viernes, 1 de agosto de 2008

Reunión en la Legislatura de la Ciudad por el desalojo del Movimiento Afro Cultural

En varias oportunidades me referí, en este blog, a la situación de posible o quizás ya inminente desalojo del Movimiento Afro Cultural del espacio en el que funciona, en la calle Herrera 313 en Barracas. El lugar era una fábrica abandonada que la gente del Movimiento reutilizó para realizar, durante algo más de una década, sus valiosas actividades culturales. Hace ya varios meses que intentan que el gobierno de la Ciudad les ceda otro espacio, si es que no existen posibilidades económicas de expropiar este inmueble y cedérselos.
El martes pasado se convocó a una reunión en la Legislatura, para realizar “una mesa de diálogo entre el Movimiento y funcionarios con la intención de encontrar soluciones posibles ante el inminente desalojo”. Habían confirmado su asistencia funcionarios del área de Cultura, de la dirección que administra los inmuebles de la Ciudad (no recuerdo el nombre exacto del organismo) y también de una dirección de minorías (o algo así, lamento no haber anotado los nombres –mal, para un antropólogo).
La idea era tratar públicamente la situación del movimiento, y ver, en una charla publica con los funcionarios de las áreas involucradas, qué tipo de solución se podía encontrar.
El salón Jauretche estaba lleno de gente del Movimiento o vinculada a ellos, y también había representantes de organizaciones de afrodescendientes (Miriam Gomes, Victor Bille), de instituciones que se encargan de la cultura negra (el pai Pedro Mallorca de Ogún del Instituto Afro de Morón), figuras de la cultura rioplatense (Jimmy Santos, uno de los pioneros del candombe uruguayo en Buenos Aires). Estaba también el cónsul de Uruguay, habíamos algunos académicos así como representantes de pueblos originarios.
No voy a hacer un detallado análisis ni descripción de lo que se dijo en casi tres horas de reunión. Sólo quiero transcribir algunas impresiones:
Era de esperar, pero igual desilusionó, la ausencia casi total de funcionarios de la Ciudad pese a que algunos habían confirmado su asistencia. Fueron dos personas en representación del Ministerio de Cultura de la Ciudad, un asesor y un funcionario que trabaja hace años en el área. Y nadie más. Como eran los únicos funcionarios presentes, todos los cuestionamientos se dirigieron a ellos. Intentaron mostrar buena voluntad, pero lo único que podían repetir, una y otra vez, es que casi todo estaba fuera de su alcance y que el planteo correspondía a otra área de gobierno. Pilatos no lo hubiera hecho mejor. Quizás no era su culpa (aunque a veces parecían casi disfrutar de su falta de capacidad para hacer algo) pero, como dijo o sugirió Nicolás Fernández Bravo, de pequeños actos de desidia, desinterés e ignorancia también están hechos los genocidios. “No sé”, “no me corresponde”, “no puedo hacer nada” –básicamente: que se jodan, a mí qué me importa?. Ninguna repartición pública parece tener la capacidad para hacer algo y obviamente falta la voluntad política de alguien con la autoridad suficiente para autorizarlo –algo que, desgraciadamente, era de esperar en esta administración derechosa, pero que también sorprende por su absoluta ineficiencia . Que después no batan el parche de la capacidad de gestión porque no la tienen. Que no engañen más a la gente.
El tema de los (des)compromisos, la ignorancia y el desdén son particularmente importantes porque no hacen más que continuar una política centenaria. Son las pequeñas acciones cotidianas de desoír, desdeñar, ignorar, burlarse, estigmatizar y discriminar que, acumuladas a lo largo de cientos de años, llevaron –más que las guerras y la fiebre amarilla- a la disminución y casi desaparición de la población afro-argentina.
Del evento, sin embargo, se pueden rescatar al menos algunas cosas:
1) El compromiso y la lucidez intelectual y ciudadana de la legisladora por la Ciudad Diana Mafia (creo que no la voté, pero prometo que la próxima vez lo hago!) gracias a cuyas gestiones se realizó la reunión. Ya desde su cargo de Defensora Adjunta del Pueblo - hace unos años- fue uno de los pocos funcionarios que se preocupó por el tema de los afrodescendientes, Ahora, como legisladora, mantiene y redobla su compromiso: gracias a ella las actividades del Movimiento Afro Cultural fueron declaradas de intéres cultural y social (ver entradas anteriores en el blog) y es, en este momento, quien más intenta evitar el desalojo. Daba algo de pena por el estado de las cosas en nuestro país ver cómo sus agudas reflexiones en defensa de la multiculturalidad chocaban con la inoperancia y chatura gubernamental. Pero reconfortaba, a la vez, saber que al menos alguien que nos representa lo hace con sensibilidad, compromiso y alto nivel intelectual.
2) La sensatez y la sagacidad de los discursos reivindicativos por parte de los representantes de afrodescendientes y pueblos originarios acerca de la necesidad y el lugar de la cultura en la transmisión de valores, saberes y formas de estar-en-el-mundo. Aún para un antropólogo que ya lo sabe y ya lo escuchó, los discursos de Diego Bonga, Jimmy Santos y Olga (perdón, no sé su apellido) del Movimiento Quechua Aymara resultaron emotivos e incuestionables.
3) La presencia solidaria, ya mencionada arriba, de los representantes de organizaciones dedicadas al activismo político y cultural afro.
Para lamentar, y para preguntarse una y mil veces por qué, la ausencia de representantes de las muchas comparsas de candombe que tenemos en la ciudad (a excepción, como ya dije, de la presencia de Jimmy Santos). ¿Creerán que el tema no les concierne? ¿Para qué tocan los tambores, entonces?

A continuación, reproduzco una nota de Crítica (no la conocía, la saqué del blog de Diana Maffia) que muestra los argumentos de los funcionarios (empleados?) de Cultura. Aunque la nota es de junio, las expresiones son exactamente las mismas. También, una declaración que presentamos en la reunión, redactada conjuntamente con Nicolás Fernández Bravo, que esperamos sirva de alguna manera como peritaje antropológico sobre el tema.

El Movimiento Afro Cultural en el diario Crítica

cultura afroporteña en peligro
Bonga Bonga o desalojo
La comunidad negra en la Argentina reclama al Gobierno de la Ciudad un nuevo lugar para el centro que desde 2000 funciona en una fábrica abandonada. La respuesta oficial.

Por Patricio Féminis
Diario Crítica, 11.06.2008, sección Culturas

“Sí, me agarró la máquina.” Javier Bonga se mira el dedo lastimado por la pulidora con la que fabrica tambores de candombe y sus palabras flotan con un eco opaco: en el inmenso galpón de Herrera 313, en el barrio porteño de Barracas, faltan días para el desalojo anunciado, la orden que no tardará en llegar para el Movimiento Afrocultural Bonga, al que el Ministerio de Cultura del Gobierno de la Ciudad aún no le garantizó un espacio nuevo para poder seguir llevando adelante su proyecto de difusión, rescate e investigación de la identidad afro en Buenos Aires. “Fue la máquina”, repite Bonga, mientras un pedazo de venda cae al suelo y la herida queda expuesta. Alrededor suyo, niños y adultos se preparan para la clase de candombe que dictará, en una ceremonia de tambores fabricados a mano que se templan sobre llantas viejas, alrededor de una fogata.
Los hermanos Javier y Diego Bonga –referentes del Movimiento– saben que el desalojo es inminente pero dicen que resistirán, ya que eso es lo que hacen desde el 87, cuando llegaron desde las villas de Montevideo.
En ese año empezaron en la calle Perón y en el dos mil tomaron esta fábrica de ascensores abandonada que transformaron en centro cultural, a pulmón, para mantener y revalidar la cultura afro, que aún sigue acallada en Argentina. O debería decirse, negada: condenada al recuerdo pintoresco de los repartidores de velas y empanadas en el 25 de Mayo, aunque los negros hayan puesto el cuerpo como esclavos y en las guerras de independencia, una realidad que el discurso estatal y educativo procuraron ocultar.
El ayer y el hoy tienen signos en común: en el Centro Cultural Bonga aún pelean para que se reconozca esta tradición viva, para que una vez más la historia no los abandone.
En este galpón de chapas de Barracas, un barrio partido en dos por la autopista, se dictan clases de candombe, capoeira de Angola y danza afro; los mellizos Bonga –de 45 años– forman a diversas generaciones en este arte que moviliza, pero a la vez esperan –sin disimular tensiones– la carta de desalojo que les dará un plazo de 5 a 10 días para dejar el lugar. Y todo podría quedar en el aire: los proyectos de integración social; el diálogo con la comunidad; la propuesta del director general de Promoción Cultural en el Ministerio de Cultura porteño, Baltazar Jaramillo: relocalizarlos en alguno de los tantos espacios vacíos con que cuenta la Ciudad, para que perdure el que llaman el “último quilombo de Buenos Aires”.
Es jueves y a las ocho de la noche empieza la clase: son negros y blancos reunidos por este ritmo que hace latir los cuerpos, en diálogo secreto con la tradición negra, pero el tiempo y las opciones se alejan para el Centro Bonga, que participó del resurgimiento del candombe por las calles de San Telmo.
¿Adónde irá la Hermandad Afrocultural Bonga, que agita tambores y una cultura que no se calla? ¿Adónde se radicarán las mujeres y hombres que viven en este profundo galpón que reclama Solci S.A., una empresa que nadie sabe si existe o no? “Deberán sacarnos por la fuerza.
Resistiremos hasta el final, igual que los ancestros.” Es Diego Bonga el que habla con años de experiencia como docente de capoeira: “Si bien esto se trata de lo afrocultural en movimiento, es también la reivindicación que la sociedad y el Estado deben hacer sobre el aporte de nuestros ancestros durante quinientos años. Pero aún están el racismo, la discriminación, y no nos contemplan. No hay una visibilidad de los negros en Argentina”.
