Llamada ´a la conciencia´
por Viviana Parody
El sábado 20 de Noviembre se realizó finalmente la ´muy festiva , joven y contundente´ 2da. Llamada de Candombe Independiente. En la misma desfilaron alrededor de 10 comparsas de candombe (uruguayo), que iniciaron su recorrido en Bolívar y Garay para culminar en Defensa 535 (hoy sede del Movimiento Afrocultural). De éste modo, o al menos inicialmente era la intención, se vinculó por primera vez en Bs.As. la Llamada de Candombe con el Día de la Conciencia Negra.
Entre otras actividades llevadas a cabo en ésta ´aproximación´ llamada-conciencia negra (como el mismo desfile de llamada, o la muestra de los talleres de danza afro-tangó y capoeira que se dictan en la sede de Defensa 535, y el cierre hacia la madrugada con el concierto del grupo de música afro colombiana Guaia Mestiza), también se llevó a cabo la presentación pública del Monumento al (afro) candombero que realizara Waldemar Moreira (artista de La Boca) hacia el año 1999 -aproximadamente- y supiera obsequiarle por aquél entonces a Ángel Acosta Martínez.
Para quienes no han estado próximos al contexto de difusión del candombe de ese entonces, vale la pena mencionar que Ángel Acosta Martínez, por medio del proyecto “Homenaje a la Memoria” del cual fue fundador junto a la socióloga (UBA) Alicia Funes, conformó en 1998-9 la hoy ya mítica comparsa Kalakan-Güé, primer comparsa de candombe uruguayo en Bs.As. formalmente constituída, que desfilara frente al Cabildo el 13 de Diciembre de 1998, y en Febrero de 1999 como 1er comparsa argentina de candombe (uruguayo) en la Llamadas de Montevideo. Esta acción socio cultural en la cual el candombe fue la herramienta protagonista –la comparsa Kalakán Güé- además de inducir la expansión del candombe (uruguayo) en Bs.As. , supo también ligar candombe y conciencia (y autogestión, podría decirse, a propósito de la Llamada independiente).
Con la intención de recordar y repudiar la muerte de su hermano José Delfín Acosta Martínez , por medio de dicho proyecto, Ángel Acosta enseñó las artes del candombe (danza de escobero, gramillero, mama vieja, tamboriles, fundamentos) a una enorme cantidad de jóvenes porteños, en forma gratuita, a cambio del compromiso que éstos tomaban al entrar en el proyecto para con el Desfile a realizarse a fines de 1998. Vale completar ésta información mencionando que los hermanos Acosta Martínez, junto con otros jóvenes afrouruguayos de ímpetu político-cultural (los Hermanos Diego y Javier Bonga Martínez, Bety y Charo Delgado, William y Sandra Chagas) , conformaron en Bs.As. hacia los ’80 el Grupo Cultural Afro, configuración que les permitió introducir el candombe (uruguayo) por el aquél emblemático Centro Cultural Rojas de los ’80-’90, con la modalidad de taller, entre tantas otras actividades tendientes a la visibilización y difusión de la Cultura Afro en Argentina.
Hoy -20 de Noviembre de 2010- en nombre y memoria de toda esa “lucha” compartida, la familia Acosta Martínez , pudo dar destino a éste monumento, valioso no solo como objeto artístico sino como símbolo de la memoria y la conciencia, acercándolo al Movimiento Afrocultural (desalojado de la Calle Herrera 313 en 2009 y reubicado en Defensa 535, liderado por tres de los miembros de aquél Grupo Cultural Afro de los ´80 E HIJOS : los afrouruguayos Diego y Javier Bonga Martínez y Sandra Chagas, junto a una cantidad de jóvenes afroargentinos como Yael y Lihuen Martínez y Daniel Madruga, entre otros.
Realizada ésta introducción, que permite contextualizar el hecho a quienes pudieran desconocer ésta parte de la historia de la cultura negra porteña de las últimas décadas del siglo XX (y albores del siglo XXI), es interesante detener nuestra mirada en el objeto (en el monumento) en tanto representación , y en tanto intento de “(re?)patriación” y localización de la presencia negra en la escena porteña (hoy multicultural).
