Por Ligia Piro
La primera vez que escuché “Aguas de Março” no sabía nada sobre la bossa nova. Yo tenía nueve años y fue un instante increíble. Lo puso mi mamá en el equipo de casa, se ve que acababa de comprarse el disco. Y me acuerdo que cuando empezó a sonar la canción, fue algo parecido a lo que pasa en los dibujitos animados, cuando se “ve” el aroma de la comida, y aparece un personaje flotando atrás, siguiendo ese aroma. La sensación es ésa: empezó a sonar la música en el living y yo aparecí como de la nada, siguiendo ese aroma, desde mi cuarto, para preguntar qué era eso que habían puesto. Era la primera vez que yo escuchaba ese ritmo tan contagioso, magnético. Y no sólo aparecí yo, aparecimos todos los que estábamos en la casa, como si hubiéramos salido de nuestras cuevas. Recuerdo también a mi abuela materna, que estaba mucho tiempo en casa, que también salió y de pronto estaba bailando la canción.
Hasta ese entonces yo no tenía idea de lo que era la música de Brasil. Y eso que mi mamá tenía algunos discos en un mueble que estaba a mi alcance, al ras del piso. Recién más tarde supe que había cosas de Chico Buarque, de Vinicius; había material, pero fue este disco evidentemente el que también le había pegado más a mi mamá. El disco se llamaba Tom & Elis; era Elis Regina cantando todos temas de Jobim. Recuerdo muy bien la tapa de ese long play: tenía un color naranja amarronado y están ellos dos como en una foto desprevenida; ella se está riendo y él está mirando a la cámara, con una actitud en la que parece decirle a ella: “Mirá que nos están tomando una foto”. Para aquel entonces yo ya había escuchado mis primeras canciones, tenía unos muy poquitos conocimientos de jazz. Y sentí la necesidad de preguntar qué era esto, este ritmo nuevo, muy maravilloso, esta música llena de energía. Creo que esa edición del disco que puso mi mamá no traía las letras: las ediciones que llegaban en esa época acá, en los ’70, no eran completas. Más tarde supe que la letra de la canción describe las cosas de la naturaleza en detalles ínfimos, pero en su momento no entendía nada: no está cantada rápido, es hablada, son descripciones de cosas, y yo le preguntaba a mi mamá, “¿Y esto qué es?”, y ella me decía “No sé, no sé pero es lindo”, mientras subía el volumen y mi abuela bailaba; una situación muy graciosa.
Si tengo que elegir una canción favorita, también pienso inevitablemente en “The Man I Love”, de Gershwin, otro genio, un tema que conocí de la mano de Billie Holiday: otro descubrimiento personal de la discoteca de casa, buscando discos y mirando las tapas, reconociendo figuras, escuchando esa música que yo misma me proveía y me llevaba a mi cuarto. Pero supongo que si “Aguas de Março” ganó fue porque tiene mucha alegría, mientras que “The Man I Love” es esperanzador pero hasta ahí nomás –ese hombre por ahí llega y por ahí no–; es muy melancólico y en mi recuerdo está siempre ligado a Billie Holiday, una mujer con una vida muy dura y una voz desgarradora. Por lo que si tengo que elegir entre los dos, prefiero que sea el que me remonta cada vez que lo escucho a ese momento de la vida en mi casa que fue tan alegre.
No escuché la canción por años, porque los discos desaparecieron, y el de mi familia es probable que se haya perdido en alguna mudanza. Pasó un período muy largo hasta que ese disco se reeditó en cd, y como durante ese tiempo no estaba de moda, no se pasaba en las radios, no se bailaba. El disco salió en el ’74, y habrá desaparecido de mi vida cuando yo tenía 14 y aparecieron otras cosas, músicas contagiadas por mi generación. Un día, varios años más tarde, lo vi en una disquería, y lo compré inmediatamente. La canción era la primera del disco, y cuando “volvió” tuve la sensación de estar situada de nuevo en ese living donde aparecí de la nada atrás de esa melodía contagiosa que no te olvidás más, que prácticamente me llevó flotando hasta ahí. Como ésta y como la de Gershwin, hay muchas otras canciones que me remontan a cosas, a situaciones, a otros momentos, pero ésta es la más importante de mi vida. Me hace acordar a ese clima familiar que forma parte de mi crianza, a esa sensación tan hermosa, muy llena de vida.
“Aguas de Março” de Antonio Carlos Jobim (Grabada por Jobim y Elis Regina en el disco Tom & Elis, 1974)
Compositor, cantante, guitarrista y pianista, Antônio Carlos Brasileiro de Almeida Jobim (Río de Janeiro, 1927 - Nueva York, 1994) fue el mayor referente internacional de la bossa nova. “Aguas de Março” fue grabado originalmente en el álbum Disco de bolso (O Tom de Tom Jobim e o total de Joao Bosco), de 1972, pero su versión más popular es la que hizo con Elis Regina para el disco de dúos grabado en enero de 1974. Tom & Elis contó con el pianista César Camargo Mariano (el marido de Regina), y los músicos de su grupo (el violinista Hélio Belmiro, el bajista Luizao y el baterista Paulinho Braga). La canción no narra una historia sino que arma un collage de imágenes de la naturaleza –una rama, una piedra, un pez, el final de un camino–. Se suele interpretar la figura central de las aguas de marzo como el ciclo de la vida cotidiana, el paso inexorable del tiempo marcado por el final del verano. Jobim compuso una versión en inglés de la canción, que resultó más extensa (y con algunos contenidos distintos) que el original en portugués. Las aguas del marzo boreal, que es a lo que se refiere la canción en inglés, ya no son las tormentosas lluvias de verano de Río de Janeiro que inspiraron la versión original, sino las aguas del deshielo. La canción fue grabada además por Joao Gilberto (álbum Joao Gilberto, 1973) y por, entre otros: David Byrne y Marisa Monte, Oscar Castro Neves, Art Garfunkel, la cantante de jazz Jane Monheit, la banda japonesa Cibo Matto, Al Jarreau, Sergio Méndes & Brasil ’77, Cassandra Wilson, y por Fito Páez (en Mi vida con ellas, 2004), quien en una entrevista para Radar contó que era la música que escuchaba con su padre en Rosario a fines de los ’60 y comienzo de los ’70 (“Jobim fue uno de los motores que me acercó a los acordes”).En 2001 “Aguas de marzo” fue elegida por más de 200 periodistas, músicos y otros artistas convocados por la Folha de Sao Paulo como la mejor canción brasileña de todos los tiempos.
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/9-4658-2008-06-14.html
Tapa del CD de Samba y Bossa Nova: Putumayo. (no lo escuché....)
4 comentarios:
hm!!!!!!
no puedo creer que alguna ves hayas "dudado" de la bossa nova!!
;)
un abrazo,a
Ja, viste? Si, es mi yo "culturalmente incorrecto". Reconozco su belleza pero demasiada bossa me mata de melancolía. Necesito música más percusiva pum-para-arriba. Además mi yo prejuicioso dice que es una lavada de cara que la clase media carioca le hizo al samba para emblanquecerlo..... (una bestia mi yo prejuicioso...)
a mi la bossa me transporta "direito a itapuá", a dorival caymmi,para mí es una melodía muy de mar.
pero....en esta oportunidad no puedo deabtir contigo porque mis elementos son puramente intuitivos.
un abrazo,a
Bueno, a cada uno le gusta lo que le gusta. Y ya dije que no voy a negarle méritos a la bossa nova. Sólo que de los géneros brasileros, no está entre mis favoritos. Te diría que salvo algunos bares algo paquetes, no se escucha mucha bossa en Bahía. Por eso siempre la relaciono con Río. Generalizando, creo que la música que se escucha en Salvador (en la calle, en las barracas, en las fiestas de largo) siempre es más movida, carnavalesca y a la moda del año. Pero bueno, sin duda que se escucha mucha y diferente música en Salvador, de acuerdo con el barrio, la época del año, la clase social de los oyentes...
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