Cualquiera que siga el blog sabe que me encantan los graffitis. Los miro con atención por la ciudad en que vivo, y me agrada ver las diferencias que se puedan encontrar en otros lugares por los cuales tengo la suerte de viajar. La muestra más evidente de ésto -lo señalo por si ya está naturalizado- es que el título del blog está encima de un graffiti de orixás pintado hace unos años en el centro de Salvador, Bahía, frente al elevador Lacerda.
Son una forma de arte que merece mucho más crédito y, de alguna forma, perdurabilidad de la que tiene. Además de su talento artístico, siempre me maravilló la entereza Zen con que los graffiteros encaran lo efímero de su arte -que es parte esencial del mismo. Una nota del suplemento S! de Clarín me llamó la atención: un artista hacía exposiciones con los pedazos de graffitis que arrancaba de las paredes.
Dejando de lado, si cabe, las malas o buenas intenciones del sujeto -cosa que claro no haría si fuera uno de los graffiteros afectados- el episodio llama la atención hacia la naturaleza cada ve más apropiable de la cultura urbana -en buena parte de origen afro. Pensemos en la cantidad de camaritas de distinto tipo que se ven cada vez que hay alguna performance de danza, percusión, o artes visuales -reconociendo, claro, que los antropólogos fuimos pioneros en este afán de "registro/captura" escudados bajo nuestras siempre declaradas (y sentidas) buenas intenciones... ¿Qué se hace después con todas esas imágenes, fotos, etc? Quién sabe...
La "apropiación" creativa, por otro lado, también es parte importante de la cultura urbana afroamericana -como forma de homenaje, parodia o insumo creativo. Pensemos tan sólo en los sampleos de los djs y en el rap. Claro que en esos casos la "apropiación" no afecta ni destruye al original, como sí sucede en el caso que se relata abajo ....
En fin, un episodio ilustrativo sobre el "estado del arte" -conceptual, urbano, graffitero...
Graffiti de Nerf
Clarín, suplemento S!, viernes 12 de noviembre de 2010¿Arte o depredación de murales?
El sucio, el malo y el feo
Un artista "conceptual" averió paredes para adjudicarse las obras como propias.
Por: Mariano Del Aguila
Un rectángulo gris, en uno de sus murales, alertó a Nerf, graffitero porteño con una década de exposición. "Primero pensé que habían puesto y sacado un aire acondicionado, o que el vecino arregló un caño de su casa. Lo vi porque hay paredes que yo cuido. Y si me las tapan, rápidamente vuelvo a pintarlas". Cuando él y sus colegas graffiteros vieron que varias de las pinturas callejeras sufrían desapariciones, supieron la verdad. "Las chicas de Graffiti Mundo (que recorren la ciudad con una visita guiada por las intervenciones artísticas callejeras) se toparon con dos personas que cubrían los murales con una resina. Al preguntar qué hacían, les dijeron que era para preservarlos", continúa Nerf. Falso: atando cabos, se enteraron de que, cuando la resina secaba, un tal JC Martinat, artista (aunque muchos dudan que le quepa ese saco) peruano, pasaba y literalmente los arrancaba.
Graffiti de Nerf luego de la "intervención"
Luego, exponía las pinturas en una galería porteña (sin dar crédito a quien lo había pintado) y, si podía, los vendía. El mundo graffittero entró en estado de crispación: "Los argumentos de este tipo y de quienes lo defienden están vacíos. Dice que quiere crear una reflexión sobre 'vandalizar lo vandálico'. Pero esto no es Nueva York hace 30 años. Acá muchos murales se hacen por pedido de los vecinos. El ciclo del graffitti es ver y aprender. Y si lo tapás, es con algo mejor. Y si no...".
Graffiti de Nerf
Martinat fue apodado rápidamente MartinRat. Y los graffiteros lo conocieron en la inauguración de su muestra. Charlaron, se enteraron de la cotización de sus pinturas, se tomaron el vino y cuando alguien activó un matafuegos como señal, arrasaron con las pinturas y escracharon todo. Incluido el galerista. " (...) Para mí, todo este ejercicio se cierra de forma armónica", expresó Martinat en Facebook.
Graffiti de Nerf luego de la "intervención"
Para los artistas afectados (Nerf, Jaz, Saga, Mart, Corona, Malatesta y otros), no. "Yo le pedí que devuelva las obras a las paredes. ¿Y si no nos enterábamos? Se llevaba una tonelada de dinero. Y a mí la plata no me interesa, me importa el respeto. Nosotros pintamos la obra, no la arrancamos". La posible polémica se diluye cuando entra el lucro con las obras ajenas, que además son piezas únicas. Y el arte no encarna en alguien que no respeta la pintura en la pared. Como quien no valora la piel de un animal, rodeando el músculo vivo.
Fuente de la nota (hay diez fotos más para ver) en:http://www.si.clarin.com/2010/11/12/home/02208379.html
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