A principios de año la actividad del Movimiento Afrocultural Bonga fue declarada de interés cultural en Buenos Aires. “Hemos hecho todas las gestiones legales –dice Diego Bonga–. Agotamos todas las medidas pero todavía no tenemos una respuesta concreta. Son muy lentos los pasos burocráticos. No contamos con los recursos como para tener un abogado que se dedique a pleno: si lo tuviéramos, más de una cosita se destaparía. Los terrenos de Barracas están muy valorados.”
Pero para Máximo Merchensky, asesor de Baltazar Jaramillo, el problema no es de Cultura de la Ciudad: “Ese es un espacio intrusado: es propiedad privada. Si bien lo han puesto en funcionamiento y llevan adelante un trabajo cultural, eso no tiene nada que ver con el desalojo que decidiría la Justicia porque han ocupado un espacio ajeno”.
Y habla de propuestas y requisitos: “Es una actividad interesante, sí, pero no pueden agarrarse de su trabajo cultural para tomar un espacio que no les es propio, o para reclamar una vivienda ajena porque hay problemas habitacionales”. La lógica es clara: “El problema central no es de Cultura, sino que tienen miedo de quedarse en la calle. Lo judicial y lo cultural van por carriles distintos. Nosotros no podemos pasar por arriba de la Justicia”, dice Merchensky.
Entonces, ¿qué opciones propone el Gobierno para que no se corte abruptamente la tarea del Movimiento Bonga? ¿Existe voluntad política de reconocer a la cultura afro y a sus ceremonias? “Estamos viendo –afirma Merchensky– la forma de que se llegue a la cesión en uso precario de algún inmueble en Buenos Aires, pero son trámites legislativos que llevan tiempo y exceden a Cultura. Insisto: no pueden basarse en la presión de un desalojo como argumento. La expropiación no era la salida más simple y a la cesión la debe tratar la Legislatura.”
Pero hay una responsabilidad que sí debe discutirse, afirma Diana Maffía, legisladora por Coalición Cívica: “El rol de Cultura de la Ciudad es integrar a las diferentes culturas. Si el trabajo que llevan adelante es válido, habrá que garantizarles otro espacio. Si bien el PRO mostró buena voluntad, aún no se está tratando: esperamos que llegue a tratarse esta semana”.
Los plazos son inminentes: el desalojo debía llegar a fines de mayo y con la intervención de Maffía –ante la jueza que instruye en la causa– lograron demorarlo. “La cesión es la forma más viable –dice Maffía–. Ellos no quieren ser propietarios, sino trabajar en un espacio y ponerlo en funcionamiento.
En un primer momento la Ciudad propuso cederles unas horas en alguno de los 44 centros culturales que existen. Decir eso es no entender a la cultura afro, a sus prácticas, ya que la capoeira y el baile implican tiempos que no se resuelven en dos horas: hay toda una puesta del cuerpo, y una espiritualidad, que lleva horas. Además, el templado de tambores requiere un lugar especial”. Para Maffía, “ceder espacios vacíos es constante en Buenos Aires: basta ver todos los que se cedieron entre octubre y diciembre de 2007, antes de que se fuera Telerman”.
De los espacios sin uso con que cuenta la Ciudad, los Bonga solicitaron uno en Isabel la Católica y Suárez, a pocas cuadras. “Tenía que ser en una zona cercana, ya que es un barrio vulnerable y a la gente le cuesta trasladarse. Allí hay un proyecto de contención social, que no hace el Gobierno, para jóvenes que de otro modo no tendrían forma de expresarse: están involucradas más de 200 personas”, cuenta Maffía, y apela a la voluntad política del PRO –con mayoría legislativa– “para evitar el desalojo violento: si uno castiga la usurpación, pero no da alternativas, ¿cuál es el mensaje? Que no se le da importancia a un centro que sostiene la identidad negra en Buenos Aires. Sería dar pie a que no exista la cultura afro, que se la siga negando. Eso es no reconocerles sus derechos”.
Y la comunidad negra en Buenos Aires aún espera alzar la voz para proyectarse al futuro. Diego Bonga evalúa: “Cuando hablo de ayudar al Movimiento Afrocultural, no digo ‘vengan a ayudarnos a nosotros’. Ayúdenos a ayudarse, porque somos los pocos que vamos quedando que tenemos algo para transmitir”.
Los Bonga seguirán batiendo parches adonde sea: confían en sus ancestros y en los negros viejos que “no están en la universidad sino en las villas”, y que les transmitieron su bendición, los valores, el respeto por la naturaleza y por los demás.
El Estado –dice Diego– debería considerar a las tareas del Movimiento Afrocultural como patrimonio cultural inmaterial. “Tienen la obligación de ampararnos y está en la Constitución. Nosotros no somos dinosaurios desaparecidos sino sobrevivientes. Hemos resistido desde siempre: es algo que llevamos en las venas.”


