Hoy terminé de revisar la versión escrita del trabajo que presenté en la Jornada Trabajo y Cultura Afro en la Argentina, que se realizó en la FFyL de la UBA, el 15 de marzo pasado (ver varias entradas de ese mes en este blog). Transcribo un par de párrafos que me parecen significativos.
Para el caso de los afrodescendientes en y de Argentina, creo que es necesario llamar la atención hacia el hecho de que hay una importante variedad de a) colectivos sociales que podrían ubicarse bajo este término, b) de identificaciones que hacen que algunos grupos utilicen esta forma de denominarse (y otros no) y c) de situaciones de inserción y marginación social de individuos y grupos sociales “afro-”(algo).
Respecto de los colectivos sociales, tenemos al menos cuatro grandes grupos: 1) los descendientes de los esclavizados africanos, 2) los inmigrantes caboverdianos y sus descendientes afro-argentinos (de primera o segunda generación), 3) los inmigrantes afroamericanos y sus hijos/as afro-argentinos y 4) los inmigrantes africanos y sus hijos/as afro-argentinos.
Esto significa que existen afro-argentinos de distintas generaciones en el país, con adscripciones identitarias y culturales bastante diversas, así como inmigrantes de distinta procedencia, con antigüedad muy variable. Algunos afro-argentinos se identifican con el candombe argentino, otros con el candombe uruguayo, otros con el rap, otros con el reggae, etc.
Es necesario entender, por lo tanto, que existen diferentes formas de ser afro-argentino o afrodescendiente, de lo contrario estamos esencializando una población que es diversa, la estamos estereotipando y las estamos encajando en un molde de cómo tienen que ser. Son primero que nada personas, y como cualquier persona se encuentran en una variedad de situaciones, tienen diferentes gustos, preferencias, etc.
Lo que sí tienen en común todos estos colectivos sociales y sus integrantes es la discriminación de la que son objeto. Esta, sin embargo, varía en función de -al menos- su fenotipo, su clase social, su dominio del español y su capital cultural, social y simbólico –que es diferente para los distintos grupos que mencioné. Por lo tanto, cuando se piensen políticas públicas para la “comunidad afro” o “afro-argentina” hay que tomar en cuenta a los distintos colectivos existentes, porque no todos están en la misma situación y por ende no tienen las mismas necesidades.
Respecto de las identificaciones, no hay una concordancia entre los distintos colectivos –y aún de los subgrupos dentro de ellos- de cómo denominarse: si “negros”, “afro-argentinos”, “afrodescendientes”, etc. Existen usos politicos y usos cotidianos de estas identificaciones: las personas que se identifican como afrodescendientes para sus reclamos políticos pueden también llamarse afro-argentinos o usar la denominación negros en la vida cotidiana
Englobarlos a todos bajo una misma "comunidad" puede tener sentido para realizar reclamos políticos, pero no hay que olvidar -especialmente para realizar políticas reparativas- la diversidad subyacente.
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