Si bien el sentido original de la obra giraba en torno al candombe como resistencia y a la esclavitud (de ello son símbolo los grilletes en los tobillos y las cadenas rotas de un pequeño esclavo en miniatura en actitud de liberación que un buen observador puede registrar dentro de la estructura, hacia la zona del centro cardíaco de la figura humana), es por medio de su resignificación que todos los actores sociales presentes podrán asignarle tradicionales y nuevos sentidos a la obra, mantiendo viva y despierta la memoria colectiva. Es decir, la reactualización de sentidos sobre el objeto en tanto representación es lo que posibilita la reparación (de tanta muerte, de tanto silencio, de tanta fragmentación). Recuperar ciertos objetos y/o hechos del olvido requiere igualmente de una cantidad de cuidados, ya que no son solo los objetos los que sufren deterioro con el transcurso del tiempo o averías en cada traslado (para finalmente nunca hallar sitio definitivo?), sino que a cada paso de dicho movimiento afloran historias de vida inmensamente cargadas de resistencias, alegrías, rencores, dolores, esperanzas y por suerte –aunque en la menor cantidad de casos- expectativas para el futuro.
A partir de hoy, la tarea de emplazamiento de ésta escultura en el espacio coordinado por el Movimiento Afrocultural (Centro Cultural Plaza Defensa) , es una tarea material y simbólica de todos los que se reconocen como parte o se encuentran relacionados al candombe y/o a la cultura afro (indistintamente). El monumento al (afro) candombero es un llamado al reconocimiento, y por lo tanto a la protección real del candombe y de la comunidad productora del mismo.
Al reactualizar los sentidos de éste objeto, que en principio pudiera ser símbolo de la presencia negra histórica en el Río de la Plata, nos queremos hoy referir al candombe -como legado- pero en un sentido mas inclusivo: al candombe de TODOS, al que tocan los mayores y los jóvenes, los negros y los blancos, los pobres y los ricos, los hombres y las mujeres, los argentinos y los uruguayos, etc. Expandido de modo insospechado e incalculable en el espacio de la esfera pública, y aún hoy declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, el candombe en tanto expresión cultural no tiene el apoyo requerido/debido, ni el “permiso” de poblar libremente las calles (y ésta es la principal observación que podría hacerse si se quisieran fortalecer las diferencias –y no las similitudes- entre el candombe en/de Argentina y Uruguay).
¿Es necesario relatar la anécdota?:
Terminada la llamada, no siendo aún las 24 hs (de un día sábado en un Centro Cultural en el cual el propio Gobierno porteño instaló por Resolución Ministerial un Programa Afrocultural), y en el más sabroso momento (rueda espontánea de tambores, con integrantes de distintas generaciones y agrupaciones integrados, tocando y danzando espontáneamente) una vez mas la policía (presencia histórica que sería injusto dejar de mencionar) se acercó a dar señal de finalizar con los ruidos molestos al grito de áura, incentivando a todos los felices a observar sus relojes. Tras éste grato pedido, TODOS (jóvenes y viejos, pobres y ricos, blancos y negros, hombres y mujeres, tras el dulce y responsable consejo de un referente como Jimy Santos) dejamos de producir “nuestros más finos y sagrados movimientos de gala”, para absolutamente cenicientos (es decir : cabizbajos y meditabundos al susurro de “uuhhh…” ) auto llamarnos al silencio y “subirnos cada quien a su calabaza”.
Innecesario aclarar también, para quien tiene la vivencia reiterada de ésta anécdota a lo largo de los últimos 15 años, que obviamente los vecinos no solo no salieron a aplaudir a sus balcones rebozantes de alegría (como nos hacen a nosotros mismos en la Llamada vecina los compatriotas de la calle Isla de Flores en Uruguay), sino que elevaron sus quejas al día siguiente, desconociendo además que el propio gobierno instaló en Defensa 535 por resolución un Programa Afrocultural hace más de un año. Con todo su derecho, la ciudadanía exige la acustización del espacio. Una pena que a la ciudadanía porteña no se le ocurra disfrutar de ésta práctica cultural, ya que la acústica es “la parte de la física que trata de la producción, transmisión y recepción de las ´ondas sonoras´” pero no de las “ondas humanas”.
