En este trabajo preliminar intento realizar un análisis a lo largo del tiempo para ver permanencias y diferencias en la manera en que la sociedad argentina vio (o se relacionó con) parte de la cultura afroargentina, especialmente con aquel elemento con el cual más la identificaba, el tambor.
Para ello, parto de algunos presupuestos:
1) Sobre la dicotomía “Civilización” y “Barbarie”
La socióloga Maristella Svampa afirma que la dicotomía “civilización o barbarie” atraviesa el espectro de las ideas políticas argentinas a lo largo del tiempo. Concuerdo con su posición, y propongo ir todavía más allá, enfatizando que esta dicotomía es uno de los temas culturales más importantes de la sociedad argentina, convirtiéndose en una de las principales varas con las que se mide la posibilidad de integración (o no) de determinados grupos étnico-raciales y comportamientos culturales dentro de la nación.
El sociólogo norteamericano William Gamson define a los temas culturales como "marcos interpretativos y símbolos relacionados a éstos que trascienden temas específicos y sugieren cosmovisiones mayores. Es un concepto parecido a palabras como ideología, valores, sistemas de creencias y weltanschauung. Prefiero utilizar un concepto que haga las menores presunciones posibles acerca de la coherencia o de las conexiones entre las ideas" (1988a)
De una manera algo más sencilla, podríamos conceptualizar a estos “temas culturales” como preocupaciones generalizadas que permanecen en el tiempo, que constituyen un fuerte referente en las imágenes ideales de una nación y sirven como guías para evaluar acontecimientos más específicos en distintos momentos históricos.
I) Esta preocupación por ideas o comportamientos que denoten civilización o barbarie tiene dimensiones políticas –como señaló Svampa- pero también culturales, morales, raciales y religiosas.
Hay ideologías políticas, prácticas culturales, moralidades, fenotipos y religiones que representan a un polo u otro del espectro: a la civilización o a la barbarie.
Dentro de este marco interpretativo de la realidad argentina, las personas consideradas “no blancas” (clasificadas como indios, negros, mulatos o mestizos, “negros”) y sus manifestaciones culturales representan, de manera paradigmática, a la barbarie.
II) Este marco interpretativo tiene una importante dimensión espacial.
Existe, sobre todo en la ciudad de Buenos Aires (habría que ver si esto es cierto para otras del país) un fuerte orden racial-espacial
Según este orden, personas con a) fenotipos específicos y b) que realizan determinadas prácticas culturales no deberían estar en el centro de la Argentina Blanca, Europea, Moderna, Racional (Católica). Cuando transgreden este orden, son, en un principio, invisibilizados, o si esto se hace imposible por su cantidad, reprimidos o expulsados (“puestos en su lugar” –fuera de la ciudad).
Esto es particularmente necesario porque sólo mediante el control de qué pautas culturales se pueden mostrar y quiénes pueden hacerlo, en el centro de la ciudad que, a la manera de una sinécdoque, representa al país (la parte como el todo), podemos confirmar esta imagen de la Argentina Blanca, Europea, Moderna.
Los afroargentinos y su cultura (principalmente el candombe) representan un caso particularmente difícil de manejar dentro de este orden racial-cultural-espacial ya que son el Otro interno y próximo, y sus manifestaciones culturales (a diferencia de las de los –ahora llamados- pueblos originarios) no están apartadas geográficamente sino que siempre estuvieron dentro de la ciudad Blanca. Como mucho, se las podía intentar apartar del centro del centro (de la nación).
Entonces, el tambor (y la barbarie que se le ve asociada) vendrían a ser “la no-cultura”, en términos más actuales algo así como “el no patrimonio”. Lo “no patrimonializable”.
(Buenos Aires 1899)
2) Sobre el estudio de la cultura y la historia afroargentinas:
Con el revival en los estudios afroargentinos que hubo en los últimos 10 o 15 años, hay ya un consenso sobre la invisibilización de la presencia histórica, actual y el aporte cultural realizado por los negros argentinos.
Pero más que afirmarla, hay que ir ahora mas alla de esta ya establecida invisibilización para ver cómo se produjo
- en la vida cotidiana
- en los cronistas de época
- en los relatos que construimos los estudiosos contemporáneos (historiadores, sociólogos, antropólogos)
La mirada académica sobre los afroargentinos sigue una tendencia instalada ya por los ensayistas que los precedieron. Está caracterizada por una narrativa de la pérdida y la asimilación, sustentada en parte en una mirada dicotómica de la dinámica social y cultural.
Existe una fuerte dificultad, por un lado, para ver o analizar el mestizaje biológico, y la existencia de fenotipos mixtos o intermedios.
