Foto: Alejandra Naranjo G.
Este año fui a la fiesta de Iemanjá en Quilmes y en Mar del Plata, y por lo tanto, al carecer del don de la ubicuidad, no pude estar en la de Montevideo.
Reproduzco, entonces, un texto de la mãe Susana (Andrade) de Oxum, ilustrado con fotos de Alejandra Naranjo (maestranda en antropología de FLACSO).
Como toda acción (social) tiene su reacción (social), la
creciente y masiva popularidad de la fiesta de "la Virgen del mar"
sirvió esta vez también de palco para la "protesta" de un reducido
grupo de "defensores de los animales". La "campaña" contra
el "sacrificio de animales" se inició en facebook, y causó
preocupación entre algunos afroumbandistas, que solicitaron la presencia
policial para evitar posibles actos violentos. Afortunadamente, Uruguay no es
Argentina, y los (escasos veinte) manifestantes se limitaron a colocar un par
de carteles del otro lado de la calle que linda con la playa Ramírez donde se
realiza la fiesta (en Buenos Aires seguramente todo hubiera sido más confrontativo
-ya tuvimos ejemplos). Como bien dijo la propia mãe Susana en facebook y en los medios ("¿porqué no van a protestar a las carnicerías?") preocuparse por el sacrificio
de animales en las religiones afroamericanas -cuya actividad religiosa excede en mucho su ofrenda en algunos rituales-
en países en los cuales el asado es la comida nacional parece, cuanto menos, un
contrasentido (¿qué tal un escrache en las parrillas del Mercado del Puerto?).
Pero afortunadamente, como señala el texto debajo, "Yemanjá pasó con
buenas ondas"...
Foto: Alejandra Naranjo G.
Yemanjá pasó con buenas ondas
por (Mãe) Susana Andrade
(de Oxum) -ATABAQUE
Grande la fiesta del 2 de febrero en Uruguay.
Yemanjá se ha transformado definitivamente en punto de
encuentro en la más amplia y positiva dimensión de la hermosa palabra. No es lirismo sino palpable realidad del verano uruguayo. El evento de multitudes, entre creyentes y observadores,
es protagonizado por fieles de las religiones afroamericanas que veneran
energías de la naturaleza en este caso el agua del mar, objeto de los ritos y
ofrendas especialmente dedicados en esa jornada. Allí coinciden en forma espontánea diferentes personas de
distintos estratos sociales, ámbitos laborales o profesionales, edades, etnias,
opciones sexuales o político partidarias, nacionalidades, idiomas y una
variedad tan variada que es casi imposible describir detalladamente.
Foto: Alejandra Naranjo G. (cliquear en las imágenes para agrandarlas)
Este año la particularidad, fue la presencia de efectivos
de seguridad ciudadana policial y municipal, reforzados y coordinados para
preservar la normalidad de una celebración tan masiva como tranquila desde
siempre. Esto fue debido a brotes de intolerancia religiosa que amenazaron
poner en riesgo el desenvolvimiento de la festividad a cielo abierto, y
perturbar las acostumbradas ceremonias afroumbandistas.
Disfrutando hoy día de una democracia transparente y en
proceso de mejoramiento, devenida de históricas luchas sociales colectivas, es
maravilloso tener la posibilidad de manifestar públicamente por lo que sea.
Sin embargo; no hay derecho que ampare el imponer mis
ideas a los demás argumentando que lo del otro está mal, es una porquería o en
este caso: culto “satánico” que conduce al “infierno”. Eso fueron a gritarnos
con pancartas a la propia playa Ramírez, la más concurrida y representativa.
Esas concepciones son construcciones culturales
eurocéntricas y su imposición a los pueblos esclavizados y despojados fue
tristemente famosa durante la invasión colonialista. Argumentos reaccionarios
para desprestigiar culturas a las que se buscó destruir, facilitando el
apoderamiento de bienes y personas en provecho propio. Incluso la existencia
del “diablo” como encarnación del mal, es ajena a la cosmogonía afroindígena. Y
quien tanto lo nombra lo acercará, sin dudas. Inquisición moderna cuando se
quiere obligar a los demás a creer en algo o sino: ¡destrucción!
Hoy podemos buscar nuestras raíces aunque hayan
permanecido ocultas bajo el discurso hegemónico durante cinco siglos.
Enfaticemos entonces confluencias en la libertad de expresión de las variadas
maneras de sentir el mundo invisible. Autoritarismos de corte fascista nunca
más. A menos que deseemos restablecer un ku klux clan versión 2013 y nos
dediquemos a quemar y ajusticiar a quien piensa diferente.
Foto: Alejandra Naranjo G.
Pintadas, carteles y escraches contra Iemanjá durante el culto
son violencia y perturbación además de acciones tipificadas como delito en el
Código Penal Artículos 304 al 306, y leyes contra la discriminación hacia una
creencia protegida por la Constitución de la República. Cualquier juez podría
actuar de oficio.
Los ámbitos de intercambio y sana discusión son
contrarios a la pancarta agresiva del estilo que se pudo ver en televisión
contra los umbandistas: “Todas las religiones son malas. Sólo Cristo te puede
salvar”, “Si tanto amás al demonio ofrecele tu sangre” ¿Qué es eso?!
Otra vez fueron cientos de miles alrededor de las playas
de mares y ríos en todo el país entre fieles, curiosos, investigadores,
familias que simplemente pasean, turistas, autoridades, delegaciones de
agrupaciones sociales, y un sinfín de variedad de públicos entre actores y
espectadores.
Lo dicho al principio; Yemanjá es punto de encuentro y
viva muestra de armonía, respeto y convivencia. Expresión popular tradicional y
pacífica por definición.
Por eso debemos cuidarla.
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