Hace unos días apareció esta nota en uno de los blogs de La Nación.
Llama la atención hacia un fenómeno aún poco reconocido y comprendido en nuestra sociedad: la discriminación que sufren individuos que "no son suficientemente blancos" en distintas situaciones de su vida cotidiana, aún en ambientes familiares o con amigos.
No estamos hablando de negros (individuos socialmente clasificados como pertenecientes a la "raza negra") ni de "negros" ("cabeza", "villeros", "de mierda"). O sea, no son casos de personas consideradas "racialmente" negras, ni tampoco que sean estigmatizadas por su condición socio-económica y el color oscuro de su piel.
En este caso, nos referimos a las personas de clase media (alta, media, baja) que no entran dentro del espectro cromático y fenotípico que, en el imaginario social, caracterizaría a este sector social.
Es claro que cuanto más pobres y oscuras sean las personas, mayor cantidad de experiencias de racismo cotidiano deberán enfrentar, pero el espectro del racismo cotidiano en nuestro país involucra a una cantidad de personas mucho mayor de las que creeríamos basándonos sólo en criterios estrictos de "raza" o de "clase".
No concuerdo con el giro específico que la periodista le da, en la segunda parte de su texto, hacia el tema del "bullying" -ya que es un problema liso y llano de racismo, que puede involucrar tanto a compañer@s, como a maestr@s, amigos y familiares- pero bueno, como dicen los brasileros, não faz mal llamar la atención hacia esta problemática, aunque claramente la excede.
Foto: Micaela de niña
El karma de ser la “negra” de la familia
Por Micaela Urdínez (responsable del Area Periodística de la Fundación La Nación)
Antes que nada quiero aclarar que tuve la suerte de tener
una infancia inmensamente feliz. Por eso, en un acto de honestidad brutal les
comparto una foto mía de chica para que por un lado vean mi gran
sonrisa pero también para que entiendan por qué en incluso en esa época dorada
sufría tanto el apodo de NEGRA que hoy tanto quiero. No era
suficiente karma ser la única mujer entre 5 hermanos varones, sino que además
tenía que ser la única morocha de rulos entre una manada de rubios albinos de
ojos claros (en el fonde derecho de la foto pueden chequearlo con la imagen de
mi hermano Pato). Y sí, este hecho hoy insignificante lograba opacarme la vida
en ese momento.
El sobrenombre de Negra, Negrita, Black y hasta
Nigger (que es un insulto en cualquier parte del mundo) surgía casi
naturalmente ante un contraste evidente entre mi genética (heredada de mi
madre) y la de mis hermanos (heredada de mi padre). Lo más increíble del
asunto, es que pasé largos años de mi infancia sin poder expresar que me
molestaba y dolía que me llamaran así. Ni siquiera pude decírselo a las
personas que más quería y más me querían como mi familia y mis amigos. De más
está decir que tuve que soportar innumerables cargadas de parte de mis
compañeros y amigos por ser “negrita”.
Así fue como cargué con ese estigma hasta que un día me
amigué con ese apodo cariñoso que hoy es parte de mi vida y que me da tanto
amor escuchar. Por suerte lo mío fue bastante leve. En cambio, hoy son
miles los chicos que en nuestro país sufren en silencio de acoso, burlas o
maltratos en la escuela o de manos de sus amigos. A todos ellos es que tenemos
que darles la voz y las herramientas que necesitan para poder hacerse valer y
salir de esa situación de sometimiento.
Según una investigación sobre violencia en la escuela,
realizada por UNICEF Argentina y
la Facultad Latinoamericana de Ciencias
Sociales (FLACSO) en el último año el:
- 66% de
los alumnos presenciaron situaciones de humillación entre ellos mismos.
- 23% estuvo preocupado por
resultar víctima de tal situación.
- 68% afirmó tener
conocimiento de un hecho de robo de objetos del banco de un compañero o del
escritorio del docente.
- 51% teme ser víctima de
violencia en el trayecto que va de la casa a la escuela.
- 71% presenció peleas a
golpe de puño entre compañeros.
- 23% fue humillado o
insultado por sus profesores, frente a sus propios compañeros.
Otro dato interesante, es que las escuelas privadas
evidencian más casos de violencia “maltrato,
acoso y hostigamiento entre compañeros" que las escuelas públicas. Y si bien
señala que las problemáticas vinculadas a conflictos entre alumnos -burlas,
maltrato, hostigamiento, discriminación, humillaciones, padecimiento de
actitudes crueles- resultan más frecuentes en los alumnos de nivel económico
social alto, esta es una problemática que atraviesa todas las clases sociales.
Ante la preocupación por esta tendencia que crece día a día,
celebro que desde el Ministerio de Educación se haya creado el Observatorio
Argentino de Violencia en las Escuelas en dónde pueden encontrar
información detallada. (...)
La nota continúa (con mas datos sobre bullying) en: