jueves, 1 de mayo de 2014

El "aguante" que viene de Africa...

Asamblea Nacional en Bissau

Por Nicolás Fernández Bravo (desde Guinea-Bissau)

Aguante, eh! Manga de capangas!

Qué diría usted de esta frase? Vamos, haga el intento: asociación libre. Es probable – aunque no sea seguro – que relacione la frase con el mundo del fútbol y de sus apoyantes, las hinchadas. También es de suponer que usted piense que proviene de un barrio popular del conurbano bonaerense o del lenguaje provocativo de un grupo de jóvenes. Incluso es estadísticamente probable que no la asocie con nada de ello, o con algo completamente diferente. En cualquier caso, se trata de una mera conjetura: una suerte de desafío para saber hasta dónde es posible jugar con el lenguaje. Afortunadamente, ni las conjeturas ni la estadística guían de un modo determinante la investigación antropológica, por lo que ciertas especulaciones pueden tener más suceso en la literatura y en la probabilística, que en la explicación de los procesos históricos que conforman las identidades colectivas.
Aguante manga di capangas es una frase de fantasía, construida sobre la base de elementos reales del kriol (“criollo”) de Guinea-Bissau. De hecho, no escuché a ningún Bissau-guineense pronunciarla de ese modo, aunque todos los términos fueron escuchados cotidianamente, hablando con distintas personas de este diminuto e irrelevante país de África Occidental. El kriol, también conocido como crioulo en Cabo Verde, es una mezcla de portugués antiguo con fuertes influencias de idiomas africanos, notablemente el mandinga y el fula. Al ser idiomas fundamentalmente orales, sus variaciones regionales son importantes y no del todo estudiadas.

Guinea-Bissau en el mapa africano

La idea del “aguante”, en kriol, es casi idéntica en su significado, al modo en que se la utiliza en el fútbol de Argentina. De origen portugués, está fuertemente asociada a la masculinidad, a la “hombría”, la lealtad e incluso a veces a la violencia. El aguante es un valor que un grupo de personas deben demostrar en momentos de adversidad o enfrentamiento. De este modo la utilizaron los apoyantes de emblemático Nino Vieira (los denominados “aguentas”), poco después de la guerra civil del 7 de junio de 1999, cuando dos facciones del PAIGC se enfrentaron en un conflicto armado del cual el país recién parece estar saliendo.
El término “manga” por su parte, es más conocido y menos problemático en términos históricos y políticos. De hecho, figura en el diccionario de Ortíz de Oderigo, donde también hay otros términos de dudosa explicación. “Manga” es una cantidad importante de personas (casi nunca objetos): “muchas” o “bastantes” gentes. Un buen lingüista haría un mejor análisis, pues la cantidad parece hacer a la calidad, una característica del lenguaje que en castellano se ha perdido. Acaso sea la razón por la cual aún hoy, en las calles de Buenos Aires, es posible escuchar cotidianamente su irremplazable significado. Lo curioso es que casi siempre se usa el término “manga” de un modo peyorativo. Por ejemplo: “qué manga de hijos de puta”. Difícilmente se escuche “qué manga de carmelitas descalzas”. Si sucede, parecería haber una voluntad irónica en la frase. Por el contrario, en Bissau parece no tener una connotación desfavorable: “mucha gente” se dice simplemente “manga di genti”.

Mercado Central en Bissau

Capanga”, por último, es el más literal de los términos. Un “capanga” es un jefe. En Bissau y en Buenos Aires. No obstante, no cualquier jefe es un ‘capanga’. El líder de una hinchada de fútbol claramente puede ser un capanga. Pero un ‘capanga’ político o empresario, posiblemente sea sospechado de corrupción. Si uno dijera, por ejemplo, que Bergoglio es ‘el capanga’ de la iglesia católica, ciertamente estaría atribuyendo un plus de significado a la idea de ele ser Papa. “Quem tem capanga, não é gente boa”, me dijo Odete Semedo, lingüista Bissau-Guineense con quien traté de afinar mi superficial incursión por el mundo de las palabras africanas. “Há fragilidade na falta de registro, mas a palabra resiste”. El prefijo “ka”, por su parte, es una negación y “panga” es un término con significados diversos: puede denominar la construcción de un tejido o de una casa (pangacasa, pangapano), por lo que Ka-panga puede tener incluso un origen más desafiante, cuya relación con el presente necesite de un cuidadoso estudio. Las novelas brasileñas que se consumen en Bissau, por ejemplo, generaron un proceso inverso de migración de términos que se habían dejado de utilizar o se volvieron invisibles. La Dra. Semedo afirma que capanga puede ser uno de esos interesantes casos.

Celebración en Catió, cerca de Bissau

Qué es posible afirmar con esta especulación del lenguaje? Posiblemente muy poco. En todo caso, el lenguaje es un proceso complejísimo, polisémico, en donde el tiempo y las personas intervienen activamente para transformarlo cotidianamente con su uso. Aunque ciertas lecturas mecanicistas pretenden encontrar continuidades simples y afirmar, acaso ilusoriamente, que detrás de un bantuísmo hay un africano dormido al que hay que despertar para que recupere su esplendor, el estudio riguroso y humanista de las influencias africanas en América necesita nuevos paradigmas de investigación. Sin embargo, este juego del lenguaje nos permite informar que junto a la palabra quilombo – y una cantinela de términos que aún hoy se citan de memoria para demostrar la presencia de elementos de origen africano en el castellano rioplatense – existen muchas otras palabras. Las palabras de este ejemplo lúdico no se suelen citar y son de uso cotidiano a ambos lados del Océano Atlántico.

Claro que si uno es un poco más aventurado, podría decir algo más. Ante todo, señalar la continuidad de una relación jerárquica entre los términos de origen africano y aquellos que no lo son. Una jerarquización que no existía necesariamente su contexto original, sino que se produjo en el marco de una relación social violenta y desigual. Más aventurado aún: muchos de esos términos se encuentran hoy asociados a las clases bajas, presentando tácitas e incómodas valoraciones sobre el otro. Todo lo cual nos recuerda que desde el actual puerto de Cachéu (Cashew?), fueron desplazados violentamente hacia América un número incierto de personas esclavizadas. No sería improbable que algunas de ellas o sus descendientes, llegaran al actual territorio de la República Argentina. Por ello, para alegría de los nostálgicos, podemos decir que tanto 'clase' como 'raza' son conceptos que todavía nos permiten comprender el presente – y el origen de sus desigualdades.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¿País irrelevante? Atención, bordea la falta de respeto.

KW.

Alejandro Frigerio dijo...

Usted sabe que no está dicho con esa intención... :-)

Anónimo dijo...

Hola KW!

Lamentablemente, la falta de respeto es por parte de quienes construyen la "relevancia" en la geopolítica mundial contemporánea. Guinea-Bissau prácticamente no tiene riquezas minerales, carece de atractivos geográficos/turístico, es de difícil acceso o está mal conectado con las rutas aéreas y ni siquiera hay grandes hambrunas o crisis humanitarias (el atractivo de la industria de la ayuda internacional). Por lo tanto, es objetivamente "irrelevante" para los decisores globales. Los propios Bissau-Guineenses soy muy conscientes de esta circunstancia, la cual por supuesto, en nada califica a su gente. Afirmar que es un país "importante" sería tomarles el pelo a los Guineenses, y bien sabemos para qué sirve la corrección política en estos casos. En todo caso, a MI (que soy una persona poco relevante) me parecen tan relevantes, que escribo sobre el modo en que su idioma puede tener relaciones con nuestro país. En fin, espero que sirva para aclarar.

Saludos,
NFB