Estas “secuencias”, que por suerte ya no terminan con hechos como “meter preso a algún desacatao” para “hacer de un tambor, madera para asado” (anécdota relatada por Jimy Santos en las reuniones de comparsas de candombe realizadas en 2009 con motivo del advenimiento incipiente de la primer llamada independiente ) o lo que es peor, hacer de un referente (líder afro candombero, como lo fue José Delfín)- un silencio mas dentro entre todas las deudas y olvidos.
¿Qué más podemos decir? Que con toda tranquilidad y alegría quedan todos formalmente invitados a “emplazar” durante el verano (resignificar, colorear, pulir , cebar mate o jugar al agua mientras los demás trabajan, o soldar y reparar la obra con el asesoramiento de su autor, el escultor Waldemar Moreira ) ésta obra, representación y símbolo del candombe y su historia en Bs.As. , y de nuestra memoria (candombera, y… ¿utópicamente? colectiva).
Debajo, reproduzco las palabras que enviara para la presentación social del Monumento en Defensa 535 Ángel Acosta Martínez, leídas el 20 de Noviembre por Sandra Chagas :
“En primer lugar, agradezco el obsequio que me hizo Waldemar, autor de la obra EL CANDOMBERO, en un momento bastante difícil de mi vida para mi. Agradezco también a Elbio García -el Rey Congo de Kalakán Güé-, por haber cuidado en su propia casa a EL CANDOMBERO durante diez años, y a Vivi Parody por la tenacidad y el ´aguante´ para gestionar el traslado de dicha Obra hoy a Defensa 535.
Cedo en forma de prestamo, la imagen de EL CANDOMBERO a los hermanos Bonga Martínez del Movimiento Afrocultural, porque fue con ellos con quienes compartí muchos años de lucha en Argentina, ya sea en contra de la discriminación y/o por la difusión del candombe. Considero además que San Telmo -Barrio del Tambor- es el sitio ideal para que el público en general aprecie la obra.
La imagen de El CANDOMBERO representa para mi y mantiene viva una expresión de lucha por la libertad y el derecho a la identidad de nuestras costumbres africanas.
Mantenido por muchas generaciones de antepasados a través del tiempo, que sabiendo responder a sus sentires mantuvieron con orgullo una tradición ancestral aún mas allá de las prohibiciones y de su propia condición de pobreza material, el candombe perdura desde épocas muy anteriores a que se lo encasille por el título de un país, como Argentino, Uruguayo o Paraguayo (o correntino). Hoy se los nombra como si fueran candombes radicalmente distintos los candombes afroargentino, afrouruguayo o afroparaguayo etc.
Para mi familia y la de aquellos que me han acompañado en esta lucha (aun vigente) en pos de la visibilidad de las personas afrodescendientes, dedicando sus vidas enteras a la difusión del candombe y al tratamiento de problemáticas y temáticas africanistas, es en el corazón donde sentimos esta obra como expresión común que nos une, tal cual lo expresa la obra (con solo ver y observar su imagen, ella habla por si sola).
Estoy muy orgulloso de ser afrodescendiente y agradezco el apoyo que en su momento tuve por parte de la gente que nos acompaño a mi hermano –José Delfín- y a mi, en la lucha contra la discriminación que existe en Argentina hacia los afrodescendientes, y en la difusión del candombe.
Con todo mi respeto, sin dar nombres para no pecar de olvidarme de nadie, agradezco a todos aquellos que han trabajado, acompañado y apoyado (mas allá de ser o no afrodescendientes), y siguen aún haciéndolo. Gracias en el alma- de corazón- su compromiso.
Un fuerte abrazo, a mi gente, los quiero a todos”.
Angel Acosta Martínez. España, 20-11-2010.