Abajo, transcribo un trecho de un texto que escribimos con Eva Lamborghini, que resume sus hallazgos, junto con los de otros historiadores locales que trataron el tema.
Señala Chamosa: "La fuente
principal para esta tabla son los nombres de las asociaciones tal como aparecen
distintos manuscritos del Archivo General de la Nación mencionados en este
trabajo. Para los orígenes de los nombres africanos, me basé en el libro de
Reid Andrews sobre los afroargentinos, apéndice D, pag. 233; el libro de Mary Karasch Mary "Slave Life
in Rio de Janeiro 1808-1850" (1987) y el de John Thornton " Africa
and Africans" ".
"Hacia fines del siglo XVIII los candombes, tambos o tangos
de los "negros" eran una realidad que se extendía por los suburbios de la ciudad
–y de cuyo funcionamiento poco sabemos–. El historiador argentino Oscar Chamosa,
quien más y mejor ha estudiado este tema, señala que en 1795 un oficial del
Cabildo y un grupo de guardias de la ciudad irrumpieron en una barraca en la
parroquia de la Concepción intentando hace cumplir la prohibición de bailes de
naciones que existía en el momento. Lejos de lograr su objetivo, fueron
rechazados por un grupo armado. El oficial reportó al respecto que “Un grupo grande
se juntaban a la noche en número de
trescientos para danzar indecentemente” (2003a: 357).
A medida que avanza el siglo XIX, se pueden apreciar
mayores capacidades organizativas de las naciones. En 1809 los congo compraron
una casa y se convirtieron en la primera nación en tener una sede (Andrews,
1980: 143). Según Chamosa, para comienzos de la década de 1820, el gobierno unitario
y liberal de la época no se sentía muy cómodo con esta presencia africana en la
ciudad y el entonces ministro de gobierno Bernardino intentó acotarla,
reglamentándola. Siguiendo sus órdenes, el jefe de policía redactó un
reglamento para el funcionamiento de la nación conga. Un año más tarde, el ministro
decretó la prohibición de las naciones que funcionaran sin permiso, y en febrero
de 1823, descontento con la proliferación de estas agrupaciones, ordenó
cerrarlas a todas.
La medida, repetida en junio de ese año, parece no haber
tenido ningún efecto, y en agosto el gobierno decidió transformar las naciones
existentes en sociedades de ayuda mutua al estilo europeo, bajo la denominación
de asociaciones africanas (Chamosa, 2003a: 358). Para ello, a través de un
decreto formal, el gobierno estableció el procedimiento adecuado para establecer
una asociación africana. Al igual que las cofradías unas décadas antes, las
sociedades debían, desde ese momento, seguir una misma constitución que pautaba
sus objetivos, así como el procedimiento para elecciones, para el ingreso de
nuevos miembros y para la administración de las finanzas. Sólo que esta vez la
policía reemplazaría a la iglesia como la institución encargada de
supervisarlas y controlarlas. Los oficiales de policía debían estar presentes
para supervisar las elecciones, contar los votos y proclamar a los vencedores.
De todas maneras, estas nuevas agrupaciones afroporteñas tenían más autonomía que
las cofradías, ya que, al contrario de estas, podían recolectar y gastar los
fondos de la manera en que quisieran (Andrews, 1980: 143).
Las sociedades africanas debían prestar ayuda a sus
integrantes (otorgar préstamos para la compra de la libertad de los todavía
esclavizados y para la adquisición de herramientas para los que eran artesanos,
y brindar atención a los enfermos y educación a los niños), servir como control
de la conducta de los afiliados en bailes y reuniones, e informar a la policía
sobre la presencia de posibles delincuentes en sus filas (Rosal, 2010: 253).
(...)
En poco tiempo se estableció una decena de sociedades africanas.
La zona preferida para la instalación de estas agrupaciones fue la comprendida por
las calles Chile y México, desde Buen Orden (actual Bernardo de Irigoyen) hacia
el oeste (Goldberg, 2000). A las cinco principales (Congo, Cambundá, Benguela,
Lubolo y Angola) en breve se les añadieron otras: Mina, Quiasma, Tacuá y Mozambique.
Hacia 1842 había más de 40 asociaciones, y durante la década de 1850, más de 50
(Andrews, 1980: 145)."
(Alejandro Frigerio y Eva Lamborghini, trechos tomados de
las páginas 11 y 12 del informe cuyo link doy abajo. Allí también se encuentran
las referencias de los trabajos citados)