniendo una
flor y "pidiendo un deseo", como una "demostración" de
aprecio hacia "otros" que no comparten la misma tradición cultural.
Una escenificación, cuyo corolario
fueron la teatralización de danzas de orixás con percusión en vivo y unas
cumbias afro-colombianas que desconcertaron a más de un religioso en la
audiencia. Por otro lado, no se puede negar que fue interesante ver el rol
activo que le cedieron al interventor del INADI en la ceremonia, quien invitó
alegremente a depositar flores y arrojó perfumes junto a los ‘especialistas
religiosos’ para abrir camino a la barcaza.
Sin duda que es valioso el reconocimiento estatal y el espacio-
aunque algo exiguo- que se le da a esta celebración tan importante para los afro-umbandistas
y en donde se reivindican además, necesidades y derechos de las comunidades
afrodescendientes en Argentina. Pero no deja de suscitar dudas la poca difusión
que logró el evento, el lugar ‘escogido -en la Capital, pero a la vez algo
oculto y de no tan fácil acceso-, la concurrencia que distó mucho de ser la
posible o deseable, y los alcances reales de los cambios políticos que auguran
los discursos. Con miles y miles de argentinos ofrendando en las playas
bonaerenses de manera espontánea, quizás sería más interesante que el INADI se
integre realmente a estos festejos, legitimándolos y difundiéndolos, en vez de
intentar reproducirlos de manera algo independiente.
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domingo, 3 de febrero de 2013
Iemanjá -en la ribera de Quilmes...
La fiesta de Iemanjá en Quilmes no deja de sorprenderme -y
maravillarme. Es lo más cercano a una celebración auténticamente popular -con los riesgos y exageraciones
que ambas palabras implican y con perdón de mis colegas que analizan las
diversas construcciones y dimensiones de "lo popular"-. Reúne a una
cantidad notable de individuos, muchos de ellos difícilmente pertenecientes al amplio espectro de la "clase
media" -con perdón de otros colegas- en la devoción a una deidad afroamericana
-"diosa" tampoco es una palabra correcta- que no pertenece al panteón
de los seres espirituales socialmente legitimados. (¿A alguien le parece a esta
altura que se volvió difícil hablar o escribir sobre determinados temas? -así
es.....).
La zona en que se realiza es un área del Gran Buenos Aires particularmente afectada por la pobreza -mucho menos que "residencial", probablemente ni siquiera un "barrio obrero", con sectores descampados y de "villa". Ciertamente carece de la belleza paisajística o del glamour exótico que caracteriza a otras fiestas "folklóricas" de renombre. Todavía no ha sido "descubierta" por los medios (que sólo en contadas ocasiones se han referido a ella) ni ha sido cooptada por políticos, funcionarios, etc. Hasta el momento, al menos, los concurrentes sólo van para quedar bien con Iemanjá -y con ningún poder terrenal...
La zona en que se realiza es un área del Gran Buenos Aires particularmente afectada por la pobreza -mucho menos que "residencial", probablemente ni siquiera un "barrio obrero", con sectores descampados y de "villa". Ciertamente carece de la belleza paisajística o del glamour exótico que caracteriza a otras fiestas "folklóricas" de renombre. Todavía no ha sido "descubierta" por los medios (que sólo en contadas ocasiones se han referido a ella) ni ha sido cooptada por políticos, funcionarios, etc. Hasta el momento, al menos, los concurrentes sólo van para quedar bien con Iemanjá -y con ningún poder terrenal...
Argumenté en otro lado, sin embargo, que la devoción a
Iemanjá no sólo crece cuantitativamente y geográficamente, sino que también se
muestra propensa a quebrar barreras sociales y que sin duda es la mejor carta
de presentación que las religiones afroamericanas (en nuestro país, mayormente el
batuque y la umbanda) tienen ante la sociedad mayor. Su carácter de "gran
madre" espiritual (y material) resuena con otros arquetipos religiosos y
la belleza de los rituales y ceremonias que se realizan en su honor son
fácilmente apreciables aún por legos en la materia. La masiva y creciente
asistencia a sus fiestas también son un poderoso argumento legitimador. Pero ya
traté estas cuestiones, y espero que de manera mejor....