Hay una similar dificultad para examinar procesos de sincretismo-transculturación-creolización-hibridación, (como querramos llamarlos). Esta dificultad queda claro cuando pensamos en cuántos estudios existen que traten de estos temas (quizás algunos dedicados a la región Noroeste del país, que parece ser la zona “sincrética” por excelencia). Pareciera que el contacto cultural en Argentina es incapaz de dar algún tipo de mezcla, sino que una forma de cultura se impone sobre las otras.
Como dije ya en varias oportunidades, el candombe es un caso paradigmático de esta dificultad. O se lo encuentra en su forma pura (1850, las naciones y Rosas) o desaparece (pocos años después de la caida de Rosas) (o subsiste de alguna manera tan pobre que no vale la pena estudiarlo).
Parece no haber posibilidad de que hayan formas creolizadas, practicadas en la calle por individuos negros, blancos, mestizos? Pensemos en cultura afrocubana o afrobrasilera. El samba carioca no cambió en 100 años? La rumba cubana? El tango argentino? –por cuántas formas pasó y continúa siendo tango. Por qué entonces el candombe argentino no puede cambiar, evolucionar (en la dirección que sea) y continuar siendo candombe?
Esta mirada dicotómica se extiende más allá del polo puro-impuro o tradicional-degenerado de la cultura y abarca de manera similar otros temas como: existe racismo-no existe racismo; los negros se integran (y dejan de lado su cultura)- o para mostrar resistencia no deben hacerlo. Se es negro o se es blanco –no hay tipos intermedios.
Es necesario, por lo tanto dejar de lado esta mirada excesivamente simplificadora de la realidad y examinar cómo se produjeron las creolizaciones (hibridaciones si prefieren), los sincretismos, las transformaciones sucesivas que muestran, sin embargo, una continuidad y una permanencia subyacente.
Tenemos que analizar cómo se dieron –y aún se dan- los comportamientos y las relaciones interraciales.Tomar conciencia de los matices, las diferencias, los contextos, las estrategias para lidiar con ellos. Y ver la amplia gama de comportamientos discriminativos, homogeneizantes (como la burla) que condicionan estas mezclas culturales y estas relaciones interraciales.
(Buenos Aires 1908)
Hay que ir contra la narrativa de la pérdida y la asimilación, que se basa en la falsa dicotomía oposición integración-resistencia y reemplazarla por una narrativa de la continuidad y las transformaciones necesarias.
Comenzar a enfatizar no tanto la pérdida de pautas o prácticas culturales “puras”, “tradicionales”, sino la permanencia, la dinámica dentro de una mismidad cambiante, a changing same como dice Paul Gilroy.
Es necesario, entonces, ver qué pasa con un determinado patrimonio cultural, en este caso el candombe (cuál? definido por quién?) (se pierde?, se privatiza?, es adoptado por otros grupos y desetnicizado?) en un determinado contexto social que tiene ciertas actitudes con(tra) un grupo étnico-racial.
Se afirma (a veces algo valorativamente) que los negros argentinos querían integrarse y por lo tanto olvidarse de Africa. Claro! Cuántas maneras había de reivindicar ciudadanía –o al menos membresía social en la Argentina del siglo XIX?
Por las formas que toma la construcción de la nación en Argentina, no había por entonces la opción de ser “afro-argentinos” . Había una sola manera de ser argentino en esa época (y ahora??) . Debían “integrarse”. Qué otra opción había según la construcción de nuestra nación? Las distintas formas que toma esta “integración” no han sido comprendidas adecuadamente, aún.
Es difícil entender lo que sucede actualmente con las comparsas de candombe sin tener en cuenta estos condicionantes externos que se mantuvieron con una llamativa regularidad en 200 años.
(Buenos Aires 1927)
Referencias: Maristella Svampa: El dilema argentino: Civilización o barbarie. Buenos Aires: Taurus. 2006
Primera parte de la ponencia presentada en las IV JORNADAS DE PATRIMONIO INMATERIAL “Lo celebratorio y lo festivo: 1810/1910/2010. La construcción de la nación a través de lo ritual”. Organizadas por el Ministerio de Cultura a través de la Comisión para la Preservación del Patrimonio Histórico Cultural y la Dirección General de Patrimonio e Instituto Histórico (dependiente de la Sub. Sec. de Patrimonio Cultural). 30 de septiembre y 1 de octubre, Salón Dorado de la Casa de la Cultura, Buenos Aires.
Las imágenes son parte de un estudio que estoy realizando acerca de las representaciones sobre los afroargentinos, en este caso en la primera mitad del siglo XX.
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