Esta película ya la vimos en Buenos Aires, hace un par de años -hay varias entradas en este blog al respecto, ver la etiqueta "africanos"-.
Los inmigrantes senegaleses -o de otros lugares de Africa- quieren vender bijouterie en la calle, y la policía los persigue, les saca las cosas... en fin, racismo (ahora bonaerense) del peor...
Una nota del sitio Cosecha Roja -Red de Periodistas Judiciales de Latinoamérica- brinda una detallada crónica... bien por ellos!
Foto: Soledad Vampa para Cosecha Roja
(Por Ulises Rodriguez – Cosecha Roja)
-Dale negro, no te hagás el pelotudo y dame la valija.
-No amigo no.
-Amigo las pelotas. Vos ya sabés que no pueden estar acá.
Oumar y el resto de los senegaleses ya intentaron todo:
conseguir permisos, vender en grupos, sumarse a una feria, entrar con la maleta
a bares y restaurantes e incluso pagar coimas, como hacen los otros vendedores
de La Plata, Provincia de Buenos Aires. Pero los inspectores y la policía no
aceptan su dinero: quieren la valija. Prefieren quitarle los anillos, pulseras,
cadenitas y relojes que tienen para vender.
Oumar se abraza al maletín y le dice no por favor, amigo
no, al hombre de camisa celeste mangas cortas que lleva un nextel en la mano
derecha y un celular en el cinto. De una camioneta Chevrolet LUV blanca
identificada en las puertas como Control Urbano y el logo de la Municipalidad
de La Plata bajan dos hombres más: uno panzón y retacón y otro que camina en
puntas de pie. El primero lo toma de un brazo: ¿la vas a soltar negro de
mierda? El otro tironea del maletín hasta quitárselo. El que llegó primero le
pone entre las manos a Oumar un papel amarillo que redactó en menos de dos
minutos. Suben a la camioneta con el maletín y desaparecen por calle 42.
El aire se carga de indiferencia en la entrada trasera de
la terminal platense. El que vende películas truchas se pone a ver cuántas
copias de Batman le quedan. El del carrito con café y pasta frola empieza una
charla con un taxista que toma unos mates con la que abre las puertas de los
taxis. Oumar se pasa las manos por las motas transpiradas, dice palabras que
nadie entiende, mira al cielo. Se le caen las lágrimas de la impotencia. A diez
metros de él, un señor de patillas a lo Elvis pampeano se lleva la última de
Darín.
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Sigue en:
Nota vergonzosa del diario platense El Día sobre el tema en:
Agradezco a Fernando Longobardi por avisarme de la nota...
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