
jueves, 15 de abril de 2010
Mujeres del Candombe - La cruda realidad....

martes, 13 de abril de 2010
Mujeres y/del Candombe

Por Viviana Parody. Bs.As.-Montevideo



Ahora entre esa diversidad de caminos de ser mujer con el tambor, el desafío es tender puentes, construir significados comunes o compartir la disimilitud de representaciones, y ... desde la cigota generar.
Brindo por los espontáneos encuentros y caminos "nadados" desde hace mas de una década con preguntas-sones y respuestas , en las idas y vueltas de casa en casa de Bs.As. y Montevideo (hoy con niños/as a cuestas) entre "Las Comadres" (Berta Pereyra-Uruguay), "Tamboro Mutanta"(Bs.As.), mujeres de ACSUN (Uruguay), militantes y activistas de ambas orillas, que con el correr de los años vemos pasar nuestra propia historia mientras nos re-conocemos.
lunes, 12 de abril de 2010
El vodou y el sismo
Sociedad: A tres meses del catastrofico terremoto, un sociólogo haitiano habla sobre el culto al vudú
Haití, el sismo y el culto a los muertos
Laennec Hurbon, sociólogo haitiano, estudia el impacto que tuvo el terremoto del 12 de enero en el culto al vudú, una costumbre central en su país. Entrevistado por Página/12, recuerda los momentos del sismo y cómo se intenta hablar de él en la comunidad.
Por Soledad Vallejos
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–Usted había empezado también a hacer notar que es preciso pensar en qué puede pasar en un país que tiene por costumbre el culto a los muertos, cuando los muertos recientes no pueden ser enterrados ni honrados con los modos usuales.

–¿Recuerda el día del terremoto?
–Sí. Estaba en la calle. Iba a una escuela que se llama Saint Trinité, donde hay una orquesta, yo soy alumno de saxofón, y participo de esa orquesta de música clásica. Es interesante. Tenía un curso a las cuatro y también un ensayo con la orquesta, ensayo que debía empezar a las cinco. Y me llamaron para decirme que no era necesario que fuera a las cuatro, que fuera directamente a las cinco porque el profesor tenía una reunión. Entonces salí de casa a las cuatro para llegar a las cinco. A las cinco menos cinco, el terremoto. Fue antes de entrar.
–¿Estaba de camino?
–Sí. Hágase esta idea: aquí está el palacio nacional, los edificios de los ministerios, también la dirección general de los impuestos y la escuela de Saint Trinité, adonde iba, estaba ahí. Toda la gente murió. Si yo hubiera estado ahí en esa reunión, habría muerto. En un momento los edificios estaban; súbitamente se cayeron. Desde fuera he visto que el edificio empezó a caer.
–En ese instante, ¿usted dónde estaba exactamente?
–En el auto. Iba al lado del chofer, y he visto que súbitamente maniobraba. “¿Qué pasa, qué está pasando?”, le decía, “¿el auto tiene algún problema?” Dice: “No, se trata de un terremoto”. Arriba del auto, sin conducir, uno no lo sentía al principio. Después hubo un cambio súbito de la vida, del mundo, de todo.
–Un instante.
–Sí. Y súbitamente de todas las casas salió gente a las calles. Palacios, catedrales, edificios, todo eso, las iglesias también, todo se cae. Eso, para una persona que no sabe mucho de terremotos, debe llevar a pensar que es el fin del mundo. Es una sensación intransmisible. Y la gente tiene miedo hasta ahora, no quiere dormir dentro de una casa. Mi casa, por ejemplo, no quedó tan mal, pero ahora tengo la cama más cerca de la puerta, que queda abierta toda la noche, para poder escapar llegado el caso. Se habló mucho de la percepción previa que tuvieron los animales. Yo conozco una persona que salvó la vida gracias a su perro, que salió de la casa dos días antes y no quería entrar. Y por fin el dueño salió de la casa para ir a otra casa, pero el perro se resistía a entrar también ahí. Por eso la persona estaba en la calle, buscándolo. Después pasó el terremoto. Cuando regresó a la casa, estaba toda derrumbada. El me dijo “yo estoy vivo gracias a mi perro, es un milagro”.
–En reuniones sociales, familiares, ¿se habla de cómo vivió cada uno ese momento?
–Sí, se habla mucho. Cada persona tiene una historia particular. Cada persona dice “es un destino”. A eso se suma el recuerdo que tienen quienes practican vudú. EL 6 de enero, usualmente en Haití hay muchas ceremonias, porque es el Día de los Reyes. Y hubo una ceremonia muy importante en la que las divinidades no aparecieron, no se manifestaron. Eso no es habitual. Nadie sabía el porqué de esa ausencia. Después del terremoto, los sacerdotes del vudú dijeron que las divinidades del vudú sabían algo, que conocían que había algo en preparación en el país y no aparecieron a causa de eso.
(...)
La nota entera en: http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-143725-2010-04-12.html
Fuente de las fotos: http://galembo.com/vodou/index.htm
Agradezco a Mauro Mazzarella
El vodou y el sismo (2)

Me impresionó el último párrafo, ¡vaya forma de ayudar a los fieles que tienen las divinidades!, toda la vida honrrándolos durante generaciones y cuando están por morir cientos de miles de ellos ni siquiera avisan, ¡se borran!
El vodou y el sismo (3) - Las apariciones de San Baltazar, más bien...
En realidad, siempre las cosas son más complejas que lo que uno pueda escribir, al paso, para un blog, pero la manifestación de san Baltazar a sus devotos es sólo cuando estos no cumplen su palabra en una promesa hacia él. Ya el hecho mismo de que se les aparezca -usualmente en sueños "me hizo soñar"- es un castigo. También se lo considera un santo celoso, por lo que si los dueños de su imagen presta alguno de los enseres de la misma para otro fin que no sea para su veneración, este se les aparece para recriminarle. La reprimenda preferida del santo es "quitarle el aire" al devoto, asustándolo, pero puede llegar a causarle la muerte. Ergo, siempre es mejor que no se aparezca. No digo que la Virgen no pueda aparecer para señalar desgracias, como la de Fátima, pero en sí la manifestación divina es, siempre, un bienvenido privilegio católico.