Volviendo a Quilmes y su ribera: la situación actual de lo
que fue uno de los (el?) primeros balnearios del país dista de ser la ideal. Si,
saliendo de la autopista a La Plata, uno
toma la avenida Rivera Indarte hacia el río, desembocará en el gran muelle y el
club Pejerrey que cortan al balneario en dos mitades notablemente desiguales.
Hacia la izquierda (mirando al río), una parte remozada, en mucho mejor estado,
con un destacamento policial en su inicio. A la derecha, una zona mayor, mucho
más deteriorada. Esta disparidad ambiental y material se verá reflejada en la
fiesta.
La zona de la izquierda es donde ahora ASRAU (Agrupación Social, Cultural y Religiosa Africanista y Umbandista) realiza una
celebración que reúne a decenas de templos -que incluye una procesión, una roda
de batuque y entrega de las barcas-. En ese espacio probablemente también haya
otros templos que no pertenecen a la entidad, que hacen sus propias -generalmente
pequeñas- sesiones de umbanda. De este lado todo es más limpio, más organizado,
las barcas son mayores y la ropa religiosa de los asistentes es más evidente,
incluyendo las túnicas de batuque con los colores propios de los orixás y sus versiones más africanas o
africanizadas. La presencia sostenida y anunciada de esta organización en las
celebraciones de la ribera sin duda ha brindado un poderoso impulso a la masividad y dinámica que la fiesta ha
adquirido -que tiene su contraparte casi gemela los días 8 de diciembre cuando
se celebra, de manera casi idéntica pero con predominio del amarillo en vez del
celeste, a Oxum.
En el sector hacia la derecha del muelle, otras decenas o quizás
cientos de templos también hacen sus ofrendas de manera independiente. El
panorama aquí es más caótico, con numerosas barcas y altares/ofrendas para Iemanjá más pequeños entreverados
con cientos de carpas de tela que se multiplican como hongos gigantes. No todos
los presentes usan ropas blancas -mucho menos las de batuque o africanas- y
resulta díficil a veces distinguir a los fieles umbandistas de los paseantes
ocasionales del lugar. La ortodoxia y la etiqueta religiosa aparecen sin duda
más relajadas. Sin embargo, la enorme diversidad de propuestas religiosas -y sus
innumerables combinaciones con actividades y escenas profanas- le brindan un
especial atractivo al sector. Un templo de Avellaneda siempre junta dos o tres
micros como barrera y a su abrigo realiza, en la calle, una gran sesión de
Umbanda. Como mini-satélites, varios más juntan a una decena de personas que cantan y giran en distintos rincones al ritmo de los tambores.
Las entidades espirituales favoritas parecen
ser los africanos, quienes con sus sombreros de paja, grandes collares e
infaltable botella de vino en la mano se pasean de a dos o de a tres, por toda
la extensión de la ribera -uniendo las clases, las hetero y ortodoxias, y los
espacios sociales. Vigilados por algún miembro de su templo, bromean con los
paseantes, convidan vino, o cantan y bailan. Algunos van y vienen durante
horas.
Las condiciones climáticas influyen mucho en el desarrollo y
la magnitud de la celebración. Días apacibles se corresponden con más
concurrencia (o al menos, durante más tiempo), una demorada permanencia de las ofrendas en exhibición hasta su
momento de ser llevadas al río, y un mayor uso de telas y velas en las barcas
que aumenta su esplendor. Este año hubo un fuerte viento durante buena parte
del día -que pareció amainar hacia la tardecita- que hizo que el río estuviera
alto y con olas. Aún así, la profundidad no es mucha, descendidos los grandes
escalones de cemento que bordean el río.
Lo que no varía, haga frío o calor, mayor o menor oleaje o
fuerza del viento, es la entereza y la devoción con que los cientos de umbandistas
(hombres y mujeres) se ponen las barcas al hombro y encaran hacia el río,
llevando sus regalos y plegarias al orixá del mar. No deja de conmover, pese a
haber presenciado la escena decenas de veces....
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