Fuente: http://www.criticadigital.com.ar/impresa/index.php?secc=nota&nid=5991

Movimiento Afro Cultural - Peritaje Antropológico

Intervención de los antropólogos Alejandro Frigerio (CONICET) y Nicolás Fernández Bravo (UBA) en el marco de la Mesa de Diálogo convocada por la Legislatura Porteña para analizar la solicitud realizada por el Movimiento Afro Cultural el 21 de Abril de 2008.

En la Argentina, la intervención de los antropólogos en calidad de “peritos” o expertos en el campo de la cultura es una práctica poco extendida. No obstante, en otras sociedades se trata de una práctica bastante habitual para la evaluación y el diagnóstico de situaciones culturalmente complejas, en donde el parecer de los involucrados puede ser susceptible de interpretaciones subjetivas o carentes de sustento teórico y técnico.
El motivo que nos convoca hoy en este recinto ha sido materia de debate y opinión entre activistas, funcionarios, periodistas, técnicos, artistas y un extenso conjunto de personas que se han mostrado solidarias a la causa del Movimiento Afro Cultural y su inminente desalojo. Consideramos que esta Mesa de Diálogo, si bien no constituye una instancia judicial, necesita del acompañamiento técnico de la antropología que, en tanto disciplina experta, permite argumentar sobre las alternativas posibles para las demandas del Movimiento Afro Cultural de cara a la resolución de las mismas de una forma seria, profesional y consistente.
La antropología tiene dos características principales: dar una perspectiva holística (totalista) de los ambientes en donde se producen determinados fenómenos, y afirmarse en la visión de los otros sobre los hechos que están bajo análisis. La antropología es una ciencia social que está capacitada para confrontar diferentes argumentos que puedan darse sobre sucesos determinados, así como para mediatizarlos a través de sus métodos. Da la oportunidad para que esos discursos se escuchen (confronten) entre sí, modificándose al mostrarse coincidencias y disparidades entre lo dicho por los distintos protagonistas sobre una cuestión particular.
La antropología usa metodologías de interferencia, involucrándose en esos diferentes puntos de vista al proponer en lo que se llama "trabajo de campo" una constitución múltiple de los acontecimientos a examinar. La multiplicidad de voces y narrativas no es un impedimento técnico a la hora de llegar a conclusiones, puesto que abre un abanico de significaciones, que pueden llegar a tener una importancia epistemológica equivalente.

Si bien en los últimos quince años la ciudad de Buenos Aires ha asistido al desarrollo y fortalecimiento de un amplio espectro de actividades culturales que rescatan componentes africanos – como lo son el candombe, la capoeira, las danzas afro, ciertos elementos del tango, muestras y exhibiciones de fotografía, cine, charlas y debates sobre la presencia de los afro-descendientes y el legado histórico de su memoria – existen ciertas características que hacen que el denominado Movimiento Afro Cultural sea un grupo comunitario – cultural único. En función de nuestro conocimiento genuino y prolongado en el tiempo de las características del mismo, es posible afirmar que:

1) Se trata de un grupo de personas que, en su conjunto, enfatizan específicamente en el uso de la cultura como una forma de inclusión social. Existen otros grupos de personas que toman elementos de la cultura africana para la difusión y el desarrollo de técnicas preformativas, aunque no necesariamente con una orientación social. En el caso de otras entidades privadas (centros culturales, escuelas, institutos) que venden cursos y dan clases de este tipo, el énfasis se encuentra en la producción de la cultura y sus manifestaciones objetivas, y no tanto en la reproducción del grupo como un conjunto de personas que permiten su existencia misma en un contexto de respeto por la diferencia cultural. Mediante este uso de la inclusión social, el grupo permite estimular la imaginación de nuevas y creativas formas de expresar la cultura sin que esta devenga en bien de cambio. Hacen posible que jóvenes afrodescendientes –pero también otros de diferentes condiciones sociales y étnicas- aprendan un oficio cultural-musical , se enorgullezcan de este legado y encuentren contención social que no hallan en otros ambientes.

2) El Movimiento Afro Cultural es uno de los pocos (y probablemente el único en su tipo), liderado y compuesto, en buena parte, por afro-descendientes, quienes son reconocidos públicamente como los representantes de un espacio legítimamente constituido. Si bien existen un conjunto de asociaciones y ONGs que retoman explícitamente el carácter “afro-descendiente” de sus miembros, la extensión, consistencia y coherencia de los mismos ha variado con el curso del tiempo. Muestra de ello son algunas de las actividades que regularmente convoca el movimiento, en las cuales participan voluntariamente afro-descendientes que habitualmente se muestran escépticos ante el eventual “uso” de su participación. El pasado 20 de noviembre de 2007, día de la Conciencia Negra, una verdadera multitud de afro-descendientes y residentes africanos negros se congregaron espontáneamente en la sede del Movimiento. Durante el desarrollo de La diáspora africana en Movimiento, en el Centro Cultural del Sur del Gobierno aquí presente, en Junio de 2008, uno de los espectáculos que mayor atención concentró fueron – precisamente – las presentaciones del Movimiento Afro Cultural. Estos hechos cuestionan contundentemente cualquier posible argumentación sobre la “invisibilidad” o “disgregación” de los afro-descendientes en la Argentina.
3) Se trata de un grupo que fomenta un la conciencia panafricana, estimulando el orgullo, la identidad y la preservación de la memoria negra. Este fomento se da en el marco de una comunidad abierta, la cual reside en un mismo espacio físico, permitiendo así la integración de sus miembros en un colectivo que evoca contemporáneamente a las antiguas sociedades de esclavos libertos, comúnmente denominados Quilombos. Si bien otras entidades apelan a estas ideas, el Movimiento Afro Cultural lo hace en tanto legado universal para todo aquel que se acerque con respeto hacia la cosmovisión o “forma de ver y estar en el mundo”. Prueba de estos principios son la enorme cantidad de personas que, independientemente de su color de piel, origen, clase social, se han formado y participan de las actividades del Movimiento.

4) Sus líderes tienen una larga historia de activismo y compromiso cultural, siendo los únicos sobrevivientes del Grupo Cultural Afro que a fines de la década de 1980 fue pionero y clave en la difusión del candombe en Argentina. Uno de sus miembros fundadores, José Delfín Acosta, fue asesinado por la Policía por salir en defensa de migrantes afrobrasileros que estaban siendo detenidos sin motivo. No obstante, su participación pública ante situaciones de violencia racial, discriminación y violación de derechos humanos siempre se ha desarrollado en el marco del diálogo y la búsqueda del entendimiento basado en el respeto.

5) El grupo en su conjunto, y los estudiantes en proceso de formación, bregan por la excelencia docente y por prácticas performativas que permitan el entendimiento de los fundamentos teóricos de las expresiones artísticas. Si bien existen muchos practicantes de las expresiones culturales de origen africano (en lenguaje coloquial, están “de moda”), son muy pocos los que enseñan y practican coherentemente con los fundamentos que le dan origen. En muchos casos, buenos artistas no demuestran un compromiso real con el grupo social que da origen a las prácticas, mientras que personas comprometidas con los objetivos que dan causa a las reivindicaciones del conjunto afro, no son necesariamente buenos artistas.

La historia del legado y la presencia africana en la Argentina ha estado estrechamente asociada a la disgregación, fragmentación y mestizaje de sus miembros – en las circunstancias más benignas – y a la violencia física y psíquica que condujeron a la muerte y desaparición de muchos de sus miembros – en las circunstancias en las que sus derechos fueron violados. Las dificultades de asociación voluntaria existentes en la actualidad, las cuales son el fruto de la marginalidad persistente, hacen que revertir esta tendencia se haya topado con obstáculos de manera recurrente. Para el sentido común de muchas personas, los negros no están organizados, se pelean entre ellos, se manifiestan violentamente, y – en definitiva – no quieren trabajar. Los resultados generados por el Movimiento Afro Cultural son una prueba de que estas maneras de ver a los otros aún hoy se encuentran ancladas en el prejuicio y son manifiestamente falsas.

Por estas razones, que encuentran su fundamento en la comprensión del significado de las actividades del Movimiento Afro Cultural, consideramos que la única forma de reproducción social del grupo de afro-descendientes congregados en torno al Movimiento, es mediante la garantía de un espacio físico que posibilite la continuidad material de la vida simbólica asociada a su cultura.

Buenos Aires, a los 29 días del mes de Julio de 2008

Alejandro Frigerio y Nicolás Fernández Bravo

Alejandro Frigerio es Doctor en Antropología por la Universidad de California, Los Angeles, Investigador Independiente del CONICET y profesor en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO). Desde la década de 1980 se encuentra involucrado a las distintas manifestaciones de la cultura afro en Buenos Aires. Ha publicado extensamente sobre cultura, identidad y religión afroamericana.
Nicolás Fernández Bravo es antropólogo y profesor de Historia de Asia y África Contemporánea (UBA). Ha dirigido la Oficina del Centro Carter en Mozambique y trabajó en el campo de los derechos humanos en Argentina, Sudáfrica, Angola, Jamaica, Nicaragua y Mozambique. Desde 1998 se encuentra ligado a las actividades del colectivo de africanos y afro-descendientes en Buenos Aires. Es asesor del Movimiento de la Diáspora Africana en Argentina.