domingo, 11 de abril de 2010
Crónicas Afro-Mexicas

Por Nicolás Fernández Bravo
En la bastante improbable localidad de Escárnaga, en el Estado de Campeche (México), es posible encontrar un puesto callejero, pedir un rico guiso mondongo por menos de 2 dólares y alimentarse de una receta que desarrollaron las personas africanas traídas en calidad de esclavos por los españoles para trabajar en las distintas plantaciones de la entonces próspera colonia de Nueva España. Tuve la oportunidad de comprobar lo interesante que es el cambio en las tradiciones culturales afroamericanas, al experimentar una sutil variación de la versión “argentina” de esta comida: en las calles de Escárnaga (y posiblemente en otros lugares de México), el mondongo es preparado con chiles picantes, pimienta negra y, por supuesto, viene acompañado por tortillas. Por lo demás, se parece bastante al “guiso de toalla” que recordaba haber comido por última vez en mi infancia porteña, hace más de 30 años.
Es probable que las virtudes metodológicas de esta “etnografía circunstancial” (¿?) sean más bien magras, y que en contextos más serios y con más tiempo, efectivamente sea posible dialogar sobre la memoria y la vigencia del legado de la población de origen africano en México. Pero esta anécdota pasajera me hizo pensar en una serie de problemas que en algún punto, pueden conversar con nuestra realidad afro en Argentina.
El proyecto de la modernidad en Argentina tiene pocos puntos en común con la versión mexicana. La modernidad en México se asienta sobre un explícito y celebrado relato de mestizaje. Los elementos indígenas de este relato tienen dimensiones demasiado grandes para ser invisibilizados: desde la monumental arquitectura de las culturas precolombinas, pasando por la cuantiosa población indígena actual, hasta su extraordinaria y diversa dinámica cultural. De todos modos, este mismo relato ha hecho que las grandes civilizaciones sean exclusivamente parte de un pasado mítico, y que las poblaciones subalternas actuales sean un lastre que la mexicanidad en general tiene que “tolerar”. La militarización de Chiapas es un ejemplo de lo que puede hacer el Estado cuando esta tolerancia deja el disfraz del multiculturalismo. Pero por lo general ambos, el pasado y el presente, alimentan una colosal industria turística marcada claramente por el color del consumidor y de la propiedad. La escasez de debates públicos sobre el racismo en México, incluso con su celebrado mestizaje, son parecidos a los de la Argentina: aquí no hay racismo. No hay racismo porque aquí nos mezclamos muy bien, güey, y porque indios quedan pocos y negros no hay, ché.
En medio de estos dilemas, la historia de la población afro en México es diferente a la de la Argentina: es el producto de un proyecto de modernidad diferente. Pero la situación actual de los afro-mexicanos es semejante: no contamos para la historia, somos invisibles, nuestro aporte en la construcción de la Nación es ignorado. La forma de los reclamos colectivos de la población “afro guión”, organizada fundamentalmente en algunas localidades de Oaxaca y Veracruz, y apenasdispersa en Tabasco, Campeche y México DF, es prácticamente idéntica y cuenta con obstáculos y estímulos muy semejantes a los de la Argentina: apoyos eventuales, fundaciones ocasionales, oportunistas rapaces. Por su parte, algunas iniciativas impulsadas por Guillermo Bonfill Batalla y un grupo reducido de intelectuales reunidos en torno al programa “La Tercera Raíz”, han dado resultados que recuerdan tristemente al estado de la temática en la Argentina. Esta simetría presenta algunos interrogantes sobre la preocupante homogeneidad de la estructura del discurso sobre el racismo en América Latina, y permite considerar qué errores podemos evitar para salir del fango.
viernes, 9 de abril de 2010
Foro Afro del INADI en la revista Uno Mismo


“Existen investigaciones en diversos países americanos que, basadas en el hallazgo de objetos precolombinos con figuras de rasgos negros bien definidos, sostienen la teoría de la llegada de africanos al continente antes de los españoles. Sin embargo, la conformación de la comunidad negra argentina se desarrolla en tres momentos históricos”, se indica en un texto del Decreto 1086/2005 titulado "Hacia un Plan Nacional contra la Discriminación". Allí se indica que “el primer momento comienza en el siglo XVI y se consolida en los siglos XVII y XVIII con la trata de africanos esclavizados destinados a servir de mano de obra de los colonos europeos en América”. Luego se explica que el segundo “comienza a fines del siglo XIX, se extiende hasta mediados del XX y corresponde a las inmigraciones provenientes de la islas de Cabo Verde, que llegaron en busca de mejores condiciones de vida que las impuestas por la administración colonial portuguesa”. El tercer momento, prosigue el documento, “ocurre sobre todo a partir de la década de 1990. Sus causas son principalmente económicas aunque se combina a temores de persecución política. En este momento llegaron al país migrantes de Senegal, Nigeria, Mali, Sierra Leona, Liberia, Ghana y Congo”. Finalmente, se aduce que en esa misma etapa arribaron al país otros afrodescendientes desde países latinoamericanos como Perú, Brasil, Cuba, Colombia, República Dominicana, Ecuador y Honduras.
Fuente de la nota: blog del autor: