"Una de las bases de las religiones de cuño africano sistematizadas en América es el sacrificio de animales para agasajar a las divinidades. La sangre es un poderoso vehículo de ashe que permite a la divinidad recuperar las fuerzas agotadas en la conservación del mundo, y de acuerdo a este principio el o los animales ofrecidos deben corresponder simbólicamente a la naturaleza de ésta, siendo sanos, vigorosos y preferentemente jóvenes o en la plenitud de sus facultades. En su elección habrá tres elementos que revisten importancia absoluta: sexo, color y especie. Naturalmente, en un tipo de culto que posee un oráculo sagrado para negociar constantemente con las potencias sobrehumanas, la divinidad será consultada para saber el animal que se debe ofrecer y por descontado el oráculo no desmentirá la clasificación tradicional. Como regla general el animal sacrificado será del mismo sexo del orisha para que la sangre y los iyanlé (vísceras en las que se concentra el ashe) puedan ofrecerle una renovación precisa de su virilidad o femineidad conforme al caso. "
Del libro Ipadé, del Babá Milton de Xangô, Òséfúnmi ti Sàngó Bàáyin
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